Partida Rol por web

En busca de Bennett (Tierra Hueca II)

01. El viaje

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10/07/2022, 13:28
DIRECTORA

A bordo del barco Shackleton, todo era calma, pero lo cierto es que llevabais ya varias semanas de viaje y la impaciencia podía notarse en cada uno de vuestros gestos. La opción de volar era menos segura, sobre todo para el aterrizaje, por no decir que los viajes eran tan escasos, que habríais tenido que esperar demasiado tiempo.

Así que finalmente, y teniendo en cuenta el equipo que llevabais, el barco parecía la mejor opción.

Vuestro destino era Spitsbergen, una de las islas del archipiélago de Svalbard, el mismo lugar en el que había aterrizado el dirigible en el cual viajaban Rick, Sarah, y el resto del equipo que logró entrar en la Tierra Hueca. Ese debía ser el punto de partida para intentar repetir el viaje y de nuevo la entrada, solo que... dicha entrada ya no existía. Durante vuestros preparativos, estuvisteis decidiendo si seguir o no el mismo camino, Arthur halló algunos parámetros que en los tiempos en los cuales Aloyssius fue "engullido", al igual que lo había sido la Aurora antes que él, existían variaciones magnéticas y confluencias astronómicas que en esos momentos no se daban.

Después de veinte años, era difícil que existiese el mismo "túnel hacia la Tierra Hueca" y así lo había comprobado en la práctica con una serie de cálculos matemáticos que pocos entendían. A cambio, eso sí, se valió de la información que le había dicho su madre respecto a que un submarino alemán logró entrar por los océanos para suponer que si bien la atmósfera variaría enormemente con el tiempo, no así el fondo oceánico y que casi con toda seguridad, el paso se habría mantenido.

Así que habíais contratado a vuestro propio barco para ir hasta el lugar en el que según todos los cálculos, podría descenderse para alcanzar dicho lugar, a través de un batiscafo. Habíais retrasado la expedición lo máximo posible hasta disponer de todo el equipo, lo que había hecho que vuestro viaje se hubiese visto iniciado casi en noviembre. En esos momentos las temperaturas en el atlántico norte se acercaban a los diez grados bajo cero.

Pero nada impediría que fueseis allí.

El joven Blackhorne deseaba encontrar a su madre por encima de todo aunque a la compañía le había costado financiar la expedición y solo lo había hecho poniendo finalmente como condición ir acompañado de una especie de carabina, ese Benjamin Smith del cual quizás no pudiera fiarse. Pero tanto para él como para su amigo Arthur, podía ser el viaje de sus vidas.

Y por supuesto, después estaba ese Michelson, con aspecto de rudo australiano, que se las daba de gran cazador blanco y que tenía que guiarles por un terreno que en realidad, únicamente Sarah y Rick habían visto directamente.

Por si todo eso no fuese suficiente, al igual que en el viaje anterior para Sarah y Rick, existía bastante competencia entre diferentes grupos por intentar llegar. Tras la desaparición de las dos últimas expediciones, de Astrid Strindberg y Marion Rosenwood, se habían enfriado un poco los ánimos, pero las investigaciones más recientes y las noticias de que se estaba preparando un nuevo grupo, reavivaron el interés y de nuevo, había gente interesada, solo que en este caso, nadie sabía de quién podía tratarse exactamente. Así que no había tiempo que perder. Teníais el equipo... y un objetivo claro, y os dirigíais directamente hacia el punto en el cual tendríais que jugaros el todo por el todo.

Mientras tanto, navegabais con ritmo tranquilo, mientras los marineros, que conversaban entre ellos en un incomprensible noruego, y el capitán del navío, un hombre tosco y con pocas ganas de conversación, oteaba el horizonte.

Los camarotes eran pequeños y fríos, pero afuera aún hacía mucho más frío. Si Marion, Astrid y Aloyssius estaban con vida, al menos ellos vivirían en ambientes cálidos, algo que empezabais a echar de menos. Pero mientras tanto, había que levantarse y desayunar, aunque fuese envueltos en gruesos abrigos y con triple cantidad de ropa.

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14/08/2022, 21:12
Sarah "Mac" Heatherly

Veinte años era mucho tiempo y más para nuestras edades. Rick y yo habíamos envejecido tanto que creí que jamás podría volver a Bennett y menos aún ver a mi familia reunida de nuevo. Nunca le dije nada a Rick, pero añoraba a Aloyssius más de lo que pensaba, aunque estaba segura de que lo notaba, sobre todo cuando éramos más jóvenes e inclansable. Cono Bennett a su lado podían conmigo... sin él, le costaba más.

Pero lo que más me dolió en todo este tiempo no fue solo que no tuviésemos más hijos como quisimos, sino que Arthur se criase con quien consideraba a su padre también. No sabía si era posible o no que del esperma de dos hombres naciese un niño solo, siendo genéticamente compatible con ambos y conmigo. Pero yo estaba segura de que Arthur era de ambos y de que necesitó tener a su lado a su otro padre, para que le enseñase a ser más seguro pues desde luego que jamás hubiese tenido un hijo tan guapo y maravilloso como él de no ser por aquellos dos hombres.

Pero esos veinte años, no giraban todos en torno a Bennett, no... Rick, como el hombre que amaba y que siempre amaría hasta el último día de mi vida, siempre estuvo a mi lado e incluso no dudó en ir a buscar a Bennett cuando surgió la ocasión. La verdad es que siempre pensé que acabaría negándose de alguna manera. Volver allí, a nuestra edad, llevar a nuestro hijo también... Pero hizo todo lo contrario, educamos a Arthur precisamente para que estuviese listo para conocer aquel mundo.

Harry y Marion ayudaron e incluso le hablaron a sus hijos, para Arthur sus primos, de la Tierra Hueca, siendo el mayor quien más deseaba conocer el lugar. Aún recuerdo cuando Marion dijo que iría en la segunda expedición detrás de Astrid. Harry no podía creerse que le importase más aquel mundo que sus hijos pequeños, pero ella prometió que volvería... y no lo hizo. Harry la esperó un tiempo, pero sabía como funcionaba aquello y comenzó a verse con otras mujeres. Nada serio con ninguna, nunca dejaba que sus hijos las viesen y jamás le juzgué por ello como él no me juzgó ni criticó por lo que hice con Bennett.

Veinte años habían dado para tanto que se me hacía increíble estar allí, en aquel barco, compartiendo catre como podía con Rick, pues dejar el ejército y el ejercicio que realizaba allí le hicieron coger unos kilos de más. Pero seguía sin importarme pues cada caricia suya, cada beso que me daba, me llevaban al cielo. Y aquella fría mañana, desperté abrazada a él tiritando de frío, pero feliz de estar cada vez más cerca de nuestro objetivo.

Rick aún dormía y acaricié su rostro con ternura. Mi amor por él no se había extinguido en todos aquellos años, sino que se había agrandado y asentado con fuerza. Le seguía admirando y me sentía segura a su lado. Le miré con ternura antes de que mis labios buscasen los suyos para empezar a despertarle con un dulce y cálido beso. Uno que fuese el contrapunto del frío que hacía en aquel barracón.

Suavemente, sentí como sus manos cobraban vida y me abrazaban al tiempo que nuestras lenguas se encontraban de nuevo. Y es que estar toda la noche sin besarle era demasiado tiempo aún para mí. Su lengua bailó al compás de la mía y me separé de él para mirarle a los ojos. - Buenos días dormilón. - Le sonreí. - ¿Sabes que es hora de desayunar, verdad?

Mi mano acariciaba la cicatriz de su rostro, aquella que de alguna manera me obsesionó desde siempre y que sabía que sin ella, Rick simplemente hubiese sido alguien más. Pues fue su manera de ser lo que me atrajo de él, junto al contrapunto de aquella cicatriz que le hacía parecer el malvado de una novela. - ¿Y sabes a quién me gustaría desayunarme ahora mismo? - No, no me cansaba y sabía que a él cada vez le costaba más seguirme el ritmo, así que me adaptaba a él y si decía que no, pues ya me aliviaría yo cuando estuviese a solas.

- Pero tranquilo, quizás si tenemos un rato luego si que te obligue a hacerlo. - Le sonreí. - Estamos llegando a Spitsbergen y quiero saber lo que tardaremos en llegar para estar lista para desembarcar. Así que por ahora te salvas, capitán. - Me gustaba usar su rango militar de vez en cuando. Habían cosas que no se olvidaban, aunque normalmente le llamaba teniente, por los años que trabajamos juntos, cuando el tema era más serio usaba su rango militar real... a pesar de que hubiésemos dejado esa vida atrás al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando vimos que no conseguíamos un equipo para buscar a Bennett y tampoco éramos capaces de dejar a Arthur sin sus padres.

- Así que arriba. A ver que noticias tenemos del viaje. - Dije ilusionada levantándome con agilidad de la cama, como si estos veinte años no hubiesen pasado. Y comencé a vestirme tan rápido como pude. Hasta que no estuviese vestida y abrigada, no pensaba salir de aquel camarote al baño. Y con Rick sentado en la cama y somnoliento le volví a besar en los labios. - Te amo, mi vida. Sin ti jamás hubiese sido tan feliz como hasta hoy y mañana lo seré más, porque estarás a mi lado.

Y tras vestirme salí corriendo al baño, para volver al camarote ya aliviada y peinada. Dispuesta a salir al comedor con el hombre que amaba de mi mano.

Notas de juego

1/2

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14/08/2022, 21:43
Sarah "Mac" Heatherly

Rick y yo salimos de nuestro camarote bien abrigados, rumbo al comedor del barco para desayunar algo caliente para entrar en calor, pues el frío en aquel lugar se notaba. - Y nos quejábamos en La Aurora. Lo que daría por estar sobrevolando esto ahora mismo en ella... al menos la calefacción funcionaba, aquí no creo que sepan lo que es esto. - Le dije a Rick, agarrada a él y temblando de frío mientras caminábamos por los pasillos del barco.

Nos había dado tiempo a conocer al resto del equipo en el viaje, aunque solo fuese lo justo, porque el hombre que había mandado la empresa no me hacía muchaa gracia. No sabía a que había ido exactamente. Al menos los demás teníamos experiencia en movernos en campo abierto, algunos incluso militar. Mi hijo y Kyle, prácticamente nuestro sobrino, fueron educados para esto, sobre todo Arthur, puesto que su padre estaba allí metido, en aquel mundo bajo nuestros pies y debíamos encontrarle y reunirnos.

Luego estaba Marion, quien nunca fue santo de mi deboción. Era más fácil verme con Harry que con ella. Siempre metiéndose donde no la llamaban, criticando cada decisión que tomaba alguien, como si se le hubiese preguntado su opinión... El día que dijo que se iba de expedición a la Tierra Hueca, dejando a Harry con sus hijos, no pude creérmelo. La verdad era que mi interés por encontrarla era nulo, pues hizo mal en marcharse dejando a sus hijos tan jóvenes... pero si Kyle quería encontrarla y encontrábamos su rastro, podría perder un día o dos más allí abajo, siempre que Bennett estuviese ya con nosotros.

Al menos el comedor estaba caldeado. Olía como siempre a café recién hecho y nos dirigimos a una mesa grande, donde empezar a preparar todo antes de que llegasen los chicos. El desayuno en familia era sagrado, junto con la comida y la cena en aquel viaje. Luego cada uno se perdía por el barco, pero aquellos momentos, los disfrutábamos mejor en familia y así podíamos planear que hacer a lo largo del día.

Aunque de vez en cuando se unía algún auto-invitado no esperado en esos momentos, las conversaciones procuraban ser amenas y distendidas. Ya vendría el peligro cuando menos lo esperásemos y cuanto más disfrutásemos unos de otros y más unidos estuviésemos, mejor iría todo.

De hecho, si en la expedición anterior hubiese habido unidad, las cosas hubieran sido distintas. Pero fracasé en eso y fue algo que no me perdoné jamás. Al menos esta vez, no habían nombrado líder de expedición y teniendo en cuenta que llevábamos al chupatintas de la empresa que financiaba todo, estaba claro quien iba a "mandar" allí... otra cosa es que se le hiciese caso.

Notas de juego

2/2

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15/08/2022, 14:12
Rick "Jester" Heatherly

Aquel viaje iba a acabar conmigo, y eso que aún no habíamos empezado lo que sin duda sería el plato fuerte. Pero la edad no pasaba en balde, no para mí, al menos, porque Sarah estaba más hermosa que nunca. El tiempo había sido mucho más generosa con ella que conmigo, seguramente porque lo merecía, y yo me alegraba por ello. Sin embargo, en mi caso, hacía ya algún tiempo que mis dolencias comenzaban a ser molestas, hasta el punto de que no tuve ninguna duda de lo que me estaban diciendo. Después de dos guerras, mi cuerpo había dicho que ya era suficiente.

Y por eso, cuando en aquel chequeo de rutina el médico me había empezado a hablar acerca de lo que había encontrado, simplemente le dije que no quería saberlo. Si era grave o menos grave, si tenía solución o no, prefería no tener que mentirle a Sarah y cubrirme con el manto de la ignorancia. De ese modo, la vida tendría su oportunidad para seguir a mi lado, lo que significaba que podría continuar mi idilio con el sueño de estar junto a la única mujer que había amado.

Pero después de aquello, ya no había marcha atrás. Debíamos ir ya a buscar a Bennet.

Todavía recordaba sus maneras y comportamientos, y aceptar que él sería todavía joven y que podría satisfacer sobradamente a Sarah, mientras que yo me encontraba al final de mis años, resultaba a veces difícil. Pero así lo había querido el destino y por otro lado, saber que al menos Sarah no estaría sola, llegado el momento, si el destino así lo quería, era un consuelo inigualable.

Siempre había sido consciente de que tendríamos que ir en su busca, que no podíamos dar por muerto a ese pervertido, pero ahora casi era una cuestión primaria. Debíamos encontrarle, sí o sí, por Sarah, por Arthur… y por mí.

Arthur estaba casi obsesionado con aquel viaje y yo no tardé demasiado en seguir su camino. Al menos él no estaba solo, porque el hijo de Harry y Marion también necesitaba encontrar a su madre. Todos necesitábamos a alguien que justificara nuestro tiempo en la Tierra, porque sobrevivir no era suficiente.

Así que allí estábamos aquel grupo tan heterogéneo, y allí estaba yo, junto a mi Sarah, en aquella cama estrecha y fría, pero a la vez cálida y confortable, gracias al amor de mi vida, que yacía a mi lado. Sentí su caricia despertina en mi rostro y sonreí antes de abrir los ojos, abrazándola como si hiciese una eternidad que no lo hacía. Y entonces sentí su boca adhiriéndose a la mía, su lengua abriéndose paso y toda la fuerza de la naturaleza poniéndose en marcha.

-¿Estás hablando de comida o de otra cosa? –le dije, introduciendo la mano por debajo de sus bragas y acariciándole una nalga.

Y sabía bien que hablaba de nosotros dos, de consumirnos de nuevo en la hoguera de nuestro deseo y demostrar que el amor que sentíamos el uno por el otro era casi infinito. Mi miembro todavía respondía a sus caricias y creía que la satisfacía lo suficiente como para que no sintiese haberse quedado conmigo y no con Bennett, aunque la edad iba notándose cada vez con mayor nitidez. No era menos cierto que le hubiera proporcionado algo diferente, pero como no había sido una elección sino una imposición del destino, tuvimos que amoldarnos a él.

El día en que desapareció, Sarah lloró hasta la extenuación. Ese mismo día le prometí que iríamos a buscarle, y que le encontraríamos, costara lo que costase. Y ella me creyó, porque se lo dije con todo el amor de mi corazón. Ahora estábamos en ese momento y más que nunca, no podíamos permitirnos fracasar. Yo, no podía fracasar.

Abrí los ojos y me dejé recorrer por los suyos mientras sus dedos me acariciaban el rostro y aquella cicatriz que lo cruzaba.

-Déjame que piense… -le respondí, sonriéndole con todas mis fuerzas y volviendo a besarla, con más pasión que nunca, mientras mi miembro parecía despertar del letargo invernal. Ambos nos habíamos dado cuenta de que

-No tendrás que obligarme, cariño. Funcionaré solo con imaginarme tu cuerpo preparándose para recibirme –le aseguré, sintiendo como las ganas volvían a mí, después de un tiempo de indecisión.

Sin embargo, estaba en lo cierto. Ahora lo primordial era prepararnos para nuestra llegada. No habíamos estado en Spitsbergen desde hacía más de veinte años y resultaba de lo más extraño hacerlo ahora, siendo nosotros tan diferentes, pero era un paso necesario para después viajar hasta donde Arthur había dicho que debíamos ir y buscar el paso.

-Sí, señora –le dije, haciéndole el saludo militar y poniéndome en pie con cierta dificultad, sintiendo el lumbago y un dolor de rodilla que se me manifestaba de vez en cuando, además de los dolores que me habían llevado a ir a visitar al médico. Me había dado una pequeña caja con pastillas que podía tomar cuando el dolor fuese demasiado fuerte, pero mientras pudiera evitarlo, lo haría. No era muy amigo de usar medicamentos, sobre todo si quería ocultárselo a Sarah. Además, pensaba de manera optimista en que no sería nada grave y que terminaría por curarse solo.

Necesitaba verlo de aquella manera para seguir adelante con confianza.

Sarah, en cambio, se movía con agilidad y rapidez. Se vistió como si fuese una adolescente con prisas para llegar a casa de su madre después de una noche de desenfreno, lo que me hizo sonreír mientras permanecía sentado, frotándome la rodilla.

-Lo sé, vida mía. Gracias por ser feliz. De no haberlo sido… no sé que habría hecho –le reconocí. Porque ella era, siempre había sido, todo mi mundo.

Después se marchó al baño, momento que yo aproveché para terminar de vestirme y cuando regresó Sarah, marchar yo al baño. Una de las cosas que peor llevaba era tener que visitarlo más veces de la cuenta. Otro regalo de la edad.

Y mientras tanto, ese degenerado con la misma edad de siempre, pensé para mis adentros, soñando despierto que lo encontrábamos y que Sarah sonreía y lloraba de felicidad por ello.

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15/08/2022, 23:34
Arthur Heartherly

No le dio tiempo a sonar al despertador cuando abrí los ojos y salté de la cama en busca de mi primo. Hacía un frío de mil demonios en aquella habitación pero aquello en ese momento me daba igual, como mi habitual erección matutina que se perdería en el baño al orinar.

Destapé a Kyle del tirón y le zarandeé de los hombros para despertarle. - ¡Primo! ¡Primo! ¡Despierta! ¡Estamos a nada de la Tierra Hueca! - Le dije con entusiasmo y cogí mi diario con mis notas de todos los estudios de años atrás, sobre el lugar donde estaba la entrada en el Polo Norte por el aire, la salida que tomaron mis padres y  mis tíos en aquel año, dejando en teoría cerrada esa apertura, las anotaciones sobre el barco nazi, el lugar donde desapareció mi padre Aloy, por donde entraron o supuestamente lograron hacerlo la estirada de Astrid, a quien vi en alguna ocasión en casa de mis primos, hablando con tía Marion mientras jugaba con ellos... y la supuesta entrada que usó tía Marion tiempo después.

Pero al no tener noticias de ellas y por si el lugar no era correcto, al final se optó por entrar bajo tierra, usando lo que debió ser un túnel bajo el agua del mar. Sonaba tanto a locura como a realidad. - ¡Vamos!- Exclamé con entusiasmo. - ¡Quiero ver Spitsbergen, aquella taberna de la cual me habló mi madre y donde realmente empezó todo con mi otro padre!

Sarah y Rick optaron por no enredar demasiado a Arthur con la historia de Coverley de por medio y empezarlo todo en La Aurora y que por aquel acto de Bennett de salvar a Sarah de los lugareños al estar en una taberna solo de hombres, la besó de tal manera que Sarah cayó rendida a sus pies y empezó ahí a meterse en su cabeza. La parte de que Aloyssius era un mujeriego que le daba igual una que otra, optaron por callarla y más aún cuando en aquel viaje Aloy demostró que Sarah le importaba de verdad y el año que pasaron juntos, con Arthur aún siendo un bebé, fue el mejor de aquella extraña familia.

Aloyssius vivía en la casa de al lado, pero no solo ejerció como padre de Arthur en ese tiempo, sino como segundo marido, llegando a compartir noches con el matrimonio... hasta que la guerra les llamó a filas y el capitán Aloyssius Bennett, se perdió por aquel agujero donde Sarah y Rick sabían a donde le había llevado y centraron toda su vida en enseñarle a Arthur todo lo que debía saber sobre aquel lugar para encontrar a su padre.

Arthur estaba al corriente de todo esto, se lo contaron cuando fue mayor de edad, aunque siempre le educaron con la existencia de otro padre en otro mundo donde quizás él sería el único en poder sacarle de allí. Pero la fortuna quiso ponerse de su lado y darles la oportunidad de ir todos en su búsqueda. Incluso su primo estaba allí, seguramente deseando encontrar a tía Marion, a quien Arthur casi no recordaba pero que estaba dispuesto a buscar si él se lo pedía.

Así que el joven se vistió deprisa. - ¡Vamos Kyle! ¡Este es el punto de partida real! - Y justo cuando ya estaba vestido, sonó el despertador y lo dejé sonar para que Kyle espabilase. - Me voy a mear y te veo en el comedor. Estoy deseando ver a mis padres y que me cuenten más de este lugar.

Y con eso salí disparado por la puerta y corrí al baño, donde me asee después de vaciar la vejiga y corrí a al comedor.

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15/08/2022, 23:55
Arthur Heartherly

Llevaba mil capas de ropa, aquel frío no era normal, pero mi carrera hasta el comedor me hizo sudar. Kyle estaba despierto o al menos así le dejé, pero tenía prisa por ver a mis padres y compartir con ellos la emoción del momento. A fin de cuentas se podía decir que había nacido para aquello. Mi educación, sus enseñanzas... todo giraba en torno a la Tierra Hueca, a como encontrar una entrada y dar con mi padre. Con mi otro padre.

Al entrar en el comedor mis padres no me decepcionaron. Allí estaban, en la mesa más grande, seguramente porque se imaginaban que se sentarían con nosotros los otros dos tipos de la expedición. Al ser el punto de partida real, tendrían muchas preguntas que hacer.

Corrí hacia mis padres y les abracé feliz, besándoles en la mejilla, aunque a mi padre no le gustase eso en público, porque decía que eran mariconadas, siempre le besaba. - En cuanto lleguemos quiero ir a esa taberna, mamá y que me lo cuentes todo desde allí dentro. Donde estaba mi padre Aloy y donde estabas tú, como se acercó... no quiero que te dejes ningún detalle. - Pedí después de dar los buenos días y viendo que estaban preparando la mesa y mi padre ranqueaba de nuevo de la pierna me acerqué a él. Saqué la vieja foto donde estábamos él y yo y la miré una vez más. - Quiero saber todo de él.

En aquel año se quitó la barba y se la estaba dejando crecer de nuevo. Sin ella parecía mucho más joven pero las canas le daban mucha más edad.

- Siéntate papá. El frío te está fastidiando la pierna otra vez. ¿A qué no te pusiste la rodillera que te compré para el frío? Ya te dijimos que lo notarías en los huesos. - Le dije poniendo un brazo en el hombro de mi padre y mirándole con preocupación. Luego miré a mi madre y sonreí. - Aún tenemos tiempo para llegar a nuestro destino, así que mamá te podrá dar una friegas en la rodilla y hacer que te pongas la rodillera. Ella sabe convencerte mejor que yo. - Mi mirada era traviesa. - Y no seas cabezota y quédate sentado. Deja que tu mujer y tu hijo te cuidemos un poco para variar. Luego te tocará a ti en la Tierra Hueca velar por nosotros.

Golpeé una silla para que se sentara. - Y  debiste hacerme caso y comprarte ese bastón que vimos cuando paramos la última vez. Aunque solo lo hubieses usado estos días de frío. Era bonito y elegante. Estoy seguro de que con tu uniforme de capitán, hubieses sembrado el terror entre tus hombres con solo ir con el bastón en tu mano. - Bromeé con aquello antes de abrazar de nuevo a mi padre a traición.

Les quería a los dos con locura, e incluso a Bennett sin conocerle. Mi amor era incondicional frente a mis progenitores y solo con saber que Aloy se comportó como un padre conmigo durante el tiempo que estuvo a mi lado, tal y como hizo Rick, era suficiente para saber que fuese o no mi padre real, debía quererle como si lo fuese.

Ademas, mi ojo azul era herencia suya. Estaba seguro de ello.

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16/08/2022, 11:15
Benjamin Smith

Jodido frío... pensé mientras me calaba bien en la cabeza en gorro intentando que no se me congelaran las orejas. Nos esperaba otro aburrido día de navegación por delante.

Me apoyé en la helada barandilla de la borda mientras encendía un cigarrillo y disfruté de la placentera sensación de la llama del mechero al inhalar la primera calada de humo. Hoy no parecía que el oleaje fuera especialmente fuerte, al menos comparado con otros días, por lo que podríamos tener algo de tranquilidad.

Tras terminar el cigarrillo me dispuse a entrar en el comedor del barco, donde seguramente me encontraría con mis "compañeros" de expedición y sus insulsas conversaciones.

- Buenos días... ¿qué tal habéis dormido? - pregunté con falso interés...

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16/08/2022, 23:38
Kyle Blackhorn

Allí estaba contemplando aquel paraje, era increíble, más de lo que nunca había llegado a imaginar. Miraba a su primo y saltaban como niños llenos de una emoción incontenible. En esas estaba, saltando y riendo, cuando una voz penetro en su sueño y lo saco a la fuerza. —Por Dios... No grites. Estaba teniendo un sueño increíble.— Contesto aún afectado por la ensoñación.

En ese momento, ante la salida a la carrera de su primo y sus últimas palabras, reacciono de golpe. Saltando como un resorte, se levantó del catre. El movimiento fue tan brusco y el catre tan pequeño, que el muchacho cayó al suelo. Donde rio solo acostumbrado a sus torpezas.

Busco ropa de abrigo, mucha, varias capas. Debido a su escasez de calorías, el frío se cebaba con él. Se la echo todo sobre el brazo y corrió para asearse y cambiarse lo más rápido posible.

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16/08/2022, 23:38
Kyle Blackhorn

Tras el Sr. Smith apareció una figura que apenas era capaz de moverse. —Hola familia, ¿Este barco es inmenso o me lo parece?— El muchacho parecía agitado, iba cubierto por toneladas de ropa. Tantas que apenas pudo sentarse.

Se tomó un momento para saludar al Sr. Smith, con quien había decidido ser cordial. —He dormido maravillosamente, sobre todo sabiendo que estamos cerca... Espero que sea todo lo que imagino y más... — Su mirada abandono al hombre de la compañía para centrarse en sus tíos y su primo. —A ver la foto.

Desde pequeño había aprendido a vivir con las rarezas de aquella familia, que también era la suya. Se salían de lo tópico, pero habían encontrado la manera de hacerlo funcionar.

Metió la cabeza para verla. —Vaya, desde luego os parecéis.— Manifestó.

Examino la foto más de cerca una última vez y miro a su tío Rick. —Tío Rick, hazle caso o no te dejará en paz, ya sabes como es.

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17/08/2022, 09:04
Nathan Michelson

Hacía un frío de cojones, pocas veces había llegado a esas temperaturas, pero como bien me habían avisado tenía la indumentaria apropiada. El viaje estaba siendo bastante aburrido y salvo ver el mar poco más había que hacer. La paga sería jugosa y aunque no me habían dado muchos detalles de la misión, en ese momento estaba sin trabajo, así que me pareció buena idea unirme al grupo, bastante curioso por otra parte, pero bueno, tampoco necesitaba hacer mucha amistad con nadie, la soledad había sido buena amiga desde que deje el mundo militar, allí mis compañeros eran hermanos, ahora yendo por mi cuenta la autosuficiencia era indispensable.

Esa mañana ni si quiera me afeite, el agua estaba helada y terminaría desollándome vivo, así que me puse el abrigo y el resto de prendas gruesas, salí de mi camarote y fui hasta la cubierta. Allí el aire era gélido pero necesitaba fumarme un cigarro, lo encendí, le proponé varias caladas y con el índice y el pulgar lo lancé por la borda a medio fumar para luego encaminarme al comedor donde seguramente estarían todos -joder necesito un café o me muero-mascullé mientras entraba de nuevo en el barco, a los pocos minutos entraba en la cafetería.

-Buenos días-dije con el gesto torcido, sin café no era persona y me convertía en un puto cactus-Espero que hayan dormido como bebés, no creo que nos dure esa sensación-dije mientras escuchaba a Arthur riendo para mis adentros.

-Una buena friega le daba yo a tu madre chaval- pensé mientras me sentaba tranquilamente en uno de los asientos lanzando una disimulada mirada a la madre. Desde luego estaba de buen ver, aunque con tantas capas de ropa cualquiera adivina sus curvas.

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17/08/2022, 11:49
Rick "Jester" Heatherly

Cuando salimos del camarote, ambos íbamos tan abrigados que resultaba tremendamente complicado movernos. En espacios reducidos el calor se acumulaba, pero allí fuera, en el pasillo, con las compuertas abiertas para que la gente pudiera entrar y salir, la corriente invitaba a protegerse cuanto fuese posible.

-En la Aurora estábamos mucho mejor, desde luego -dije, mirándola de reojo, porque sabía que además estaría pensando en Bennet, aunque fuese de forma involuntaria. Pero dejando eso a un lado, ambos temblábamos de frío, a pesar de tener poca piel expuesta.

El comedor era otra cosa. Hacía frío pero al haber siempre gente y comida haciéndose, el calor de la cocina se encargaba de mejorar las condiciones.

Pero seguía haciendo el suficiente frío como para desear estar en otro lugar.

Arthur no tardó en aparecer. A mí me gustaba que fuésemos los primeros, sobre todo por dar ejemplo de entereza y demostrar que aquel viaje era algo con lo que estábamos comprometidos hasta el final. Por mucho que nos quejásemos acerca de las condiciones y que yo notase el cansancio, debíamos demostrar que íbamos en serio y que de ninguna manera nos arrepentíamos de haberlo iniciado. Arthur, por su parte, estaba lleno de entusiasmo. Se le veía en el rostro y también en cómo actuaba. Nada más vernos, vino hasta nosotros para abrazarnos y saludándonos con un beso.

-Buenos días, hijo -le dije, poniéndome en pie y sin protestar por mostrarme afecto. A veces me resultaba incómodo... pero lo quería tanto que era imposible negarse.

Obviamente, estaba nervioso por llegar a la taberna en cual nos detuvimos y sonreí al recordarlo todo. Ahora parecía tan lejano que era capaz de verlo con nostalgia. También para él era importante, como lo demostraba el hecho de que estuviese mirando una foto de Bennet. Yo me acordaba demasiado bien de él, así que no necesitaba verla, pero Arthur solo podía guiarse por lo que le contábamos, sobre todo Sarah, y por aquella vieja fotografía.

-Ya me siento, ya me siento. No soy un inválido, ¿sabes? -gruñí. Últimamente gruñía casi todo el tiempo -. La rodillera es para los viejos. A tu padre aún le quedan fuerzas para tirar sin ella.

Y sí, era un viejo, pero no deseaba pasar mi último viaje como si fuese un inválido. De repente sentí un dolor intenso en un costado. Involuntariamente me incliné hacia él y llevé una mano a la zona, mientras me sentaba en la silla que Arthur me había acercado.

-Cuando quiera un bastón te pediré uno. No seas tan complaciente que todavía puedo moverme por mí mismo -le dije, sintiéndome desplazado con tanto buen humor. A pesar de todo, lo prefería a estar enfadado y preocupado, y era completamente normal en alguien tan joven. Así que suspiré y le miré con ternura -. No me hagas mucho caso, hijo. Ya sabes que te agradezco tus atenciones. Y no me hace falta un bastón y el uniforme para sembrar el terror. Me basta con ponerme serio.

Al rato llegó ese tal Smith que venía de carabina de Kyle. Parecía como si le hubiesen metido el famoso bastón por el culo y todavía lo tuviese dentro, además de ser como un maldito chicle pegado al zapato, imposible de quitar completamente.

-Buenos días, señor Smith. Pues estupendamente, la verdad. Este frío hace que uno se sienta vivito y coleando, ¿no cree usted? -le dije, sonriendo mucho para intentar joderle lo más posible. Cuanto más enfadado estuviese, más divertido resultaría mirarle.

El joven Kyle no tardó mucho más en aparecer. Él también había dormido divinamente, pero de verdad, como Arthur, porque para ambos aquello era como un viaje de placer, una aventura en el mayor sentido de la palabra, y no algo que podía costarnos la vida. Le pidió la foto de Bennet a Arthur y ambos parecieron estar en la misma sintonía, sobre todo cuando me insistió también para que me cuidase. 

Mi mirada debió ser suficiente para hacerle callar, casi tanto como mi gutural gruñido de descontento.

Finalmente apareció ese Michelson, justo el tipo de persona que necesitábamos para sobrevivir en un territorio inhóspito como era la Tierra Hueca. No es como si resultara imprescindible, porque habíamos logrado salir sin ayuda, pero había que reconocer que su presencia era bienvenida.

Era seco y directo, justo el tipo de persona que me gustaba.

-Si logra desagrietarse los labios puede unirse al club. Buenos días -le dije, a modo de saludo -. No lo dude. A partir de aquí me parece que no tendremos mucha tranquilidad, que digamos.

Y es que una vez llegásemos, iniciaríamos el último tramo de viaje y desde ese momento, estaba convencido de que todos serían problemas.

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17/08/2022, 12:28
Capitán Edvard Wolner

El capitán Wolner era de esa clase de personas que intentaba salir a flote de cualquier situación. Por ese motivo había accedido a formar parte de aquella misteriosa aventura o como quisieran llamarla los que le habían contratado a él y a su barco. En sus últimos tres viajes había arriesgado su cuello transportando mercancía de "dudosa legalidad", o como a veces solían referirse a ella, "material peligroso con destino incierto", que era lo mismo que decir que nadie salvo él sabía a dónde debían llevarlo para evitar que fuese reclamado por las autoridades.

Solía llevar casi siempre armas, pero otras veces se había encargado de cosas más peligrosas.

Tenía un buen barco, viejo pero capaz de soportarlo todo, y una tripulación que a cabio de dinero era capaz de meterse en la boca de un dragón, si es que algo así fuera posible y necesario.

Cuando contactaron con él no preguntó cómo habían averiguado quién era y lo que hacía, sino por cuánto le iba a salir y a dónde tenía que ir.

Sorprendentemente, no parecía tratarse de algo ilegal, para variar, pero sí era urgente y requería de alguien que supiese moverse por los mares helados del norte, llevando a varios tripulantes extraños y poco conversadores y equipo especial de buceo. Y como siempre hacía cuando le pagaban bien, no preguntó, sino que simplemente... asintió. Aquellos mares no estaban tan mal para viajar, sobre todo si a cambio podía aprovechar el viaje.

Al entrar en la cafetería, frotándose las manos, vio que todos estaban allí, desayunando, envueltos en múltiples ropas para protegerse inútilmente del frío y con cara de haber dormido poco. Bueno, todos menos los dos chavales, que actuaban como si aquello fuese un viaje de placer.

¡Malditos críos!

Al menos se divertía hablando en noruego, lo que les causaba no pocos problemas.

-Hallo. Det ser ut til å være litt kaldt, ikke sant? -dijo en voz alta, dirigiéndose hacia la cafetera para prepararse una buena taza -.  Vi kommer til Spitsbergen. Vi er snart i sikte av kysten, og de har fortsatt ikke fortalt meg nøyaktig hvor de vil dra videre.

Nada más hablar, se sentó en una mesa aparte, tomando su café casi hirviendo y mirando con curiosidad a todos, pero sobre todo a los dos supuestos líderes de aquella expedición, la mujer a la que con gusto le habría dado un tratamiento especial y aquel hombre grueso que parecía estar anclado a ella.

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17/08/2022, 12:39
DIRECTORA
Sólo para el director

Notas de juego

Buenos días. Parece que hace un poco de frío, ¿verdad? Estamos llegando a Sitsbergen. Pronto divisaremos la costa y todavía no me han dicho a dónde quieren ir después, exactamente.

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18/08/2022, 04:08
Sarah "Mac" Heatherly

No me gustaba la gente en general. Los tropiezos en mi vida por lo que fui, el trato que se me dio tanto por militares como por civiles. Me costaba confiar en los demás o más bien entablar algún tipo de conversación normal con desconocidos. Pero la llega de mi hijo me hizo sonreír y le devolví el abrazo y el beso. Me contagiaba su entusiasmo y las ganas de encontrar a su otro padre. Nadie mejor que yo sabía como había añorado a Bennett durante aquellos años.

Le veía tratar a los demás y era cierto que era un verdadero capullo egocéntrico y narcisista, que se creía superior a todos. Pero a solas todo cambiaba y cuando nació Arthur se volcó con él. Creo que jamás supo ni pensó en lo que sería ser padre hasta que lo fue. Padre de un niño compartido, pero su padre igualmente, porque para mí Rick y Aloy eran los padres de Arthur, sin distinción alguna. Aunque si era cierto que viendo aquella vieja fotografía de Arthur en brazo de Aloy, el parecido con él era más que evidente, sabía que había sacado cosas de Rick...

A fin de cuentas yo había sido quien les había visto a los tres desnudos y habían cosas que eran evidentes que eran de Rick en Arthur.

Rick se había vuelto bastante gruñón desde que empezó con el dolor de rodilla y cuando estaba peor se le notaba a la legua, pero su hijo era siempre capaz de sacarle una sonrisa y hacer de él lo que quisiera. Eso me hacía sentirme orgullosa de ambos y más cuando me había atareado tanto con colocar la mesa para el desayuno que no me fijé en la cojera de Rick.

- Que la doctora soy yo.

Pero a veces estaba tan acostumbrada a verle cojear que no me daba ni cuenta de que de nuevo volvía el dolor. - Anda sí, quédate sentado y tranquilo y luego te daré una friega a solas y luego seguir con la conversación que dejamos a medias, que no la he olvidado. - ¿Cómo olvidar algo así y más con la excitación y los nervios que tenía a flor de piel?

En ese momento llegó la alegría de la huerta. La verdad era que esperaba que se sentase en otro lado, pues perturbaba la armonía de la mesa, de la familia. No era un tipo de fiar y no me gustaba como hablaba. Al menos Rick sabía llevarle y después de varias charlas sobre eso, opté por seguir su camino. - Buenos días Smith. - Repetí como un loro y miré a mi amor. - Anda, no seas mentiroso, que casi no hemos pegado ojo en toda lo noche. - Le dije con una sonrisa a Rick. De ser más jóvenes si hubiese sido así, pero se notaba la edad. - ¿O acaso yo he estado en la cabina de otro esta noche? - Bromeé con aquello y besé a mi amado en los labios. - Eres el mejor colchón y el más caliente del barco... - Le susurré ante la inminente llegada de Kyle, otro entusiasmado con el viaje.

- Eso cariño, ya sabes como es tu hijo... hazle caso. - Miré a Kyle. - Chicos. - La verdad es que era por mi hijo y Kyle. - ¿Os preparo esa mezcla de café y chocolate como la de ayer? - Bastante alterados estaban como para meterles café de lleno y pareció que les gustó aquella bebida italiana. - Y no te preocupes cielo, te llevaré a la taberna si aún existe y te lo contaré todo allí de nuevo. - Y es que jamás olvidé aquel beso como el primero que me dio Rick.

El tipo que se encargaba de la seguridad del grupo apareció, oliendo a tabaco como Smith. Odiaba ese olor, menos mal que logré que Rick lo dejase, porque me cansaba de lamer un cenicero cada vez que le besaba. Debía reconocer que era guapo y por sus facciones y espaldas debía tener buen cuerpo. Pero yo ya tenía a mi amor y a Bennett y le prometí a Rick que jamás entraría otro hombre en mi vida y así había sido hasta la fecha.

- No se preocupe señor Michelson. En la Tierra Hueca, si es capaz de dormir con el sol del medio día constantemente sobre su cabeza, descansará como un bebé allí también. Siempre que no tengamos a ningún depredador cerca y eso incluye a caníbales. - Dije seriamente. No sabía lo que aquel hombre sabía del lugar a donde íbamos, pero esperaba que le hubiesen contado lo de los dinosaurios y los insectos gigantes al menos.

Serví a mi familia, los demás tenían manos y entró el capitán del barco. Parecía un hombre amable. Daba los buenos días, nos soltaba algo en su idioma que no entendía nadie y se tomaba su desayuno en paz.

- Buenos días capitán, hemos descansado bien. Yo también espero llegar a Spitsbergen pronto. Buen desayuno. - Le dije con una sonrisa antes de volverme a los demás. - Tu madre por si acaso. - Susurré para los presentes en la mesa como era habitual cada mañana pues estaba claro que no le había entendido nada de nada. 

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18/08/2022, 08:16
Arthur Heartherly

- La rodillera te da calor y te alivia el dolor. Díselo tú mamá, que para eso eres médico. - Repliqué a mi padre metiendo a mi madre en el fregado. Sabía que ella cuidaba de él y él de ella, pero mi padre no entendía que para mí el siempre había sido y sería una especie de Superman y verle así me dolía.

- Y no te estoy llamando ni inválido ni viejo. Solo me preocupo por ti... - Porque te quiero, papá. - ... nada más. - En referencia al bastón ya se puso muy pesado y lamenté mis propias palabras. - Vale, comprendido, nada de rodilleras, ni bastones... - Le respondí dolido hasta que me miró de aquella manera y me pidió disculpas a su manera. - Lo sé, tu mirada mortal. - Bromeé y le abracé de nuevo.

Me sentía afortunado con mi padres. Eran perfectos y eso que aún no conocía a uno de ellos. Pero a la vez que tenía ganas de verle, el miedo por conocerle y que me rechazase iba creciendo en mi interior. Encontes miré a mi madre y supuse que a ella le pasaba algo similar. Habían pasado veinte años, según nuestros cálculos, un mes para él. Debería seguir queriéndonos a los dos... pero a los de hace veinte años... al niño de la foto y a la mujer de hermosas curvas que no se separaba de Rick nunca.  Me daba miedo su reacción al ver que ya no era un bebé adorable y mi madre estaría igual... debía hablar con ella, pues al menos me entendería y sabía  que yo a ella también.

- Yo sí, mamá. Estaba muy bueno. - Respondí a mi madre en cuanto al café con chocolate se refería. - Buenos días señor Smith. Yo casi no he dormido por los nervios de llegar. - Le dije educadamente, sin ver sus segundas intenciones en sus palabras y miré a mi primo con la foto.

- Mira que estás tonto, ¿cómo no nos vamos a parecer si el niño de la foto soy yo? - Le respondí y guarde la foto como un tesoro. Había otra copia en casa, pero esa... quería asegurarme de que me recordase y solo tenía aquello para que viese que era yo. "Su pequeño Arthur" me llamaba. No es que lo recordase, es que mis padres me lo contaron. Solo él me llamaba así, no usaba otra manera para referirse a mí. A penas era un mocoso que no sabía más que comer, llorar, cagar y dormir y ya estaban todos orgullosos de mí.

Y llegó el tipo que debía cuidar de nosotros. Iba de tipo duro. Pero no había nadie más duro que mi padre, cuando no le dolía la rodilla, claro. Así que no sabía que hacía allí, era como el tipo ese, Smith, ¿para qué venía? Iba a preguntárselo cuando entró el capitán del barco.

- Buenos días. - Le dije cargado de energía y alegría y me senté en la mesa, donde mi madre ya me había puesto el desayuno. La miré y la sonreí. - Gracias mamá. Eres la mejor. - Le dije con una sonrisa  y miré a mi padre. - Y tú también, no te pongas celoso. - Bromeé antes de comerme como una lima lo que tenía delante. Nadie sabía como era capaz de comer tanto y de no coger nada de peso.

La verdad era que no paraba quieto ni un momento. Era así de siempre.

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19/08/2022, 17:46
Kyle Blackhorn

Limpiándose la comisura de los labios, sonrió a su tía, encantado con lo que le había preparado. —¡Estaba buenísimo! No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta ahora.

Kyle se reclinó hacia atrás, obligado por lo mucho que había comido, según él, mientras el Capitán hacía su entrada siguiendo la rutina de siempre. Algo que ya cansaba un poco al muchacho. —Perdone, no se da cuenta de que nadie lo entiende. Eso es una falta de educación.— Soltó tras el comentario de su tía Sarah, que parecía tomárselo con humor.

—Sr. Smith, ¿acaso hemos contratado clases de idiomas?— Pregunto a quién estaba allí velando por el dinero de la empresa y a quien forzosamente tenía que tener a su lado.

A veces Kyle podía ser un poco impertinente, sobre todo con aquellos que le prestaban algún servicio.

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20/08/2022, 12:51
Rick "Jester" Heatherly

Quédate sentado.

A este paso tendrían que tirar de mí en silla de ruedas, o atarme a una tirolina para poder desplazarme de un lugar a otro del barco. Que ya no era el hombre ágil y diestro de antaño ya lo sabía, pero que todos me tratasen como un coche viejo al que hubiese que empujar era relativamente reciente.

Claro que también era normal; en casa no era necesario que demostrase nada y todo estaba al alcance de la mano, pero el frío y tener que desenvolverse en un lugar diferente, eran cosas que empezaban a pasarme factura. Menos mal que Sarah me recordaba continuamente que aún seguía siendo un hombre, para ella al menos.

-Yo tampoco lo he olvidado, créeme -le dije con una medio sonrisa y una erección creciente, fruto de los pensamientos que en ese momento me estaban asaltando, como estar a solas con ella, con su cuerpo expuesto delante de mí y la posibilidad de sentir su calor envolviéndome.

La llegada el señor Smith rompió con aquel momento en familia que estábamos teniendo, pero procuré mantener bien las formas e ignorar que no me fiaba de él. Sarah también me siguió el juego e incluso hizo una de sus habituales bromas sexuales, a la que respondí colocando una mano sobre su pierna y devolviéndole el beso con pasión, antes de que pasara a actuar en modo madre y se encargase tanto de Kyle como de Arthur. 

Nadie podía haberlo hecho mejor que ella, criado a nuestro hijo, quería decir, y en parte, lamentaba que Bennet se hubiese perdido veinte años de su vida que jamás recuperaría, aunque si conseguíamos encontrarlo con vida, todo podía cambiar. Arthur tendría de nuevo a su padre, tan joven como me hubiera gustado permanecer a mí, y yo... podría echarme a un lado para dejarle el sitio que le correspondía, cuidando tanto de él como de Sarah.

-Es solo una taberna, Arthur. Ni más, ni menos. Y no creo que estemos mucho tiempo por allí.

El señor Michelson, por el contrario, me parecía un hombre dispuesto y que sabía lo que se hacía. Esperaba en verdad que cuando llegase el momento, no diese un paso atrás, pero suponía que no lo haría y que podríamos contar con él. En realidad, no teníamos un mal grupo, a excepción de ese Smith, que no pintaba nada en él.

Mientras desayunábamos, y yo me daba unas friegas en la rodilla, llegó el capitán, por supuesto, hablando en noruego. Salvo el nombre del lugar al que íbamos, me había enterado de bien poco y Sarah tampoco, mostrando su fastidio porque no hablase en inglés. No sabíamos si no lo hacía porque no podía o porque no quería, pero era particularmente irritante.

-Quizás se de cuenta... quizás no, aunque algo me dice que seguramente sabe bien lo que estamos hablando. Creo que es un cabrón al que le gusta jugar -le dije a Kyle, mirando muy sonriente al capitán.

El señor Smith ni sabía idiomas ni le importaba una mierda, con tal de proteger sus intereses, me daba a mí, pero tampoco era algo que fuese a decir en voz alta. Los únicos que estábamos allí porque así lo deseábamos era mi familia. El señor Michelson era un mercenario y el señor Smith... alguien a quien no me importaría dejar atrás, llegado el momento. 

Todo llegaría, en su momento.

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20/08/2022, 13:38
Benjamin Smith

- Capitán haga el favor hablar en cristiano... que todos queremos entenderle - añadí con despecho ante la velada insinuaión del joven Kyle.

Bebí un trago de café haciendo una mueca por el mal sabor del mismo.

- Pues en este viaje no, Kyle... aunque ya deberías de tener claro que el saber no ocupa lugar... sobre todo cuando uno es joven debe intentar aprovechar para aprender todo lo que pueda. Nunca se sabe cuando van a ser necesarios esos conocimientos - dije con petulancia prestando atención a su respuesta.

 

 

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21/08/2022, 19:21
Olav Roise

Olav entró en el salón-comedor restregándose las manos con un trapo, en un vano intento por retirar algo de toda la grasa que tenía, lo cual era, evidentemente, imposible, por no decir una completa tontería, dado que en poco tiempo volvería a tenerlas de nuevo llenas de grasa o aceite.

La vida del mecánico del barco se desarrollaba prácticamente bajo cubierta. Su rostro confiado y en parte aniñado hacía que fuese sencillo confiar en él; formaba parte de la tripulación habitual del capitán y no lamentaba demostrar su lealtad, aunque también parecía sentirse bastante cómodo con los viajeros que llevaban.

Entró justo cuando el capitán empezó a hablar y sonrió nada más oír la primera palabra, y mucho más con las respuestas que algunos de vosotros disteis.

-El capitán les está diciendo que estamos cerca de la costa y a punto de llegar a Spitsbergen, y que le gustaría saber a dónde vamos después -dijo, dirigiéndose hacia la cafetera.

Cuando llegó, se guardó el trapo con el cual se estaba limpiando las manos, en el cinturón, y se sirvió una taza de café.

-Al capitán le encanta ver la cara que pone la gente cuando no le entiende. Creo que es una especie de humor sádico -os dijo, mirando primero a Sarah y después a Rick.

Olev terminó sentándose enfrente de Sarah y Rick, mientras tomaba su dosis de cafeína de cada mañana, mientras tanto, el capitán no dejaba de sonreír, como si se estuviese divirtiendo, por supuesto a vuestra costa.

-La verdad es que no estaría mal saber hacia dónde vamos. No me gustaría que el motor nos dejase tirados en mitad de la nada -os dijo, con gesto indiferente.

El joven mecánico caía bien, a pesar de lo poco que le veíais, porque pasaba la mayor parte del tiempo fuera de vuestra visión. Tampoco es como si conocieseis bien el barco, a pesar de todo el tiempo que habíais pasado en él, porque más allá de la bodega de carga estaban los límites que teníais permitido ver libremente. No sabíais por qué, pero al capitán y a la tripulación no le gustaba que bajaseis a la Sala de Máquinas y los alrededores.

El capitán apuró su café, se puso en pie y le dijo algo a Olev, antes de salir del salón. Olev asintió con la cabeza y después os miró.

-Tiene que ir al puente. Hay que llevar el barco al puerto -os explicó con naturalidad, y es que efectivamente, estabais a punto de llegar. Tal y como había dicho el señor Roise, a través de las ventanillas divisasteis la costa... y vuestro primer destino, que sin duda trajo recuerdos imborrables tanto a Sarah como a Rick, tanto del lugar en sí como de todo cuanto le prosiguió.

El paisaje seguía siendo hermoso, de esos que jamás se olvidan, aunque para algunos, no se trataba solo de lo que había en la superficie, sino de todo lo que había sucedido bajo ella, en una taberna que era muy especial para algunos.

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21/08/2022, 23:36
Sarah "Mac" Heatherly

- Si el capitán hablase ruso todo iría mejor, porque al menos yo lo hablo. De todas maneras ya estoy acostumbrada a que la gente hable otros idiomas delante mío y Rick también. Por ejemplo no es la primera vez que venimos aquí mi marido y yo... así pues ya chocamos en su día con el idioma. Rick estuvo en Francia durante la I Guerra Mundial, luego en la Guerra Civil Rusa, donde nos conocimos... Hemos estado en Egipto y nos hemos enfrentado a alemanes. Que hable noruego no nos va a afectar. De hecho ya escuchó mi respuesta. Amable y cordial como sus palabras y lo poco que pude entender de las mismas. - Le dije al mecánico mientras desayunaba tranquila y mi mano libre agarraba la de Rick después de su respuesta. Que ganas de estar a solas un rato. No íbamos a necesitar mucho tal y como estábamos los dos, pues aquella zona traía muchos recuerdos, algunos buenos y otros malos, como la muerte de Colton traicionado por su hermana o que Rick se enterase de que me había acostado con Bennett y que estaba idiota por él.

- Además no hay mucho que contar en ella. Ya conoces la historia. Pero si existe te señalaré donde estuvo él y que tu padre haga el resto, porque yo estaba tan asustada en ese momento que no supe que hacer salvo dejarme llevar por Bennett.

Y es que así fue. Una mujer en un local solo de hombres. Creí que me iban a apalear y solo se me ocurrió decir y gesticular que Bennett era mi marido... y cumplió como tal.

Cada vez que Smith abría la boca, sentía que me caía peor y miré a nuestro encargado de la seguridad, por si añadía alguna otra cosa, pero estaba demasiado centrado desayunando como para decir algo. Al menos el mecánico siguió hablando.

- No se preocupe. Arthur tiene detallado el viaje, con las coordenadas y todo para llegar. - Miré a mi hijo. - Cariño, si has terminado, sube al puente y muéstrale al capitán la nueva ruta a seguir. O mejor espera al señor Olav y que suba contigo, así sabrá también donde nos metemos. - Le indiqué a mi hijo.

Terminé mi desayuno tan rápido como pude y miré a Rick. - Tesoro, deberíamos ir a cambiarnos para salir a Spitsbergen y darte esa friega en la rodilla... y aunque no quieras te pondrás la rodillera para que te dé calor. Te necesito de una pieza y lo sabes mi vida, que sin ti no soy nadie. - Le dije con ternura en mis palabras. - Si nos disculpan, vamos a cambiarnos. Estaremos en cubierta cuando el barco llegue a puerto. - Y miré a mi hijo. - Y verás esa taberna si después de veinte años sigue en pie.

No sabía porqué, pero algo me decía que acabaríamos inmortalizados en esa taberna con la cámara de Arthur. Como sabía que nos quitarían las cámaras y todo al regresar, le dije que se trajese el equipo de revelado para conservar al menos las que nos hiciésemos antes de llegar a Tierra Hueca, pues allí no tendría tiempo de revelar nada y todo lo perdería al final... si salíamos de allí con vida.

Y me levanté de la mesa con una sonrisa y miré a Rick, para que levantase el culo, pues la friega no se iba a dar sola y al menos quería salir decente en las fotos que sacaría mi hijo allí.