Partida Rol por web

Demise-repitió el doctor, desesperado, antes de recibir un golpe de tronco en la cara-. Demise...-masculló, con la cara llena de sangre antes de recibir otro porrazo-Demiiiiiseeeeeaaaerlh...

A cada golpe, el Doctor Rehner perdía un diente que le dificultaba todavía más la pronunciación de la palabra mágica. Entonces entró Leiath empujando la silla, hasta empotrarla contra la cama. Por inercia, el enano siguió su camino surcando el aire y acabando sobre el cuerpo tumbado del director del Sanitarium.

No me puefdo moveeeerl... quitáfmelo de enfimaaaaah...

Tan solo asomaba la cabeza del Doctor Rehner bajo el cuerpo del enano, de modo que estaba a merced de Onfale y dependía del eunuco asesinar a un pobre ancianito indefenso a sangre fría.

En el pasillo, el enmascarado que portaba la linterna sorda se acercó a toda prisa, y a medida que lo hacía iluminó el pasillo por el que avanzaba. Había algunas puertas, pero además el pasillo torcía hacia la izquierda (desde el punto de vista de Alice) demostrando que había una zona todavía por explorar en aquella planta. Pero eso sería si derrotaban a los guardias...

Junto a las escaleras, Aire corrió para empujar al otro matón, pero el enmascarado la recibió con un rodillazo en la barriga, para luego soltarle dos tortas. Iba a necesitar más ayuda para empujarle.

Mientras, Piedmon ojeó de nuevo el disco verde... De pronto, y sin previo aviso, parte de la carcasa exterior del disco verde se replegó mostrando una lucecita intermitente que iba tomando diferentes colores. El disco también empezó a emitir un pitido.

Pi... Pi... Pi. Pi. Pi-pi. pipiiiiiiiii...

Pese a lo que podía parecer, la trayectoria de Thimaz de pasar de torturado a atacado, pretendiente de una loca sexual y para luego convertirse en no más que un objeto que pasaba de mano en mano para ver donde ellos no podían ver; había llegado al pico de criatura viviente y con sentimientos, a la cual poder echar una mano... para luego volver a ser no más que un burdo objeto siendo usado para atacar e inmovilizar a un anciano...

De todas formas, todas estas humillaciones sufridas a manos de sus compañeros ya no le importaban, pues al final, había logrado encontrarse cara a cara con su torturador. Y esta vez, él se encontraba en una posición, aparentemente ventajosa, aún a pesar de su condición física. Quizás la única oportunidad que este tendría.

-¿Demasié? No, no... no será demasiado lo que te espera, ¡hijo de mil padres!.

Dicho esto, el enano valiéndose de la única movilidad que tenía en su cuerpo en ese momento, comenzó a dar cabezazos contra la boca y la mandíbula del Doctor, ya que por desgracia para este, su posición sobre el anciano no le permitía ir más arriba, aún alargando su cuello lo máximo que pudiera.

Onfale, no le mates!- rogó a su amigo. El doctor Rehner quizás les sirviese más vivo que muerto.- Amordázale o algo...

De inmediato se giró hacia el par de encapuchados que a todas luces parecían guardias.

- Alto! Tenemos al doctor. Si os preguntáis cómo hemos podido salir de nuestras celdas, podéis ir a verlo vosotros mismos; alguien nos ha liberado, alguien que nos quiere a todos muertos y es mucho más peligroso que nosotros. Yo me marcharía de aquí lo más rápido posible, ante de que os encuentre. Ahora bien, como intentéis atacarnos, rebanaremos el pescuezo de Rehner aquí mismo. No tenemos nada que perder, y vosotros?

Un extraño pitido se dejó escuchar en la estancia. Qué sería eso? Nada bueno seguro. Intentó localizar de dónde venía el sonido y lo vio en las manos de uno de los pacientes. Pero no podía estar a todo. Esperando que otros se hicieran cargo de aquella baliza interplanaria, o lo que quisiera que fuera, se centró en el doctor y los guardias.

-Doctor coopere! Este sitio está acabado, hay que salvar a todos los que podamos, incluida su nieta. Para eso, debemos abandonar el edificio. Supongo que no me creerá, pero podrá verlo con sus propios ojos. Díganos dónde están las llaves de estas malditas máscaras!

La bruja empezó a rebuscar por la habitación.

Alice busco un sitio oscuro donde esconderse de la luz de la linterna, si se enfrentaba cara a cara con un guardia no tendría ninguna oportunidad. Duraría menos que un elementar de madera enfrentándose a un dragón rojo. Se escondería y luego asaltaría al guardia por la espalda, eso le daría alguna oportunidad.

En el otro extremo del pasillo no dejaba de oír voces, golpes y gritos. ¿Qué estaría pasando?

¡Qué satisfacción! Romperle la boca con el tronco de madera a su torturador era la mejor terapia para recobrar el pleno uso de sus facultades mentales. El crujido de los dientes rotos con el impacto era el bálsamo que Onfale necesitaba. Sin embargo, se guardaba lo mejor para el final. Tensó los músculos del brazo que sostenía el pedazo de cristal que le había dado la Bruja de Hala, como si fuera un cuchillo ceremonial bendecido por la misma diosa, dispuesto a rebanarle el pescuezo a ese indeseable cuando...

- ¡¿Qué no lo mate?!-  Protestó. Leiath le había dejado con el culo al aire diciendo su nombre. Con el enano encima dando cabezazos a Rehner se puso en posición para cortarle el cuello si alguno de sus matones se atrevía a hacerle algo.

- Más te vale colaborar. Contigo, escoria, acabaré rápido, pero con la preciosa Sunny nos tomaremos nuestro tiempo. ¿Me oyes?- Usaba a la nieta para tratar de que colaborase.- Ya la has oído. ¡Desembucha! ¿Dónde están nuestras pertenencias?

Aire casi cayó del golpe. Su intento de derribarlo no había funcionado, pero era algo normal. No era fuerte, de agilidad andaba justita. Lo suyo era la magia. Ah, si tuviera su poder, y si ella acudiera en su ayuda, todo cambiaría, se arrepentirían de todo los que estaban haciendo.

Se fue a llevar la mano a la boca para limpiarse el hilillo de sangre que sentía caer, pero se topó con su máscara. Maldijo, y sus ojos se inyectaron en sangre por la furia que sentía. Gritó para desahogarse, pero quedó un poco camuflado por su máscara, y pareció un intento de grito de guerra.

Cogió el trozo de madera con las dos manos, y elevó los brazos. Imaginó cómo se sentiría si la madera le rompiese la máscara al guardia y se estampase en su cabeza, y eso le dio energía, pero estaba claro que no la suficiente como para hacer nada

¡Córtale la lengua! Así cooperará, aunque sea escribiendo, y no podrá usar sus palabras para dormirnos gritó a Onfale frustrada, al escuchar a Leiath pedir que no le matara.

Las voces se mezclan con los zumbidos que todavía siguen martilleando mi cabeza y con unos pitidos que no estoy del todo segura de si son reales o fruto de imaginación desquiciada. Me tapo los oídos con las dos manos pero eso no parece mitigar en modo alguno la cacofonía que reina a mi alrededor.

—¡La bañera está rota! —insisto a voz en grito, porque alguno parece no haberse dado por aludido y se empeña en entrar en el inútil cuarto de baño.

Creo que mami intenta explicárselo también, pero él la golpea de un modo que me recuerda a la forma en que Demetrius me golpeaba a mí antes de meterse en mi cama y hacerme cosas innombrables. Me quedo quieta en la bañera, agazapada en el fondo con mi trocito de cristal de espejo firmemente asido entre mis manos; mi cabeza asomando por el borde de cobre sin perder detalle de lo que sucede.

Yo solo soy una niña y no voy a lanzarme a por ese enmascarado maltratador, pero si se acerca a mí... Compartirá el mismo destino que mi papi.

El guardia del corredor de las escaleras esquivó el intento de Aire por golpearle con un tronco.

¡No pienso dejarme dar una paliza solo porque tengáis un rehén! ¡Decidle a esta loca de los huevos que deje de atacarme, o si no...!

Soltó dos puñetazos a Aire. Uno de ellos se estrelló en el tronco, haciendo saltar un poco de corteza. El otro volvió a golpearla, esta vez en una teta, lo cual fue doloroso pero no causó muchos daños.

¡Colafboraré! Por favfor, no me matez...

Leiath encontró una linterna corriente mientras buscaba en la oscuridad, y la encendió iluminando el resto del dormitorio. Había un armario y una mesilla de noche en la que buscar tesoros. Necesitaría más tiempo para seguir buscando, a no ser que el Doctor Rehner les ayudase.

Ya lo dije en la cena, vueftraz cozaz eftán en el defván-dijo, señalando una cuerda en el techo, que al tirar de ella permitiría bajar la trampilla y que se desplegasen las escaleras de madera-. Laz mázcaraz ze afren con una llavfe que tengo en mi defpacho, traz el telón rojo, en el colgador de llavez.

Una gigantesca mano apartó la tela carmesí desde el despacho. Vestía con las túnicas oscuras de los pacientes, pero su tamaño era colosal, y la máscara que ocultaba el rostro del gigante estaba del revés, con el mentón en el lugar en el que debería estar la frente. Unos ojos furiosos miraron a Leiath, Thimaz y Onfale a través de la rendija de la boca.

¡Big Crazy! ¡No! No puedo detenefle... No ez un guafdia, ez un paciente... Tiene la mente de un nigño. Zi cree que vaiz a hacefme dagño, oz atacará. Dafme unoz minutoz para haflar con él.

Big Crazy apoyó los brazos en el techo para mantener el equilibrio y usar una de sus piernas para propinar una patada. El cuerpo rechoncho de Thimaz voló por los aires, rompiendo parte del marco de la puerta y aterrizando en una de las bañeras de latón.

En ese momento, la cuenta atrás del disco verde llegó a su final, soltando una descarga eléctrica que quemó la piel de la mano que lo sujetaba. Un arco voltaico saltó a la bañera del enano. La electricidad, además de asustar a Thimaz, también reanimó una de sus piernas, lo que le permitía volver a caminar aunque fuese arrastrando la otra.

El disco verde emitió un humo negro que dejaba claro que ese aparato era de un solo uso, y que sus circuitos se habían quemado tanto como Piedmon.

Alice se escondió tras una puerta, en la más absoluta oscuridad. De pronto, una luz se encendió a su espalda, mostrándole una habitación pequeña, con paredes de metal desprovistas de puertas, junto a una gran semiesfera en el centro de su suelo que se iluminaba mientras vibraba. La electricidad estática en el aire hizo que el vello de sus brazos se erizase.

La semiesfera vibraba, produciendo un zumbido, como una interferencia, en la que a penas se distinguía a alguien hablando.

Bzzzzzzt... Necesito más electricidad... bzzzzt... Potencia insuficiente. Bzzzzt... La activación no durará mucho... Bzzzt... solo podré responder a algunas preguntas antes de apagarme... bzzzzzzzzzzzzzt...

¡Doctor! ¡Pupa! ¡Gente mala! ¡Big Crazy golpear a gente mala!

Poco podía imaginarse aquel pobre enano todo lo que le estaba ocurriendo en estos últimos días, ya que este había sido secuestrado, torturado, pinchado, mordido, quemado, electrocutado, dejado sin sensibilidad en brazos y piernas, traumatizado y por último enloquecido; todo esto bajo la atenta mirada y supervisión de aquel macabro anciano.

Pero las últimas horas, la cosa no había mejorado en absoluto, pues este enano había sido golpeado tirándole de la cama, agarrado con malas formas, le habían pasado el escroto de un loco anciano por el rostro, ahogado, mofado, estrangulado, sexualmente asaltado, usado por su visión en la oscuridad, usado cual medio de transporte de troncos, levantado brutamente a peso para subir escaleras, secuestrado a toda velocidad, haber sido chocado contra una cama, lanzado por los aires y aterrizado sobre un anciano, al cual odiaba. Aunque este último acontecimiento casi y solo casi, había logrado hacerle olvidar todo lo que estos compañeros de huida le habían hecho.

Pero no, por supuesto que no; porque siempre cuando algo parecía irle bien a aquel enano, la situación de algún modo u otro, algo ocurriría para volverle a llevar a su mísera situación; en este caso, un ser gigantesco le propinaría una patada, de tal magnitud que hizo que su cuerpo saliera volando por los aires de la habitación, no sin antes golpearse contra el marco de la puerta, y todo para al final aterrizar sobre una bañera de latón. La cual, sería golpeada por un arco voltaico, para más inri, ya que el enano sufría de astrafobia.

-NO, NO Y NO. Ya estoy harto. ¿!ME ESCUCHAN?! HARTO.

Casi de forma inconsciente, el enano logró levantarse, apoyándose contra as paredes de la bañera; aún sin haberse dado de cuenta de que su situación había mejorado al recuperar la movilidad de una de sus piernas. Logró posicionarse, pese a que no sentía los brazos ni una de las piernas, gracias a su bajo tamaño podía mantenerse estable sobre una de sus gruesas y fuertes piernas.

-¡¿NO PODÉIS HACER NADA BIEN?!

Dicho esto, el enano comenzó a saltar con todas sus fuerzas impulsándose con su pierna; el objetivo, aquel Guardia que se encontraba bajo el marco de la puerta, puesto que le estaba bloqueando la salida y era el Guardia más cercano que este veía, o al menos, al primero en el que el enano se enfocó. El objetivo del Enano, embestirlo con su gran habilidad y bajo tamaño.

Le importaba una mierda Big Crazy y Rehner no se iba  librar tan fácilm...Cuando vio al enano salir volando de la patada reconsideró sus opciones. Dejó caer el tronco al suelo y lo apartó de un puntapié.

- No pasa nada, si somos amigos, ¿verdad, profesor?- Se justificó ocultando el cristal tras la espalda de Rehner, dispuesto a clavárselo si no colaboraba. Esperaba que Leiath no se fiara de todo lo que decía el viejo. Estaba seguro de que no iba a claudicar tan fácilmente y que podía mentirles respecto a la localización de las llaves y sus cosas.- Dígaselo, Profesor.- Para enfatizar sus palabras apretó un poco más el cristal sobre el cuerpo del anciano.

Estaba claro que la bruja no iba a poder convencer a nadie en aquel manicomio, todos parecía carecer del más mínimo sentido común con el que razonar. Cansada de que sus palabras no hicieran ningún efecto, pasó a la amenaza.

- Mira viejo corrupto, no te voy a preguntar qué hacías con un paciente con mentalidad infantil en tu habitación porque me lo imagino. Todos aquí tenemos una palabra que nos inhabilita, así que ya vas diciéndonos la del grandullón. Sino, considerate muerto que es lo que te mereces.

Mientras esperaba la respuesta de Rehner (o a que Onfale terminase con la vida de aquel vil doctor, le daba igual) siguió inspeccionando la alcoba.

Aire se llevó la mano al pecho, allí donde el guardia le había dado. Su cara no se podía ver por la máscara, pero abrió mucho la boca y los ojos ante el horror de ese acto.

¿Me has tocado una teta? ¡Sin mi permiso! ¡Cerdo asqueroso, cómo te atreves! ¡Se ha querido aprovechar de mí, que decís que estoy enferma! ¡Asqueroso, puerco, animal, desgraciado!

La muchacha estaba fuera de sí. Que la llamaran loca era algo bastante común en su ambiente, pero nadie se había sobrepasado de esa manera con ella. Alzo el tronco con ambas manos y, acompañada de la gravedad, lo dejó caer sobre la cabeza del guardia con todas sus energías.

La maga miro la luz, en su cabeza se apresuraba una primera pregunta. ¿Qué narices eres? Pero esa pregunta solo satisfacerla su curiosidad y en la situación actual, por mucho que le pesara a la maga, la curiosidad era una meta secundaria, muy secundaria. Bien, bola mágica que sueltas chispas. ¿Cómo se sale de este manicomio? Solo esperaba que la bola mágica no fuera como los sabios de la lámpara que en vede cumplir los deseos se dedicaban a jugar con los sentimientos de su dueño.

Alice estaba bastante segura de que estaba ante una IA, una Inteligencia Artificial. Es decir, desde tiempos inmemoriales, los arcanistas han tenido problemas para fabricar gólems lo suficientemente listos como para saber atarse los cordones de los zapatos. La aspiración siempre fue crear autómatas que pudiesen pensar por sí mismo y tomar decisiones. Pues la semiesfera era un constructo con capacidad intelectual ilimitada... pero sin cordones, sin zapatos, sin piernas y sin manos para atar. Era todo lo contrario a lo que había en la Tierra. Eso significaba que su origen era alienígena.

Los tres orígenes más probables para la esfera parlante eran Sigil, lugar de maravillas por excelencia, y que cuenta con los mejores magos e ingenieros... Mechanus, hogar de los seres mecánicos más avanzados como el Marut y el Zelekhut... y el Imperio Interplanario de los Ilícidos (I.I.I.), con todo el potencial tecnológico de los azotamentes...

Bzzzt, bzzzt. Mi conocimiento sobre mi entorno es limitado, debido a mi falta de movilidad. Bzzzzt... Pero no es la primera vez que hablo con un paciente. Bzzzzt... Hubo otro antes que tú que tenía un plan de huída. Bzzzt-bzt. Su plan fracasó, fue traicionado y detenido. Bzzzzt... La última vez que hablé con él, dijo que lo habían llevado a una torre en el patio central. Bzzzzt... Se llamaba Néstor Lármika. Bzzzzzzzzzzzt...

A... miiii... gooooos...

Big Crazy se creyó a pies juntillas la mentirijilla de Onfale. Palmeó ligeramente la cabeza encapuchada sin saber que había un cristal tras la espalda de su querido Doctor Rehner.

Ezo ez... Zomoz amigoz. Todo... Todo eftá bien, Big Crazy.

Leiath registró el armario. A parte de la ropa común, las batas blancas y los zapatos, lo único fuera de lugar era la túnica negra y la máscara. Al parecer, al Doctor Rehner le gustaba disfrazarse para infiltrarse entre los pacientes para observarles en su estado "natural".

Al manipular la máscara, Leiath comprendió las diferencias entre las que llevaban los pacientes y las de los guardias. Al contrario que en el caso de los presos, había unas tiras elásticas que unían la máscara y las bandas de cuero reforzado. En reposo, los elásticos se ocultaban en las ranuras de las máscaras, y apretaban para mantenerla fija. Al tirar, los elásticos asomaban, aumentando el diámetro de las ataduras para poder quitarla como quién se quitaría un casco.

Había un total de tres pares de zapatos, pero el Doctor Rehner era un hombre alto, y allí todos (salvo Thimaz, que era más bajo), medían entre los 5'4" y los 5'11". Esos zapatos no les servirían a ninguno de los fugados.

No ez tan fácil-contestó a Leiath-. Conocéiz la palabfa general. La uzé hace poco, y a pezar de ello no logré dofmir a mi agrezor-dijo en referencia a Onfale, casi como un halago, reconociendo su fortaleza mental-. Podéiz tratar de dofmir a Big Crazy con eza palabfa, pero nada oz garantiza que duefma. Del mizmo modo, yo podría inventafme la palabfa efpecífica. Cuando Big Crazy la oiga, y no caiga rendido, no zabríaiz zi zu mente ze reziftió o zi oz eztoy traicionando con una palabfa falza. Oz efplico efto para cubrifme laz efpaldaz. A mí no me intereza que oz fruftréiz y toméiz medidaz eftremaz.

Leiath registró entonces la cajonera. Allí encontró un libro en idioma desconocido y unas gafas en el cajón superior. En el inferior encontró calcetines. En el de en medio, varios calzoncillos de cuerpo entero, doblados.

En las duchas, la cosa no iba mejor. Aire y el guardia cabezota seguían con su rifirrafe, repartiéndose los golpes. En cuanto a Thimaz, podrá decir lo que quiera, pero su acto de tratar de ayudar a Aire era más un intento de huír del disco verde roto que aún tenía Piedmon en su mano, y no tanto una heroicidad. Su peso volcó torpemente la bañera en la que estaba, y arrastró su pierna mala hasta el archienemigo de Aire. Ignorado por el guardia, Thimaz tampoco fue capaz de embestir a un tipo tan rápido y ágil.

Al parecer su habilidad y pericia de ser un aguerrido enano guerrero no había servido de mucho en aquel lugar, bien por su condición previa en la silla de ruedas, como su aún penosa condición actual. Habiendo intentado atacar a uno de los guardias, el cual parecía más indefenso pero aún así, por razones inexplicables, seguía en pie. No es que fuera un monstruo de más de 2 metros capaz de mandar a un enano volar dos habitaciones de distancia de una patada, solo un guardia algo robusto en el marco de una puerta en la cima de unas escaleras. ¿¡Como es posible que nadie antes lo haya tirado!?.

-Puede que ahora no lo parezca, pero cuando recupere la movilidad de 3 miembros más, ya verás lo que es ser apaleado por un aguerrido guerrero. Hasta entonces, por favor, siga golpeando a esa loca psicótica... -refiriéndose a Aire a la cual guardaba un gran recelo por los actos que esta cometió contra él minutos atrás- y no temas en salir de ahí para inmovilizarla o algo... 

Diciendo esto, esperaba que aquel guardia se centrara en una presa con más miembros hábiles y un arma contundente; dejando así que Thimaz bajara las escaleras y heroicamente pudiera ayudar a sus compañeros... desde el piso de abajo; supongo. Quizás dando ánimos lejos de aquel disco verde lleno de asquerosa electricidad, chispas y demás cosas que Thimaz repudiaba.

Entonces, lentamente se arrastró un poco hacia donde estaba Aire, la cual estaba siendo vilmente vapuleada por aquel guardia. Y de forma sutil, le comentó una idea que se le había ocurrido, esperando que ella actuara de acorde a su plan.

-No te lo tomes a mal, pero como sigas así sin acertar golpe contra el guardia, te tocará más cosas que una teta, puede que dos... Así que espabila y lanzale algo al guardia, que viendo lo grande que es y estando bajo el marco de la puerta, mucho espacio para esquivar algo grande y contundente no creo que tenga... 

Dicho esto, volvió a mirar al guardia, complaciente por haber metido en la cabeza ideas a ambos, en donde, ninguno de los dos veía como una posible amenaza a aquel enano y en donde en ningún caso este podría correr peligro, puesto que, el guardia lo había ignorado previamente y Aire, supuestamente, estaba de su lado. Un plan perfecto sin fisuras de un enano deseoso de salir de allí cuanto antes.