Partida Rol por web

Estela salta sobre su esposo y lo devora sin compasión en una vorágine de sangre y tripas. Otro lobo sale de la misma casa, esta vez por la ventana. Las campanadas de evacuación suenan a fúnebres para él.

Nikeras introduce la lanza por la rendija de los barrotes, e inmediatamente las zarpas de los híbridos enjaulados tratan de romperla. No lo logran. Nikeras da muerte al engendro que por accidente él mismo había creado.

Flame se hace con Ayash, llevándose más de un golpe. Sin duda le debe la vida al conjuro del druida. La mujer acaba de aprender una valiosa lección de Nikeras de lo que significa la verdadera fuerza. Fuerza e inteligencia van de la mano y la musculatura grimosa de esculturista que tiene Flame no la convierte en la más fuerte yendo por solitario.

Fosco recoge su arco del suelo, pero Rufus ya está muy lejos como para escucharle.

Los lobos siguen su avance, inexorables. El lobo que se había subido a la muralla, desciende por la torre para aproximarse a otra casa y seguir propagando la licantropía. A los pies del portón, uno de los dos guardias se transforma y otro muere cuando dos garras le atraviesan las sienes y le aplastan la cabeza. Otro licántropo más se cuela en el interior, y una garra furtiva consigue rasgar el brazo de otro de los guardias que resiste en el portón norte.

En el exterior, tres licántropos cogen carrerilla para saltar a la vez a la torre, tras Flame.

¡Alice! ¡Debemos irnos! ¡Monta a Trompicón!

Por fin, el tozudo enano guerrero consigue acertar de nuevo sobre aquel maldito lobo y finiquitar la faena.  

-¡Ja! ¿Qué te pensabas, caraperro? Os dije que había llegado... ¡LA ERA DEL ENANO! ¡Ja, ja, ja! ¡Vais a morir todos, sucios cambiaformas!--exclama Babras sumido en un alocado frenesí.

Licántropos por todas partes. No tenía suficiente poder para enjaularlos a todos. Nikeras había acabado con uno de ellos pero había muchos más y se propagaban como conejos. El mago seguía manteniendo la concentración, focalizada en su sentido del olfato, para mantener enjaulado al otro engendro. Pero entonces la que antes era la mujer del guardia se lanzó sobre su marido y, de un zarpazo, sus vísceras quedaron desparramadas a la vista del perfumista. Pero no fue eso lo que casi le hizo perder la concentración, sino la mezcla del olor a heces de los intestinos abiertos y del olor metálico de la sangre derramada. Dicha horripilante mezcla se le quedaría grabada al mago en su memoria olfativa tan desarrollada. Aún así consiguió guardar la compostura y seguir retrocediendo sin que la jaula se desvaneciera tal y cómo había aparecido.

 Aquello el engendro cayo muerto cuando Nikeras retiró la lanza, listo para lanzar otro ataque contra el otro licántropo, Nikeras sintió como los rugidos bajo la puerta aumentaban, y que la cosa en el pueblo iba tomando peor cariz. No podían repeler el ataque, era un hecho, más que nada por que con cada baja propia las fuerzas de los cambiantes crecía en número.

 Había subido para ayudar a Onfale y a Flame, y estos ya no estaban a su alcance.

Con un deje de impotencia el druida descargó un nuevo ataque contra el cambiante que restaba y emprendió la retirada hacia el lugar donde se iba el resto.

- Retrocedamos, repleguémonos. Estamos demasiado expuestos. ¡Muertos no serviremos a nadie!

Azaron no lo iba conseguir. Dudaba que aguantase un golpe más del noble licantropizado. menos mal que no estaba lejos. Se acercó al guerrero y pidió a Hala que le devolviese algo de su salud perdida.

Fosco daba grititos al ver a Estela, eso le recordaba una escena de teatro interpretada por bardos homosexuales y elfos. Lo de elfos se suponía que entrañaba cierta homosexualidad, pero el pobre Fosco no lo sabía e ingenúo se vio toda la obra* con cierto pánico. Nunca había confesado ver esa obra, pero la parte en la que uno de los elfos gritaba el nombre de "Estelaaaa" le recordaba a la actual situación, aunque mucho más suave. Sin embargo la actuación de los elfos gays era uno de esos traumas ocultos en la vida del circense mediano, quien jadeaba grititos de pánico, mientras moqueaba y le saltaban ciertas lágrimas. El panorama era dantesco y el bueno de Rufus había huido... ¿Qué sería ahora del pobre Fosco?

Flame suspiró aliviada, pensaba que los licántropos iban a hacerse con su querido Ayash y eso era aún peor que perder su vida en el intento. Una vez que tenía el arma consigo, decidió trepar la muralla a toda velocidad. No podía permanecer más tiempo allí, y era una locura seguir tratando de frenar aquel ataque. Cuanto antes salieran de allí, mejor.

Cuando Flame aparece por detrás de la muralla, llena de arañazos e incluso algún que otro mordisco, grita a Nikeras que no está lejos de ella: ¡Larguémonos de aquí! ¡No sirve de nada seguir luchando contra esta plaga! ¡No hay nada que hacer! Dijo Flame corriendo a toda velocidad para huir lo máximo posible de cualquier licántropo que se le acercase.

Los soldados hacen caso a los gritos de Leiath, Flame, Nikeras y tantos otros que pedían la retirada. Las puertas se abren de sopetón, causando una avalancha de lobos entrando a la vez en la ciudad. Un escalofrío recorre todas las espaldas pensando en que quizás no lo consigan.

Alice se sube al caballo y se dirige a la zona de evacuación. Klasius se retira, pero uno de los híbridos le persigue para darle caza. Estela se queda sobre su esposo, comiendo tranquilamente. Pero otro de los licántropos salidos de la casa sale al paso de Flame. La jaula desaparece, y el licántropo enjaulado ataca a Nikeras al igual que hace uno de los lobos de la entrada de Lechberg.

Babras, Leiath, Azaron y dos de los guardias se quedan más retrasados.

¡Zorra!-dice uno de los guardias, intentando sin éxito golpear la mejilla de la sacerdotisa-¡No malgastes tu magia con alguien que está a punto de transformarse en lobo!

Acto seguido, uno de los licántropos acaba con la vida de Azaron y otros dos se encaran con Leiath. Los dos guardias se retiran, y Leiath es mordida por Fortich ante la mirada impotente de Babras. El enano es abordado por otro lobo.

Onfale corre con el resto de la multitud. La gente entra atropelladamente en un pequeño almacén de piedra a los pies del acantilado. Uno de los guardias se planta a un lado de la puerta, indicando a la gente por dónde debe ir.

Anexo al almacén, la entrada de una iglesia con campanario con la mitad del edificio en el interior de la montaña. La campana de evacuación deja de sonar. Del interior de la iglesia sale el Consejero Hodvic y su otro escolta.

Ay... No se salvarán todos. Los más viejos conocen el significado de alerta de la campana, y hacia dónde tienen que ir. Míralos... solo las familias que viven con sus abuelos están evacuando la ciudad. Mucho me temo que los otros serán el cebo que mantendrá a los lobos ocupados. ¿Por qué tuvieron que matar a Derinlus Vaek? ¿Por qué?

Rufus se cuela en el interior del almacén, perseguido por un gato. El consejero también se agolpa con los demás para entrar en el refugio.

 Sorprendido por el ataque del lobo, Nikeras se giró para darle un lanzazo, aunque solo sea para amedrantarle, pero su edad, y la inercia en su carrera hicieron que el druida cayera desequilibrado al suelo en su ataque... De bruces en el suelo, Nikeras intentó incorporarse para seguir plantando cara a la criatura.

Leiath ve con horror como Azaron cae al suelo mientras un zarpazo abre en su cuerpo una profunda herida. Tendrían que haberse marchado de ahí cuando aún tenían una posibiliad. Qué podría hacer ahora? Aunque consiguiese curar a Azaron y hacerlo recuperar el conocimiento, cómo saldría de ahí? No, Azaron ya estaba en las manos de Hala, ella no podía hacer más por él.

Retrocedió un paso con lágrimas en los ojos y rezó por recibir protección suficiente para poder salir de allí. Un halo de energía mágica rodeó a la jóven bruja mientras se giraba para salir corriendo hacía el lugar por donde habían escapado el consejero y demás refugiados.

La súbita ruptura de los portones y la consiguiente inundación de lobos y licántropos terminó por amedrentar al viejo guerrero. A pesar de que Azaron había salido en su ayuda en más de una ocasión, Babras no pudo evitar volver a lanzar la cadena armada por los aires antes de poner pies en polvorosa.

El perfumista corría entre la gente tapándose la nariz y la boca con la manga de su camisola. Aquel hedor le perseguía. No habría manera de quitárselo de encima hasta que no pudiera hacerse una limpieza profunda y con calma. Los pasos atropellados de la gente le llevaron hasta un almacén, anexo a una iglesia cuyo campanario había estado resonando.

- ¿Por qué para?- Se escabulló junto al consejero mientras trataba de que le respondiera a sus preguntas.- ¿A dónde lleva esta salida? Haga que sigan tocando las campanas, eso atraerá a los demás hasta aquí para poder evacuarlas.- Obviamente sólo le importaban los suyos, el grupo de extranjeros a los que había dejado atrás. Maldijo a Barbas cien veces pro su tozudez y falta de tacto. ¡Había provocado toda una masacre! Es verdad que Onfale mismo había provocado la muerte de algunos inocentes, pero todo lo que había hecho formaba parte de un plan razonado. Daños colaterales podría decirse. La locura del enano casi los mata a todos. - Consejero, ese mago, Vaek, podría haberles engañado. Ser un fugitivo. - Sabía que eso le daría igual mientras estuviera protegiendo a su pueblo, pero debía advertirle.- Veníamos de la torre Stabcrow, donde nos encontramos con otro mago que aseguraba que Vaek le había robado su grimorio. - Onfale trataba de hablar soportando los empujones y arremetidas de la gente.-Un grimorio de notable importancia, pues podría contener información sobre cómo acabar con las brumas y la plaga de la licantropía. ¿Sabe usted dónde puede encontrarse ese libro? Registré su cadáver y no lo tenía consigo.- Entonces vio a Rufus pasar perseguido por el maldito familiar de Vaek que le había cruzado la cara.

¿ Y si...?

Azaron no puede aguantar mas las embestidas del enemigo y sucumbe al último golpe, que le hace caer al suelo sin remedio. 

Flame contempló aquella horrible escena y trató de llevarse las manos a la boca para contener la náusea que le produjo. Desgraciadamente las tenía tan llenas que un leve vómito se escapó por sus fauces, y esta vez no era el ácido que todos le habían visto expulsar.

A pesar de ello continuó animando a sus compañeros, especialmente a Nikeras: ¡Estás tonto o qué! ¡Larguémonos de aquí! ¡No podemos seguir en estas condiciones! ¡No lo lograremos! ¡Replegaos, uníos a mi, el poder de mi escama os protegerá, así que pegaos a mi, y marchémonos!

Dijo al tiempo que salía corriendo a la máxima velocidad posible.

Tras Azaron, el siguiente en caer es Nikeras. Ha tenido el valor de seguir luchando en vez de huir, y ha pagado cara su heroicidad. Babras y Klasius sí que corren, pero sus piernas son muy cortas, y no avanzan mucho. Casi todos los guardias han escapado ya, salvo el que quiso recriminar la actitud de Leiath perdiendo un tiempo precioso para él. Alice se pierde de vista, a lomos de Trompicón.

Parte de los lobos se han distribuído por las calles, entrando en las casas. Se escuchan gritos. Leiath reza. Quizás por las almas de los que gritan, quizás por su propio cuello. Pero Hala intercede. Fortich y los otros dos híbridos se lanzan sobre la sacerdotisa. Sus garras y el hacha del Barón Fortich se detienen a escasas pulgadas de la cara de la joven.

Hijo, paro de tocar la campana porque la gente que todavía no ha llegado, no llegará jamás. Este grupo de personas son las últimas que se salvarán... Hay un túnel dentro del almacén, ve tú también y ponte a salvo. Poco me importa el pasado de Vaek. Está muerto y su grimorio está escrito en la lengua de los magos. No hay nadie que pueda leerlo salvo...

La mirada de Hodvic se alza esperanzada hacia el fondo de la calle. Alice cabalga sobre Trompicón, adelantando al resto de pueblerinos que salieron de sus casas en esta dirección.

¡PELIRROJA! ¡PELIRROJA, VEN, RÁPIDO! ¡TE VI LANZAR ESAS LLAMAS DE FUEGO CON TUS MANOS! ¡NECESITAMOS TUS CONOCIMIENTOS MÁGICOS!

En poco tiempo el caballo llega a las cercanías del almacén, hasta que la multitud es demasiado espesa como para seguir cabalgando y Alice desmonta. El Consejero se arremanga la túnica, sacando de entre su barriga y la faja un grueso tomo.

Este es el libro mágico de Derinlus Vaek-explica a Alice-, el mago que defendía nuestras defensas. No era un héroe en realidad, así que tuve que custodiar este libro por él para que atendiera a razones y se quedara a pelear. Mientras planeábamos la estrategia, forcé a Derinlus a hablar sobre lo que podían hacer estos escritos...

Por favor, maga... o hechicera... busca en este libro un conjuro capaz de crear un muro de piedra. Escaparemos por un túnel, y ese conjuro hará que los lobos no puedan seguirnos.