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Año 7 día 5

Salon de la Tierra, por la mañana

-Buenos días- saludó el Enano -Gareth, Igrïn espero la clase anterior haya sido provechosa.  Sash, es bueno ver que la Tierra te ha llamado.- agregó con una sonrisa.  -Targus.  ¿Deseas comenzar?- preguntó Dormof cediéndole la palabra al Orco

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Salon de la Tierra, por la mañana

-Gracias Dormof- dijo el orco y se paró delante de sus alumnos -Estamos aquí para aprender a dominar la magia elemental de Tierra, pero para eso primero deberemos conocer aquello que queremos dominar pues no se puede ejercer verdadero dominio sobre lo desconocido, no sólo porque es algo en extremo difícil, sino porque también es muy peligroso.  Imaginen a un niño inexperto queriendo aprender a combatir con espadas usando una real en sus primeras clases.  Es mucho más probable que él mismo resulte lastimado al desconocer el instrumento.  Con la magia es igual, sólo que las consecuencias pueden ser mucho peores.- hizo una pequeña pausa y dio dos pasos a la izquierda -Entonces ¿Qué es la magia elemental de Tierra y cómo funciona la ley que la regula?  Eso mismo es lo que aprenderán en los próximos años.- tomó aliento y continuó -Empecemos entonces por tratar de contestar la primer pregunta ¿Qué es la magia elemental de Tierra? ¿Qué representa la Tierra?  Bueno, como en casi todo hay diferentes opiniones pero aquí en la hermandad hemos llegado a un consenso.  La Tierra son las piedras con las que construimos nuestros castillos, es el polvo de los senderos, los minerales que codiciamos, la arena de los desiertos.  Si, todo eso es la Tierra, pero la tierra es más que eso, la Tierra es fuerza, es estructura, es solidez, es fortaleza y para dominarla deberán ser fuertes, estructurados, sólidos y poseer una gran fortaleza.  Porque la Tierra no responde a quienes no son capaces de comprenderla por eso, para dominar la Tierra, en algún aspecto deberán convertirse en ella.-

-Piensen y díganme.  ¿Cómo se convertirían en Tierra?-

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Salon de la Tierra, por la mañana

Prestaba toda la atención posible cuando sintió que daba un brinco dentro de sí cuando... ¿Poseer una gran fortaleza?... Era consciente de que, probablemente, sería la mas débil físicamente de entre todos los alumnos. Hoy, mañana y... bueno, también cuando fuesen todos mayores. Miró hacia los demás pupitres.. Igrïn, Gareth... a no mucho tardar se pondrían a crecer y la dejarían atrás, muy atrás. Ella era una goblin, era consciente de ello, de su debilidad, y quizá.. de alguna virtud.

-También... la tierra es paciencia, es silencio, es aquello que nunca tienes en cuenta pero está ahí, en lo que no te fijas. Es en lo que confías...

Se sonrojó, o sea, tomó un tono marronáceo en sus mejillas, por eso de que rojo + verde = marrón. Había expresado un pensamiento de forma irreflexiva; mientras el Gran Maestro alababa la fortaleza de la tierra, ella había pensado en la misma desde otro punto de vista, tal vez más emotivo y menos práctico; a ella la tierra, la piedra, le tranquilizaban; sabía que eran algo que nunca fallaban.

-Cuando entras en una cueva, te sientes arropado -continuó- Cuando algo suena, sabes que no es la piedra, pero la cueva te trae el sonido, te habla...

Calló; había hablado más de lo que solía, al menos, en público. Por supuesto, no esperaba haber acertado en aspecto alguno, y casi esperaba la reprimenda por haber optado por una perspectiva diferente.

-Ya podía darme por pensar antes de hablar -pensó.

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Salón de Tierra, por la mañana:

Parecía que el Sr. Targus nos acompañaría en todas las asignaturas. Igual que Gareth… ¿Habíamos escogido las mismas?

Igual que en la clase anterior, el Sr. Dormof nos dió la bienvenida, pero esta vez dió paso al Sr. Targus para que introdujera él la asignatura y, igual que el Sr. Dormof con el fuego, él también nos pregutó como lo descubriríamos y cómo nos convertiríamos en tierra.

Tuve que pensarmelo, la respuesta no me salía tan intuitiva como en la asignatura anterior.

Sash, que se nos había unido en esta clase, contestó la primera. Hablaba en serio; lo decía con conocimiento.
La escuché con una mezcla entre curiosidad y asombro. Y me hizo gracia cuando se le pusieron las mejillas color pardo.
-Es algo que siempre está ahí para aguantarlo todo. Toda la vida. Ya sea bajo nuestros pies o encima de nuestras cabezas. -añadí a lo que acababa de decir Sash. Pero no sabía darle una respuesta a cómo me transformaría en ella. Tal vez tumbándome en lo altode una montaña, o en medio de un espeso bosque y dejaría que la maleza me cubriera.

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-Tienes mucha razón Sash.  Tus reflexiones han sido brillantes.  La tierra es todo lo que has dicho también y es un aspecto importante que pocas veces tenemos en cuenta.  La paciencia es fundamental para entender a la tierra, para comprenderla, para escuchar las palabras que transmite, los sonidos que trae-
-Si Igïn, la tierra es cobijo- le respondió -Pero si bien me dieron muy buenas definiciones de cómo es la tierra ninguna me dijo como se convertiría en ella.  Ya les di una pista.  ¿Alguno se anima a responder?-

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Miró nerviosa a Igrïn... una pregunta directa, así, de buenas a primeras, en la primera clase.. Pregunta profunda donde las haya...

-No... no se..., ¿Siendo fuerte? ¿Estructurado y sólido? -Pensó en sus propios brazos... desde luego, fuerte, fuerte... no era; es más, era la más debilucha, y con diferencia del grupo de alumnos-

Hizo una pausa; si era tal como sonaba literalmente, lo llevaba claro... o quizás...

-¿O se refiere a algo más que la fuerza física, o sea... voluntad y firmeza?

Esto último parecía que lo preguntaba más suplicando que otra cosa, esperando que así fuese. Volvió a mirar a Igrïn; tal vez su punto de vista fuese distinto y la ayudase a salir del atolladero...

¿Por qué gaitas tenía que responder la primera? ... así solo conseguía llamar demasiado la atención, y eso no le gustaba.

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El Sr. Targus nos dió la razón. Sobretodo a Sash, que fué quien mejor lo explicó.
Pero se dió cuenta de que no le habíamos contestado la pregunta realmente, y aunque nos dijo que nos acababa de dar una pista yo no la conseguía ver por ningún lado.

Miré a mi compañera, cruzándome con su mirada confusa.
Sash contestó primero, más bien preguntándole de vuelta al Sr. Targus.

-Yo también creo que se necesita mucha fortaleza y firmeza, -dije, mirando a Sash, apoyándola. - como la misma tierra. Para que esta te reconozca como parte suya. -expliqué, intentando imaginarme como sería si yo fuera la Tierra y viera al resto del mundo desde su perspectiva. Me la imaginaba como una persona gigante, hecha de piedra y raices, con ojos de flores. -O eso creo yo.

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Gareth sentía que había hablado de más, sobre todo para ser él, en la clase de magia Elemental de Tierra. Su gran sorpresa fue comprobar que no sólo los maestros Targus y Dormof impartirían la clase, sino que también compartiría clase con Igrïn. Aquello sí que fue sorprendente. ¿Qué posibilidad hubiera de que hubieran escogido las mismas asignaturas?

El maestro Targus había hecho una pregunta sobre qué era la tierra, aunque la pregunta verdaderamente complicada que responder fue la siguiente, en la que el orco preguntó a los orcos cómo se convertirían en tierra. Gareth alzó el brazo con el dedo índice hacia arriba antes de responder.

-Para convertirse en algo, primero hay que entenderlo -razonó el muchacho, un tanto nervioso, temiendo equivocarse-. Creo... creo que para convertirse en Tierra hay que estudiarla, pero más que con libros o pergaminos, habría que comprender cómo es su naturaleza. Yo... creo que habría colocarse sobre la tierra, posar una mano sobre ella y tratar de oírla... Creo que un mago que quiera dominar la tierra primero debe hablar con ella. Aunque no sea con palabras...

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Esta vez fue el Enano quien habló -Me sorprenden, aunque no debería.  Todos tienen algo de verdad en sus palabras.  La fuerza no es física, y como añade Gareth hay que escuchar a la tierra, estudiarla, entenderla, ser... pacientes.  La tierra es una entidad paciente, cambia lenta pero constantemente, se mueve despacio, con paciencia pero no deja de hacerlo.  Así que para convertirse en Tierra, para estudiarla, para entenderla uno debe ser paciente y constante.  Hablarle cómo dice Gareth todos los días, no importa que conteste o no, pero hablarle-

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-Maestro. Entonces entiendo que sería como... cuando tienes una mascota nueva; tienes que acostumbrarla a tí, a que te acepte hasta el punto de que coma de tu mano, antes de poder pedirla que haga algo por tí, ¿me equivoco?

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-Algo así Sash, algo así.  Sólo que la tierra puede ser un animal salvaje cuando se lo propone.  Ahora.  Todos descalzos, quiero que pisen la tierra con sus pies, que a través de ellos se conecten a ella, que la sientan-

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Se descalzó, y se quedó mirándose, como atontada, los pies. Cuando se dio cuenta de que empezaba a mover los dedos solo para distraerse, cayó en la cuenta de que lo estaba haciendo mal, de modo que cerró los ojos y se limitó a vaciar la mente y sentir...

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Parecía que Sash y Gareth entendían bastante mejor lo que sería o mejor dicho, como, convertirse en ese elemento.
Había que comunicarse con ella, entenderla y dejar que ella te hablara. Escucharla.
Con paciencia y constancia decía el Sr. Dormof.

Entonces el Sr. Dormof pidió que nos descalzáramos y que de esa forma la sintiéramos y conectáramos con ella. O al menos lo intentáramos.
Hice caso y me desaté las sandalias.

Miré a Sash para ver como lo hacía ella, así que bajé la vista a mis garras y cerré los ojos también.

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Gareth sonrió, contento de que el maestro Dormof indicara que había dado con una respuesta correcta. Apreciaba mucho al maestro enano, por lo que no quería decepcionarle durante las clases.

Tras esto, el maestro Dormof les propuso una primera prueba durante la clase. Tendría que descalzarse y tocar la tierra con sus pies para intentar conectar con él, sentirla y quizá cabía la posibilidad de que esta les hablase. Gareth sintió que era un ejercicio importante y que debía hacer todo lo posible por no fracasar.

Observó que sus dos compañeras ya se habían descalzado y decidió hacer lo mismo. Miró hacia el suelo, hacia sus pies descalzos mientras trataba de concentrar la mirada en aquel suelo que ahora tocaban sus pies. El niño le dirigió una mirada a Sash y a Igrïn, con la esperanza de comprobar si habían notado algo.

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Sash se concentró, sintió la roca en los pies pero nada más pasó, nada raro, nada que no hubiese sentido otras veces

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Su conexión con la tierra fue total, notó su estructura, fuerte, en apariencia inmóvil extendiéndose por kilómetros, sintió como se erigía en montañas, como conformaba las construcciones que los rodeaban.  En un segundo fue consciente de tanto que se sintió abrumada

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Su conexión con la tierra fue total, notó su estructura, fuerte, en apariencia inmóvil extendiéndose por kilómetros, sintió como se erigía en montañas, como conformaba las construcciones que los rodeaban.  En un segundo fue consciente de tanto que se sintió abrumado

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Miró a los demás, con la frustración en la mirada.

-Nada... siento el frío de la piedra en los pies, nada más. Quizá no... quizá no sepa escucharla como es debido.

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Al cerrar los ojos me sobrecogió una sensación repentina, como si me acabaran de pasar la corriente.
¿Qué era todo? O más bien; ¿Cómo era posible?
Bajo mis escamas lo notaba todo: como una red de conexiones larguísimas, fuertes y antiguas. Era como si lo alcanzara todo.  
Fue algo tan breve pero tan abrumador que abrí los ojos de golpe. Intenté situarme de vuelta, en el salón, junto a mis compañeros.

A mi lado escuché la voz de Sash, explicando su experiencia. Cómo sólo había notado el frío en sus pies descalzos.
Me la quedé mirando, muy sorprendida.
-Yo… -no me salían ni las palabras, aunque tampoco sabía cómo describir lo que acababa de sentir.

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Ahora que se había concentrado, Gareth estaba sintiéndolo. Por algún motivo, poseía una gran conexión con la tierra y podía sentir cómo ella se extendía formando montañas y las construcciones que tenía a su alrededor. Era una sensación que no había experimentado nunca hasta ese momento, y eso le hizo mostrarse muy nervioso. ¿Cómo era posible que estuviese sintiendo tanto? ¡Si él solo era un niño!

-Yo... Lo noto... No sé cómo explicarlo... -balbuceó el joven, mostrándose un tanto desconcertado.