Partida Rol por web

Rook miro a todos. —Señores, no somos enemigos y casi con toda seguridad no tenemos ningún bicho dentro. Unidos podemos terminar con ellos.—Hizo una pausa para medir sus palabras. —Por nuestra seguridad, intentemos no utilizar granadas. No es seguro, necesitamos la nave sin ningún agujero para volver a la civilización donde quiera que esté.

¡Cómo me gustaba que los tres estuvieran mirándome fijamente para ver si ya nos íbamos! Me hacía sentirme importante. Dejé el ordenador bloqueado con una clave que había puesto (Pataliebre) y despegué el careto de la pantalla. Dejaría mis pensamientos oscuros por un momento al lado, para pensar claramente en el presente.

-"Bien, vayamos primero a por la piloto. Es mejor que esté con nosotros en vez de que esté por ahí sola y expuesta. Después a la enfermería, a arreglar la cápsula médica. Ahí nos examinaremos los cinco para descartar posibles parásitos. ¿Estamos todos de acuerdo? ¿Sí? Pues vamos..."

- Parece que al fin hablamos el mismo idioma. - McFadden le guiñó un ojo a Stamets sin pensar en las consecuencias. 

Y es que McFadden si algo no era, era observador. Si, la pluma que tenía el ingeniero era evidente, pero Roger McFadden no se había entrado de nada acerca de las preferencias sexuales del bueno de Paul.

- No perdemos más tiempo. - Y se puso en marcha.

Dicho y hecho, os dirigisteis todos a la sala de hibernación, en donde encontrasteis todo en perfecto estado y en el interior de una de las cápsulas, a la piloto, hibernando tranquilamente. Era entendible que si había programado ya la computadora para que la nave se dirigiese al punto de encuentro, no quedaba otra cosa que hacer salvo dormir.

También habría que ver si era la piloto realmente, o no, por supuesto.

- Toca despertar a la bella durmiente... - Propuso McFadden sin soltar la empuñadura de su arma dentro de la funda. - ¿Algún voluntario? - Miró a Smith. De todos era de quien menos se fiaba. - Hate... - Dijo el nombre del navegante. Tampoco se fiaba de él, pero alguien tenía que hacerlo. - ¿Hace los honores? Igual se enamora de usted...

Llegamos a la sala de hibernación y vimos a la zorra piloto durmiendo plácidamente. Se iba a joder, ya que la íbamos a despertar. Una vez saliera de ahí, iríamos los cinco a la enfermería a arreglar la puñetera máquina. Al oír que quién la despertaba, salté como un resorte. Quería que viera mi gepeto alegre nada más levantarse mosqueada. Le di al botón que iniciaba el proceso de deshibernación.

El proceso de despertar duraba entre cinco minutos y media hora, en función del tiempo que hubiese transcurrido para el ocupante de la cápsula. En aquel caso, puesto que se había producido hacía poco, la piloto no tardó demasiado en abrir los ojos y moverse inquieta.

-Joder, ¿ya hemos llegado? -preguntó, todavía medio dormida, y viendo el rostro de Paul antes de nada -. Coño, ¿qué haces tan cerca? Te has equivocado de cama, yo no tengo un puto rabo.

La sonreí alegremente mientras abría los ojos.

-"Eso no lo sabemos... Sal, debemos de ir todos a la enfermería." La dije, ayudándola a salir.

Parecía que a McFadden le daba miedo abrir aquella capsula. Esperó unos minutos. Había sido el elegido para darle al botón, pero lo haría esperar.—Ja, ja, ja!! parece que todos queréis tener despierta a la bella piloto—se sorprendió al ver que Stamets también tenía prisa por ver caminar a esa mujer, pero no entendía porqué. Levantó las manos —vale, toda vuestra. No sería él quien le explicara la nueva situación, sobretodo al escuchar el mal humor que tenía al despertar.

- Creemos que alguien puede estar infectado con algún tipo de virus alienígena. - Informó McFadden. - Es por eso que tenemos que ir todos a hacernos un escáner a la enfermería. Para descartar... 

Esperaba que aquella información fuera suficiente para que la piloto no opusiera resistencia o se quejara en forma alguna. No quería tener que enfadarse con ella, ni llevarla por la fuerza a hacerse el chequeo. Seguía siendo una morenaza con muy buen tipo que le había entrado por los ojos y cuando acabase aquello, quería probar con ella. Puede que la invitase a cenar o cualquier otra cosa con tal de conocerla más... a fondo.

Michelle resopló y salió de la cápsula con ayuda de Paul. Estaba completamente desnuda y lo primero que hizo una vez estuvo de pie fue lanzar un enorme bostezo y rascarse la entrepierna, tras lo cual se estiró como si llevase diez horas durmiendo.

-Alienígena, infección... entendido. Qué alguien me alargue la ropa, joder. El suelo está frío y hay mucha corriente, y me parece que aquí hay demasiado tío que no ha mojado en mucho tiempo -dijo, mirandoos a todos por debajo de la cintura y notando vuestros despertares particulares.

Su ropa estaba tirada en el suelo de cualquier manera, junto a otra de las cápsulas, así que se las puso en cuanto alguien se las acercó. Mientras lo hacía, sus contorneados muslos y caderas se hicieron más que evidentes, a la vez que sus senos, firmes y erectos a causa del frío o de la excitación perpetua que tenía aquella piloto mal hablada, invitaba a no apartar la vista de ella.

Finalmente, cuando hubo terminado de vestirse, os miró a todos como si estuviese al mando.

-Está bien, vamos a la enfermería, a ver qué coño habéis traído de esa maldita nave -dijo, saliendo de la sala de hibernación.

- Antes de hacer prueba alguna, creo que debemos decidir que hacer si encontramos un organismo parasitario alienígena en el interior del cuerpo de cualquiera de nosotros. - Dijo el soldado con cierta frialdad. - Creo que lo más oportuno sería... - Suspiró. - ...enviarle al espacio... - Dijo al fin. - No podemos llevar a ninguno de esos seres a un lugar civilizado. Supondría el fin de la vida en el planeta. ¿Estamos de acuerdo?

—Sería mejor destruirlos. No quiero encontrar a esos malditos bichos en ninguna colonia en la que haga escala. No sabemos si pueden sobrevivir en el vacío. —Hizo un gesto con el brazo indicando la puerta por la que tenían que salir de la sala de hibernación. —¿vamos?— siguió a la piloto, le gustaba ver el cogote de Michelle más que el de Stamets. No tenía duda alguna sobre eso, como tampoco tenía ninguna duda de que tenían que salir con cuidado de allí, así que tomo la pistola que le había suministrado McFadden por si se encontraban con algo o alguien con un intruso dentro.

-Ya podía ir desnuda hasta la enermería, así cogería un buen constipado la muy zorra...

Pensaba mientras la miraba con una enorme sonrisa falsa en mi cara. No había habido suerte de que uno de esos bichos se la hubiera comido, así que habría que aguantarla hasta que solucionáramos este embrollo.

-"Sí, sí. De acuerdo." Respondí al guaperas.

Recogí mis cosas y salí detrás de los demás, dirección a la enfermería. ¿Pero qué era eso? Vaya matojo de pelos que gastaba la tía. También vi algo más raro aún...