Partida Rol por web

-¿Hablar?... Sí... No... Espera, tengo que preparar la cena a Adam -se rascó la cabeza-... Un cuento, sí un cuento, tengo que elegir qué cuento le voy a contar esta noche antes de dormir.

Parpadeó y se detuvo en seco ante la insistencia de Ivette que, sin ser brusca, intentaba hacer que se sentara. Obedeció, pero no dejó de doblar y desdoblar la ropa que tenía sobre la cama.

-¿Qué pasa? -preguntó ladeando la cabeza hacia un lado pero sin mirarla.

Ivette tendría que hablar rápido porque no sabía cuánto tiempo iba a conseguir mantener la atención de su amiga.

Le ayudo a doblar la ropa. Yo amaba también a Adam, lo queria, lo llevaba al colegio, y aún asi cuando murio tuve que llevarme su falta en mi corazón. Trato de acercarme pero se que no sera muy útil. ¿sabes?, me contacte con alguien que puede ayudarte, una persona con la que puedas hablar... no digo más, sólo mirare su reacción.

-¡Pero si hablo contigo! -respondió con efímera alegría- Y te tengo cerca, bien cerca -le tomó la mano y se la apretó con afecto-... ¿Lo ves?

Si no fuera porque Ivette sabía que no era así y que ese ánimo y aparente normalidad la abandonarían con la misma prisa que se habían hecho presente, de verdad le creería que todo estaba bien.

Kendra empezó a tararear una canción y se puso a hablar de redecorar la habitación de Adam..

-¿Esa persona que dices es decorador, cierto? -se puso de pie y siguió guardando la ropa en los cajones que tenía perfectamente organizados- Seguro que lo es, tú siempre adivinas las cosas que quiero hacer. ¿Es bueno? Porque quiero que Adam se quede con la boca abierta cuando vea su habitación redecorada.

Se la notaba entusiasmada con la idea del decorador y quiso saber más.

-¿Cuándo lo voy a conocer? ¿Lo vas a invitar a venir? -tomó el teléfono y se lo pasó a Ivette- Toma, llámalo, dile que venga esta misma noche. ¿Lo harás?

Ehh ¿decorador?, sí, sí, ese vendrá, pero. Trato de pensar a mil para saber como hacer para llevarla. He... hay alguien que quiere conocerte, es un doctor, quiere ayudarte con los problemas que tiene Adam, eh tu sabes que a veces moja la cama. Se que es ridiculo, pero sí le llevo la corriente quizas.... Quiere conocerte, digo conocelos a ambos...podriamos ir con el niño,  trabaja en el caribe, y bueno tu sabes como a Adam le gusta la piscina y esas cosas.

-¡La piscina y la playa! -exclamó jubilosa-... Es linda la playa, a mi también me gusta. Sí, sí, me gusta. ¡Vamos, vamos al caribe!

Se empezó a limpiar las manos compulsivamente con una de las toallas del niño.

-El decorador. ¿Llamaste a tu amigo? -pasaba de un tema o otro, era difícil seguirle el hilo-. ¿Adam todavía está jugando en la tina?

Se llevó una mano a la sien y se la frotó. Cerró los ojos, le dolía la cabeza.

-Calmantes, necesito mis calmantes... La cabeza me da vueltas.

Abrió la puerta del armario del niño, la puerta que tenía el espejo y se quedó mirando éste, silenciosa. Su imagen no se reflejaba pero ella deslizó su mano por el espejo como si estuviera dibujando su propia silueta.

-¡Odio los espejos! -exclamó molesta y cerró la puerta con un fuerte golpe- ¿Llamaste a tu amigo? -volvió a preguntar- Dile que cuando vuelva quiero que tenga todo listo -sus facciones volvieron a suavizarse-... A Adam le encantan las sorpresas, ya me estoy imaginando su carita cuando volvamos y vea su nueva habitación.

Dios, esto puede ser peligroso, pero no queda de otra, sí no la engaño, no ira nunca al médico, y ella esta realmente en crisis. Sí  amiga, llame a Javier, creo que puedo hacer arreglos para que tenga todo listo después del viaje.  Mi corazón va a mil por hora, no se mentir, pero ella parece no darse cuenta de eso, creo que hay que aprovechar, debo llamar al telefono, no se como vamos hacer con las cuentas, pero podre negociar con el médico, al fin de cuentas necesito que este bien.

Busco las maletas, y pienso rápidamente. Adam, digo en voz alta, se un buen niño y lavate los dientes, luego  vas a dormir, mamá y yo te haremos la maleta para las vacaciones. Pongo una de las máletas  en una cómoda cerca a la mesa del niño.

Kendra, mientras tu haces la maleta de Adam, ¿puedo yo hacerte la tuya?

Curioso, a pesar de que tu amiga esta mintiendote, y a pesar de que es muy obvio de que lo esta haciendo, tú no te das cuenta.  En estos momentos tu mente esta centrada en tu delirio de que Adam esta vivo, y que iran a unas felices vacaciones. Te muestras ansiosa, e inestable, sientes que tienes un motor en la espalda, vas de un lugar a otro, arreglando, y haciendo distintas cosas. En estos momentos eres sensible a ser manipulada.

-Ajá -fue su respuesta cuando Ivette preguntó si podía hacerle la maleta.

De pronto pareció asustada y corrió a cerrar las ventanas, lo mismo que las cortinas de todo el apartamento.

-Iñigo no puede saber de Adam. No puede. Nunca se debe enterar de que él existe porque sino... sino...

Se enrollaba un mechón de cabello valiéndose de los dedos índice, pulgar y medio de su mano izquierda, pero al acabar la frase, o mejor dicho al pronunciar el segundo "sino", se estaba desenredando el mechón con ambas manos, alternándolas, cada vez más rápido y con la mirada clavada en un punto indeterminado.

-Sino va a querer matarlo igual que a toda mi familia...

Había miedo en sus ojos, mucho miedo, como pocas veces la voz le temblaba por algo muy diferente al dolor. Se acurrucó en un rincón, hecha un ovillo, balanceándose adelante y atrás de forma repetitiva. Seguía tarareando una canción de cuna.

No te preocupes querida,  sonrió con pena, no lo hará.  Miro la ropa y las cosas del niño y me doy cuenta que mi amiga definitivamente ha enloquecido, actúa de manera tan bizarra que seguramente no se dé cuenta de la triste realidad. El niño ha muerto, y ella está sola.

Esa noche pasas en la misma rutina por horas, y sí haces la maleta del niño quien en tu mente juega a tu lado y ríe. Por primera vez has olvidado que él se ha ido, tu mente ha creado algo mejor. Algo más alegre, con mayor esperanza.

A la noche siguiente después de dormir con sueños confusos, despiertas con la misma actitud. Las maletas están listas y tu amiga hace toda una actuación en relación al niño. Recogen la maleta del infante y la tuya y se dirigen al aeropuerto.

Después de un poco de tensión, Ivette decide usar de tu dinero en un avión privado. Es caro, pero puedes costearlo. Tenían que evitar la luz del sol lo más posible.

Es así como horas después ingresan a un pequeño avión los tres, tu vas hablándole sola al niño, mientras el piloto que las espera al ingreso te mira de manera extraña.

 En el viaje has dejado  una silla vacía al lado tuyo, donde en tu mente Adam se sienta.

Kendra por primera vez desde que Adam muriera, que se ve serena. Encontró el modo de evadir su dolor y así como algunos caen en un estado amnésico o se inyectan sustancias alucinógenas, ella encontró el modo de congelar el tiempo e, inmersa en los entresijos de su mente, encontró el modo de evadirse de la realidad, pero sobre todo del dolor.

Tan real, tan vívido le resultaba todo, que no reparaba en el modo lastimero que era observada. Le hablaba a Adam, se reía, le hacía dormir segura de que la cabeza del niño descansaba sobre su regazo.

-¿Cuánto falta? -preguntaba con insistencia, la misma que, en su mente, presentaba Adam- ¿Estás segura que cuando lleguemos ya habrá obscurecido?

En realidad Kendra, en 15 minutos   amanecerá, y sí, el avión es seguro por el día no te preocupes. Le sonrió. Yo me encargare de Adam mientras duermes, cuando  ya sea hora de despertar, es decir  en la noche, ya habremos llegado. Le digo tratando de guardar las apariencias. No te preocupes, todo estará bien.

A los pocos minutos, el sueño te vence. Entre menos humanidad tenga un vampiro, es poco frecuente que pueda resistir el sueño que da la luz del sol. Los vampiros más humanos pueden incluso madrugar, o  estar despiertos a ciertas horas del día. La hora donde es menos factible dormir son las doce del medio día, dado que a esa hora el sol está sobre todo. Temerosa de perder a Adam, te acuestas segura de que el niño está dormido abrazándote a tu lado.

El sonido del mar la envolvía. Las olas reventando contra las rocas. La suave brisa fresca acariciando su piel y el sol escondiéndose. Atardecía.

Al momento siguiente ambos se divertían haciendo castillos de arena. Ivette se les acercó, llevaba dos vasos de batido con leche y frutas en las manos, uno para cada uno.

-Tomen, a ver si les gusta -les dijo.

Bebieron y Adam quedó con bigotes de leche.

-¡Mira mamá, mira tía Ivette... tengo bigotes! -exclamó- Soy grande ¿lo ves?

Kendra sonrió, divertida.

-Sí, sí, eres grande, muuuuuy grande, pero igual tienes que ponerte bloqueador así que ven...

Se puso de pie y, cogiendo al niño de la mano, lo llevó hasta el lugar donde estaban sus cosas. Del bolso de playa sacó el bloqueador solar y comenzó a aplicárselo al niño. Ivette, en cambio, se había metido al agua.

-¿Me puedo bañar? -preguntó Adam.

-No, hasta dentro de una hora, te tomaste ese batido así que hay que esperar.

-¿Y jugar?

-Eso sí -respondió desordenándole el cabello- ¿Quieres que vayamos a los juegos inflables?

Adam asintió, enérgico y corrió a la orilla para avisarle a Ivette.

-¡TIAAA! ¡TIAAA! ¡CON LA MAMA VAMOS A IR A LOS JUEGOS!

Ivette asintió y le lanzó un beso.

Madre e hijo caminaron por la orilla de la playa, ambos llevaban puestos gorros para protegerse del sol. Así soñaba Kendra. Soñaba con una vida normal, la vida de cualquier mortal en compañía de su hijo. Era feliz, pero esta vez el sueño acabó en pesadilla...

Nubes negras cubrieron el cielo, se avecinaba una tormenta. En cuestión de segundos el cielo se obscureció y un fuerte viento se levantó... la playa estaba desierta, tan sólo estaban ellos dos.

Instintivamente cogió a Adam en brazos, pero algo que no pudo ver se lo arrebató de los brazos y vió, horrorizada, cómo le despedazaba en el aire. La sombra había adquirido forma y figura, se volvió a verle y el horror fue aún mayor... Era ella.

Despiertas sobresaltada, por un momento sientes una especie de mareo,  como si todo girara. No ves al niño, y te quedas  petrificada del susto, gritas, y tu amiga va a socorrerte mientras tu te pones las manos en la cara y comienzas a llorar. Pero una vez que levantas levemente una de tus manos, ves a Adam ahí, al frente tuyo.

Te tranquilizas.

Te das cuenta que ya ha oscurecido y que la luz del sol se ha ido. No sabes exactamente cuánto tiempo ha pasado, no sentiste que hayas dormido mucho. De repente escuchas esto.

Señoras, estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto Internacional José Martí  de Cuba, por favor manténganse sentados y con el cinturón de seguridad.

No te sorprende para nada, van al Caribe de vacaciones, y sí de paso como dijo Ivette irían a ver ese médico que ayudaría a Adam porque moja la cama por la noche.

No eres muy consciente de lo que pasa, y eres fácilmente manipulable.

Cuando la puerta se abre  puedes sentir el clima cálido y el ambiente salino. Bajas del avión con inseguridad mirando a todas partes.

Ivette lleva las maletas.Es un aeropuerto normal pero tu lo sientes amenazante  y de repente un hombre se les acerca.

Tras observarlos, y establecer que ese es el vuelo donde viene el paciente me acerco lentamente a ellos y les sonrió. ¿Las señoritas Kendra e Ivette?, siento que asienten. Soy  Bernardo Suarez, buenas noches, represento al centro, y vengo a recogerlas, tomo luna de las maletas. Síganme por favor..

Siguen al hombre quien los lleva al helipuerto, donde un helicóptero los está esperando. Te subes con un poco de precausión al mismo, y te sigue Ivette de manera calma. Sientes que el niño lo llevas en el regazo, y comienzas hablarle sobre, "mira Adam vamos a volarrrrr, ¿no te emociona?"

Mientras te pones cómoda no estas preocupada, en tu mente estan de vacaciones, no hay nada raro.

Las aspas del helicóptero comienzan a moverse, y el hombre canoso, las asegura a ambos en la silla, y cierra la puerta. Te concentras en el sonido de las aspas que prácticamente no deja escuchar nada más..

El aparato se eleva y puedes ver de repente el mar negro  desde las alturas, las olas haciendo espuma en cada vaivén, y el olor a sal que inunda el ambiente. No puedes dejar de pensar donde es que se encuentra ese sitio. Ves pequeñas islas iluminadas y otras oscuras e impenetrables desde arriba. El helicóptero hace una curva y en ese momento la vez.

¿una isla pequeña?, ohh perfecta para unas vacaciones. Durante todo el viaje estas mostrandole cosas al niño por la ventana.

El helicóptero ateriza en un sector costero de la misma.

Abro la puerta del helicóptero y sonrió.

Bienvenidos al centro. Miro al señor Andrew,... el doctor los está esperando.

Pobre mujer, es evidente que es ella la del problema, ha estando alucinando todo el viaje, y hablando con un niño.

Cuando el hombre dice "Bienvenidos al centro", tu estas segura de que es un centro vacacional.

Kendra sonríe, relajada.

-¿Ves? El doctor nos está esperando -dijo a Adam- Hablaremos con él y después iremos a los juegos. ¿Quieres?

Miró al señor Suárez, esperando complicidad de éste.

-Porque imagino que tienen juegos para los niños... es un centro recreacional...

Recorría el lugar con la mirada, conforme con lo que veía. Se dejó guiar.