Partida Rol por web

Por alguna especie de milagro, imaginé que solicitado por la monja, aquellos monstruos alados solo nos hirieron superficialmente y aunque el profundo arañazo de mi costado dolía un huevo, al menos no era para nada mortal y no moriría desangrado, al menos de momento-¡AH, JODER! puto bicho del demonio-grité al caer a un lado cubriéndome el costado con una mano mientras intentaba ver como se encontraban los demás.

Estaba hecho una mierda, agotado, mojado, herido y hasta los cojones de correr y huir, pero aún seguíamos vivos y habría que seguir luchando para mantenernos respirando. Vi como el amarillo recibía lo suyo también, pero Carte volvía a ser lanzada contra el suelo de forma brutal cuando aún no se había recuperado de terminar casi ahogada. Mi intención era ir hacia su posición y volver a comprobar si respiraba, porque ya cada vez que le pasaba algo temía que fuera su último aire respirado, pero en ese instante el nuevo rugido retumbó en la zona e hizo acto de presencia aquel monstruo peludo, enfrentándose contra esos bichos con alas, lo que nos permitiría unos segundos de respiro, así que aprovecharia para intentar ayudar a Carter y ocultarnos donde fuese, arbustos, un árbol, cualquier cosa...

El gorila miró a su alrededor y de no ser porque os movisteis, no os hubiera visto. Pero los ruidos cerca de sus pies, entre los arbustos, acompañado de los gritos y vuestras conversaciones, fueron suficiente para atraer su atención. El simio miró hacia abajo... y vio a una insignificante criatura junto a otra, a Zenji tirando de Diana, pero también vio a otras dos criaturas que le llamaron la atención y ni corto ni perezoso, los ojos de Kong se centraron inmediatamente en llos

Sin darle tiempo a decir nada, cerró sus dedos alrededor de la cintura de Jack y Carter, agarrándolos juntos, apretando sin asfixiarles y los elevó hasta poder verlos mejor a la altura del rostro.

Poco o nada podía hacer ahora la hermana por el médico y la morenaza. Ella ya estuvo en una situación parecida antes. Dos veces si no recordaba mal. La primera pudo escurrirse entre los dedos del mono y la segunda salió volando en un avión de tripas putrefactas. Tan solo podía rezar para que aquel simio gigante soltara a sus compañeros de desventuras.

- Rezar... - Dijo con cierto desprecio. - ¿Desde cuándo ha servido para algo?

La monja estaba cabreada, muy cabreada. Salió de su escondite con los brazos en jarras y mirando con el ceño fruncido al enorme gorila. Entonces le apuntó con el dedo.

- ¡Será mejor, amiguito...! - Miró hacia su entrepierna. Igual era amiguita. - ¡Que sueltes a mis compañeros y nos dejes a todos marchar de aquí! ¿Me has entendido?

Entonces al comenzar a caminar decidida hacia el enorme rey de aquella isla resbaló y cayó rodando frente a sus pies quedando a merced del simio.

La valentía y la estupidez de aquel grupo de hombres y mujeres que por accidente y mala fortuna habían aterrizado en el mismísimo infierno no tenia parangón.

Y contra todo instinto de supervivencia la monja y la “cantante” hacían lo propio para intentar conseguir que el simio gigante cejara en su actitud.

Sextus se puso en pie como pudo y cojeo hasta ponerse al lado del monja.

A mí no me mataste, o no me mataras, no estoy seguro. Deja a esa pobre gente.

No era el alegato más intenso o mas sesudo de la historia de la humanidad, pero teniendo en cuenta que casi no podía tenerse en pie. Fue todo lo que pudo dar.

A Kong le molestaban esas pequeñas criaturas molestas, pequeñas y que no dejaban de emitir extraños sonidos y de moverse. Mientras apretaba con más fuerza a Jack y Carter, contrajo un músculo de la pierna dándole una patada a Sextus como quien no quiere la cosa, lanzándolo varios metros más lejos.

Después se giró hacia Diana e inclinó la cabeza mientras la escuchaba, ignorando a ese bicho negro que emitía ruiditos, la hermana Claire, que además estaba rodando por el suelo.

Había tenido suerte de caer rodando. Del ridículo no le libraba nadie, pero lo cierto era que el mono no tenía tantas manos ni tantas patas como para encargarse de todos. Tampoco parecía que el gorilón entendiera una puñeta de lo que le estaban diciendo. Y tampoco parecía que el mono estuviera muy interesado en ellos.

- Una retirada a tiempo es una victoria... - Se dijo a si misma.

Claire empezó a dar una serie de pasos cortos hacia atrás, sin dejar de mirar fijamente a los ojos de aquel ser. De pronto, la hermana empezó a difuminarse, confundiendo la vista del macaco. De una forma camaleónica acabó por fundirss con la maleza hasta que finalmente su figura desapareció por completo.

Finalmente, Kong decidió o pareció decidir que tenía dos buenas presas, así que se dio la vuelta y empezó a caminar, alejándose de vosotros. La Hermana Claire ya estaba oculta como un champiñón, así que por poco no la pisó con su dedo gordo, pero afortunadamente, lo único que hizo fue rasgarle la ropa con la uña.

Sextus aún estaba conmocionado por el touchdown, y Zenji no dejaba de mirar a Diana mientras cantaba y cantaba.

Pero mientras tanto, Jack y Carter seguían encerrados en aquella mano gigantesca que cada vez se alejaba más y más del grupo.

La voz de Diana era melodiosa y angelical, y no podía apartar su vista de sus tetas su rostro, escuchándola cantar. Había olvidado por unos instantes que estaban en peligro frente a una colosal criatura pero cuando se giró y empezó a andar con Carter y O'Brian entre sus manos, Zenji se encogió de hombros y solo pudo decir para sí mismo.

- Pues me parece que van a ser su merienda - Y a medida que el gorila se alejaba, se quedó pensativo en cual cdeberia ser el modo de actuar ahora. ¿Seguir aquella mole? Pero al ver a Sextus semi-inconsciente después de ser pateado, decidió acercarse a echarle una mano pese a ser un usurpador de mujeres. Con suerte se lo cargaría mientras Cintia reanimarlo. Eh, tú. Despierta! Bodegones varios de por medio. ¿Me oyes? No es tiempo de dormir! Mas bofetones y hasta un puñetazo disimulado que casi le desencaja la mandíbula. ¿Ya? ¿Estás vivo aún? Supongo que entiendes que no hay que usurpar a las chicas de otros, cierto? Tú quédate con la vieja de allí... Se acaba de quitar la ropa, aprovecha! Y terminó por zarandeado un  par de veces más y propinarle dos bofetones para dejarle caer en la hierba, aún aturdido. Al parecer no había logrado su propósito de sacarle de su estupor tras volar por los aires. Hermana Claire, échale vistazo. Parecer estar intérprete al borde de muerte. ¿Debería golpear más fuerte?