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Había un consenso en general, no tendría sentido continuar así, pues aun cuando lograsen llegar al asentamiento, los Økskrig sabrían a donde habían ido y probablemente aquello generaría una guerra o al menos les motivaría a hacer grandes reclamaciones en su contra. Por ello, la opción de dispersar a la hueste era la que mejores resultados sentían que podría traerlas. Así, solo los carros con las provisiones habrían de seguir el camino recto y corto hasta el asentamiento del clan, mientras que todos los demás habrían de dispersarse dejando múltiples y confusos rastros. Con ello, Hvit se centraría solo en cubrir el rastro de los Varls y los carros cargados, confiando en que todos los demás rastros no generasen un claro indicio.

– No necesito torpes guerreros, necesito ágiles exploradores. Si alguno de los guerreros puede cumplir la tarea, adelante, de lo contrario será mejor que apuren sus pasos y no estorben – exclamó la anciana ante la propuesta de Erik y Niklas respecto a usar a los guerreros para apoyar cubriendo los rastros. Al final, solo unos pocos exploradores civiles y unos pocos guerreros se unieron a ella para ayudar en las tareas.

Así, cuando ya todos estuvieron de nuevo reunidos, incluyendo a las fuerzas lideradas por Astryr y por Eskol, inició un nuevo plan, el cual tenia como fin llegar al asentamiento sin levantar demasiadas sospechas. Los varls liderados por Troknir estaban encargados de los carros y junto a ellos solo marchaban Niklas y ningún otro humano. Hvit marchaba tras estos junto con varios civiles y guerreros, limpiando sus rastros y confundiendo los caminos. El resto de los guerreros, civiles y miembros rescatados de la caravana, se dispersaron en pequeños grupos, cada uno liderado por uno de los miembros del concilio del clan.

Ya entrada la mañana, el clan se reunió en concilio de nuevo, habían pasado una dura jornada la noche anterior y ahora analizaban las consecuencias de todos sus actos. Hvit había tenido éxito, nadie les había seguido realmente, y aun cuando había informes de múltiples exploradores de otros clanes deambulando en la zona, ninguno se presentó ante ellos con alguna reclamación, e incluso muchos de estos claramente siguieron rastros que les alejaron considerablemente del asentamiento del clan.

Y aunque Einar tenía intenciones de atacar a los intrusos, sabiamente Troknir, Hvit y otros se opusieron, pues aquello solo daría pie a sospechas; sobre todo por la pronta reacción y lo alerta que aparentarían estar ante cualquier intruso en su territorio. Por tanto les dejaron hacer, y en el trascurso del día, conforme los números de los intrusos fueron aumentando, enviaron emisarios para solicitar que abandonaran el territorio; lo cual los intrusos hicieron en la mayoría de los casos.

Pero lo importante en aquellos momentos, era el recuento de lo obtenido, y de lo perdido. Jendalos, con su forma peculiarmente negativa de ver las cosas, planteo primero las perdidas, haciendo incapie en si había valido la pena perder a tan cercanos compañeros a costa de un puñado de alimento y múltiples bocas que alimentar.

El recuento arrojaba duras perdidas, dos fieros guerreros del clan habían muerto y junto a ellos cuatro civiles, la gran mayoría de estos en las tareas de distracción. A su vez, había múltiples heridos, un total de cuatro guerreros y otros cuatro civiles, con los cuales no se podría contar durante los próximos quince días pues habrían de estar recuperándose.

Respecto al botín, habían rescatado a un total de 40 personas de la caravana, y de entre ellos dieciséis estaban tan heridos que tendrían que cuidarlos por unos quince días, mientras que otros tres estaban tan graves que no sabrían si vivirían y al menos requerirían de un mes para recuperarse. Por otro lado estaban las provisiones, y aunque no eran tan cuantiosas como desearían, si eran amplias, pues a pesar de haber tenido que dejar más de dos terceras partes de todo lo que allí encontraron, si que habrían de lograr alimentar con todo aquello al clan durante al menos los siguientes quince días, y si lograban racionarlo, mucho más.

Llegado el nuevo día, con ya más de toda una jornada desde que aquella operación de rescate concluyese, el clan ya dedicado a atender a los heridos y alimentar a todo aquel recién llegado que les acompañaba, volvía a su vida normal y a sus preparativos para el crudo invierno que ya se acercaba. Muchos de los rescatados ya habían solicitado unirse al clan y muchos otros, aunque no lo hicieran de momento, tarde o temprano habrían de hacerlo pues de lo contrario se quedarían muy solos y con un enemigo que claramente habría de buscar venganza.

Las tareas eran de momento rutinarias y la única nueva complejidad era como reorganizar a los trabajadores y como alimentarlos en el duro invierno que se aproximaba. Y las cosas habrían quedado allí de no ser por que de nuevo sonó con fuerza el cuerno de guerra anunciando que se acercaban exploradores con noticias, tal como pasase unos días atrás cuando todo aquello de la caravana empezó.

Pero esta vez no se trataba de personas heridas deambulando por sus territorios que solicitaban auxilio, si no de algo quizá no tan inesperado y ciertamente preocupante. Un heraldo y sus dos escoltas se aproximaban al asentamiento del clan Rotensnö solicitando audiencia con los líderes del clan. Y además, estos eran acompañados por un solitario heraldo del clan Økskrig.

Tras un día, Niklas asistió satisfecho en parte al recuento de todo lo conseguido. Era una lástima no habérse podido llevar ése segundo carro, pero habían cumplido con su palabra y habían podido sacar algo de provecho. 

Ahora tocaba reorganizar todo y poner a la gente a trabajar a destajo, para aprovechar en la medida de lo posible los últimos días antes del duro invierno. 

Un cuerno sonó, anunciando que se acercaba alguien. Acercándose a la puerta, Niklas pudo ver que eran varios hombres. Un heraldo con dos escoltas, sin identificar y  un heraldo del Clan Økskrig que parecía venir por su cuenta o siguiendo a aquellos tres.

Con paciencia, Niklas esperó a que se acercaran y dijeran a qué venian. Había que mostrarse tranquilo, pues sus propios exploradores confirmaban que los rastros habían sido borrados y que los dejados para confundir habían surtido éxito. 

Tantas horas después, con los rastros ya mucho más débiles por el paso del tiempo, era imposible que les pudieran relacionar....¿o no? 

Niklas esperaba que por su propio bien, todo fuera así. 

 - Soy Niklas, líder del Clan Rotensnö, si vienen en son de paz, bienvenidos. Parecen heraldos, ¿tienen algo que quieran comunicarme? -

El heraldo de Jerknir se dejó que le guiasen junto a sus dos escoltas hasta la entrada del asentamiento del clan Rotensnö. Mientras que el heraldo del clan Økskrig se mostró algo osco sin razón alguna con el hecho de que le guiasen hasta Nikklas.

– Jerknir, señor de estás tierras le saluda y solicita audiencia privada con ustedes en carácter amistoso –. Señaló el heraldo de Jerknir, mostrandose serio y sin dar pistas del tema, salvo por el hecho de que no deseaba hablar allí frente a todo el publico.

– El señor del clan Økskrig desea haceros una pregunta antes de que la gran asamblea del otoño se lleve a cabo – exclamó el heraldo del clan Økskrig, quien había llegado, quizá en coincidencia, con el heraldo de Jerknir. – Mi señor verá como un insulto que se me haga esperar y no se me permita tener audiencia inmediata al igual que al heraldo del Varl Jerknir – sentenció.

Niklas escuchó atentamente a ambos heraldos mientras hacían sus exposiciones. Asintió brevemente tras la petición del Heraldo de Jerknir, sin contestar, simplemente como confirmando una idea que tenía en mente ante sí mismo. Negó brevemente tras escuchar al otro Heraldo, el del Clan Økskrig, sin contestar, simplemente expresando una decepción en su rostro y su mirada.

Se alejó unos pasos y reuniéndose con los miembros del Consejo de Rotensnö hicieron un corrillo hablando en voz baja mientras los guerreros y vigilantes hacían su trabajo - En mi opinión, al heraldo de Jerknir se le debería de dar paso y atenderle sin dilación y amistosamente a menos que haga algo que nos haga cambiar de opinión...pues es cierto que la administración de éstas tierras le fue concedida por el Rey, pero al Heraldo del Clan Økskrig habría que darle una lección. Su señor puede tomarse como una ofensa lo que le de la gana, no estamos aquí para reirle las gracias o para no ofenderle. Somos tan dueños de éstas tierras como él de las suyas, y tenemos el mismo rango, así que si quiere decir, algo, en mi opinión que se espere a su turno y dados sus rudos modales, que nos lo diga desde la puerta. ¿Qué opináis vosotros? - les preguntó.

Quería saber sus pareceres antes de dar una respuesta, pues aunque en situaciones de emergencia, como la del ataque a los carros, era prioritario tomar decisiones rápido, en momentos de paz era importante tomar la mejor de las decisiones, y Niklas estaba convencido de que eso sólo se podía conseguir escuchando a los representantes del Clan y sopesando entre todos los pros y contras. 

Troknir considero apoyar la moción de Nikklas, siempre que no se insultará al heraldo del clan Økskrig pues desconocían sus intenciones y podrían causar una guerra no deseada. Einar voto por cortarle la cabeza allí mismo, Hvit pensó igual que Nikklas no permitiendole la entrada, pero la mayoría de los allí reunidos se mostraron neutrales consideraron, tal como Troknir, que no era bueno pensar en insultos en aquel momento. No obstante, el peso Nikklas y Hvit juntos era prácticamente mayoría en el consejo por lo que de momento, no se recibiría al heraldo de los Økskrig, al cual se le hizo esperar a las puertas del asentamiento, lo cual ya era de por si, un insulto.

Así, el consejo del clan se reunió en el gran salón del clan, listos para atender al embajador enviado por Jerknir, el regente de aquella pequeña región en las montañas. No sabían el motivo, y esperaban que no tuviese nada que ver con los recientes acontecimientos. Lo mismo pasaba con el embajador del clan Økskrig, quienes seguramente eran más hostiles que el mismo Jeknir y que hasta ahora no habían tenido ningún interés en dialogar con el clan Rotensnö.

Así, ya con todos reunidos, el heraldo de Jerknir fue hecho pasar y fue presentado ante todos. Este empezó por presentar sus saludos por parte de Jerknir al consejo y sus buenos deseos respecto al invierno que se acercaba. Seguido de ello, informó que Jerknir solicitaba que los líderes del clan Rotensnö se presentarán en el poblado del valle, donde se habría de realizar la gran asamblea del invierno, que reuniría a todos los clanes del valle previo al duro invierno que se acercaba.

– La asamblea se realizará en siete días, iniciando por la noche de ese mismo día y concluirá en la noche del siguiente día. Justamente la asamblea tiene como fin cerrar tratos antes de que llegue el invierno, habrá un gran mercado como cada año, habrá festejos, reclamaciones y juicios, etc. La gran asamblea del invierno se ha celebrado cada año, antes con muy pocos clanes, la mayoría de estos muy pequeños, pero este año el valle se ha poblado y la gran asamblea realmente será grande. Se espera por tanto, que todo el consejo su clan se presente, y a su vez que cualquiera de sus pobladores que deseen asistir lo hagan para participar en el comercio y los festejos –.

El embajador daba detalles de aquella asamblea, que claramente sería muy grande y a la que asistirían técnicamente todos los clanes, por tanto, sería un insulto el no asistir y podría acarrear serios problemas. El grupo deliberaba al respecto cuando fueron interrumpidos por uno de los guardias del gran salón que indicaba que el heraldo del clan Økskrig exigía tener participación en la asamblea que ahora se llevaba a cabo, indicando a su vez que estaba insultando a los guardias que no le permitían el acceso al asentamiento del clan.

Finalmente se reunieron en el salón del Clan, atendiendo la solicitud del Heraldo de Jeknir. Lo que les planteó no parecía sospechoso, más bien era una tradición del lugar en la que era solicitada su presencia como un clan más del valle.

 - Nos place ser invitados a éste nuestro primer gran mercado. Acudiremos gustosos a la asamblea, donde haremos honor al compromiso adquirido por Jeknir para con nosotros al cedernos éstas tierras para nuestro clan. - dijo astutamente Niklas. 

Una vez tratado el tema del Heraldo de Jeknir, tocaba tratar el tema del otro Heraldo. - Hacedlo pasar. - pidió a uno de los hombres que custodiaban el lugar. Eskol, que estaba presente, con un gesto dijo que iría él. 

Al salir de gran salón, Eskol se dirigió a grandes pasos a la puerta del poblado, donde el Heraldo seguía insultando a los guardias y hombres del Clan Rontesnö. 

- Eh, tú, deja de rebuznar y atiende. El líder de nuestro clan, Niklas, tiene curiosidad por saber qué es lo que tienes que decirle, así que te permite entrar. Compórtate y no tendré que darte dos sopapos. ¿Qué clase de Heraldo eres que te pones a insultar a los guardias del lugar donde llevas un mensaje? - 

Hizo un gesto a los guardias de la puerta y éstos abrieron la misma para dejar pasar al Heraldo. - Venga. - le dijo, haciendo un gesto con la mano. - Sígueme. - 

Con paso lento y deliberado, Eskol dirigió al Heraldo al Salón. 

La mañana siguiente llega y el cansancio sigue en nuestros cuerpos pues ha sido una jornada de gran tensión y en la que hemos puesto en peligro todo el futuro de nuestra gente, a cambio de salvar a las personas que más podamos y reunir suficiente comida para mantenernos a todos en los tiempos difíciles que se nos avecinan.

Entro en la sala común, listo para comer algo y comenzar con las actividades del día. Entonces, nos indican que se han presentado emisarios de Jeknir y del clan Økskrig. Apenas escucho eso, me pongo de pie y organizo que todos los miembros de la caravana, ya sea los rescatados y los que llegaron por propio pie al principio, se escondan en la parte de atrás, donde se guarda el alimento, para que no sean vistos por los emisarios.

"Si el emisario de los Økskrig ve muchos heridos o llega a reconocer algún rostro, todo habrá sido en vano."

Le indico a Gerda que me ayude, junto con otros, mientras dejo a Niklas las responsabilidades de la diplomacia. Los malos modales del emisario Økskrig nos dan tiempo para realizar la labor, para que ninguno de ellos ni ningún herido esté a la vista.

Luego ingresa el emisario de Jeknir e indica que se realizará una asamblea. Imagino que debe ser algo común y necesario pues prepararse para el invierno también puede significar comerciar y discutir cosas, aunque la palabra "juicio", luego de lo vivido hace unas horas, no me gusta demasiado.

Permanezco al margen mientras Niklas maneja el asunto, preocupado más de los detalles y preparado por si hay algo que necesite intervención inmediata.

El día a día es normal hasta la llegada de los emisarios. Mientras el resto del clan se preocupa de recibir en una audiencia apropiada a los visitantes, mi hermano me susurra al oído que le ayude a ocultar cualquier rastro que pueda indicarle al heraldo de los Økskrig que nosotros estuvimos detrás de la operación de rescate y recuperación.

Sin perder ni un instante, me pongo en marcha, ayudando a cualquier herido a esconderse en las partes de atrás del salón y mantenerlos fuera de la vista. Todos entienden de inmediato el propósito de aquello y ninguno se resiste pues imagino que la idea de volver a esas jaulas no les anima en lo más mínimo.

Una vez hemos terminado y entra el emisario de Jeknir, permanezco al lado de mi hermano, escuchando atentamente, un poco ansiosa por la prisa que tengo de escuchar al Økskrig, cuya presencia no puede significar nada bueno.

– Las grandes asambleas del valle se realizan bajo un pacto de paz entre todos los clanes, sea cual sea el conflicto que exista entre ellos. Es importante que tengan esto claro, pues es una ley en el valle que cualquiera que transgreda este pacto será despojado de sus derechos y por tanto cualquiera podrá reclamar por venganza las tierras del que rompiere el pacto y con ello no solo otros clanes podrían apoyarle sino que incluso se considera un deber de aquellos que hayan estado presentes cuando el pacto se rompiese – exclamó el heraldo sin dar importancia a las palabras del enviado del clan Økskrig, ni a las respuestas de Bjorn; de cualquier modo era solo un heraldo de Jerknir y como tal no tenía la libertad de opinar respecto a nada, salvo que se le hubiese instruido al respecto.

El heraldo continúo hablando un poco más, dando más detalles sobre el evento que se iba a realizar, sobre el hecho de que habrían de reunirse varios clanes, pues más de un clan habían llegado casi al tiempo que llegarán los Økskrig, y todo ello estaba poblando y animando el valle de gran manera.

Aunque el heraldo les informó también que en la asamblea del invierno solía haber grandes pactos, juicios sobre reclamaciones o crímenes, o incluso competencias y desafíos. Aunque probablemente hablaba más sobre las asambleas en otros territorios, por que cierto era que hasta antes de la llegada de los clanes Lávidr y Rotensnö, el valle estaba muy vació.

– ¿Hay algo más de lo que pueda informaros antes de partir con su respuesta ante mi señor Jerknir, regente del valle? – preguntó el heraldo al tiempo que uno de los guardias del gran salón del clan daba paso a Eskol quien se acercaba al consejo para darles información importante. Eskol había partida por el heraldo del clan Økskrig para que este ingresase al gran salón del clan, pero al llegar solo, era claro que las cosas no habían salido bien.

En palabras de Eskol, el heraldo de los Økskrig se había marchado pero no sin antes escupir al suelo insultando y maldiciendo al clan Rotensnö. Y a su vez señalando que su osadía de insultarles y burlarse de ellos, no sería olvidada. Eskol no dijo nada de sus palabras ofensivas al heraldo en un inicio, ni de su reacción ante el insulto del heraldo de los Økskrig quien escupió a los pies de Eskol, en un claro insulto a su persona y no solo al clan.

Niklas se fijó en las decisiones de Erik y asintió para sí mismo, viendo la sabiduría y la oportunidad que el joven líder con tanto tino había visto. Como ya sabía, aquel hombre sería un gran líder cuando él ya no estuviera, probablemente incluso mejor que él mismo. 

El viejo mender atendió a las palabras del Heraldo de Jerknir, y automáticamente pensó en lo fácil que sería incriminar a otro clan de alguna transgresión y echarle encima al resto de clanes. Veía la sabiduría de aquella ley, pero también la trampa subyacente en ella...y tenía la intuición de que aquello sería un problema. 

- Me parece un pacto muy juicioso, Heraldo, y nuestro clan jura que lo acatará sin reservas, por el bien de toda la comunidad del Valle, y más con el invierno a las puertas. Hemos de hacer lo posible para ayudarnos entre todos a sobrevivir en éstas inhóspitas tierras, pues todos somos ahora habitantes del valle, bajo la protección y vigilancia de Jerknir. - dijo el mender. Aquella respuesta iba dirigida directamente al Varl, a través de su heraldo. Quería empezar a implantar hechos y declaraciones que luego les pusieran más sencilla la defensa ante una posible trampa que se veía venir. Podía no gustarle aquel Varl pendenciero y tramposo, pero eso no quitaba que fuera el señor del valle y que era quien hacia cumplir las leyes del Rey. Tratar de allanar su relación con él tampoco estaba de más, por mucho que le disgustara.

El Heraldo les preguntó si deseaban algún tipo de información y Niklas se quedó pensativo. Justo en ése momento entró Eskol, sólo. - Mala señal - pensó Niklas. 

Tras entrar Eskol y contar lo sucedido, Niklas se levantó con cara de enfado, pero conteniendo su tono e ira. Se encaró al heraldo y le contestó - Sí, tengo una pregunta Heraldo, ¿podéis decirnos cómo deberíamos responder a ésta afrenta e insulto según las leyes de Jerknir y de éste valle? Como habéis presenciado, ha venido detrás de vos el heraldo del Clan Økskrig exigiendo su entrada inmediata y nuestra atención, poniendo a su líder al mismo nivel que Jerknir, el señor de éste valle, proclamando que cualquier retraso sería tomado como un insulto, es decir, condicionando ya nuestra respuesta, aquí, en nuestras tierras y nuestro hogar, cosa que evidentemente no me ha gustado porque ningún líder de Clan debe considerarse a la misma altura que Jerknir, el señor y regente de éste valle. Como vos convendréis, dados sus malos modales se le ha hecho esperar, pues vos habéis demostrado ser un Heraldo capaz y educado, consecuente con vuestro cometido, cosa que agradecemos y respetamos, y nos enteramos que mientras esperaba ha estado insultando a nuestros guardias y nuestro pueblo, y que cuando se le ha dado paso, ha insistido en sus insultos a todos, nos ha amenazado y le ha escupido a uno de nuestros guerreros, representante mío cara a él, y se ha ido amenazándonos de futuras y nefastas consecuencias. ¿Cómo deberíamos responder a ésto? ¿Qué debería hacer mi hombre al ser insultado de esa forma por ése heraldo? ¿Cómo debería responder yo ante su insulto a mí por no acudir cuando se le llama a un supuesto heraldo? ¿Podemos estar seguros y tranquilos que si ése clan intenta acusarnos de alguna falsedad o incriminarnos de algún hecho falso, seremos tratados con justicia por Jerknir, viendo la mala fe que ese clan ya están declarando en nuestras narices y que vos mismo habéis presenciado? ¿Será todo lo sucedido aquí prueba de que hay mala fe por su parte si nos acusan de algo? - 

Quería saber cómo funcionaban las leyes realmente por boca del propio Heraldo, le había adulado a él también porque quería saber su opinión personal, la de aquel hombre con función de Heraldo para saber si al menos contarían con un aliado si tocaba llamar a alguien a declarar en un presunto juicio, que Niklas cada vez tenía más claro que se iba a producir. La presencia del heraldo del Clan Økskrig allí justo antes de la gran asamblea y con esa actitud, era un signo inequívoco de lo que estaba por venir. También quería saber qué opciones tenía...y de paso, había seguido allanando su posición con respecto a Jerknir, todo en uno. 

Indudablemente, si las acciones y palabras de ése día eran trasladadas fidedignamente a Jerknir, al Varl no le quedaría más remedio que admitir que el Clan Rotensnö estaba comportándose como tocaba, y que los belicosos, tramposos y pendencieros eran otros. 

– Llevaré vuestras palabras a Jerknir. Por mi parte, no tengo partida en todo esto, mi deber es solo traer fielmente un mensaje y así mismo llevar su respuesta y sus dudas. Más allá de eso no estoy autorizado para dar mi opinión. Pero sin duda alguna podrán presentar esta querella en la gran asamblea y serán escuchados, y allí mismo ante los ojos de todos serán escuchados – aunque no por los dioses, pues están muertos. Las palabras del heraldo daban por sentado que llevaría las quejas ante Jerknir, pero no sería el quien hiciera juicio, ni allí mismo ni en la gran asamblea, eso correspondería a Jerknir y a cualquier otro que formase parte del consejo.

– Siguiendo mi encomienda, puedo adelantarme a que, harían bien llevar cualquier prueba o testigo de cualquier querella que deseen presentar en contra de alguien, o que vayan a presentar en su contra. Del mismo modo, so alguien presentase una acusación falsa o injusta, en la misma asamblea se podrá resolver el problema – explicó el heraldo al tiempo que se ponía de pie.

– Mi camino es largo. Si no tienen alguna otra duda en la que pueda orientarles. Solicitó se me permita partir, agradeciendo su recibimiento y hospitalidad, y así mismo prometiendo que sus palabras serán llevadas fielmente ante Jerknir – con esto el heraldo daba por terminada la reunión, al menos por su parte.

El estúpido heraldo el clan Økskrig se va, armando un escándalo en el proceso. Eso nos deja en claro que aquel clan no solo es violento y prepotente por la fuerza de su número sino que cada uno de sus miembros es un matón. La sangre me hierve y son demasiadas las ganas que tengo de poder encontrarlos en un campo de batalla para eliminarles como se lo merecen.

El heraldo de Jeknir, en cambio, hace su trabajo como debería ser y pide permiso para retirarse si no tenemos algo más que preguntarle o pedirle. Permanezco en silencio, dejando claro que no requiero más tiempo su presencia y dejando en Niklas si quiere algo más de él.

Miro a los presentes, comunicándoles con la mirada que sé que esta asamblea significará mucho más que solo una reunión política y comercial, probablemente no para bien. Estoy seguro de que volveremos a oír de los Økskrig en ella y probablemente Jeknir los escuche. Al fin y al cabo, sus tierras serían nuestras si el varl no les brindase todos los privilegios que les ha dado. Estoy seguro de que seguirá dándoles más, probablemente a costa de los otros clanes, como el nuestro.

Niklas asintió ante las palabras del Heraldo - Claro Heraldo, vuestra misión ha concluido. Podéis ir en paz, gracias por el mensaje y por vuestras palabras. - le dijo, en clara referencia al pequeño consejo que les había dado. Amansó su carácter, comenzando a planear el viaje hacia la asamblea.

Esperó a que el Heraldo saliera de la sala para hablar con Erik y el resto. - Es mucha casualidad que una asamblea que al parecer, nunca se ha celebrado, sea convocada con lo que parecen prisas justo tras el ataque que hemos hecho al Clan Økskrig, ¿no creéis? Independientemente de eso, no nos queda otra que ir. ¿Qué opináis? - manifestó Niklas.

Ante las últimas palabras del Heraldo, pensó que tanto los guardias de la puerta como Eskol debían ir con ellos, para que actuaran como testigos del comportamiento del Heraldo del clan Økskrig. Incluso el Heraldo de Jerknir era un posible testigo, pues él había estado presente al llegar ambos heraldos a la vez y aquel pedir audiencia de forma tan grosera y autoritaria.

Eskol contestó a Niklas alzando el puño - ¡Yo les daría con éste en todos los morros a esos matones! - dijo, expresando su rabia y dolor por la muerte de varios de sus compañeros durante el rescate. - No podemos echarnos atrás, el honor del Clan se vería comprometido, Niklas. - le dijo a su líder, pues él había entendido que el venerable Mender les estaba preguntando si era mejor ir o no ir.

- Aunque he de decir que todo ésto me da mala espina, eso es verdad. - añadió con su tono fatídico característico.

– Eskol tiene razón, machaquemos a esos maricas – estalló Einar. – Si no presentan un desafió, nosotros mismos debemos hacerlo anta su ofensa a nuestro clan. Así aprenderán a respetarnos y a no meterse con verdaderos guerreros – estañó con un grito mirando a Troknir como si esperase que este se lo uniera, cosa que claramente no ocurrió.