Partida Rol por web

Turno 113

- Mañana llegaremos al Nen Hithoel, hoy no podemos seguir - dijo el capitán mientras Agranil y Larrid asentían dándole la razón. - Acamparemos junto a la orilla, no nos alejaremos del barco. - dijo señalando a sus hombres donde debían montar las tiendas, un total de seis. Las comenzaron a disponer en circulo, alrededor del lugar donde harían un fuego.

Turno 113

- Busquemos algo de leña - dijo al grupo, sin mirar a nadie en particular - Y alguno podría dar una pequeña vuelta para reconocer el terreno, aunque no creo que haya peligro, es mejor habituarse a ello - declaro Larrid - Haremos guardias, de a dos, elegid compañero - sopesaba al grupo - Tres turnos, uno descansara toda la noche e ira cambiando cada dia - Organizaba las guardias, e incluso los descansos. Parecía que se incluía a la hora de hacerlas.

Turno 113

El bote no era un buen transporte para los caballos, y sin bajarlos, habría que darles algo de forraje, hacerlos levantar, ya que malo mucho tiempo tumbado para ellos y limpiar lo que ... la naturaleza les pide. Se acercó a Agranil y le comentó: - Señor, barquear las monturas es un problema, así que si se les trae el forraje necesario entre los que bajen a tierra... Sonaba como si fuera una gran nave e hiciera un mes que no habían pisado tierra...yo quedo a bordo para pasarlos, moverlos y limpiar. Dio un espacio a sus palabras, y añadió: - Si Captarión y usted da su permiso. Alguien tenía que quedar con las monturas, y Fragulf solía hacerse cargo, habitualmente, de cuidarlas. Era su responsabilidad; o al menos así lo sentía él.

Turno 113

Los rápidos se sucedieron en él último tramo del río que navegaron, y la suerte hizo que el enano estuviera bien sujeto al mástil y no se cayera, aunque a punto estuvo cunado la gabarra chocó contra una piedra de forma lateral. El bajo punto de gravedad, unido a la corpulencia del guerrero y su fuerte sujeción hicieron que solo diera un traspiés, pero sin ningún percance para su integridad física.

Cuando por fin el día fue cayendo, escuchó como el capitán Captarion dijo que debían atracar pues no podían seguir. Gwalin sonrió y por fin pudo alejarse del mástil que había sido uno más en su ser durante todo el trayecto por el río.

-¡Así me gusta! volvemos a tierra.

Cogiendo sus pertenencias el veterano guerrero fue uno de los primeros en bajar y tocar tierra con sus pies. Al hacerlo se sintió aliviado y agradecido. Tanto que entonó una plegaria a Aullë.

-Oh, Mahal, padre de todos notros, ya estoy aquí de nuevo, contento por nuestro reencuentro -tras esto se arrodilló y posó la frente sobre la tierra.

Luego dejó las cosas al lado donde pensaban hacer el fuego, se puso su cota de malla, brazales, grebas y casco; cogió su hacha y su escudo y miró a los demás.

-Bien, es nuestro turno. Hay que asegurar el perímetro. Necesito tres personas que se presten para echar un vistazo, por lo menos dos que sean duchas en conocer huellas y en tirar con el arco. Luego nos separaremos por parejas, una irá rió abajo y luego subirá y la otra pareja irá río arriba y luego subiré haciendo y un arco y así nos encontraremos en lo alto. 

Turno 113

El último tramo antes de que el capitán decidiera atracar para pasar la noche fue el más movido si tenían en cuenta todos los que terminaron de bruces sobre la cubierta o agarrados como podían a toneles o fardos pesados. El animista hubiera querido ayudar a aquellos que sufrieron, en apariencia, las caídas más aparatosas pero desistió ante la violencia de los movimientos de la embarcación.

Finalmente, cuando dejaron atrás aquella sección del Anduin y desembarcaron, Grimbeorn se ofreció para examinar a sus compañeros en busca de heridas o golpes serios. Sin embargo, no había tenido tiempo siquiera para empezar cuando Gwalin, radicalmente distinto al enano que había pasado gran parte del viaje abrazado al mastil, sugirió enviar exploradores río arriba y abajo para que batieran la zona.

- Creo que sería más conveniente aprovechar lo que queda de luz para buscar leña seca y, quizás, algo de caza o unas bayas y raices para la cena. Además de establecer unas guardias para esta noche. - Al norteño le pareció oportuno conservar la comida conservada para más adelante, en su expedición, y usar lo que la naturaleza dispusiera en aquel alto que se veían obligados a hacer por la tardanza de su salida.

Turno 113

Tras aquél último y más agitado tramo de viaje de aquella jornada, incluso Leofred agradeció una pausa y descanso. Navegar era emocionante, pero no había nada como un suelo firme donde relajarse y disfrutar del simple pasar del tiempo. Aunque antes de poder descansar había algunas cosas que hacer, sobre todo encargarse del campamento.

- No queda mucho tiempo antes de que desaparezca el sol. Mejor vayamos deprisa. - Se abstuvo de decir algo a sus compañeros, aunque explorar el terreno en busca de huellas le parecía tan importante como apetitosa la perspectiva de alimentarse a base de raíces aquella noche. Por lo menos buscar madera tenía una utilidad clara. - Grimbeorn, me temo que soy un negado en estas lides, marcad el camino y os seguiré de cerca. -

- Yo haré la guardia con vos, Larrid, si no os es inconveniente. -

Turno 113

De un salto bajó a tierra el dunadan. Su felicidad se notaba en su rostro mostrando una amplia sonrisa. De todas formas el viaje no había sido lo que esperaba el joven montaraz pues estuvo a punto de caerse varias veces al agua y se había magullado en varios sitios por haberse golpeado contra el casco del barco.

Pero todo era una aventura para él y sobre todo un aprendizaje, con lo que estaba contento, contento de seguir con vida, de haber superado la prueba.

Yo iré a la exploración. No en vano soy un montaraz del norte, ducho en rastrear y en tirar con arco, maese Gwalin.

Ional se acercó al enano y se aprestó a equiparse con la su armadura de cuero endurecido y su arco y espada.

Turno 113

- No hay tiempo - dijo al enano - Apenas nos queda una hora, quizás menos de luz. Recojamos leña, y que dos parejas den una pequeña vuelta rio arriba, y rio abajo. - dijo autoritario - Nada de caza hoy, aunque quizás encuentre fresas silvestres en esta época del año, no diría que no a unas fresas - Le dijo a Grimbeorn.

- Leofred y Grimbeorn, al sur - dijo señalando - Gwalin e Ional, al norte - Se le veía acostumbrado a dar ordenes. - Vigilad, pero si veis buena leña, traedla, y si veis algún fresal, no dudéis en deleitarnos Grimbeorn - dijo algo mas jovial.

Turno 113

- Claro, puede pasar la noche a bordo si lo desea, pero le advierto que es posible que no descanse adecuadamente - quiso avisar a Freagulf - para alguien poco acostumbrado, el barco se mecerá en exceso a meced de la corriente, no quiero que le pille de sorpresa - dijo el capitán.

- Hay algo de forraje en la bodega, mis hombres lo ayudaran - dijo señalando a algunos marinos que sacaran un par de fardos. - Dos de ellos pasaran la noche en El Madero, y se turnaran para vigilar los anclas, no seria la primera vez que uno se suelta, mas aun con estas lluvias y el gran caudal que baja - dijo sin darle mayor importancia.

Turno 113

Gwalin asintió a las palabras de Larrid. Al escucharle se había dado cuenta de que él no era quien mandaba en la expedición. La costumbre había hecho que fuese él, el más veterano entre los que acompañaban a los mercaderes allá en Barukkizdin, quien decidiera cómo se debía de actuar, a pesar de que sus compañeros supieran en todo momento lo que hacer. Pero con ellos viajaba  Larrid, quien sin duda era más veterano que Gwalin en el combate. No en vano el enano hacía bastante que no había tenido una lucha digna de mención, como él solía decir, en la que estabas más cerca de morir que de vivir.

-Grrrrmmmmmm -gruño Gwalin al saber que le había tocado Ional por compañero-. Muchacho, espero que nos llevemos bien. Haz todo lo que te diga y no me contradigas o sabrás que es un enano enfadado, ¡¿Entendido?!.

-Grimbeorn, Leofred. Doscientos pasos pasos al sur y luego doscientos pasos al oeste*; para acabar con doscientos pasos al norte y ahí nos esperamos -le propuso a sus compañeros.- Si al acabarlos no estamos alguno de los grupos, esperaremos. Si no aparecemos en un rato, uno baja recto a buscar al resto y el otro los busca, ¿de acuerdo? -preguntó Gwalin, aunque para él era como si fuese el modo preciso de actuar.

-Bien, partimos -dijo cogiendo su escudo y echándoselo a la espalda-. Muchacho busca huellas humanoides, no te entretengas en cualquier otra. Ya has oído, no nos podemos entretener cazando.

Turno 113

Asintió ante los consejos del Señor Comandante del "Madero". Tenía razón, pero no podía dejar a los cuadrúpedos a solas. - Gracias, lo se. Lo se. Asintió con pena. Era un sacrificio necesario, pero, a pesar de ello, no se podía desatender. Además, entre dos, controlar la nave ya era un trabajo, más aún, tener que controlar a los bichos. Durante un instante miró al enano refunfuñón. - Joder como se pone de marimandón.

Tras sacudir la cabeza la cabeza, regresó la mirada a sus interlocutores. - Pero alguien tiene que cuidar de ellos.

Turno 113

- Ya habéis oído, maese Leofred. Contad pasos que yo buscaré leña. Y algo que llevarnos a la boca, si es posible. - Grimbeorn niveló su lanza y la apuntó hacia el sur. Pero, antes de iniciar la marcha, se detuvo un momento a sopesar la última sugerencia de Gwalin. - Separarnos en la oscuridad podría ser problemático. - No todos podían ver en la oscuridad, después de todo, y algunos incluso podían tener problemas para orientarse y encontrar el camino de vuelta en la espesura. Pero, a la vista de que el enano se preparó para marchar, al norteño sólo le quedó esperar que no surgieran imprevistos ni que tuvieran que separarse aun más.

Turno 113

A Edan le alegro escuchar que por fin iban a tomar tierra. La aventura por el río resulto ser mas problematica de lo que le hubiese gustado. Se habia pasado las últimas horas intentando no caerse en la gabarra y tenia las rodillas magulladas.
Cuando todos bajaron del madero buscó algo que hacer. Gwalin y Grimbeorn tuvieron una pequeña discusión sobre como aprovechar los escasos minutos de luz que nos quedaban, pero Larrid supo atajarla a tiempo y pronto la mayoría tuvo alguna tarea asignada.

Mientras el resto se fue a su pequeña excursión, el rohir se quedo en las inmediaciones ayudando con la instalación del campamento, después de todo, no era muy bueno siguiendo rastros y recoger bayas no se encontraba entre sus pasatiempos favoritos.
Buscaron un buen lugar para montar las tiendas y después, se dedicó a recoger madera para hacer una hoguera. Más tarde se tomaría su tiempo para encender un fuego.
En cuanto aquello estuvo terminado, peinó la zona en busca de un sitio apropiado para realizar las guardias. Un lugar desde el que poder vigilar sin ser vistos.

Tras un buen rato merodeando por los alrededores, dispuso sus cosas cerca de la hoguera y se sentó a esperar por los demás. Cuando llegaron al campamento se acercó a Grimbeorn para sopesar su disposición para ser su compañero de guardia. Después de todo era a quien mejor conocía de aquel peculiar grupo y pensó que no podría encontrar mejor compañero de vigilia.

RESOLUCION TURNO 113
Ronda
 

Leofred y Grimbeorn comenzaron a buscar huellas y rastros en los alrededores. No encontraban nada reseñable. Mientras el bardo ponía más atención en encontrar algo de leña, Grimbeorn se centró más en las huellas y en buscar las fresas mencionadas por Larrid. Ni uno ni otro, hallaron, ni vieron huellas que indicaran la proximidad de enemigo alguno.

Leofred sí que encontró un arbusto seco y un zarzal, y no dudo en partir sus pequeñas ramas para llevárselas. Grimbeorn dio con una pequeña mata escondida en la base de una piedra, con algunos frutos. La mayoría estaban verdes, inservibles, pero puso recoger un puñado de fresas que les podrían servir. No era mucho, pero poco más podrían conseguir en aquellas tierras.

Cuando llegaron al lugar acordado tuvieron que esperar un buen rato hasta que el enano e Ional aparecieron. Lo hicieron con las manos vacías, no habían encontrado nada. Ya juntos, se dirigieron hacia el campamento.

RESOLUCION TURNO 113
Ronda
 

Gwalin e Ional comenzaron a buscar huellas y rastros en los alrededores. No encontraban nada reseñable. El enano, demasiado precavido tal vez, caminaba despacio, tratando de no hacer ruido. Esto, aunque le daba tiempo a Ional a buscar mejor, ralentizaba en demasía el avance. Se dedicaron más a contar pasos y tratar de no equivocarse con la orientación, que a encontrar lo que buscaban. No dieron con ninguna fuente de leña útil, ni encontraron nada de comer. Lo único que consiguieron es que la luz del sol desapareciese y que el otro grupo lo tuviese que esperar por ellos.

Cuando llegaron con sus otros dos compañeros al lugar acordado, pudieron ver que ellos si que llevaban algo de leña y unas pocas fresas. Ya juntos, se dirigieron hacia el campamento.

RESOLUCION TURNO 113
 

En cuanto bajaron se organizaron para cubrir las necesidades más básicas. Una de ellas era montar un campamento, cosa que hicieron algunos de los marineros. Comenzaron por extender seis tiendas amplias, donde podrían dormir hasta dieciocho personas cómodamente. El resto estaría de guardia, bien en el barco, bien en el propio campamento.

Larrid comenzó disponer todo cuando el enano comenzó a dar órdenes. El soldado algo contrariado, no tardo en acallarlo educadamente, y con buenas palabras trato de que hiciesen lo el creía mejor para el grupo. Tomo parte de la idea del enano, de esa manera se contentaría en parte. Gwalin e Ional fueron al norte, mientras que Grimbeorn y Leofred lo hicieron hacia el sur. El naugrim no pudo evitar dar algunas enrevesadas pesquisas en las que intervenían la cuenta de un determinado número de pasos, y una orientación concreta para cada uno de ellos. Las dos parejas se alejaron según lo acordado.

Edan ayudo con las tiendas, y a preparar con algunas piedras un pequeño aro para albergar un fuego. Los esgarothianos y Captarion no hicieron mucho para ayudar, aunque Larrid sí que descargó las cosas del bote cuando llegaba a la orilla. Cuando las tiendas estuvieron montadas, se colocaron en su interior algunas lámparas de aceite, sacos de lana, e improvisaron unos cojines con algo de tela y forraje. En el barco, Freagulf se dedicó a limpiar lo que las bestias habían ensuciado, cambiar la paja en la que se habían tumbado, y darlos de comer.

Alrededor del campamento no había gran cosa. Se habían instalado en una zona plana, verde y húmeda, no muy lejos del agua. El terreno alrededor se elevaba levemente, lo que ocultaría el brillo del fuego de los ojos curiosos. Más allá de los montículos que los rodeaban, una vasta extensión de tierras yermas, colinas sin vegetación y salientes de afiladas rocas por doquier, se extendía hasta donde la luz del atardecer permitía. Edan tan solo pudo determinar uno de aquellos altos, como el mejor punto donde se podía vigilar la zona. Las rocas y el terreno cambiante ofrecían un escondite perfecto si alguien quisiera acercase sin ser visto.

Poca leña se pudo recoger desde el campamento, sin alejarse demasiado de la zona que consideraron segura, la que se podía ver desde el promontorio elegida por el rohir. Edan, con las tareas autoimpuestas realizadas, bajo a tierra para unirse a sus compañeros. Encendieron con algunas pequeñas ramas, y algo de yesca, una tímida fogata que no podrían mantener toda la noche si no encontraban más leña. Ni siquiera tenían suficiente para preparar algo decente para comer.

La luz bajaba rápidamente, y la noche se apoderaba del cielo. Apenas se veía ya nada ya cuando los cuatro rastreadores regresaron. Habían tardado mucho más de la cuenta, cosa que llegó a preocupar a Larrid y a otros miembros de la comitiva. Llegaron con apenas dos brazadas de leña menuda, de un zarzal y algún tipo de arbusto. No había nada más por aquellos lares. Larrid decidió usar la leña para mantener un pequeño fuego con el que calentarse, en lugar de echarlo todo para conseguir brasas y cocinar. Tendrían que conformarse con una cena fría aquella noche. Grimbeorn también pudo encontrar algunas fresas silvestres, aunque nada más que un puñado, era una época demasiado pronta para esas bayas.

Comieron bajo las estrellas, acariciados por el helado viento, algo de vino especiado, pan aun fresco, membrillo, carne ahumada y las pocas fresas que Grimbeorn pudo conseguir. Había mucho más, por supuesto, pero quisieron reservar los vivieres que pudiesen, y dejarlos para el viaje. Tenían suficiente con aquello.

Tras la cena, llego la hora de las guardias y de descansar. Larrid y Leofred harían la primera, el resto aún no se habían dedicado a escoger su compañero. Los marinos harían sus propias guardias a bordo de El Madero y por supuesto ni los esgarothianos, ni el capitán, se incluirían en ellas. Eso dejaba al resto para elegir una pareja que descansaría, y otras dos que se sumarian a los otros dos turnos de guardia.

Turno 114

Cuando por fin se encontraron los dos grupos el enano pudo ver que sus compañeros llevaban una brazada de leña fina y alguna fresa silvestre. En cambio ellos llevaban las manos vacías. Además, debido a la escrupulosa rectitud del enano, se movieron demasiado lento. No quería pasar por alto cualquier huella y los doscientos pasos fueron doscientos pasos exactos.

Al bajar hacia le campamento fue recogiendo la poca leña que encontró. Y tras dejarla al lado del fuego comenzó a quitarse la cota de mallas y las partes metálicas de la misma: grebas, brazales, gorjal y casco. Luego comió algo, y tras pepararse una pipa de tabaco, se pudo a limpiar sus armas con esmero.

-Bien, yo haré la segunda guardia. ¿Alguien se anima a hacerla conmigo? -preguntó a sus compañeros mientras continuaba co su limpieza y engrasado.

Turno 114

- Ya está otra vez. Pero que enano más remugón. Escuchaba otra vez sus gritos. Si lo que querían era vigilar, no había nada que hacer. Separarse del "discreto" naugrim y ver lo que sucedía. Atraería hasta las polillas hacia él. Empezaba a pensar que ese barbudo estaba intentando hacerse del jefe del grupo, cuando era ... poco más que un invitado ... más. - Ni si quiera yo, el más veterano ... me acerco a eso de ser jefe. Igual su humildad era mucha, pero no era tanta como la arrogancia del "amigo". Empezaba a preocuparle. Se dio unas vueltas por el barco, y comentó amablemente si les hacía falta una mano a los marineros. Incluso esperaba que cuando les trajeran la comida a ellos, le trajera también su ración. Tras estar un poco más tranquilo y manso, tras fondear, todo, se acercó a los caballos. Luego se acercó a los marineros otra vez. Tenía que pedirles unos pozales, para darles agua. También una soga, para atarlos y subir el agua desde el rio, ya llenos los cubos, y un cepillo, para darle a las tablas de los excrementos de los animales. Tenía trabajo. Además, si cumplía las bestias estarían mucho mejor, todo olería también mejor, y ... además el alto rohir se sentía más a gusto en el barco. Más seguro. Incluso, tal vez, pudiera dormir mejor o más que los demás. El rio mecía, y por otro lado, no tendría que atender a las guardias como el resto. Estaba mejor a bordo.

Turno 114

El regreso al campamento tras su batida no podía calificarse como triunfal exactamente. El animista sólo había sido capaz de reunir poca leña y menos bayas aun. El que el otro grupo regresase con las manos más vacias no fue un consuelo. Sin embargo, no había más remedio que aceptar lo que tenían si consideraba que aquel alto en el viaje no entraba en el plan original.

Una vez hubo apilado los suministros recogidos, el norteño escogió un lugar del campamento en el que acomodarse y dejó allí su escudo, yelmo, lanza, arco y flechas para que no le estorbasen mientras se ofrecía a ayudar a Larrid con la preparación de la cena. Ésta resultó ser bastante frugal, aunque no mucho más que las que Grimbeorn estaba acostumbrado. Sólo el viento fresco de la noche resultaba molesto, lejos del abrigo que suponían los árboles en aquella época del año. Por eso agradeció no haberse quitado el jubón de cuero y, sentado junto al fuego, se envolvió un poco en su capa. Las conversaciones no se prodigaron mucho, quizás porque la comitiva estaba decepcionada por aquella acampada lejos del punto deseado para la primera noche del viaje.

- Si no os supone un problema, maese Gwalin, no tengo inconveniente en presentarme voluntario. - Aunque no dió por descontado que otros compañeros de viaje también quisieran hacer esa guardia, por eso repasó con la mirada al resto para ver si alguien más demostraba interés.

Turno 114

Para cuando Edan se acerco a Grimbeorn, este ya se había ofrecido a realizar la guardia con el enano, de modo que se quedó un rato más a la expectativa, y al ver que nadie más lo hacía, él mismo se ofreció para hacer la última guardia. Yo mismo haré la restante con quién quiera acompañarme La noche era fria y el fuego no sobreviviría por mucho rato después de la cena, por lo que Edan se quedó todavía un rato al abrigo de la hoguera, antes de retirarse a su tienda. La cena había sido frugal, pero el Rohir estaba acostumbrado a la escased de comida y el banquete de la noche anterior era todavia reciente asi que no sintió que fuese insuficiente.