Partida Rol por web

Le daba la sensación que habían salido de alli igual que entrado; desesperados por encontrar refugio y descanso.

Ayudo a Aire a acercarse al Aura de Flame, mientras le pedía a Onfale que hiciese lo propio con Tybalt y Flame buscaba a Alice.

Cuánto tiempo disponían para recomponerse? Suponía que bien poco.

- Lady Arquette, no tenías vos la magia para protejernos del frio? Deberíamos ponernos en marcha de inmediato, nos podemos ir curando por el camino.

Cuando estuvieron todos rodeando a la guerrera chamán para beneficiarse de su aura sanadora, la bruja uso el poder de su diosa para recuperar al semiinfernal de su extraño estado tras el ataque del necrófago.

A pesar de no tener testículos la trepidante bajada en el carámbano de hielo removió todos los adentros del perfumista. Todo pasó tan rápido que ni a marearse le dio tiempo cuando ya salía catapultado y caía en la nieve. Más nieve le cayó en forma de ola, sepultándolo por completo. Tentado estuvo de quedarse allí abajo, en un dulce sueño y rendirse a una muerte indolora. ¿Quién sabe sin en aquel plano no se levantaría y se uniría a Kaevhas? O mejor aún, podría vivir tranquilo y en paz como tumulario en su maravillosa cueva con su cálido lago de lava. Ya tenía hasta la lanza de oro que le otorgaría un rango importante en la tribu y que ahora se le clavaba a la espalda, compitiendo por el sitio con su preciada ballesta. 

Pero no. No podía hacerlo. Algo en su interior le obligaba a seguir luchando. Primero fue una mano que surgió de la nieve como la de un zombi de su tumba. Después el rostro cubierto por el velo húmedo que se le pegaba a la cara y no le dejaba respirar. Tuvo que quitárselo dejando al descubierto su rostro, aún ligeramente estropeado por la insaciable careta de piel. Cuando finalmente salió de la nieve y se recompuso fue corriendo a ayudar a la maga. Y cuando digo maga, digo a la anciana Lady Arquette. 

- ¿Está usted bien?- Si para él había sido duro, que tenía un cuerpo flexible y entrenado, no quería imaginarse cómo sería para un grupo de ancianos que tenían más en común con un grupo de esqueletos que con el mundo de los vivos. Onfale no querría envejecer nunca. Preguntó también por la salud de sus compañeros ancianos, con los que tan mala pata estaba teniendo, mostrándose sereno y dulce.- ¿Podrán ponerse en movimiento?- Les dirigía miradas suspicaces tratando de evaluar si se habían roto la cadera.

Leiath y Flame se pusieron manos a la obra, cada una a su estilo, ayudando a los más desfavorecidos. Onfale, tras ayudar a los ancianos, hizo lo propio con Tybalt, como ordenaba la Bruja de Hala.

- Creí que no lo lograbas. Puedes apoyarte cual bastón. - Su envergadura era tal que le sacaba al perfumista varias cabezas.

Pero, mientras llegaba el golpe final, el espíritu infantil de la muchacha volvió a tomar el control. Intentando mantener el equilibrio sobre el gran trozo de hielo, Aire iba con los ojos bien abiertos y gritando a cada giro o salto que daba su nuevo medio de transporte

¡¡¡¡¡¡WIIIIIIII!!!!!! era lo único que se le podía escuchar a la muchacha, que movía a su Aristóteles como si la vida les fuera en ello, y quería más y más velocidad. Su cabello se quedaba atrás y sus ojos se estaban secando al no cerrarlos.

Pero todo cambió cuando Aristóteles estuvo a punto de volar. Aire le alzó por encima de su cabeza justo cuando chocaban contra algo. Y una mano dejó de sujetar a su amado peluche, mientras la otra luchaba por mantener el equilibrio. Gritó con agonía al ver que Aristóteles se le escapaba, y por poco tuvo que saltar fuera del carámbano para recuperarlo. Pero sus manos eran más rápidas que su mente, y con un gesto veloz que no sería capaz de repetir, le cogió a tiempo. En ese momento, decidió echar cuerpo a tierra y mantenerse sujeta hasta que llegaran al final...

Que no tardó mucho. Aire no lo vio venir, sólo sintió cómo su cuerpo era lanzado por los aires y caía de bruces contra un montículo de nieve. Cuando Leiath la ayudó a levantarse, el único acto que podía hacer la muchacha era limpiarse la lengua con la mano, pues había tragado mucha tierra y le daba asco.

La maga notaba como le daba vueltas la cabeza, solo veía un punto dando vueltas en el cielo. ¿Serían un cuervo que venían a comerse lo que quedaba de ella? Un cuervo era, pero aun no tenían la intención de acabar con la vida de su ama, no por ahora. Hollín solo trataba de marcar la situación de la maga. Luego una melena rubia y un brillo cegador. ¿Flame? Gracias….  Con esas dos palabras la maga quedo agotada y se sumió en un breve pero reparador sueño.

Oh, mercí, querido...-dijo a Onfale-Me duelen todos les os. Becky, ayúdame con los conjuros de soportar los éléments. Lord Sauvage, ¿vous pouvez ocuparte de Fray Sébastien?

El fraile tenía la parte superior del torso hundido en la nieve, boca abajo. Quedaban dos piernas cómicamente pataleantes, blancas y velludas, y la toga se le había bajado hasta los muslos. Lord Sauvage fue tan deprisa como pudo a su rescate. Becky y Lady Arquette fueron protegiendo a todos y cada uno con la magia que custodiaba del frío.

Así, reagrupándose poco a poco, de pronto el suelo de nieve se les hundió a sus pies. El impaco de la aguja de hielo al estrellarse contra la falda de la montaña había reabierto una antigua grieta. La placa de hielo, que subyacía a la capa de nieve, se inclinó hacia un abismo recién descubierto, y la nieve se escurrió a él junto con Alice, que hoy tenía el día gafe. La pelirroja quedó colgando del borde de la placa de hielo, mientras poco a poco la luna iba incidiendo y rebotando en las paredes del mismo material. Y allí, treinta pies más abajo, un gran diamante, del tamaño de una cabeza de gnomo, dormía en los hielos perpétuos. Por fin Thánatos le daban una recompensa en condiciones, pues la lanza de oro, quieras que no, no fue un botín sino un robo.

Los ojos de la maga se abrieron como platos. ¡Bingo! Tanto sufrimiento y por fin podría ser rica. Miro con lujuria a la piedra preciosa, y justos cuando iba a soltar una mano para alcanzar la mano hacia el pedrusco del tamaño de la cabeza de gnomo. Espera un momento, esto es demasiado bonito para ser verdad. Estaba en mitad de un plano demoniaco, un lugar donde todo podía matarte. Hasta un lindo gatito de este plano podía ser más mortal que un orco de Moria. Todo olía a trampa mortal. Rápido subidme, quiero ver si esa piedra esta maldita. La idea de Alice era lazar un detectar magia, ver si era mágica, y luego llevarse la piedra.

Si al perfumista le costaba encontrar algo que le uniera a la Maga Roja ya lo había encontrado: la codicia. Los ojos de Onfale se abrieron tanto como los de Alice, como si uno fuera la imagen especular del otro. Hacía bien la maga en esperar y ser precavida. Onfale soltó el brazo de la anciana.

- Mmmm, veamos a ver.- El mago se acercó lo más posible, con tiento, sin creerse aún quela suerte pro fin les diera un respiro.

Una piedra más o menos no le preocupaba a Aire, sólo que esta era muy brillante

Aristóteles, ¿por qué brilla? ¿Tiene una estrella dentro? el oso le contó lo que era un diamante, y ella asentía, entendiendo.

Qué aburrido dijo, apartando a Aristóteles de su oído. ¿Y por qué vale tanto? preguntó en voz alta. Eso no se lo había contado el oso. ¿No será peligroso? Seguro que en el fondo es una criatura que nos quiere comer, o es una trampa o algo así.

Flame ayudó a izar a Alice para que no se cayese por el precipicio, y cuando vio el diamante, se vio tentada a descender para cogerlo, pero antes de que la maga avisara de que aquello podría ser un trampa, ella ya se había dado cuenta. Por lo que antes de bajar a por él, prefirió esperar a saber una respuesta al respecto.

Por las trece serpientes sagradas, qué ese eso?! - Como a cualquier mujer que se precie el brillo de aquel enorme diamante atrajo su mirada con deseo. Pero qué hacía eso ahí?

Había escuchado leyendas de grandes piedras preciosas malditas y enterradas en sitio lejanos donde no podían ser encontrados. Era esa joya la protagonista de una de aquellas historias? En esos momentos echó de menos a su anterior guia, le habría mandado cogerla sin ningún tipo de miramientos.

Esperad! No sé... - miró dubitativa a Alice que murmuraba un hechizo para ver si el diamante era mágico-. Si detectais algo de magia en él, no creo que fuera prudente cogerlo.

Si no era mágico, aun podría tratarse de una trampa pero podrían intentar llevarselo.

El diamante estaba demasiado profundo como para que Alice alcanzase a ver ninguna aura, pero esos treinta pies de desnivel eran fácilmente salvables atando una cuerda a uno de los últimos y más pequeños témpanos de hielo o pidiendo que Flame la bajase en colo.

Al nivel del suelo, la grieta se abría veinte pies, y tenía una longitud de cuarenta. En el subsuelo, sobre una superficie horizontal de hielo resquebrajado y nieve que cayó al abrirse la fisura, el espacio tenía forma ahusada, y en los extremos se empezaba a estrechar. Era como estar viendo el nacimiento desde la perspectiva de un bebé.

El diamante reposaba en el suelo. Era un diamante bruto, no tallado, irregular y sin facetas, de esos que llevan años a altas presiones tectónicas sin la intervención de la mano humana. Algo así:

Y ahora que Aire pregunta por estrellas, por cierto, el cometa en su perpétuo vuelo está hoy particularmente bajo con respecto a los días anteriores.

- ¿Cuanto pesará eso?- Dijo el perfumista sopesando si con el conjuro mano de mago pudiera atraparlo.- No podemos permanecer aquí todo el día. O nos lo llevamos rápido o acabarán atrapándonos nuestros perseguidores.- La avaricia rompe el saco, eso es lo que dicen y Onfale lo sabía bien.- ¿Tenemos alguna cuerda?- Onfale quería llevárselo. Iban a necesitar mucho dinero si querían hacerse con un medio de transporte que los llevara hasta la Rosa de Laón, además de comprarse equipo, como una mísera cuerda, aunque fuera de cáñamo y no de suave seda.- Quizá tú, Flame, puedas acercarnos a mí o Alice para ver si hay algo raro.

Flame miró con tentación el diamente, y también miró a Alice que por mucho que se empeñaba en acercarse no era capaz de alcanzar aquella piedra con su magia. Miró a sus compañeros pues veía que aquello iba a resultar más arriesgado de lo que desearía, y le hizo un gesto a Alice o a Onfale, dependiendo de quién pesase menos, para que se subiera a su espalda. Puedo cargar con uno de vosotros y acercaros hasta los límites de vuestro alcance. Me temo que esto pueda ser una trampa, pero tampoco deberíamos dejar pasar una oportunidad como esta. Además, tampoco entiendo quién iba a perder su tiempo en organizar una trampa en este lugar... estaba claro que la mujer estaba llena de dudas y no sabía si aquello podría ser un suicidio o un golpe de suerte.

La cara de Aire se iluminó cuando Onfale preguntó por la cuerda.

¡Yo, yo, yo tengo una! dijo, metiendo la mano en su mochila y buscando. Tanteaba los objetos en su interior con la mano, sin mirar, mientras ponía cara de concentración. Al final lo consiguió. Sacó una cuerda de cáñamo.

¡Aquí está! dijo, triunfante, levantándola en lo alto, casi esperando algún tipo de música por su logro Es de 50', me la dio mi madre un día, cuando vio que intentaba escalar un árbol... Se quedó pensativa. Ahora entendía el uso de la cuerda, Ella simplemente intentó hacerse un cinturón y se dio cuenta de que le sobraba mucho. Se sintió ofendida porque su madre la había llamado gorda.

A lo mejor alguien lo escondió aquí porque vendría a buscarlo más tarde. Y, para asegurarse, le puso trampas, por si alguien lo encontraba de casualidad se encogió de hombros y tendió la cuerda a Flame.

Con sorprendente e inesperada habilidad debido a su estado, Tybalt aguantó de pie sobre el peñasco helado que los llevó rápida y peligrosamente ladera abajo. Se dice que un humano es capaz de sobrepasar sus limitaciones físicas en situaciones extremas y aunque Tybalt solo sea medio humano estoy seguro de que su parte infernal podría de su parte en caso de necesitarlo. Y, sin lugar a dudas, esta situación encaja perfectamente con la definición de extremo.

No obstante, y a pesar de la reconfortante aura de Flame, es imposible pasar por alto el desgaste sufrido en un lapso tan corto de tiempo. El desdichado espadachín había sido literalmente destrozado, regenerado, casi destrozado después... y curado otra vez. Todo esto para escapar en el último momento haciendo equilibrios en el peligroso límite entre la vida y la muerte... sin duda una secuencia digna de un largometraje de acción. 

Y después de tanto trajín por fin parecían tener un golpe de suerte aunque no sin un pequeño susto primero y demasiado convenientemente, todo hay que decirlo. Así lo corroboraban las sospechas de sus compañeros. Tybalt poco más pudo aportar que un asentimiento con un gesto para mostrar que compartía la idea de hacerse con el pedrusco pero con precaución. Por lo que se limitó ayudar con la cuerda si era necesario para que los magos pudiesen detectar cualquier amenaza que protegiese el inesperado tesoro. 

Y a parte de la cuerda de Aire, también tenemos la polea que encontró Flame entre los restos del barco del caos... ¡Vamos a por ese pedrolo!

Mientras las mujeres del grupo se entusiasmaban al ver un diamante, los viejetes intercambiaron una modesta mirada cómplice y una sonrisa de compadreo. Porque una cosa es ser un santurrón de Heironeous, y otra cosa muy distinta era ser tonto.

Aunque en un primer momento el conjuro de Alice no tuvo efecto, parecía ser responsabilidad de una fuerza superior que se había equivocado al aplicar las probabilidades de la magia... Como si de memoria recordase que el detectar magia extendía su detección quince pies, y no los sesenta pies que forma parte de las normas universales de la entropía. Y menos mal, porque el detectar magia no es un conjuro que pueda usar en Hollín.

El caso es que Alice no detectó magia alguna, ni en el diamante, ni en una posible y paranoica trampa en el foso. Después de atar la cuerda de Aire a una púa, y dejarla caer por la grieta, un sonido repicante hizo algo de eco en el interior. Venía de las profundidades, desde uno de los extremos ahusados de la grieta. Alice giró la vista en aquella dirección, y su sónar detectó magia. Allí, en algún rincón oscuro a donde la forma cóncava de las paredes no lograba proyectar luz.

En el hueco de cinco pies que las paredes de hielo de ambos lados de la grieta dejaban entre sí, cuatro pares de ojos habían llegado para observarles... o acecharles, pero que no se escondía nada bien.

La maga miro a los ocho ojos con miedo,  pero finalmente suspiro aliviada. Sus conocimientos sobre zoología le indicaban que si tenía ocho ojos, no era un ciempiés, los ciempiés tenían dosojos. A la pelirroja le daban asco los ciempiés. Aquí hay algo más, y está vivo. Subirme. Dijo con tono suave, tratando de no llamar la atención de la “cosa” viva.

Cuando estuviera lejos de la “cosa” la maga se planteaba lanzar un Luz a una piedra y arrogarla al fondo del socavón para ver que era la “cosa”.

Un nuevo amigo. Eso era la cosa que miraba desde la pared del foso. Aire se ilusionó y dio pequeños aplausos a la par que saltaba. Estaba totalmente segura que les había visto. Y seguro quería salir a jugar. ¡Oh, podía llevarles a ella y a Aristóteles en sus hombros!

¡Holaaaa! gritó la joven, moviendo la mano a modo de saludo ¿Cómo te llamaaas? ¿Qué haces ahí abajo? ¿No hace frío? preguntó todo interesada a la criatura que les observaba con todos sus ojos. ¿Creéis que hablará común? ¿O no sabrá ese idioma? La joven se mordió el moflete por dentro, llena de dudas. ¿Qué hacía? ¿Hablar en todos los idiomas que conocía? ¿Y si alguno era un insulto para la criatura? No, no, era mejor esperar a que dijera algo, aunque fuera un gruñido. Así, al menos, sabría si conocía su idioma...

Mientras tanto, Aristóteles la pellizcaba para enfadarla. Estaba claro que él no estaba tan convencido de que esa cosa fuera un amigo, y quería que la Aire mágica surgiera.

Onfale ovserbó la situación que se daba. El diamante en el centro de la oquedad era todo un cebo al que apenas podía resistirse. Sin embargo, la advertencia de la bruja de fuego detuvo su avance, aunque no se rendía tan fácilmente.

- Vamos. Ese diamante será nuestro. Lo necesitaremos.-  Las resurrecciones les habían costado casi todos sus ahorros y el perfumista veía el pedrusco como un regalo traído por la misma Hala. Miró a Tybal pues éste era rápido y a Becky o Lady Arquette por si pudieran ayudarle.- Puedo conjurar una imagen que sirva de distracción a lo que sea que haya ahí...¿Te atreves a bajar, Tybalt? Si alguno conoce el conjuro imagen silenciosa yo mismo podría bajar.