Partida Rol por web

-Rumsfeld no dudó en revelarme que Taylor tenía cáncer, como si fuera una cotilla de la América profunda -dijo Bennet, haciendo memoria sobre la conversación que había tenido con el inquietante reverendo-. No sé hasta qué punto revelaría la enfermedad del sheriff siendo su aliado, aunque es evidente que Taylor no es el hombre santo que en un primer momento pudiéramos pensar. Al fin y al cabo, sabemos que alguien de su comisaría vinculó a Matteis con las desapariciones de los menores, y ya vimos por los comentarios del sheriff Taylor que detestaba al profesor, incluso cuando le demostramos que no tenía nada que ver con los abusos a Rose Bamford. Hay demasiados errores, demasiados lapsus y meteduras de pata en sus acciones, y tanto los Tillman como los O'Hara constatan que Taylor les visitó tras las desapariciones de los niños, pero no hace avance alguno en la investigación. En cierto modo, no deja de ser lo mismo que hace Rumsfeld.

Lo que Moira proponía puso pensativa a Adele, a la vez que sentía cierta amargura en la boca. Al empezar aquel caso prácticamente había prometido al sheriff Taylor que haría lo necesario para que su nombre no quedara mal parado al acabar con todo, si resultaba que estaba más involucrado de lo que consideraban en un principio podría terminar teniendo que faltar a su palabra, algo que la agente poco o nunca había tenido que hacer.

-Ahora todo lo que hacemos es hacer conjeturas, pero puede que hayas dado con algo agente Greenwrim. Bien, aprovecharé ese dato para entrevistarme con Taylor y ver si puedo hacer que cuente más de lo que ha dicho hasta el momento.- No le gustaba la sensación de no poder contar con aliados en ningún frente. Sorprendentemente, eran los dueños del Excelsior quienes más les estaban brindando apoyo en aquella situación.

-Bennet, diría qu vayamos saliendo ya si queremos aprovechar lo que queda del día. Agente DeFuss, este es mi número, es de vital importancia mantenernos en contacto. Y cuide bien su espalda.- No podía forjar con alguien que apenas conocía hacía unas horas un lazo como el que había tenido con Max, pero que la partiera un rayo si perdía dos compañeros en 48 horas de diferencia.

Llamar localidad al puñado de casas dispersas que conformaban Karnack era toda una proeza burocrática digna de una gran nación como los Estados Unidos de América. Lewis y Bennet tuvieron que dar varias vueltas hasta encontrar la casa de Eloise Smith. No era muy difícil perderse por allí debido a la falta de indicaciones; pero de algún modo u otro uno siempre terminaba por toparse con los antiguos límites de la gigantesca fábrica de municiones Longhorn y desde allí podía reconducirse de nuevo hacia el oeste, hasta dar con la dirección que buscaba.

Eloise Smith malvivía en otra de aquellas omnipresentes casas-tráiler, casi idéntica a la de los O'Hara; como si existiera alguna ley que determinara el nivel de desorden, suciedad, decadencia y tristeza asignados una familia pobre del condado de Harrison. Estaban al norte de Karnack, cerca del Parque Estatal del Lago Caddo, no muy alejada de la carretera que llevaba a Uncertain.

Scott Bennet picó la puerta y una voz anciana y débil le invitó a entrar. Sentada en una mesa, mirando por la ventana desde donde con seguridad había visto llegar al agente y alejarse el coche con su compañera, se encontraba Eloise Smith, la abuela de la pequeña Ellenore.

La agente Lewis se cercioró de que el sargento Bennet llamaba a la puerta y entraba antes de mover el coche de regreso a la carretera y poner rumbo a Marshall. Su cabeza no podía alejarse de lo que le había sucedido a Max: aquel accidente que no tenía pinta de serlo, pero que la maldita botella que su compañero había decidido cortejar precisamente aquel día convertía en un caso cerrado y en un "tapa bien esto antes de que su olor llegue a Quantico y terminemos todos en la puta calle poniendo multas".

El sheriff Taylor, al que esperaba poder encontrar en su oficina a pesar del día y de la hora, le había advertido que después de que finalizara el caso nada volvería a ser lo mismo. Adele no estaba completamente segura del significado de sus palabras aunque, por el momento, llevaba razón.

El viejo jefe de policía la esperaba en la oficina. No había nadie más con él y ese parecía ser su estado natural: estar siempre solo a pesar de contar con más gente que el propio Smith. El dolor debía de haberle dado un repaso hacía poco, porque tenía el rostro pálido, los ojos cerrados y los labios apretados. Cuando oyó acercarse a la agente del FBI se incorporó tan rápido como pudo, más o menos a la velocidad de un caracol semicongelado.

—Buenas noches agente Lewis —la saludó con su característica sonrisa triste—. ¿Cómo va todo por el condado de Marion? Espero que ese cabrón de Smith no les esté haciendo la vida demasiado difícil...

DeFuss y Greenwrim estaban a punto de salir del hotel cuando llegaron los dos primeros agentes enviados desde el cuartel general de Nueva Orleáns. Olían bien, a ducha reciente, a cena tranquila en algún burger de la interestatal y a ropa sin sudar. Nada de todo aquello duraría más allá de una hora en aquel maldito bochorno nocturno. Se entretuvieron con ellos un buen rato, poniéndoles al día de las últimas novedades y designándoles algunos nombres de familias a la que podían contactar.

Cuando finalmente los dejaron enfrascados con papeles y llamadas telefónicas y salieron a la recepción, la señora Watson, la propietaria del hotel les llamó al mostrador.

—Disculpen que les interrumpa, sé que están ocupados pero quería comentarles algo que seguro les interesa —hizo una pausa para asegurarse de que ambos le prestaban atención—. Verá, agente Greenwrim, hace poco me ha llamado Sandrá Dupré, la bibliotecaria, la conoce, ¿no?, la chica con la que usted habló, que por cierto es la hermana de Simon Dupré, el apuesto joven del concesionario de vehículos que alquiló el 4x4 en el que falleció... bueno, ustedes me entienden... El caso es que Sandra se sentía culpable porque había sido un poco cortante con usted cuando le preguntó por la Bruja del Árbol —esperó un segundo para comprobar que Moira la estuviera siguiendo—. Es un personaje conocido en ambos condados. Hay gente que va a consultarle porque dicen que es una vidente excepcional. Personalmente considero que todas esas cosas no son más que paparruchas, pero si ustedes quieren contactar con ella van a necesitar a alguien que conozca bien el pantano, porque es allí donde vive esa señora y no hay más forma de llegar que en barca.

»Yo les recomiendo que busquen a Dutch Redbear en Uncertain, dicen que no hay mejor guía que él y que conoce el bayou como la palma de su mano.

Ver a los agentes que habían enviado le pareció cómico. No por sus identidades, la cual evidentemente desconocía, sino los impolutos que parecían antes de meterse en el fango. Ni siquiera ella, que se había duchado apenas unos minutos y todavía mantenía el cabello un poco húmedo se sentía completamente limpia, sabiendo que no tardaría en sudar. Ahora entiendo por qué se reían de nosotros al llegar. Les indicó lo necesario y, sobre todo, la zona exacta donde debían buscar con un recorrido aproximado, pidiendo también un exhaustivo control de la gente que pasaba por ahí. Si los secuestradores volvían, aunque fuera para olisquear, quería saberlo al segundo.

Acostumbrada a esa vena maternal que había adquirido hace un par de años, y tras un par de “no os olvidéis de mirar esto”, “cuidado con estropear la escena” o “que no me entere que dejáis el lugar”, adjudicándose tal vez demasiado poder aunque no perteneciera al FBI, estaba preparada para buscar a la bruja del árbol aunque con el teléfono siempre al lado por si la llamaban.

Ni siquiera compartió palabra con DeFuss cuando tenían la intención de salir al exterior hasta que Watson la detuvo. Al principio creyó que la mujer tendría simplemente curiosidad y querría compartir un cotilleo local, pero teniendo en cuenta que fue ella quien le avisó de la desaparición de Ben le concedió el beneficio de la duda.

Sí, recuerdo a la chica.- En realidad no recordaba el nombre de la bibliotecaria y por supuesto no había caído en que era familia del joven del confesionario, no dándole más importancia. Igualmente a medida que hablaba la miró con acreciente atención, asintiendo en cada parón para darle a saber que, hasta ese momento, seguía el hilo de conversación.

Más allá de tener información importante, le sorprendió en sobremanera que una búsqueda al principio tan inocente, como era saber quién era la Bruja del Árbol, llegara a oídos de la señora Watson. Por descontado eso significaría que ya estaría medio condado al tanto de su siguiente movimiento.

Dutch Redbear.- Igualmente repitió el nombre, asegurándose de que lo había entendido, antes de dirigir una significativa mirada a DeFuss de no hablar en demasía.- ¿Sabe dónde podemos encontrarle exactamente? – Uncertain era un lugar grande y prefería tener una dirección exacta o un número de contacto.

-Buenas noches -saludó Bennet amablemente a la señora Smith, cuando esta le invitó a entrar en la vivienda-. Soy el agente Scott Bennet, de los rangers -le mostró su identificación a la mujer y se aproximó hasta la mesa donde la abuela de Ellenore Smith se encontraba-. Me gustaría hacerle unas preguntas con relación a la desaparición de su nieta y su hija. Puede que ya lo haya escuchado, pero ha habido algunos avances con respecto a la desaparición de los niños.

El ranger se llevó entonces una mano al bolsillo de la chaqueta y sacó de ella una pequeña grabadora, mostrándosela a la señora Smith.

-¿Me permite que grabe toda la conversación? -le preguntó a la mujer, de forma educada. Independientemente de lo que ella le respondiera, Bennet pondría la cinta a grabar, siendo la única diferencia que, si la anciana se lo permitía, depositaría la grabadora sobre la mesa, a media distancia entre ambos.

—No suele anunciarse en las páginas amarillas pero si preguntan en Uncertain seguro que le saben indicar —respondió amablemente la señora Watson—. Es un tipo algo hosco y un poco maleducado, pero no hay mejor guía que él en la región. Dígales que yo les envío; no les servirá para obtener ningún descuento en las tarifas —bromeó—, pero con el carácter que gasta es mejor que vayan de parte de alguien local. 

Mientras hablaban con la señora Watson los agentes del FBI recién llegados saludaron al trío y salieron del hotel rumbo al lugar que les había indicado la sargento Greenwrim. Era difícil adivinar la reacción de Bush y de Smith cuando vieran llegar a aquellos dos enchaquetados, pero cualquier cosa era mejor que dejar la escena del crimen sin atender.

Eloise Smith parecía un poco confundida por las palabras del ranger de Texas, pero al escuchar mencionar a su hija y a su nieta, frotó sus manos nerviosas y le invitó a sentarse.

—¿Qué avances? Cuénteme por favor. Ha pasado más de un año y no sé nada de Nora ni de mi nieta. ¿Las han encontrado? ¿Están bien? —se detuvo un momento como si hubiera olvidado algo—. Oh, perdone mi falta de modales... ¿Quiere tomar algo? Es algo tarde y no suelo tener cerveza en casa, ya no, pero creo que me queda algo de Pepsi en la nevera...

La anciana comenzó a moverse con una desesperante parsimonia en dirección a la cocina abierta a aquel salón desordenado y un poco maloliente. Se iba apoyando en todo el mobiliario que encontraba en su camino para ayudarse a avanzar. Bennet se fijó en que había una silla de ruedas plegada junto a la pared del fondo; un trasto inútil en aquella caravana sin rampa de acceso. No había bastones ni andadores cerca y el aire acondicionado, por el aspecto del aparato, debió haber dejado de funcionar hacía bastantes años. Se preguntó cómo sería el día a día de aquella pobre mujer y cuánto tardarían en encontrarla si falleciera allí dentro.

 Los agentes finalmente se dividieron, yéndose Lewis y Bennet por un lado y Greenwrim y DeFuss por el otro. Justo antes de partir, recibieron la llegada de los dos primeros agentes mandados del FBI. Jordan dejó que Moira fuera la que diera todas las indicaciones, manteniéndose parado al lado de ella con los brazos cruzados. Mirando fijamente a los dos recién llegados. Solo había pasado un día, y ya añoraba aquella sensación de desconocimiento del calor y de la ignorancia pueblerina.

 Cuando los dos chicos estaban a punto de irse a trabajar, Jordan cruzó la mirada con ellos y solo le dijo una única palabra. Cambiando su seriedad amarga por una expresión un poco más apasible.

- Suerte.

 Fue durante ese momento en el cual la propietaria del Excelsior Hotel, Sue, les pidió que se acercaran para darles algo de información sobre todo el asunto de la Bruja. Realmente parecía algo jugoso, aunque Jordan debía confiar en la intuición y la expericnia de su compañera para saber si lo que le estaban diciendo tenía algún valor adicional. Había que ir al pantano, y la persona que los podía guiar estaba en Uncertain. Los asentamientos de aquella zona tenían los nombres más bonitos...

- Suena como un plan... vamos.

No tenían una dirección exacta y, aunque en el lugar parecían conocerle, la experiencia en ese lugar le hizo saber que era mejor tener muchas horas por delante. Sin embargo al mirar al exterior y la oscuridad que se extendía por las calles era evidente que tardarían más de lo necesario. No podemos ir hoy.

Gracias por su ayuda, señora Watson.- Con un golpe de cabeza indicó a DeFuss que se marcharan, aunque no fue hasta que estuvieron en el exterior del hotel, lejos de la mirada de la dueña, que volvió a hablar con voz más baja.- Tendremos que dejar la visita para mañana a primera hora.- Miró al exterior, oteando lo que había.- Sin embargo tenemos cosas que hacer aquí que puede llevarnos un rato, lo suficiente antes de que sea demasiado tarde.- Volvió a alzar la mirada al cielo antes de bajarla.- ¿Tienes hambre?

Preguntó antes de buscar el restaurante donde trabajaba la madre de Carlos Díaz, esperando encontrarla de nuevo.

Bennet observó las condiciones en las que vivía la anciana señora Smith y no pudo evitar que una mueca de amarga tristeza se reflejase en su cara. Pese a ello, colocó la grabadora sobre la mesa, dado que la mujer no parecía ser contraria a que la usase.

-Una Pepsi estará bien, señora Smith -declaró el ranger, forzando una sonrisa. El hombre no pensaba tomar nada, pero viendo que la mujer ya se había incorporado prefirió no ganarle que le sirviera un refresco.

Bennet aguardó a que la mujer le sirviera la Pepsi y volviera a sentarse antes de ponerle al día de lo que sabían. No sabía cómo iba a reaccionar la anciana, por lo que tenía que intentar ser todo lo suave que pudiera.

-Encontraron los restos de una de las niñas desaparecidas, Theresa O'Hara, y también varios embarcaderos en el bayou desde los que se llevaban a los chiquillos -le reveló Bennet a la anciana, cuidando bien sus palabras-. Puede que su hija y su nieta aún estén vivas -mintió, adrede, sabiendo que la mujer estaría guardando la esperanza-, aunque es difícil de saber. También han secuestrado a un niño hace unos días, el hijo de los McKnight -Pulsó el botón de grabación de la grabadora para empezar a grabar-. Señora Smith, ¿sabe si su hija conocía o tenía algún tipo de relación con Tim Mortimer?

El Aunt Skinner's no parecía muy animado el lunes por la noche. Los policías habían calculado que muchos de los voluntarios de las batidas regresarían a tomar algo allí, igual que habían hecho la noche anterior, pero por algún motivo no había sido así. Dentro del local solamente estaban un par de camareras rubias y un grupo de cinco lugareños sentados en una mesa repleta de botellines de cerveza vacíos. Eran tres hombres y dos mujeres, todos rondaban la treintena, blancos y con algunas banderas confederadas en gorras y chaquetas sin mangas.

Los cinco dedicaron largas miradas a la ranger y al agente del FBI. De aquellas que no ocultaban ira ni desprecio. Moira se dio cuenta de que la mayoría iban dirigidas a DeFuss, pero también había para ella, especialmente por parte de un tipo calvo con coleta y bigotes a lo Custer. Aunque no armaban especialmente ruido, cesaron la charla animada que mantenían entre ellos.

Eloise asintió varias veces con la cabeza ante la información que le daba el sargento de los Rangers. Abrió el frigorífico y extrajo de él una botella de Pepsicola bastante mediada. Con trabajo la llevó hasta la encimera, apartando platos sucios y algunas cajas vacías de comida congelada. Buscó un vaso en la alacena, comprobó que estaba limpio al trasluz y vertió en él el líquido oscuro.

—Verá, señor agente, mi hija Nora no es ninguna santa. Sé muy bien a lo que se dedicaba cuando no tenía un chavo y había que comprar pañales y leche para la pequeña Ellie —comenzó a hablar la anciana cuando estaba arrastrando sus pies todavía a medio camino entre la cocina y la mesa. Colocó ante Bennet un vaso repleto de refresco que, por las pocas burbujas que hacía, debía llevar abierto un tiempo; aunque tenía pinta de estar frío.

—En alguna ocasión se acercó a los bungalows del lago, no recuerdo bien si al establecimiento del señor Mortimer o a algún otro; pero siempre la echaban de allí con cajas destempladas. Tim Mortimer..., sí, ahora recuerdo, estoy segura de que era él y no otro, la amenazó varias veces con llamar al sheriff Taylor; pero mi hija se reía de él y siempre regresaba buscando algún turista solitario. Decía que era más seguro que ir a los bares de camioneros y que las propinas eran mejores.

Scott se percató de que la anciana se había sentado en la misma posición de antes y que miraba de nuevo por la ventana, con la esperanzá quizás de que su hija y su nieta fueran a aparecer en cualquier momento.

 Al salir, la ranger sugirió que cambiaran de plan y dejaran el viaje al pantano para el próximo día, enfocándose ahora en otras cosas cerca en el pueblo. Jordan simplemente acató al decisión, no conociendo demasiado sobre el bayou o sobre Uncertain para decir si aquello era una decisión necesaria o no. Levantó los hombros como diciendo "vale, como digas".

- Mmm... tiene razón. Adentrarse en el bayou a estar horas... sabiendo que puede haber locos sueltos por la zona... no es lo indicado. Si, tengo hambre. Busquemos algún lugar para comer. Preferentemente, uno que sirva un buen café.

 Jordan no sabía que en el restaurante al que iban, estaría la persona de la cual Moira esperaba conseguir información.

El hecho de entrar en un lugar y que se les quedaran todos mirando parecía ser una tradición, sobre todo el rudo silencio que se extendía después, como si esperaran a que ellos hicieran el primer movimiento. Moira dibujó una sardónica sonrisa en sus labios mientras echaba una rápida mirada a DeFuss.

Bienvenido a Texas.- Había un poco de ironía en su voz, o más bien la costumbre de llevar viviendo esas reacciones desde que llegaron, imaginándose que sería extraño para el hombre del FBI.

En todo caso, e importándole lo más mínimo, se aventuró al interior del local echando un rápido vistazo al local y, sobre todo, a las camareras que parecían trabajar en el turno nocturno mientras caminaba hacia una de las mesas libres. No parece estar. Si recordaba la breve conversación que tuvo con ella, la mujer le dijo que trabajaba por el día en el restaurante y los fines de semana en un bar a las afueras del condado. Habían llegado tarde pero con suerte obtendrían algo.

Aquí mismo.- Se sentó en una mesa apartada en la que poder conversar tranquilamente si así lo necesitaban, aunque con su visión orientada a la puerta para controlar quién entraba y salía.- En este restaurante trabaja Yolanda Díaz.- Se acomodó en el asiento y cruzó las piernas antes de apoyar las manos en la mesa.- ¿Sabes quién es? – Era una pequeña prueba para DeFuss, queriendo saber el nivel de implicación y estudio que había dedicado al caso.

No le gustaba trabajar con inútiles.

 Al entrar al lugar se pudo detectar rápidamente en el ambiente un cambio. Las miradas puestas en ambos agentes, aunque Jordan suponía que la mayoría residían sobre su cabeza. Con su imperturbable expresión seca, devolvió las mismas miradas a todos los que le miraban. Quizá había alguna cara digna de recordar en aquel lugar. O quizá no, Jordan solo quería tomar un café.

- Descuida, no es mi primer rodeo... el juez Corman ya me mostró la hospitalidad usual aquí.

 Avanzaron hacia una de las mesas y se senatron. Justo cuando Jordan estaba buscando a alguna camarera para pedir el menú y buscar la hamburguesa más suculenta, Moira le asalta con una pregunta sobre el caso. Jordan levanta las cejas, resopla y se dispone a contestar, mientras golpeteaba sus dedos contra la mesa.

- El nombre Yolanda no me suena... pero Diaz es el apellido del chico involucrado en el caso Johnson. Entonces... supongo que estás hablando de su madre, ¿verdad? Hay que anotar todos los nombres en el expediente.

 Apenas una camarera lo viera, Jordan levantaría su mano para llamarla. Luego del gesto, gira su cabeza para mirar a la ranger. Ella quería testearlo, y no había problemas en ello... pero él también tenía sus propias preguntas.

- He notado que todavía falta hablar con bastantes padres de los niños desaparecidos... especialmente de los niños negros y latinos. Hoy Lewis y yo fuímos a hablar con John Washington... ¿le han hecho una entrevista correspondiente a Yolanda Diaz?

Asintió cuando respondió correctamente conforme a la identidad de “Yolanda Díaz”, aunque le molestó cuando mencionó lo de apuntar el nombre del expediente. Sabía que debió hacerlo y tenía razones más que suficientes de haberlo omitido, pero no saldrían jamás de sus labios al considerarlo una pequeña debilidad.

No he tenido el placer de toparme todavía con el Juez Corman, pero por experiencia diría que su “hospitalidad” es la misma que muestran casi todas las personas con un mínimo de poder de este lugar.- Usó el mismo término que había tomado DeFuss para que pudiera entenderla, aunque acentuó sus palabras echando un rápido vistazo al interior del local para señalar el silencio y las miradas hacia ellos.- Imagino que el expediente que habrá leído es el que estuve redactando yo y enviaba cada noche tanto a mis superiores como a los suyos, ¿correcto? – Se refería al informe general con todos los datos ya que creía ser la única que se quedaba hasta tarde redactando las novedades para enviársela a sus jefes, aunque justamente faltaba lo relacionado con la noche anterior y la que estaban.- Cuando llegamos sólo habían seis desaparecidos y apenas un par de datos, algunos de ellos erróneos.

Se incorporó en los asientos, apoyando la espalda en el respaldo mientras cruzaba los brazos, esperando a que llegara la camarera.

Así que respondiendo a su pregunta no, no he podido hablar con Yolanda, pero por eso estamos aquí.- Volvió a mirar al interior del local, esta vez fijándose de nuevo en las camareras para cerciorarse si la mujer estaba ahí.- Como ve, hay mucho trabajo por delante.

 Jordan asintía con la cabeza mientras la ranger hablaba. Estuvo a punto de esbozar una sonrisa cuando se dio cuenta de que Moira estaba molesta por lo del nombre, pero se detuvo a si mismo. No había que ser petulante, más aún con una persona con la que tenía que trabajar. Se cruzo de brazos mientras esperaba el menú.

- El poder no le sienta bien a nadie, realmente... o a muy pocas personas. Si, he estado leyendo su expediente. Es el más completo y el más fácil de leer. Eres buena, Greenwrim.

 Aquel cumplido lo dijo no mirando a su colega, sino con la vista fija en la ventana que daba a la noche oscura del exterior. No había notado hasta el momento que linda se veía la noche fuera de la ciudad. Tantas estrellas que no se veían desde su casa y ahora se revelaban en completo resplendor.

- Hace muchos años que vivo en una ciudad. Ya no me acordaba de lo que es el silencio de un restaurante al lado de la carretera... como sea. Entonces debemos entrevistar sin parar de ahora en adelante, ¿no? Las testimonios de los padres nos permitiran crear un perfil de los implicados. Así como paso con el padre Rumsfeld que esta relacionado a algunos padres, y aquella mujer blanca de la camioneta de la que habló John Washington. Mientras más se repitan esos nombres entre los padres de las víctimas, más cerca estaremos de tener un caso contra ellos.

Bennet escuchó las palabras de la anciana. A juzgar por lo que decía, su hija Nora parecía haber sido molesta para Tim Mortimer. Tal vez tan molesta que habían decidido eliminarla para evitarse problemas. O bien Mortimer había aprovechado la situación para librarse de la prostituta por inquina debido a la mala relación que parecían tener.

-Parece que su hija y Tim Mortimer se conocían bien... -declaró el ranger, pensativo-. ¿Qué hay del reverendo Rumsfeld? ¿Solían tratar usted o su hija Nora con él? Tengo entendido que ha ayudado a muchas personas a lo largo del condado -Bennet trataba de tantear el terreno sobre Rumsfeld. La relación de Mortimer con Nora Smith tal vez fuera suficiente para buscar un móvil por el que ella y su hija habían sido escogidas, aunque quería asegurarse de si conocían también a Rumsfeld.

El ranger no había pasado por alto que la Pepsi tenía demasiadas burbujas, como si llevase mucho tiempo abierta. Dudaba mucho que la anciana bebiese ese tipo de refresco tan azucarado, lo que le hizo plantearse otras dudas.

—No me suena el nombre de ese reverendo —respondió Eloise—. Si le digo la verdad nunca he sido muy religiosa y mucho menos de ir a misa. Mis padres nos obligaban a mis hermanos y a mí y en la iglesia me aburría siempre como una ostra... ¿Qué es lo otro que me ha preguntado? Ah sí. Si se refiere a si mi hija tenía algún tipo de relación personal con Tim Mortimer le puedo asegurar que no —con la charla la señora Smith parecía ir despertando poco a poco de su letargo—. Ese tipo es bastante mojigato a pesar de que fue un buen prenda de joven. Luego abrió su negocio, estuvo a punto de perderlo pero al final lo sacó adelante. Entiendo que no quiera a gente como mi hija rondando por sus bungalows; no puedo culparle de comportarse como una persona decente —la anciana miró la bebida que el agente de la Ley no había tocado aún—. ¿No le gusta? ¿Quiere otra cosa? ¿Agua? ¿Un bourbon? Creo que tengo una botella guardada en algún sitio.