Partida Rol por web

—La gente aquí parece que vive en un constante estado de alarma, temerosos de todo —teorizó la agente especial Lewis—. Claro que con 15 desapariciones de menores en menos de cuatro años lo que me extraña es que no se hayan matado entre ellos o, como mínimo, a los nuestros; si me entiende lo que quiero decir con "nuestros".

Al regresar al tórrido exterior les quedó claro a ambos que por allí no había nadie, ni siquiera alguno de los coches patrulla de la oficina del Sheriff.

—Creo que vamos a tener que preguntar por dónde andan los compañeros —indicó con cierta sorna Adele—. Son especialistas en no quedarse quietos, especialmente la pelirroja, Moira Greenwrim —sacó su teléfono móvil y probó suerte con uno de los rangers.

 La llamada que la agente le hizo a la ranger le revelaba a Jordan que tenían tiempo para hacer alguna investigación por su parte antes de reunirse con aquellos contactos. Lo mejor sería cubrir aquellos espacios que el grupo de investigadores todavía no había tenido el tiempo, interés o recursos para cubrir. 

- Hmm... mejor vamos a hacer algo nosotros. Según los informes, todavía no hablaron con ninguna de las familias negras en los casos. Y eso no queda nada bien... además de que siempre es bueno hablar con las familias. Detectar patrones de preferencia de los secuestradores y alguna otra cosa.

 Entre todas las posibilidades de gente para entrevistar, había uno que surgía como el candidato más accesible y cercano.

- Vamos a buscar a John Washington, el padre de Tanya. Según me dicen los informes, trabaja en uno de los bancos aquí en Jefferson.

Adele miró fijamente al agente DeFuss, luego suspiró. -Puede que tenga razón, y tomando otra perspectiva del caso surja algo nuevo. Adelante, vayamos con Washington.- Asintió. Miró el coche del agente con una media sonrisa. Los hombres y sus autos. -Mi ex también flipa con los coches antiguos. O lo hacía, antes de darse cuenta del lujo que es intentar compaginar una vida familiar con niños revoltosos y coches que necesitan de un cuidado especial, preferiblemente lejos de crayones de cera y  pintadedos.-

Siguió avanzando hacia el Excelsior. -A menos que me de una buena razón, DeFuss, iremos en mi coche. Yo manejo.-

 La idea de pasearse por la ciudad y deslumbrar a todos los paletos de la zona con un auto bien cuidado y de calidad (algo que dudaba que conocieran) se le cruzó por la cabeza cuando Adele habló de ir en su auto. Pero parecía que su compañera no tenía interés en subirse a su Lincoln, teniendo malos recuerdos de tipos obsesionados con sus autos. Jordan piensa por unos segundos si valía la pena armar jaleo por algo tan menor. Se decide por ceder.

Nah, no tengo razones. Solo gustos. Tu ganas, Lewis...

—Benjamin es el primero —informó el sheriff Smith a Moira Greenwrim—. Y este hecho me trae de cabeza y me hace pensar que ustedes están equivocados esta vez o que se han llevado al pequeño para crear confusión y discordia —sonrió de manera torcida—. No me mire así, pelirroja, llevo treinta y cinco años en esta oficina y sé cómo funciona el mundo del crimen —Moira pensó que el veterano policía se estaba dando demasiados aires o que realmente se creía las tonterías que hablaba; porque aquel sheriff paleto ni de lejos tenía la más remota idea de cómo funcionaba una auténtica investigación que fuese más allá de señalar con el dedo a algún vecino, amenazarle, darle una paliza y sacarle una confesión.

Con gran esfuerzo, soportando el calor, los mosquitos, el barro y las raíces traicioneras, el grupo de búsqueda se fue desplazando hasta otro punto más alejado de la iglesia y más cercano a Jefferson. Otros batidores habían reportado resultados totalmente negativos a pesar de que llevaban copia de las huellas. Incluso Skinner, desde el Little Cypress Bayou informó que no habían tenido ningún éxito hasta el momento.

No obstente, Moira Greenwrim parecía no darse por vencida y continuaba explorando la zona como un buen sabueso.

La sucursal del Bank of America en Jefferson no estaba muy lejos de la comisaría y del juzgado, pero daba mucha mejor impresión llegar en coche, frescos, que andando, sudorosos y resoplando. Por fortuna John Washington estaba de turno aquel mediodía y aunque su jefe, el típico blanco local prejuicioso, puso pegas para que pudieran entrevistarle e incluso amenazó con descontarle aquel tiempo de su sueldo, la visión conjunta de los rostros pétreos de los agentes del FBI le asustó lo suficiente para que incluso les cediera un despacho con aire acondicionado donde poder hablar tranquilamente con el padre de la pequeña Tanya.

John Washington era todavía un hombre joven, fuerte y vital; pero sus ojos transmitían una profunda tristeza. Iba correctamente uniformado, bien aseado y se movía con aplomo, con algún deje aún de sus años fuera de la ley. Se sentó ante Lewis y DeFuss con total parsimonia, como si los estuviera esperando desde hacía tiempo.

—Han tardado más de tres años en aparecer pero, al menos, han tenido la decencia de enviar a dos hermanos —saludó con ironía antes de que los agentes pudieran presentarse—. Imagino que conocen mi nombre y mis antecedentes, de modo que les rogaría que fuéramos al grano cuanto antes. No puedo faltar mucho tiempo de mi puesto.

El hecho de que ahora sospecharan de ellos no pudo más que sacarle una breve carcajada. Que fueran los Ranger los secuestradores era ilógico, ¿para qué exponerse tanto? No tenían el favor de las autoridades y secuestrar al hijo del “mandamás”, el cual no siquiera habían visto todavía en persona, sólo dificultaría su trabajo. Teniendo en cuenta los métodos que usan aquí, no me sorprende que crean eso.

Si realmente piensa que somos nosotros busque pruebas que nos incriminen, arréstenos, llévenos a comisaría para interrogarnos y gánese un ascenso.- Siguió aquella línea de pensamiento, aunque claramente era una broma en tono de burla.- Le prometo que ninguno se resistirá.- ¿Harían ellos lo mismo? Había tenido que sudar, literalmente, para sacarle toda la información que pudiera de sus labios, y aun así se había dado contra un muro. Ben seguía desaparecido y el refugio oculto en las inmediaciones del bayou.

Tras pasar el tiempo Moira había perdido la cuenta de cuántos mosquitos mató en el trayecto. Estaba segura de que dentro de unas horas le picaría todo el cuerpo y ni doscientas duchas le quitarían el olor a barro, sudor y humedad que se había impregnado en su cuerpo. Odio. Este. Lugar. Aun así no se quejó ni una vez en voz alta, ni siquiera cuando casi se tropieza con una de las raíces, teniendo que agarrarse a lo primero que tuviera a mano con tal de no caer contra el suelo.

Pero allí había algo. Lo sentía, lo saboreaba, lo sabía. La adrenalina y la seguridad de que estaban pisando el terreno correcto era suficiente para insuflarle energía, manteniendo la calma para poder observar todo lo que le rodeaba sin temor a saltarse nada.

Pickett se encontraba bastante alterado, lo que podía darle problemas, aunque había arrojado un nombre que podía ayudar a Bennet a continuar tirando del hilo para averiguar quién estaba conduciendo el coche la tarde anterior.

-¿Los Manson? -En esos momentos, el ranger no recordaba haber escuchado ese nombre con anterioridad, si bien por el contexto podía suponer que eran más miembros del servicio de McKnight-. ¿Quiénes son los Manson, señor Pickett? Si puede aportar información que pueda ayudarnos a encontrar a Benjamin McKnight no debería callárselo.

Los Manson son un matrimonio que trabajan aquí como guardeses para los McKnight. Bernie, el marido, se dedica sobre todo al mantenimiento de la casa y Sonia, su mujer, ayuda a Oprah con la compra y las tareas de la casa. Tienen su propio coche pero la señora les deja el Mercedes algunas veces para ir al pueblo y otros recados Bart Pickett volvió a encararse con Bennet. ¿Está insinuando que esos dos podrían haber sido los secuestradores? Porque ambos supuestamente tenían el día libre para ir a misa en su congregación...

Scott podía casi escuchar cómo la maquinaria del guardaespaldas se ponía en marcha para unir las piezas del rompecabezas.

-Siento mucho encontrarnos en estas circunstancias.- Fue el inicio de las palabras de Adele, quién sin embargo no se entretuvo mucho más en esas formalidades. -La información que contamos sobre lo ocurrido el 10 de Marzo del 2001 es, francamente, vaga y prácticamente inexistente. De no ser por ciertos factores, se habría ignorado por completo su relación con los otros casos ocurridos. Es su oportunidad de dar su versión de la historia, y quizás con ello nos permita encontrar pistas sobre lo que ocurrió con ella y los otros niños, además de detener al culpable.- Estuvo a punto de decir "los culpables" pero se contuvo. Aquella información aún no era de conocimiento público, de hecho era sólo una teoría aunque tuviera raíces fuertes, y mientras pudiera considerarse confidencial la agente Lewis procuraría que así fuera.

Moira logró arrastrar al sheriff y al alguacil de regreso al camino principal más cercano a la carretera que llevaba al pueblo. Habían desestimado comenzar la batida tan cerca de Jefferson porque estaban convencidos de que el secuestrador trataría de alejarse lo más posible de las zonas habitadas para acercarse al río; pero ahora ella entendía mucho mejor la estrategia de aquellos criminales: el bayou era su refugio, sí, pero también era cierto que la mejor manera de ocultarse a veces era a la vista de todo el mundo.

No tuvo que buscar mucho. Había varias huellas de rodadas pero la del Mercedes eran las más claras y recientes a pesar del aguacero de la noche anterior. Se adentraban en el camino de tierra que llevaba al bayou a lo largo de doscientos o trescientos metros antes de detenerse. Allí se habían bajado del coche, dos personas, adultas, una desde el lado del conductor y otra del asiento de detrás. Solamente había dos tipos de pisadas que avanzaban por un sendero estrecho en dirección al río; Benjamin había sido transportado en brazos con toda seguridad.

Tras doblar un recodo, la sargento Greenwrim y el sheriff Smith llegaron hasta otro embarcadero. El alguacil Bush se había quedado al principio del todo, para evitar que el resto de batidores entraran allí y pisotearan las evidencias y para llamar por radio a Skinner y a Mommsen. Las dos pisadas se encontraban allí con otra nueva, igual de reciente y que se confundía con las otras en el típico baile que formaban aquellos que se movían juntos para llevar a cabo una tarea. Los policías subieron a las tablas del embarcadero tras comprobar que estaban en buen estado y luego inspeccionaron desde fuera el extraño bote que estaba allí atracado desde hacía mucho tiempo.

Era imposible que pudiera utilizarse para navegar por ningún sitio, pero tenía signos de haber sido empleado como refugio, ya que tanto en el exterior como en el interior del mismo se veían restos de latas de comida bastante viejas, con las etiquetas desgastadas y los colores desvaídos a causa de la interperie. Había también un paquete vacío de Lucky Strike, bastante más reciente, entre los arbustos. Sin embargo lo más escalofriante les esperaba en el interior: por el agujero y bajo el haz de las linternas descubrieron una muñeca cuidadosamente colocada encima de unas mantas dobladas, polvorientas y mohosas, y pegado a la pared del fondo de la embarcación el mismo símbolo que Lewis y Bennet habían hallado en otro embarcadero en Uncertain.

Durante unos largos minutos se olvidó de que no estaba sola, alejándose de sus acompañantes al creer que había logrado encontrar algo de interés. Y por suerte así fue.

Se agachó al lado de las huellas de neumáticos al reconocerlas, haciéndole después una fotografía que guardar y comparar con la que ya tenía aunque su instinto le decía que eran las mismas. Ya te tengo cabrón. Dejando un par de metros de distancia de la huella para no alterar la prueba, siguió avanzando con cuidado de dónde pisaba y pidiéndole a sus compañeros que también lo tuvieran, aunque parecía que en esta ocasión estaban igual de atentos que ella.

No supo cuánto tiempo avanzó y el calor casi era algo secundario, dejando que el sudor descendiera por su frente con tal de no perder la pista. Pero no tardó mucho más, deteniéndose donde la huella del neumático era más profunda, como si hubieran hecho una parada, rodeándolo después para cerciorarse de que había más huellas.

Smith.- Llamó la atención del sheriff para que fuera partícipe aunque no formuló sus teorías en voz alta. Dos personas. Mínimo una de ellas debe conocer al niño como para dejar que lo lleve en brazos, eso o lo drogaron. Volvió a sacar su móvil para hacer fotos de las huellas, esperando que alguno de los equipos de investigación, Rangers o FBI, pudiera sacar algo en claro de ellas.

Mientras seguía avanzando no pudo evitar acordarse de aquél vehículo que los observaba en la parroquia. Eran un hombre y una mujer, de eso estaba segura, pero estaba tan cansada y la noche se le había echado encima como para quedarse con la matrícula. Era un 4x4, no es el mismo modelo. Aun así no quiso cerrar la ventana de esa posibilidad, teniéndola presente en un futuro.

Bebió un poco de la botella que había llevado para terminar de gastarla cuando llegaron al embarcadero, echándose también el agua sobrante en las manos para refrescar cabeza y pecho.

Avanzó primero, deteniéndose unos segundos con las latas para saber si podrían servirles y, a pesar de tener el paso de los años impregnadas en las etiquetas, no podía descartar que fueron pistas claves en otra época con otro niño. Indicó a Smith que cogiera una cualquiera para llevarla como muestra antes de hacer varias fotografías al lugar, sin embargo en una de esas fotos se percató del paquete de tabaco.

Esto es reciente.- Cogió un pañuelo para poder sujetar con cuidado el paquete, no queriendo borrar las posibles huellas que hubieran.- No tendrá bolsas a mano, ¿verdad? – Ella no llevaba demasiado encima y no podían llevarse tal cual las pruebas sin contaminarlas. En cualquier caso guardó con cuidado el tabaco para analizar antes de continuar en el embarcadero, asomándose en su interior.

Aquella escena, de alguna forma, le recordó al caso de Olegario Fuentes. Un chico desaparecido en misa, encontrándose tiempo después una zapatilla y un símbolo en un embarcadero. Demasiadas coincidencias.

¿Reconoce el símbolo? – La forma le recordaba a una especie de espantapájaros pero dudaba bastante que se tratase de eso, teniendo que tener un significado ritual o sagrado como para ponerlo en varias ocasiones. Pero mientras esperaba a que Smith respondía buscaba una forma de entrar a la embarcación, queriendo saber qué era lo que realmente se escondía dentro.

Tal vez se tratase de una simple casualidad, pero Bennet sabía que era demasiado extraño que los Manson, al parecer los guardeses de los McKnight, utilizasen el Mercedes de la señora McKnight y que además perteneciesen a otra congregación. Algo le decía que ya sabía de qué congregación se trataba.

-Pertenecen a la congregación del reverendo Rumsfeld, ¿me equivoco? -preguntó Bennet a Bart Pickett, esperando que el guardaespaldas le confirmase sus sospechas-. No puedo confirmarle que sean los Manson quienes estén detrás de los secuestros, pero esa podría ser una posibilidad. Ha dicho que tenían su propio coche. ¿Podría decirme qué modelo era o enseñarme alguna imagen? Sean quienes sean, los secuestradores conocen bien el bayou -Miró a Bart, esperando que aquel detalle pudiera llegar a decirle algo.

 Dios aprieta, pero no ahorca. Tuvieron que discutir con un gerente muy enojón, pero al final consiguieron una oficina con aire acondicionado para conducir la reunión. Jordan se sentó en una de las sillas del lugar, buscando estar a la misma altura que el interrogado. El detective sonrió un poco ante la ironía del hombre e hizo un gesto con los hombres de "así son las cosas". Ninguna de las personas en esa oficina era ajena a la marginalización de los problemas de su gente.

- Creemos tener buenos indicios, John... pero es importante escuchar todos los testimonios. Y el tuyo nos falta.

El sheriff permanecía mudo desde hacía un rato con una extraña expresión en el rostro. Se fijó en lo que iba encontrando la ranger e incluso le indicó algunos restos más de lo que parecían restos de viejas ligaduras cortadas y un cabo para asegurar una barca al pequeño muelle. Negó con la cabeza cuando vio el símbolo con sus propios ojos. Había extrañeza en ellos, según pudo deducir Moira.

A continuación llamó por radio a Bush para que le trajera bolsas de evidencias y le dijera a Skinner que viniera cagando leches.

—Jefe, Skinner dice que tiene a McKnight pegado a su culo —alcanzó a oír Moira la respuesta por radio del alguacil Bush—. Se presentó en la batida solo, sin los Pickett y aunque Jeff le dijo que se fuera a casa el muy cabrón se puso testarudo y se quedó allí. Va a ser difícil quitárselo de encima.

Moira se metió con cuidado dentro de la embarcación. El calor allí dentro superaba los límites de lo soportable. Era imposible que ningún ser humano hubiera permanecido allí dentro durante el día en verano o habría muerto de calor. Sin embargo el sitio había sido usado como refugio temporal en varias ocasiones. Un punto intermedio de traslado, calculó la agente. Hasta era posible que más gente hubiera andado por allí, gente ajena a las desapariciones pues, al fin y al cabo, como le había explicado Smith, los furtivos y los traficantes usaban todos los medios posibles para escurrirse por el bayou y llevar a cabo sus actividades.

No podía rebuscar más en la zona sin alterar la escena, aunque dudaba que pudieran obtenerse huellas y restos fiables sin que un equipo avanzado de la científica se empleara a fondo.

—Sí, ¿cómo lo sabe? Los Manson se mueven todos los domingos hasta Smithland para escuchar a ese viejo —Bart Pickett miraba al sargento Bennet con suspicacia—. Es un coche muy corriente, un sedán Ford con bastantes años encima. ¿Dice que esos dos podrían ser los secuestradores? No tienen mucha pinta, la verdad. El marido es un pusilánime pero su mujer tiene un revolcón. Es una milf con pinta de beata, pero esos ojos azules tienen hambre de polla y en casa seguro que no la encuentra...

Rematando con aquella grosería la colaboración con la autoridad, Bart Pickett se estiró los puños de la chaqueta de verano que llevaba puesta a pesar del calor para ocultar el arma de la axila, se envaró y se dirigió a la puerta de la casa.

—Y ahora, si me permite, le voy a tener que pedir que se marche.

John Washington se echó sobre el respaldo del asiento y tomó aire antes de contestar.

—No es nada fácil, saben... Cada vez que regreso a esos días siento que desentierro un poco al John de entonces... y eso no me gusta en absoluto. Ahora tengo un trabajo decente, un sueldo que me permite vivir junto a mi esposa y a mis dos hijos pequeños... —hizo una pausa antes de seguir—. Tanya tendría ahora doce años y estaría orgullosa de su padre y de su madre...

Se recompuso un poco y observó los rostros inexpresivos de aquellos dos agentes del FBI. No encontraba ningún resquicio de empatía en ellos, tan sólo fría burocracia. Entonces el tono de voz del afligido padre cambió, se hizo más duro, se acentúo su deje tejano de barrio negro...

—En fin, vayamos al grano, ¿no? Todos tenemos cosas que hacer. A mi hija se la llevaron de mi casa, ¿saben? De mi propia casa, delante de mis putas narices. Era sábado y el John de entonces y su mujer solían dormir hasta el mediodía. Seguramente estábamos puestos de crack y habíamos follado como locos así que Tanya se levantaría, comería unos cereales y saldría afuera para ver si encontraba a alguna amiga. Normalmente nadie del barrio andaba por la calle tan temprano un sábado, tan sólo los viejos y las abuelas que se levantan siempre con el sol, da igual el día. Una de ellas, la señora Williams que falleció este mismo año, dijo que la había visto jugando sola en la delantera de la casa. Nos contó también que un coche conducido por una mujer blanca rondaba por el barrio ese día. Se lo contamos a ese hijoputa de Smith, por supuesto y se rió en nuestra cara —apretó los dientes y los puños—. En nuestra puta cara, ¿saben?: "¿cómo va a venir una mujer blanca a secuestrar a la hija de un camello? En todo caso le haría un favor a la niña" —se pasó ambas manos por el pelo—. Ahí fue cuando perdí los estribos y el sheriff me encañonó con su pistola...

»Eso fue lo que pasó entonces y además de perder a mi hija tuve que pagar con tres años de cárcel mi carrera como traficante. Olisha, mi mujer tuvo que hacerse cargo de todo. Se quedó embarazada de los dos niños en los vis a vis y tuvo que salir adelante ella sola con la única ayuda del reverendo Rumsfell y su congregación. Él me consiguió este trabajo y que Dios lo bendiga eternamente por ello, porque es la única persona de este condado que se preocupó mínimamente por nosotros y que se preocupa por todos aquellos que quieran escuchar el mensaje de Jesucristo.

Estar ahí dentro más de cinco minutos era peor que una tortura medieval.

Era imposible estar allí dentro con el calor tan condesado durante tantas horas sin sufrir una insolación como poco, sintiendo la oleada árida aunque hubiera dejado huecos abiertos para que traspasara el aire. Hasta se quitó unos momentos la gorra para airearse con ella, desconociendo si había sido mejor el remedio que el problema.

Y aunque no se pudiera estar demasiado ahí, estaba claro que lo habían usado aunque fuera como escondite o trasladado. El símbolo parecía una especie de señal para reconocer los puntos a usar, como el dejar un calcetín en el pomo de la puerta para que no entrara nadie. ¿Y si los símbolos son puntos de anclaje? Dos embarcaciones con dos símbolos donde habían encontrado evidencias, uniendo el caso de Ben con la de desapariciones. Por supuesto ya había descartado que fuera algo para llamar la atención o darle protagonismo a los suyos, Ben había sido realmente secuestrado.

Llamaré a mi equipo para que recaben pruebas.- Había unido en esa ecuación también al FBI, contando con que no rechazarían ayudar. Eso sí, la petición iría con su nombre impreso en el informe.- Habrá que custodiar esta zona para que no contaminen la escena.- Señaló a la parte que le interesaba, el embarcadero, aunque también incluía a las pisadas adultas.

Mientras salía del calor infernal de la embarcación se apresuró a hacer de nuevo una foto donde se viera mejor el símbolo para mandársela por mensaje tanto a Scott y Adele, queriendo resumir sus progresos con la investigación.

Bayou

Se acercó al sheriff, todavía abanicándose con la gorra para intentar aliviar un poco el calor.

Hablar con McKnight y su mujer nos ayudará a la investigación, pero no me escuchará.- Miró directamente a Smith. Dudaba que él tuviera aprecio por el hombre de negocios, pero le escucharía antes que a los rangers o el FBI. Ya lo había comprobado nada más desaparecer el crío. Aun así Moira suspiró, no gustándole pedir un “favor” a los hombres que tenía delante, sobre todo teniendo en cuenta que su negativa sería más grande que su ego.- ¿Podrías convencerle de que hable con nosotros? Cuanto menos tiempo perdamos, antes encontraremos a Ben. Además, no quiero presentarme con una orden de registro en casa de unos padres cuyo hijo ha desaparecido porque no quieren cooperar.- Y aun así lo haría sin dudar si la obligaban a ello.

 Jordan notó el cambio en la actitud de John, quien sintió que la simpatía de los detectives eran tan vasta como el agua en el desierto. Aún así, el hombre hablaba y hablaba tendido. Había bastante información en su relato que hasta el momento no había visto en los informes. En especial la aparición de aquel personaje misterioso: la conductora blanca. Jordan no quería enunciar un hallazgo (porque bien podría ser solo una persona en el momento equivocado en el lugar equivocado), pero aquello podía ser importante en el futuro.

 El detective intentó simpatizar con la situación que le había tocado a John. El destrato de las autoridades era evidente, pero quizá allí hubiese otro elemento a indagar.

- Una mujer blanca. Hmm... entiendo porque se enojaron contigo... es más fácil decir que fue un "ajuste de cuentas" o un caso de violencia doméstica. Esas eran las teorías más populares, pero no veo nada en el expediente que les de entidad. Aunque tampoco veo nada sobre una mujer blanca... ¿Lewis?