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En las gélidas regiones septentrionales de los Desiertos del Caos, en una inhóspita e interminable extensión de nieve y roca, se encuentra la antigua ciudad de obsidiana de Vorshgar, construida en tiempos primigenios y abandonada desde hacía eones, de la que solo quedan ruinas.

 la ciudad, que no estaban cercados por ninguna muralla, se levantaban en líneas extravagantes, formando ángulos extraños, con balcones exóticos y cúpula de formas insólitas. La ciudad en sí, no se parece a ningún asentamiento que haya sido erigido por Hombres, Enanos o Elfos. las edificaciones no parecen seguir ningún patrón concreto de construcción, pero que ciertamente tampoco fueron levantadas sin ton ni son. Los edificios están construidos con bloques macizos de piedras grises y negras que no parecían cortados directamente de la roca desnuda sino que eran más bien una amalgama perfecta de trozos de distintas rocas. Tampoco hay vestigios de se empleara metal o madera en aquellas estructuras, solamente piedra lisa, sin labrar, y monocromática.

Los muros se unen formando ángulos insólitos, y los huecos de las puertas y ventanas forman sombras extrañas en las que no hay ningún ángulo recto. Además los edificios también varían de tamaño. 

Las calles y travesías de la ciudad son anchas e irregulares, pero la irregular planificación convierten a las ruinas de Vorshgar en una ciudad laberíntica en la que es fácil perderse, hecho que empeora debido a su proximidad al Reino del Caos, cuya influencia atenta contra todo concepto de lógica.

Aunque no es la estructura más alta de la ciudad, hay una especie de templo que se levantaba en solitario, ligeramente descentrado, en una irregular plaza octogonal. El edificio es un zigurat de cinco niveles, si bien las plantas sucesivas no estaban del todo bien alineadas con la inmediatamente inferior. La planta inferior estaba plagada de edificios abovedados, mientras que los pisos superiores no se distingue nada.