Partida Rol por web

Aquella chica empezaba a caerme bien, había algunas cosas de su actitud que no me cuadraban todavía, ¿pero quien era yo para juzgar a personas raras? Al ver cómo se ofendía y me decía su verdadera edad me eché a reir. - Vale vale - dije levantando ambas manos. - No te ofendas, ni que fuese un trauma tener dieciseis - comenté todavía sonriendo. - Ey, ¿qué más da? - pregunté recuperando al compostura pero sin dejar ese tono burlón. - Lo único que importa es que me vas a invitar a comer, nada más que por eso ya me caes genial - dije volviendo a mirar hacia arriba y las plataformas más altas. 

Empecé a dar algunos saltitos de calentamiento y mientras movía los hombros circularmente, estirando los músculos. 

- No es por ir acompañada o no, es por los demonios que esperan fuera como el de esta mañana - comenté serio sin dejar de moverme y estirar. - No soy particularmente hábil contra demonios mayores, así que hasta que se sepas defenderte deberías permanecer a salvo - expliqué. - Y no es que te estén secuestrando o algo así. 

- Pero supongo que podrías escaparte y yo podría ir en tu búsqueda - me detuve y la miré encogiéndome de hombros. - Al menos es lo que juraré que ha pasado si nos pillan - dije. 

Dicho aquello me lancé a la carrera primero hacia las plataformas más bajas y posteriormente a las otras más altas. 
 

Tener dieciséis años tenía poco de traumático, aparentarlos eternamente, por otro lado, era un fastidio. Estaba más que harta de tener que probar mi edad cuando salía con Ami-son y sus copias, de que me preguntaran si había perdido el grupo escolar que visitaba el campus, y de ser el complemento mono de las selfies de Aly.

Pero tampoco podía culpar a ese chico por una realidad, o sí podía pero no me apetecía hacerlo. - Pues sí que he perdido sangre.- me sorprendí del bajo nivel de zorrería.

- Viendo lo que se supone que no debo ver.- cité unas palabras que no tenía muy claro dónde las había oído pero que se aclararon con la explicación del italiano - ¿Londres es la puerta del infierno?- pregunté cuando él comenzaba a calentar en ese modo tan occidental.

Arqueé una ceja a sus siguientes palabras dudando de si realmente las había dicho - ¿Qué? Vas a venderme ¿y me lo cuentas?- Da igual. En realidad tengo algo, mucha, bastante hambre. Será mejor que te cocine algo por aquí.

En cuanto empezó a escalar saqué la cámara - Cuando llegues saluda.- le grité agitando un poco la cámara para que me entendiera y un cosquilleo se instaló en mi estómago al imaginar las consecuencias de esa pequeña rebeldía.

Andrea cogió carrerilla y empezó a trepar, saltando de una a otra plataforma, sin hacer acrobacias o florituras, pero con bastante soltura. El chico se notaba más entrenado de lo que un humano normal podría estarlo, sus saltos eran amplios y confiados y no titubeaba al realizar esa especie de parkour personal. En apenas un minuto se había encaramado a la más alta y desde allí podía mirar a Sun-yun, varios metros por debajo de él.

Milton asintió a todas las palabras de Ethan mientras tomaba notas en la libreta de Amber, pero principalmente a las últimas. - Sí, pobrecilla. Estaba muy angustiada cuando se fueron. Por cierto, ya han llegado a Madrid las dos y os mandan saludos -comentó con naturalidad antes de cambiar de tema, retomando el anterior.

- Bueno, entonces... ¿Ya lo tenemos decidido? -preguntó, llevándose la pizza a la boca para dar un bocado- Qué rápido ha sido. ¿Cuándo lo haremos?

Amber se había quedado pensativa tras escuchar a Ethan y finalmente, cuando Milton terminó, ella suspiró, encogiéndose de hombros y cediendo. 

- Oh, está bien. Yo le puedo contar lo del bar. Joder, qué vergüenza he pasado, ni os lo imagináis -dijo, negando con la cabeza-. Tendríais que haber visto la cara de la gente del bar. Encima, por lo que me ha dicho la dueña, el tipo iba alardeando de ser nephilim y criticándonos a los del Instituto delante de todos.

Escuché cómo Ethan montaba todo el plan, y aunque estuve a punto de proponer cambiarlo sólo por joder, lo cierto era que el chico parecía convincente. En el fondo era un pequeño cabrón, eso estaba claro. Pero era majo. Después escuché a Milton, pasando del tema en cuanto empezó a hablar de las dos que se habían pirado. Estaríamos mejor sin ellas, la verdad era que el padre de Nora nos había hecho un favor teniendo aquel infarto.

- Si ya está decidido, por mí en cuanto acabemos de comer. - Respondí a Milton cogiendo otro trozo de pizza. Después escuché a Amber y puse los ojos en blanco. Aquello iba a ser genial cuando Gareth lo escuchara. - Por el Ángel, tienes que contarle eso. ¿En qué coño estaba pensando? ¿Y no te había visto, o simplemente se la soplaba?

Amber titubeó un momento ante la pregunta de Émille y sus mejillas se colorearon de repente. -Eh... Pues no estoy segura -respondió, intentando ocultar su nerviosismo hablando más rápido-. Yo no lo vi entrar ni nada, no sé cuándo llegó. Estaba ocupada hablando con los hijos de la luna y no me enteré de que Andrea estaba allí hasta que empezó a hacer el gilipollas. - Se encogió de hombros. - Pero conociéndolo, seguro que se la soplaba, como todo. 

- ¡Ajá! - exclamé de júbilo al oír como me pedía que saludase al llegar a la cima. Mientras fue saltando de un lado a otro hasta llegar a la cima sin demasiada complicación. Cuando me afiancé en la última plataforma me incliné hacia abajo y saludé con la mano a la cámara. - ¡Sácame guapo! - grité y a punto de reír.

Aprovechando la situación yo también aproveché y saqué el iPhone para hacer un selfie en que saliera también la chica abajo. Sonreí como un chiquillo antes de apretar el disparador y tras guardar el teléfono me dispuse a bajar con la misma agilidad con la que había subido.

- Va, que bajo – exclamó de nuevo.

Una vez abajo se acercó a la joven con la respiración algo agitada e hice una reverencia a mi público. - ¿Has visto? - pregunté con una sonrisa amplia. - Seguro que tu puedes hacerlo en poco tiempo, ya lo verás, si no me echan yo mismo te enseño lo que pueda.

Saqué de nuevo el teléfono y le enseñé la fotografía que había hecho allí arriba. Tras unos segundos guardé el aparato otra vez. - ¿Entonces me invitas a comer? - le pregunté con un poco de descaro. - Pero la comida casera también me gusta, las pizzas sobretodo.

- ¿Quieres que te enseñe a saltar de una a otra o vamos a comer? - Alcé una ceja y esperé a que respondiera mientras yo recuperaba el aliento.

Disimulé una sonrisa llevándome un bocado de aquellas deliciosas judías a la boca. Pese a no ser de la sociedad de aquellos frikis parecía que me escuchaban. Estaba bien saberlo.

Después de comer entonces. Asentí, negándome a dejar aquel plato a medias. Lo cierto era que desde que había estado en el Instituto no había hecho más que comer comida precocinada. No iba a separarme de aquel plato hasta que estuviese vacío. No creo que esto se la vaya a soplar. Acabará en su amada Italia con su amada Lauretta. Me pregunto cual de los dos llegará antes allí. Añadí, con una sonrisa divertida.

Empiné los codos para apuntar al chico con mi cámara de un solo uso cuando se inclinó a saludar - Eso no depende de mi. - sonreí por debajo de la cámara y me apresuré a sacar un par de fotos.

Al verle prepararse para fotografiar con su móvil escondí rápidamente mi cámara y conducida por mis genes alcé dos dedos en el símbolo de victoria, de paz y de alegría según la cultura que situé muy por delante de una versión extrasonriente de mi.

Una vez que el italiano volvió a poner los pies en el suelo, aplaudí rápida y escuetamente su escalada con un "woo" y un pulgar alzado.

- Seguro que podría hacerlo ahora mismo.- pensé en respuesta a su ofrecimiento de enseñarme - Sería genial. - ladeé la cabeza acompañada de una sonrisa simpática.

Me acerqué a ver la fotografía que me enseñaba y me impresionó todavía más la altura desde ese ángulo - Entonces te invito a comer casero.- ¿Pizzas? ¿Os dan puntos por ser tópicos o algo? - ¿Y qué es eso de que te quieren echar?- espeté encaminándome hacia mis zapatos - Vamos a comer, será lo mejor. - me agaché para calzarme - Si te drogan, ¿no eres tu la víctima?

Antes de salir por el umbral, me giré, junté los pies y le dediqué una inclinación de espalda a la sala.

Escuché la respuesta de Amber y me eché un poco hacia atrás, observándola con una sonrisa entre cómplice y boba en la cara, como si me faltase muy poco para preguntar más al respecto, y aquella forma de mirar fuese una amenaza silenciosa. Sí, sí, ya sabía yo cómo estaba hablando con los Hijos de la de luna.

Sin embargo las palabras de Ethan captaron durante un instante mi atención. Se notaba que el chaval disfrutaba con esto. Quién lo habría dicho unas semanas atrás. Por otro lado, era normal. Andrea era un gilipollas.

- Yo lo tengo claro. Andrea. - Expuse. - Bastante suerte tendrá si llega a quedarse a cenar, cosa que no creo. La pena es que no se quede suficiente para que la nueva le de una paliza. Eso sí habría molado.

La comida duró todavía algunos minutos más y cuando ya no quedaban más que algunas migas como restos de las pizzas y el plato de Ethan estaba completamente limpio, salisteis los cuatro en busca del marido de la directora del Instituto.

Encontrasteis a ambos en la enfermería, velando el descanso de una Alice pálida e inconsciente, o tal vez dormida. En cuanto os vio entrar, Gareth se puso en pie y apretó el hombro de Deirdre que os dedicó tan sólo una breve mirada antes de que el hombre saliese con vosotros al pasillo.

- ¿Pasa algo, chicos? -preguntó con voz tranquila. Sin embargo, las arrugas de su rostro se sumaban a los dos cercos oscuros que había bajo sus ojos, delatando que Gareth estaba cansado y preocupado.

En cuanto entramos en la enfermería y vi que Gareth estaba allí casi me dio pena distraerle de su ocupación actual. Bueno, en cierta manera eso también sería culpa de Andrea. Me adelanté un par de pasos a los demás para responder a su pregunta.

- Cuando tengas unos minutos nos gustaría hablar contigo. - Le dije, antes de hacer un gesto hacia Alice. - ¿Cómo está?

- Está bien -respondió primero a lo segundo-. Se recuperará. Sólo necesita un par de días de descanso para eliminar el veneno. 

Se pasó entonces la mano por la frente, como despejándose y después centró su mirada en cada uno de los muchachos. - Tengo tiempo ahora. ¿Necesitáis que vayamos a un lugar privado?

- Es fuerte. - Reconocí. No me gustaba decir ese tipo de cosas en voz alta, pero aquello era cierto, y todos lo sabíamos.

- Supongo que es lo mejor. - Repuse después, girando mi postura ya para echar a andar, aunque no sabía si nos guiaría hacia su despacho o hacia el estudio.

- De acuerdo, vamos. - Y con estas palabras empezó a caminar hacia el final del pasillo para subir las escaleras que llevaban al estudio, donde podríais sentaros en la mesa grande todos a la vez.

Una vez allí se dejó caer en una de las sillas y abrió las manos en un gesto elocuente. - Bueno, contadme. ¿Qué ha pasado? - Su pregunta parecía albergar algo más en su fondo, algo como "¿Qué más ha pasado ahora?".

Cuando contesté a aquella pregunta lo hice esbozando una mueca de culpabilidad, y mientras a la vez encogiéndome de hombros. - Se supone que debería haber recordado que la comida de hadas es muy tóxica… - confesé a regañadientes. - Mea culpa. Además, no acompañé a la hija del director al instituto cuando estaba herida… Seguro que eso tiene algo que ver con eso de que me expulsen.

Esbocé una media sonrisa nerviosa al recordar los sucesos. - En mi defensa Alice iba acompañada de mucha gente ya lo viste. No lo creí imprescindible, pero no creo que me gane a su padre con ese argumento. ¿No crees? - pregunté caminando tras de ella hasta la salida.

- Vaaamos – comenté con exagerado acento italiano. - Las señoritas primero – dije haciendo un gesto de mano e invitarla a salir antes.

- ¿Cómo has acabado en Londres por cierto? - pregunté con visible curiosidad y una pequeña sonrisa cordial.

Esbocé una sonrisa de medio lado al oír lo de la hija del director - Hay que joderse con la mimada de turno.-No pueden expulsarte por eso.- me reí entre dientes dando por ciertas mis palabras - Esto es Londres, no corea del Norte.- aproveché para malmeter del país vecino - Si ella es cutre, es SU problema. Si de verdad necesita que la traigan de vuelta con séquito como si fuera el hijo caído de un rey, y pringas por no estar por hostias, eres una víctima del postureo. - le guiñé un ojo y luego agité la cabeza para deshacerme de esa actitud - ¡¿Veees?! Eso es imposible.

Amplié mi sonrisa cuando me cedió el paso - No me mires el culo cuando pase, haz el favor.- Qué amable.

Ya en el pasillo, de camino a volver a bajar esos siete tramos de escalera que no tenía muy claro si iban a ser contraproducentes para mi herida me dispuse a responder a su curiosidad cobrándome cada respuesta.

- Alimentando tópicos.- le miré de reojo al empezar a hablar - Conseguí una beca para estudiar matemáticas aquí en la universidad. Dicen que los profesores de la de Londres son de los mejores, ¿sabes? Y me apetecía comprobarlo.- hice una mueca crítica - Tampoco es que tengan demasiado que aportar. Pero mejor que la italiana es.

- ¿Y tu? ¿Estás aquí por la familia? Dudo que la gastronomía del país tenga algo que ver.

Cuando aquella chavala insinuó que no podía ser expulsado por eso, yo sonreí con una chispa de malicia como diciendo – que te lo crees tu eso -. Fui yendo hacia las escaleras y tras ello empecé a bajar esperando que ella hiciera lo mismo. Pero cuando empecé a bajar el primer escalón él miró en la dirección opuesta a la puerta de la sala de entrenamiento. Le habían dicho alguna vez que había algo así como un mirador de la ciudad y no quería perder la oportunidad de tener una vista así antes de marcharse a Florencia de nuevo.

- Oye mira – dije de nuevo apoyándome en la barandilla. - Aquí hay muchas cosas que no son como en la sociedad mundana, si la directora o en este caso mi tío me expulsa tendré que aceptarlo. De otra manera me estaré metiendo en un follón que no te imaginas, verás, teóricamente tu, yo y cualquiera de nosotros tenemos el acceso al instituto después de recitar el juramento… Pero imagino que de un modo u otro bien podrían pedir a Idris que guardaran una bonita celda para que escarmente.

Me encogí de hombros casi con desgana, pero pronto volví a esbozar una gran sonrisa. - Estoy aquí por que me apetecía conocer un poco de Londres, pero la verdad es que me ha defraudado un poco la gente. No tienen ningún sentido del humor, parece que tengan un petardo en el culo – comenté volviendo a subir de nuevo ese primer escalón y señalando dirección a donde creía que estaba el mirador.

- Por ahí hay un bonito mirador desde el que se puede ver todo Londres, creo, ¿quieres ir a verlo? - preguntó. Si declinaba la oferta la seguiría sin decir mucho más.

Estaba más que concienciada para intentar bajar las escaleras como si tuviera toda la sangre necesaria en el cuerpo, como si realmente los cardenales desaparecidos se hubiesen llevado con ellos la realidad de los últimos minutos; pero en cuanto el chico se paró, mis pies respondieron con la misma acción.

Llevé los ojos hacia él, pero no llegué a escuchar ni la mitad de su discurso y si no me puse los cascos fue porqué todavía me interesaba su rollo con las hadas, por ello, y quizás de un modo mucho más disuelto porqué en realidad me estaba ayudando en más de lo que creía.

- Mundana...- me perdí en esa palabra que encontraba tan insultante como anhelada de poder utilizar con desprecio, encajaba tan bien en los labios como "monada" en los de Aly.

Parpadeé poniendo de nuevo atención en sus palabras cuando sonrió como si el sermón se hubiese acabado. - Pues vaya.- comenté sin saber a qué y antes siquiera de terminar de lamentarme con falsa empatía, una risa boba empezó a escaparse de mis labios que cubrí a toda prisa con una cortina de dedos. La imagen literal de alguien con un petardo en el culo pudo conmigo, imaginar toda una ciudad era desternillante.

Creí haberlo asustado cuando reculó el escalón que habíamos conseguido avanzar pero con su propuesta quién se asustó fui yo. ¿Un mirador, además bonito? ¿Y a solas? ¿Estaba loco? Se me encendieron las mejillas y una parte de mis pensamientos imaginaron otro en su lugar y todavía empeoraron más la situación.

- Yo...- me llevé las manos a la tripa - Lo siento pero es que tengo mucha hambre. - me excusé con una pequeña y momentánea inclinación de espalda - Si quieres, ve y te subo la comida que te debo.