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Año 7, día 1

Salón Entrópico, por la mañana

-Bienvenidos niños- dijo la dracónida -Este es un día importante pues es el primer día en donde comenzarán a conectarse con la magia.  Han elegido la Alteración Entrópica.  La manipulación del caos, de las posibilidades.  Los conjuros de esta ley se encuentran entre los más complicados, pero quienes los dominan tienen un cierto grado de control sobre la realidad misma, pues pueden lograr que algo que parece imposible se vuelva real, todo cuanto la imaginación del mago abarque puede ser alcanzado con esta Ley si se tiene el poder y el conocimiento suficiente.  Así que además de ejercitar la práctica sobre esta ley deben abrir sus mentes, expandirlas y hacerlas flexibles, imaginativas y desestructuradas.-

Año 7, día 1

Salón Entrópico, por la mañana

Gareth acudía a la siguiente clase, en la que se impartiría la asignatura de Alteración Entrópica, la alteración del caos. De nuevo, le tocaba coincidir con Igrïn, la dracónida, y con Morwen Erwood, una de las alumnas humanas. El niño la saludó tímidamente con un gesto de mano mientras buscaba un sitio en el que sentarse.

Aquella asignatura le había parecido la más difícil y compleja de entre las que había escogido. ¿Se podía manipular el caos? Si eso era posible, él quería aprender a toda costa.

Karsa, la Gran Maestra, les indicaba que los únicos límites eran la imaginación del mago, siempre y cuando se tuviera suficiente conocimiento en la materia. Para ello era necesario que los magos fuesen imaginativos, aunque al oír que también debían de ser desestructurado, el niño frunció el ceño, extrañado y confuso.

-Maestra Karsa -dijo el muchacho, alzando un brazo para pedir permiso para hablar, antes de preguntar con inocencia-, ¿qué quiere decir con "desestructuradas?"

Año 7 Día 1:
Salón entrópico, por la mañana:

En el primer día, la Gran Maestra Karsa fue quien nos acogió en su clase de entropía, pero también le acompañaban el Sr. Targus y Gash.
Me senté con mis compareños, mordiéndome la lengua para no sonreír de la emoción de tener al Gran Maestro como profesor.

Las palabras de la Sra. Karsa me iban pronunciando la sonrisa a medida que hablaba; iba a ser un reto, pero estaba más que dispuesta a asumirlo.
Poder, conocimiento e imaginación. No podía esperar para empezar y que Gash lo viera.

Me giré para mirar a Gareth cuando preguntó.
-Pues si cuando algo estructurado es que tiene orden, desestructurado debe ser que no tiene orden. -le contesté a mi compañero, aunque no estaba segura, pero juraría que había leido esa palabra en un libro hacía poco.

Año 7 Día 1:
Salón entrópico, por la mañana:

Morwen entró algo tímida a la clase, sonriendo al profesorado, a su compañero y a su compañera, sentándose finalmente un poco apartada del resto y escuchando con una sonrisa carga de interés e ilusión.

- ¿La locura es parte del caos, Maestra Karsa? 

Año 7 Día 1
Salón entrópico, por la mañana

Karsa sonrió -La Humanidad Gareth, no importa a que raza pertenezca, necesita armar estructuras mentales, así como construyen castillos, necesitan muchas veces armar bloques de ideas que les permitan comprender las cosas.  Por ejemplo, los Gnomos son bajitos, la luz del sol es cálida o una roca es dura.  Y eso está bien porque nos ayuda a entender con qué tratamos y cómo trabajar con ello.
Sin embargo un mago que pretenda dominar el caos debe entender que estas estructuras no son tan estrictas, que son moldeables, que un gnomo puede ser alto, la luz del sol fría o una roca blanda, debe entender que estas cosas son posibles y debe intentar despojarse de esas estructuras para que la magia haga efecto y así la realidad pueda alterarse según su voluntad-
-Exacto Igrïn.  Lo has explicado a la perfección y cuando algo no tiene orden tiene caos y el caos se puede reordenar de una forma diferente y así convertir a la roca de algo dura a algo blando-
-Es una pregunta interesante la que haces Morwen y difícil de contestar.  La locura una mente reordenada de otra manera, como la roca blanda.  Y esto nos lleva a un punto interesante de la Ley de alteración Entrópica y es que esta ley nos permite a reordenar las cosas, llevándolas del orden al caos y luego a un orden distinto y aquí debo alertarles de algo.  Falta de estructura en la mente implica llevar a esta a los límites del caos y este es el riesgo que corren los magos que dominan el caos.  Deben tener un ancla, algo que les permita sostenerse en el orden de la creación para que sus mentes no se pierdan en el caos, porque es muy difícil reodernar una mente y es muy posible que jamás se logre o que queden afectados de alguna manera-

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Salón entrópico, por la mañana

La joven prestaba atención, con sus piernas cruzadas por encima de sus rodillas en una postura tipo loto mientras escuchaba con atención las palabras del maestro, buscando la forma de hacerles un hueco en su ya por si caótica mente. 

Sus brillantes y curiosos ojos miraron de nuevo al profesor, levantando la mano para poder realizar otra pregunta.

- ¿Qué tipo de ancla? Quiero decir... Para algunas personas, o seres, esa ancla podría ser un ser querido, un objetivo o simplemente un sentimiento... ¿No? ¿Hay anclas más fuertes que otras? 

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Salón entrópico, por la mañana:

¡Lo había dicho bien!
Mi reacción instantánea fue desbiar los ojos hacia Gash, pero enseguida volví a centrarme en lo que la Sra. Karsa estaba diciendo.

Entonces, todo era cuestión de pensar que hacer esa determinada acción es posible, a pesar de que las leyes del mundo digan lo contrario...
Parecía como si el caos fuera otra forma de llamar al orden, era otra manera de “reordenar” las cosas como uno quería.

La explicación que le estaba dando a Morwen me pareció especialmente interesante.
Pero la Sra. Karsa nos advirtió de los peligros que conllevan tener una mente “desordenada” y lo difícil que es volver a reodenarla.

-Entonces, ¿si una persona no sabe qué es el orden, no puede desordenar las cosas? -le pregunté yo también a la Sra. Karsa después de Morwen. -Pero si esa persona piensa que el desorden que tiene en su cabeza es el orden real entonces al desordenarlo todo otra vez puede tanto crear más caos como crear orden otra vez, ¿no? -me sorprendí a mí misma tan inmersa en la discusión.  -¿O el caos solo puede generar más caos?

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Salón entrópico, por la mañana

Gareth escuchó la explicación de la maestra Karsa con suma atención para comprender a qué se había referido la maestra con la palabra "desestructurada". Después, asintió en silencio, captando el concepto que había expresado la dracónida.

La pregunta que había hecho su compañera Morwen le resultó de lo más interesante. Para controlar el caos, necesitarían un ancla. Gareth entendía qué era el fuego, la tierra o incluso hablar con los muertos, pero, ¿cómo lograr entender el caos? Sentía que aquella era, de lejos, la asignatura más complicada para él y que si quería verdaderamente poder controlar o dominar el caos iba a necesitar ese ancla.

-¿Cómo sabe un mago que ha encontrado su ancla? O si ese ancla verdaderamente es fuerte... -indagó Gareth, intrigado.

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Salón entrópico, por la mañana

-Un ancla puede ser cualquier cosa, o mejor dicho cualquier conexión con cualquier cosa.  Las anclas pueden ser personas, objetos, lugares con los que tengamos una fuerte conexión, que nos permitan saber si hay algo raro.  Por ejemplo tu podrías tener como ancla una piedra que has encontrado y es especial para tí entonces, tu conoceras esa pierda a través de tu conexión con ella y podrás saber si te estas perdiendo en el caos con solo mirarla, con sólo ver si está cambiando, si tu conexión con ella se ve afectada.
No es que existan anclas más fuertes que otras, en realidad tiene que ver la conexión que tenemos con aquello a lo que nos estemos anclando.  Un ancla puede incluso ser un recuerdo muy emotivo e importante, algo que nos haya marcado en algún momento de nuestra vida.-
-Hay tantas formas de Orden como personas en el mundo, pero todos más o menos coincidimos en algunas cosas, ese es el Orden de la creación, el Orden imperante por eso de alguna manera todos sabemos lo que es el Orden.  En el caso que propones sería más probable que genere Caos a su alrededor más que orden.  Es como si lanzaras diez piedras al aire.  Podrían caer todas apiladas una arriba de la otra, es una posibilidad, pero es mucho más probable que todas caigan en sitios distintos, es decir en Caos-
-Ese es el verdadero desafío Gareth sólo sabremos si hemos elegido un ancla verdaderamente fuerte cuando nos enfrentemos al caos y este quiera observarnos, pero tranquilo.  Los guiaremos poco a poco, aunque siempre correrán el riesgo, sobre todo cuando más se aventuren dentro del caos-
-Pero ya hemos hablado mucho.  Ahora quiero que cierren sus ojos y se concentren en percibir el orden, las estructuras que forman las cosas que nos rodean-

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Morwen sonrió ligeramente mientras se abrazaba a su vieja muñeca Ivette, quizás... Quizás ella podría ser su ancla, aquello a lo que aferrarse, aquello que mantenía su mente en orden o al menos todo lo en orden que podía estar la mente de una niña que hablaba con una muñeca...

La niña cerró los ojos, concentrándose y aferrándose a su muñeca mientras intentaba vislumbrar en su mente los objetos de la sala, descomponiéndolos en partes, buscando comprender el orden en aquellas cosas. 

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Salón entrópico, por la mañana:

Parecía que las anclas eran simplemente una especie de flotador, por lo que explicaba la Sra. Karsa.
Era algo o alguien que te ayudaba a no dejarte llevar dentro del caos. Era la forma de saber qué era el Orden y tenerlo siempre presente.
Parecía que contra más fuerte fuera tu vínculo con el ancla, menos probabilidades tenías de perderte o desorientarse dentro del caos… O eso estaba entendiendo.

 Puse los ojos como platos de la sorpresa cuando la Sra. Karsa explicó que había tantas formas de órdenes como personas en el mundo. “Pensaba que sólo había uno, único”.
La escuché con atención: ósea que era todo cuestión de probabilidad… Así que la gente que no tiene la cabeza con orden parece que eran más propensas a desordenar el resto de cosas también…

Parecía que tener ese ancla era una parte vital para poder adentrarse en el caos y no acabar con la cabeza desordenada.

Al final del discurso, la Sra. Karsa nos propuso un ejercicio para ver que tal nos iba con el orden.
Tal y como nos indicó, cerré los ojos y me concentré.
Por un momento me quedé pensando en que podría ser mi ancla y enseguida recordé que en esa clase también estaba Gash. Sabía que él estaba.

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Salón entrópico, por la mañana

La explicación de la maestra Karsa le hizo comprender bien a Gareth lo que era un ancla. Todo mago que estudiase la magia del Caos necesitaba poseer un ancla para poder enfrentar aquel tipo de magia con garantías. Necesitaba un ancla y, por ello, cuando Karsa les indicó que cerrasen los ojos y tratasen de percibir el Orden, supo bien dónde debía de buscar su ancla.

El niño mantuvo los ojos cerrados mientras se concentraba en el Orden, y una de sus manos apretó con fuerza la pulsera que llevaba en su muñeca, la cadena que llevaba su nombre y con la que el maestro Dormof le había encontrado años atrás. Aquella cadena era el único vínculo que poseía con aquel pasado que desconocía, por lo que confiaba en que funcionase como una buena ancla para él.

Tú serás mi ancla, pensó mientras sujetaba la pulsera con una de sus manos, concentrándose.

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Salón entrópico, por la mañana

Poco a poco las puertas de sus mentes se abrieron al orden y también al caos.  Fue algo invasivo, sintieron como el caos parecía succionarlos querer llevárselos con él, pero entonces cada uno recordó su ancla y sintieron como si sus pies dejaran de estar flotando y tocasen tierra firme.

Podían verse Ordenados, podían ver como todo y todos los que los rodeaba, ellos mismos también, estaban compuestos de una serie de estructuras, seguramente diferentes para cada uno, pero estructuras al fin.  También notaron similitudes entre las estructuras, por ejemplo Karsa e Igrïn tenían algo en común, al igual que Gareth y Morwen, quizás porque pertenecían a la misma raza.  El maestro Targus los sorprendió, su estructura era terriblemente compleja, prácticamente incognoscible.  Poco a poco todos fueron abriendo los ojos

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Salón entrópico, por la mañana

Los verdes ojos de Morwen miraron a su alrededor con suma curiosidad y entusiasmo, aunque se abrazaba con fuerza a su muñeca mientras sonreía ante los cambios que estaba viendo. Se fijó más en Igrïn y Karsa, pues eran extrañas en comparación con ella o Gareth, aunque quien más llamó su atención fue Gash, mostrándose sorprendida ante lo que veía. 

Y finalmente todo regresó a la normalidad.

- Guauuuu.... 

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Gareth abrió su mente al caos. Fue una experiencia distinta a todo lo que había vivido hasta el momento. El Caos era diferente a todo lo que había vivido hasta ahora, y le asustaba prácticamente tanto como le fascinaba. Al dirigir una mirada a su alrededor, notó que las estructuras de todos ellos parecía ser comunes dependiendo de la raza que poseyera cada uno.

Las estructuras de los humanos debían ser similares, por lo que su estructura y la de Morwen eran muy parecidas, al igual que las de Karsa e Igrïn. Le sorprendió mucho la estructura del maestro Targus, que era radicalmente distinta a la de cualquiera de los presentes. ¿Se debería a que era un orco o habría algún motivo más para que fuese tan diferente?

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Salón entrópico, por la mañana:

Era una sensación extraña, como si mi cabeza se abriera. Sentía como si algo se metiera en mi cerebro. ¿Era eso el caos?
Por un instante me puse muy nerviosa, sentía que me arrastraba. “¡No! ¡No! Estoy en el salón, estoy con mis compañeros, con mis profesores y con Gash”.
Y al instante siguiente noté como si volviera a tocar el suelo, a tocar tierra. Salí de esa especie de vórtice.

Ni siquiera entendía lo que veía: eran estructuras y formas.
Pero nosotros también estábamos hechos de eso mismo. Gareth y Morwen se parecían, al verme era diferente, pero me parecía más a la Sra. Karsa.
Pero quién de verdad me sorprendió fue el Sr. Targus, con una forma muy extraña y compleja, pero era alucinante.

Y poco a poco, volví a la realidad. Abriendo los ojos.