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Año 7 día 5

Salon del agua, por la mañana

-Bienvenidos- dijo Al Asaara, con la gracilidad que la caracterizaba -Esta primer semana ha sido diferente, han tenido tiempo para descansar y juguetear por las mañanas pero no será así de aquí en adelante.  Cada clase tiene un salón por algo, y ese algo es que el resto de los días en que no tienen clase alguna deberán dedicarlo a practicar alguna de las asignaturas mágicas, porque como todo en la vida, uno puede nacer con un don, pero si no lo fortalece con la práctica constante ese don se adormece o no florece cuanto podría así que practicarán, pues he de decirles que de ustedes se espera mucho- y aunque las palabras podían parecer duras la forma en que la mujer las dijo sonaron completamente dulces.

Sash al principio no comprendió porque hablaba en plural si ella era la única discípula, pero luego se percató de que Allan, el otro maestro también había tomado su lugar en los banquillos del alumnado.

-No te sorprendas Sash- Dijo Al Asaara -La magia es algo que se aprende durante toda la vida y en ocasiones aún así no alcanza para comprenderla verdaderamente.-  Hizo una pausa y miró a ambos alumnos. -Dime Sash, qué crees que aprenderás aquí-

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Salon del agua, por la mañana

Se quedó pasmada... cabía esperar que sus compañeros de clase fuesen los demás niños... bulliciosos unos, imprevisibles otros... pero... ¡Un Gran Maestro en el pupitre de al lado!!!!... y además... le daba clase en otra asignatura!!!! Para cuando se había repuesto, se percató de que se le había hecho una pregunta.

Tímidamente se levantó de su asiento; una vieja costumbre: si eres alumno y quieres hablar con un Maestro, debes levantarte, como muestra de respeto. Con voz insegura respondió a la pregunta.

-No... no lo se -Titubeó- Se que me gusta el murmullo de los arroyos, el canto de la lluvia, el olor a humedad. Son cosas que me tranquilizan, así que supuse que me sentiría cómoda conociendo mejor el Agua y cómo hacer magia con él, pero... no conozco nada de esta rama de la magia.

Miró de reojo al Gran Maestro que ahora estaba en el pupitre... ¿habría que referirse a él como "gran Discípulo"?... una gran duda que se había abierto camino en su joven mente, pero que prefería dejar bien guardadita.

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La maestra respondió a la pequeña -Pues es cierto Sash, conocer esta ley te permitirá hacerte amiga del agua, descubrirás que el agua se encuentra en todos lados, pero no sólo controlarás el agua, podrás controlar otros líquidos y al combinarla con otras leyes podrás realizar prodigios.  Por ejemplo con la ley de fuego podrías congelarla, con la alteración estructural transformarla en cerveza o en zumo de arándanos, podrías encontrarte en medio del desierto y llamar al agua que corre debajo o a la que circula por el aire, incluso a la que se encuentra dentro de las plantas.  El agua es poderosa, si la lanzas con la fuerza suficiente puede cortar una roca, pero también es inquieta y movediza, es suave y la vida se basa en ella-

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Sonrió... Inquieta y movediza... parecía que no se había equivocado al elegir.

-Entonces... también -titubeó; se adentraba en terreno desconocido- si conoces, por ejemplo, la Ley de la Tierra, podrías juntar ambos elementos y formar barro, aun sin poder moldearlo ni animarlo de no conocer las leyes correspondientes.

Notaba que se le estaban abriendo los ojos a una realidad que no había considerado... la de que las distintas Leyes, de un modo u otro, podrían combinarse. Desde luego... sería trabajo adicional, pues ya tendría bastante para defenderse en las que había elegido, como para pensar en combinaciones.

-Debe ser terriblemente complicado -añadió en voz más baja

Casi podía sentir la mirada del Gran Maestro Manoverde, su vecino de pupitre; debería observar, divertido, las reacciones que los novatos tenían ante cosas que ellos vivieron hacía ya años, cuando empezaron también su vida como Magos.

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-Lo es al comienzo, pero luego se va volviendo algo natural.  Es como el habla.  Cuando eras aún más pequeña combinar los sonidos para formar palabras resultaba tremendamente difícil, combinar palabras para formar oraciones era ya toda una aventura.  Sin embargo hoy te resulta algo de lo más natural.  Lo mismo sucederá con la magia y con el tiempo, sólo que quizás los tiempos de la magia son un poco más grandes que los tiempos del habla.-

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Se paró a reflexionar sobre esas últimas palabras; la verdad, no recordaba aquella etapa en la que ni balbuceaba siquiera... pero sí había visto a bebés emitir esos sonidos tan graciosos, que luego se iban complicando, hasta formar algo parecido a palabras. Desde luego, era complicado, si lo mirabas en perspectiva, porque tenías que aprender el lenguaje, sin tener la ayuda del lenguaje; por contra... para aprender las Leyes de la Magia, contabas con esa gran ayuda...

... Y si aun así los tiempos iban a ser mayores... implicaba que la dificultad también debía serlo.

Pero Sash era curiosa, y paciente. El tiempo, a su edad, era algo relativo; toda una vida, en su caso, eran 10 años. Eso para un anciano era apenas un suspiro -vale, no exactamente-, y podía verlo en la condescendencia de las miradas que les dirigían los abuelos.

-Pues entonces empecemos. Poquito a poquito se hacen los grandes viajes.-Dijo, más para sí misma, como una especie de señal de impaciencia, o ansiedad por empezar.

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-Muy bien, comencemos ese viaje.  Ahora quiero que ambos hagan lo que les pido.  Cierren los ojos, respiren profunamente y relajen sus mentes, expándanla más allá de sus cuerpos, sientan el agua que los rodea.  Cuando lo haya logrado concéntrense en llamar al agua para que se agrupe en la palma de sus manos-

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Hizo lo que la Maestra ordenó, disciplinadamente. Cerró los ojos y acompasó la respiración, pausándola progresivamente, y evitando que estímulos externos la afectasen. Vació la mente y se limitó a respirar e intentar sentir, buscar humedad...

Quizá a alguien le resultase extraño, pero sabía que tanto ella como los demás del grupo de alumnos de la misma edad, tenían dotes para la magia; simplemente, tenían que abrirse a ella.

... Y ella se estaba abriendo

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Sash se concentró y se relajó y entonces algo ocurrió, poco a poco comenzó a sentir humedad en su mano y entonces cuando abrió los ojos vio cómo del aire mismo caían gotas sobre la palma de su mano.

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Le temblaban las manos, pues no esperaba ver frutos tan rápido. La humedad era de hecho notoria, más de la que el rocío acumulaba en una hoja tan grande como la palma de su mano.

Era agradable sentir ese agua salida de ... bueno, de alrededor, supuso. Sonrió, y levantó la mirada hacia el Maestro; no tanto satisfecha sino feliz al ser testigo de un prodigio en primera fila

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-Te felicito Sash, has superado nuestras expectativas.  Lo que has logrado hoy suele llevarle meses e incluso años de práctica a muchos magos.-

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-Bueno, parece que tienes un don natural para esto- dijo Allan mostrando su mano seca. -Te felicito-

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-Bien hecho Sash.  Ahora seguirás practicando esto mismo por un tiempo y luego pasaremos a cosas más complejas-  La sonrisa en la cara de Targus dejaba entrever lo orgulloso que estaba de su alumna

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Salón del agua, por la mañana

"Será suerte" - pensó inicialmente..., pero al recibir cumplidos de gente infinitamente más versada en la materia, no pudo menos que sonreir, y hasta cambiar de opinión.. Lo mismo tenían razón, y eso no se le daba mal, después de todo.

Satisfecha, hizo cuenco con las manos y se bebió el agua que había convocado; tirarla al suelo habría sido desperdiciarla, y quizá incluso ofenderla. No se le ocurrió mejor modo de darle las gracias al Elemento que hacerle parte de ella.

-Sí, Maestro -respondió a Targus, y tomó buena nota de cómo había obrado para lograr el prodigio; lo repetiría hasta que le saliese de forma natural, sin apenas pensar en ello. Al menos, era su propósito.