Partida Rol por web

Eh, sí señora. Digo con una sonrisa forzada. Sigan por favor. Les muestro el camino

El camino está iluminado con bonitos faroles, y está decorado de manera sobria.  Pueden escuchar los grillos y otros insectos de la noche. Pasan por un pequeño puente  del que cruza un riachuelo pequeño y desde ahí se puede ver una estructura arquitectónica.

Al fondo en letras hermosas dice.

Centro de tratamiento Fenicia.

Phoenicia Treatment Center

Centre de traitement Phoenicia

A pesar de que lees bien, tu cerebro sigue diciendote que ahí dice "Centro Vacacional Fenicia"

La gran casa  de color blanco los espera, no tiene un estilo definido, parece una combinación de todo.

Caminan por el corredor y  entran al edificio. Un escritorio largo es lo primero que ven. Las palabras “recepción” están escritas en varios idiomas.

Una hermosa secretaria los espera, y los saluda.

Veamos, estos son angloparlantes, los saludo en inglés. Bienvenidos al Centro Fenicia, soy Margaret, recepcionista del centro, ¿Las señoras K y I?  .

Veo que ambas me miran extraño por llamarlos por las letras por las cuales comienzan sus nombres, pero, todos lo hacen. Terminan asintiendo. La idea de la confidencialidad es importante en este centro.

Un momento .  Tomo el citófono  y digo al escuchar al doctor desde la otra línea: Doctor as señoras K y I llegaron. Escucho su respuesta afirmativa y miro a las mujeres. Pueden pasar, sigan al fondo, el doctor Linus los estará esperando, no se preocupen, pueden dejar las maletas acá, estarán seguras.

Después de agradecer a la recepcionista caminan por un corredor largo  que esta lateral a un jardín interior.Tu llevas a Adam de la mano y hablas con él mientras caminas.

A unos pocos metros se ve un hombre de barba arreglada, de aspecto muy profesional y bata esperándolos.

Después de tantos años en la labor he aprendido que nunca se debe ser muy experto en todos los casos, uno nunca sabe, que puede aparecer, y a veces uno se lleva sorpresas.

Mmm veamos, que tenemos aquí. Me concentro al ver a las dos mujeres entrar, miro sus auras, evidentemente, y miro su andar.

Una es un ghoul y la otra un vampiro, nuestro paciente sin lugar a dudas, esta caminando hablando sola, y riendose. Tiene miedo, y esta ansiosa, y.... triste. Esta en plena crisis psicótica, es posible que la recepción sea rápida.

Buenas noches. Les digo de manera cordial a ambos.  sigan por favor.  Les señalo el interior de mi consultorio.

El consultorio del psiquiatra es un  espacio amplio pintado con colores claros. El espacio se puede dividir en dos partes, la primera parte un escritorio de fina madera con múltiples papeles ubicados de manera ordenada. Al fondo de este una pared con varios diplomas y títulos profesionales.

La segunda parte es una especie de sala cómoda con sillones mullidos de cuero. El espacio en si hace respirar algo de tranquilidad.

Notan que tiene dos puertas, una de entrada, y otra que conecta algún otro sitio.

Ambos se sientan en el sofá cómodo mientras sienten un momento de tensión y nerviosismo propio de estar frente a un especialista.

Buenas noches, soy el Doctor Marcus Linus, soy psiquiatra y terapeuta, y además el dueño del centro, mi misión es ayudarles a superar las dificultades que tienen en estos momentos. Los miro a cada uno, tratando de que se sientan cómodos. Me gustaría saber un poco sobre ambas para conocerlas.

La acompañante se muestra muy nerviosa.

-Buenas noches doctor -respondió tendiéndole la mano-. Soy Kendra Lockwood, ella es Ivette, mi mejor amiga y quién lo recomendó... -esbozó una sonrisa acariciando la cabellera inexistente del niño que tenía sobre el regazo- y éste es Adam, mi hijo. Por él estamos aquí y bueno, también para disfrutar de unas merecidas vacaciones.

Parpadeó, observando detenidamente al doctor y los diplomas que colgaban de la pared.

-¿De nosotras, doctor? -le pregunta extrañada- El paciente es mi hijo. ¿No es de él de quién deberíamos hablar?

Mucho gusto doctor. Digo muerta del miedo, oh mi querida Kendra lo hago por tu bien, sólo quiero que mejores, tuve que mentirte para traerte acá.

Sonrió y  miro a la mujer, y en ese momento Ivette, la amiga me mira con sus ojos suplicantes, evidentemente tuvo que engañarla para traerla al centro, ella está delirando y alucinando en una crisis psicótica aguda. Posiblemente, esto sea la manifestación de una patología base.

¿Adam?. Sonrió. Entiendo, Hábleme sobre el problema que tiene Adam, ¿Cuántos años tiene?.

Sí bien se cual es su estado, tengo que hacer el examen mental, y necesito que ella hable.

Susurró algo al pequeño y le dio un beso en la mejilla.

-Va a cumplir los ocho, doctor. Es muy despierto, un poco tímido a veces y muy respetuoso. Le va bien en el colegio, sobre todo en dibujo... pero su problema viene por las noches... moja la cama. Cuando le pregunto por qué, cómo no se despierta cuando le dan ganas de orinar me dice que él estaba seguro de haber despertado, de que caminaba al servicio y allí orinaba. Otras veces me cuenta que soñaba que se estaba bañando en una piscina -se encoge de hombros y niega sutilmente con la cabeza-... Como sea siempre acaba igual, se despierta cuando ya ha comenzado a orinarse y no puede parar.

Entiendo, la miro con un poco de tristeza. El niño sólo vive en su mente, ¿será o fue real?. Usted lo ama mucho, ¿no es cierto?

Miro a Ivette. Debe ser difícil para ti, quiero saber tu opinión.

Cuando el médico me mira, no puedo contener más las lágrimas y llorar. Doctor, Yo quiero a Kendra con todo mi corazón y también amaba a Adam. Sigo llorando. Ella lo adoptó desde que el estaba muy pequeño. Yo lo cuidaba durante el día, y bueno, por la noche pasaba tiempo con su mami, hasta que dormía...

Cierro los ojos preparándome para decir lo que tengo que decir.

Una noche. Hago una pausa larga. Ella me llamó llorando, Adam había... Me tapo la cara. Ella no pudo controlarse.

Espero que el me entienda lo que trato de decir, aunque temo la reacción de Kendra.

Un silencio invade el consultorio, me embarga un profundo pesar. Ya entiendo que pasa. Miro a Kendra, definitivamente amas mucho a Adam. Lo ama tanto que su mente prefirió revivirlo en su mente. Observo la reacción de Kendra, podría pasar cualquier cosa.

Ivette empezó a hablar y el parpadear de Kendra se aceleró, lo mismo que su respirar. Comienzó a mirar de un lado a otro, no quería oírla, negaba con la cabeza intentando que su mente silenciara esas palabras, esa sentencia que no quería, que se negaba a oír.

Se llevó una mano al rostro y comenzó a masajearse la sien, tenía los ojos cerrados.

-Ivette calla... calla -su voz sonaba a súplica.

Pero las palabras de su amiga la trajeron a la realidad, una realidad que dolía, una realidad que la enfurecía. Se puso de pie con brusquedad, con las lágrimas a punto de correr.

-¿Por qué me haces ésto Ivette? ¿POR QUÉ? -no tardó en alzar la voz y gritar, desesperada, acorralada.

Comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, buscaba una salida, quería huír, evadirse otra vez pero por más que luchó para abrir la puerta no pudo hacerlo. Se dejó caer al suelo, abrazada a sus piernas, parecía un perro apaleado.

-Lo amaba... amaba a Adam... amaba a mi hijo... yo nunca quise... pero...

Las lágrimas acabaron por ahogar sus palabras, Kendra era otra vez una criatura frágil a causa del dolor.

Me levanto con prudencia. Tomo el citófono y digo un poco más apresurado de lo normal, usualmente saludo. “Necesito que prepares rápido la habitación 15, y llama a Betty, es posible que necesite refuerzos, ya sabes que hacer”

Me acerco a ella y me agacho. Esta tendida en la puerta con ganas de escapar. Ha sufrido mucho, parece no poder controlarse, estoy seguro del diagnostico, pero debo tener cuidado, ella necesita ingresar a tratamiento inmediatamente.

Kendra. Digo en tono parental casi como un murmullo. No te preocupes, Ivette hizo bien en traerte, estas triste, y yo te voy ayudar a que mejores, Adam querría que  te mejoraras. Le digo tocándole la espalda. No te preocupes, aquí vas a descansar, aquí no existen clanes, sectas, ni apellidos, aquí todos somos iguales... vamos querida, vamos.

Cuando él dice eso, ves que por una de las puertas se asoma de manera tímida una enfermera. Parece esperar prudentemente. Sientes mucho terror

-¿¡QUE SABES TÚ DE ADAM!? -gritó apartando la mano del doctor de un manotazo-... ¿Qué sabes tú de mi hijo?

Se levantó manteniendo la espalda pegada a la pared, mirando amenazadora a todos en esa habitación, incluyendo a Ivette. Se sentía amenazada, cazada y su instinto la empujaba a defenderse.

-¿Dónde me trajiste? -preguntó mirando a Ivette- ¿¡QUÉ LUGAR ES ESTE!? -ladeó la cabeza mirando a Ivette con tristeza- ¿Por qué me traicionaste?... Yo confiaba en ti...

La miro con horror mientras veo como me acusa. Te traje porque te amo Kendra. Digo llorando, mientras observa como unos enfermeros entran y la inmovilizan. Me quedo en una esquina aterrada.

En ese momento no quieres que nadie te toque, tus pensamientos están confusos, sientes rabia con Ivette y contra ese hombre que te habla calmo, pero tú sientes que quieren hacerte un mal. La enfermera entra inmediatamente por la puerta: “Señorita cálmese por favor”, escuchas,  de repente un enfermero de color entra y entre ambos  te levantan. Tú te resistes, tratas de patalear “ustedes no conocen a Adam”,  gritas, “ustedes no saben nada de él”. Te mueves, te resistes, tratas de morder a los enfermeros.

El psiquiatra se retira cerca, e Ivette que está cerca puede ver que saca de una neverilla  vitae con una jeringa, con esa misma, extrae cierto contenido de algún medicamento. (hecho que hace muy rápidamente, con cierta maestría)

 Camina  rápidamente hacía ti, y mientras grita te clava la jeringa el cuello.

Gritas, el dolor es agudo. Pero luego rápidamente comienzas a sentir que ya no tienes tanta fuerza.