Partida Rol por web

Mucho gusto doctor. Le doy la mano mientras me siento al lado del señor Julio, estare gustoso en ayudar en lo que pueda.

Bien.Los miro a ambos. ¿en qué les puedo ayudar?

 Aquí comienza la carrera. El combate. El duelo. Mis manos tiemblan al pensar en ello. Es como estar en lo alto de la "subida de intriga" de una montaña rusa gigantesca. El abismo se abre a mis pies... y no hay quien lo pare.

 - Bien... EJEM... - Intento sobreponerme a mis propios nervios  y controlar el ligero tartamudeo de la voz con un fuerte carraspeo - No le he dicho mi nombre, pues supuse que debe tener mi ficha con mis datos, por lo que iba a ser redundante. ¿No cree? De todas formas, supongo que lo que busca ahora es una especie de confesión. Pues bien. Tuve una crisis hace un par de noches. No pude controlarme en medio de un evento muy importante para mi. Supongo que me superaron los nervios de la inauguración de esa maldita exposición.

 Freno mi lengua. Supongo que con eso es suficiente para comenzar. Intento controlar el nerviosismo de mis manos, aferrándolas entre sí.

 Miro a los ojos de Doctor Linus, intentando adivinar sus pensamientos.

 - Por cierto, Doctor Linus. Su apellido es finlandés. ¿Me equivoco?

Una sonrisa se dibuja en mi rostro,  es curioso, parece  resistirse a hablar de lo que ocurre, pero poco a poco, estamos viendo lo que está sufriendo, está muy nervioso, creo que no quiere hablar mucho de lo que ocurrió.

Sí, tienen ahí sus orígenes,   es cierto, es usted un hombre culto. Sonrió, analizando un poco el porqué de la pregunta en ese momento. Miro al acompañante, quien parece estar más tranquilo que él.

Señor Henry... podría ayudar a Julio, y comentarme,  ¿cómo fue esa crisis?

Miro de reojo al señor y hablo con tranquilidad, y seriedad. Yo no estuve ahí doctor, pero lo que comentó su asistente, es que en plena exposición de arte comenzó a pelear sólo con alguien que no estaba. Miro a Julio, creo que no me corresponde a  mi decir con quien peleaba.  Se tapaba los oídos    gritaba cosas, y lanzó objetos.  Se formó un gran problema en la galería frente a todos los invitados.

Hago un gento de asentimiento, comprendo. Miro a Julio. ¿hace cuanto esto viene ocurriendo?

 - ¿Cuánto? - Una sonrisa de carcajada burlesca se dibuja en mi rostro - Es la primera vez que sufro una crisis como esa, evidentemente. De haber sucedido algo así antes, no habría pasado desapercibido para nadie y, a bien seguro, que no hubieran tenido éxito mis exposiciones. Nadie quiere las obras de un loco. - Digo esta última frase con desprecio.

 - La sociedad cainita, a diferencia de la humana, no olvida fácilmente. - Sentencio.

Miente... este será un caso interesante, afortunadamente sé cómo tratar estos casos.

Entiendo,  digo sin mostrar ningún signo de mis pensamientos, debió ser una crisis muy fuerte, aún observo que está alterado, y evidentemente necesita un tratamiento. Sonrió. Estará de acuerdo con migo, que el objetivo  del es que usted se recupere completamente ¿verdad?.. supere las dificultades que presenta para que no vuelvan atormentarlo, y usted, bueno... siga con su trabajo, vendiendo sus obras y sobresaliendo.

Lo miro con tranquilidad.

¿Está usted dispuesto asumir el tratamiento que yo considere necesario?

 - ¿Tengo a caso otro remedio? Va en ello mi reputación y todo lo que he construido estos años. No es ningún secreto para usted que no me hace ni pizca de gracia tener que internarme en esta prisión de lujo que tiene aquí montada.

 Quizá sea lo primero que digo con absoluta sinceridad desde que la conversación comenzó.

 Miro a Henry. Con el semblante serio. Mis ojos quieren expresar "la suerte está echada". La misma expresión que siempre pongo cuando estoy a punto de adentrarme en algo más peligroso de lo normal. Esta vez, en cambio, estaré solo.

 - Por cierto, doc. Me ha reconocido que su apellido tiene su origen en Finlandia. ¿A caso sus padres fueron finlandeses?

 Vuelvo a mirar al doctor justo cuando acabo la frase.

Bueno, este hombre no quiere estar acá es obvio.. pero ya acepto. En algún momento hablaremos de mi familia  sonrió, discúlpeme un momento....alzo el citófono “María,  en cinco minutos ingresa el paciente de él amoblado 9, por favor ten listo todo lo necesario, en unos minutos iré para iniciar con el tratamiento”.

Me agrada que haya aceptado el tratamiento. Me siento nuevamente. Antes de ingresar debo comentarle las normas, dado que usted parece estar conciente se las diré.

Aquí no hay distinción de clanes o sectas, no hay diferencias, ni privilegios. Por tanto, no es necesario que vaya diciendo por los pasillos de que clan es, eso aquí no importa.

Tampoco usamos apellidos, en realidad, desde ahora  se dirigirá a los otros por su nombre, una política que tenemos es la confidencialidad, aquí todos somos iguales.

Asistirá a las actividades programadas, tomará los medicamentos que se le suministren, y adicionalmente, tendrá en cuenta las recomendaciones del personal. Lo miro. Los enfermeros y enfermeras están acá para apoyar su proceso de recuperación, pero no son criados. Se deben tratar con respeto.

La alimentación se la dará el centro, es vitae de un banco de sangre, y garantizo que no contiene nada que le perjudique, si tiene alguna preferencia debe comentarla en la cafetería.   En el sector común habrá sangre fresca que podrá tomar cuantas veces quiera.

Está prohibido cazar dentro del establecimiento. Así mismo están prohibidas las peleas entre los internos, o las agresiones al personal de apoyo.

No se permite el consumo de alcohol o de otras sustancias psicoactivas. Tampoco se permiten armas de algún tipo.

Podre tomar acciones disciplinarias sí se rompen alguna de las reglas. Lo miro a los ojos.

Los miro a los dos, parece que es mucha información de una.

En el centro no hay señal  para telefonía móvil, el único teléfono con el que contamos está en la oficina....Miro a su amigo. Le pediría el favor de que le llamaran entre las 7 a 8 de la noche, y 2 a 3 de la madrugada, es posible que en otras horas él este ocupado, o este indispuesto.

Lo miro a los ojos, ¿entiende las normas?

 - Por supuesto. - Le respondo - No se preocupe, trataré con respeto a todo aquel que me trate con respeto. Pero no me pida mantener respeto por aquel que no sea capaz de un mínimo de educación.

 Me levanto y extraigo mis armas.

 - ¿Tiene una taquilla donde pueda dejar esto hasta que me vaya?

 Deposito todo sobre la mesa. Excepto el teléfono, el recargador y los auriculares.

 - Espero que no le importe que conserve el teléfono. No podré realizar llamadas ni conectarme a internet, pero al menos podré escuchar a Gardel de vez en cuando. Eso serena mi alma.

 Mirando a Henry le digo - Henry, compañero, llama de vez en cuando y mantenme informado de como va todo o de si tenéis dificultades.

Digo de manera educada. Puede quedarse con los telefonos, en realidad bien puede usarlos. Miro el arma de reojo. Sobre su medio de protección la guardare en un lugar seguro y se la entregare cuando salga. aciento.

Bueno, supongo que es el momento de las despedidas. Hago una reverencia a Henry. Mucho gusto haberlo conocido.

Le doy  mano al señor Desnoyers. No se preocupe señor, protejere su casa y sus vienes, y estoy seguro que tanto la señorita Kumiko, como yo nos comunicaremos. Espero que este bien. Pienso.

Pasas por la puerta lateral. Lo primero que ven es una oficina, con una enfermera o secretaria (no estás seguro) que  está sentada en un escritorio escribiendo algunos formatos. La mujer te mira y te saluda de manera educada y les indica donde está la habitación.

Miras el lugar con terror, esperando ver o escuchar algo aterrador, pero curiosamente no sucede nada.

El amoblado 9, en el corredor izquierdo, a la izquierda. Te informan

Caminas con el mismo,  y una enfermera de piel morena, baja, y de edad madura los recibe., y les abre la habitación.

Es un espacio de 4 *5 metros con una ventanas (con un sistema electronico que se cierra automaticanente y de manera hermetica durante las horas diurnas), esta perfectamente iluminado. El piso está cubierto por una alfombra  azul oscura. Sobre ella hay una cama, una mesa de noche, un escritorio con silla, un  lava manos, con espejo. El armario lateral es amplio.

No es un cuarto deprimente, eso sí, la falta de ducha llama la atención.

Encima de la cama,  estan tus maletas.

 Miro la habitación con interés.

 - Un tanto sobrio para mi gusto, pero suficientemente amplio. Lo cierto es que me lo imaginaba peor. - Miro para mi anfitrión y la enfermera. - Por lo que me ha dicho, entiendo que por el centro la circulación es libre. Es decir, puedo salir de mi habitación cuando se me antoje y deambular como me plazca. ¿Cierto?

 Mientras me responden, abro el armario y compruebo su amplitud y la calidad de las perchas. Me gusta que la ropa está bien colgada, para que no se arrugue, por lo que unas buenas perchas son esenciales.

 Acaricio la superficie del escritorio de madera.

 - Una cosa más. ¿Duchas? Acabo de llegar de un largo viaje, me gustaría asearme y estar presentable, como comprenderán.

Entro cargando una bandeja con el medicamento.  Buenas noches, soy Beatriz, de enfermería.  Le escucho de manera atenta. Las duchas estan al lado de enfermeria central, las tenemos dispuestas ahí por seguridad de los pacientes. Cuando desee tomarse un baño, bien puede hacerlo, lleva su ropa de muda ahí, para que se cambie.

Le acerco el vaso que traigo. Esta es la médicina que ordenó el médico para usted, por favor tómesela centado en la cama, esto le dará algo de sueño y no quiero que se caiga.

El vaso tiene vitae con un olor a medicina.

 Tomo el vaso que me alarga la enfermera y lo pongo sobre el escritorio.

 - Ahora lo tomaré. Primero quiero deshacer mis maletas, si no le importa. Cuando acabe lo tomaré. No quiero quedarme dormido antes de haber ordenado esto.

 Me giro y me dispongo a abrir la primera de ellas.

Volveré en 10 minutos. Digo de manera clara. Debe comenzar con el tratamiento.

 Cuando se va de la habitación, cierro la puerta tras ella.

 Tal como he dicho, me dispongo a colocar toda la ropa en perchas y distribuir mis pertenencias de la forma que más se me acomode. Siempre, en una situación complicada, lo mejor es dedicarte a hacer tareas mecánicas para que el cerebro vaya trabajando en lo que realmente importa.

 Cuando acabo de colocarlo todo a mi gusto, me giro hacia el vaso de vitae. Miro el lavamanos. Sería muy fácil echar el contenido del vaso por el sumidero, pero aun no sé qué efecto hace en mi cuerpo lo que me han administrado, así que difícilmente podría engañar de forma creíble al experimentado personal del centro.

 - Lo mejor es tomar esta primera dosis. - Pienso con resolución - Así veré qué sucede. Más adelante veremos qué hago. Además así generaré más confianza entre el personal.

 Agarro el vaso de vitae. Lo huelo con una mueca de asco. Me siento en la cama. Lo bebo de un trago.