Partida Rol por web

Me mordí los mofletes al ver la verja cerrada, saltar era de las pocas cosas que me apetecía de esa excursión, era un comienzo para amortizar las tres horas delante del espejo diseñando mi vestuario. Al final era lo que quería: nos colaríamos como ninjas.

Dejé lentamente la mano de Milton, alargando la caricia de nuestros dedos hasta que el campo magnético que rodeaba las manos dejó de notarse en el aire.

— Entonces saltemos —sentencie.

Luego cogí carrerílla, trepé y salté.

— Ninja.

Mis ojos bailaban de un lado a otro mientras paseábamos por las afueras de la ciudad. Esas enormes mansiones que íbamos dejando de lado como si nada me impresionaban.

Cuando llegamos ante el edificio Morgenstern pude imaginarlo antes de que me lo dijeran. Estaba claro que llevaba mucho tiempo abandonado, se notaba en el ambiente y se observaba en el mismo patio.

Desde allí no pude apreciar muchos detalles, me preocupó más cómo entrar aunque cuando Ella sugirió que saltáramos me encogí de hombros.

—¿No podemos tratar de abrir la puerta? —dije mientras ya me acercaba a tantearla, aunque con ese enorme candado no parecía que fuera a ceder tan fácilmente. O no sé... Igual podemos hacer un "alohomora" como en Harry Potter. Pensé influenciada por las novelas fantásticas inspiradas en mayor parte en mi país.

Luego observé cómo Sun-yun se disponía a saltar la verja tal cual. Mis ojos se abrieron incrédulos e hice una mueca esperando que la coreana no se hiciera daño haciendo el tonto.

La chica negó con la cabeza a la pregunta de Melissa. 

—Qué va. Lleva años cerrada y nadie ha sido capaz de abrirla. 

Mientras tanto, Sun-yun había logrado trepar a la valla y ya estaba pasando al otro lado, con algunas dificultades, pero de forma segura. 

—Prueba si quieres —añadió Ella mientras se preparaba para seguir a la coreana—. Pero al final tendrás que saltar. 

Cogió impulso y saltó grácilmente, apoyó un pie en uno de los barrotes y se impulsó hacia arriba para apoyar el siguiente en la parte superior de la valla. Desde ahí saltó directamente al suelo cayendo sin hacer apenas ruido en un movimiento que en un instituto mundano podría haberle hecho ganar una beca deportiva. 

Milton miró hacia Sun-yun mientras la chica pasaba al otro lado, como asegurándose de que lo hacía sin problemas, pero después se acercó a la puerta junto a Melissa para echar un ojo a ese candado. A su lado, giró un poco la cabeza para poder ver las runas que tenía inscritas. 

—¿Qué estás pensando? —preguntó a la pelirroja, con la misma sonrisa cortés con que le había estado enseñando algunas cosas básicas en el Instituto.

Miré a Ella cuando me habló y luego observé cómo saltaba como si nada a valla. Me quedé donde estaba, meditando un poco más si trataba de hacer como las dos chicas o si investigar un poco más el candado.

Mi atención se desvió cuando Milton se acercó a mí e incliné el candado para que pudiera ver mejor las runas.

—Pues no sé —dije primero, dubitativa, mirando hacia el otro lado de la verja y volviendo al candado que tenía en mis manos —pero me gustaría saber qué quieren decir estas runas. ¿Sabes para qué sirven? —pregunté a continuación, aunque no pretendía destinar mucho tiempo a eso.

Desde el otro lado de la verja miré a Meri-san con altivez, como una diva de hermandad. No hacía falta que le dijera que no cuchicheara con Carstairs pero lo hice con una sonrisa asesina y luego, con un golpe de coleta, me giré hacia Ella y me acerqué a la profesora menos profesora de la historia.

— ¿Has estado antes dentro?

Ella se fue acercando por el lado interior de la verja hacia la puerta donde Milton se reunía con Melissa. Y en ese caminar miró a Sun-yun y asintió con la cabeza. 

—Sí. Muchos nephilim hemos entrado a investigar, sobre todo los que tenemos interés por la historia. Pero no hay nada —dijo, encogiéndose de hombros. 

Milton, sin embargo, no llegó a responder a Melissa, pues mientras ella le miraba interrogativa, los ojos de él se abrieron más de lo habitual, clavados en el candado. 

—Mirad eso —llamó, señalando con un gesto de la mano a lo que la pelirroja sostenía. 

En el lugar donde la chica tocaba el metal, éste parecía iluminarse con una luz rojiza y palpitante que se extendía por las runas que había allí inscritas. Esa luz las recorría, cada vez más firme, hasta que finalmente todas las líneas quedaron encendidas y, un instante después, con un «clic» el candado se abrió por sí solo. 

Los labios de Ella se habían entreabierto por la sorpresa cortando lo que le estaba diciendo a Sun-yun. Ninguno de los dos nephilim más veteranos parecía esperarse algo así. 

—Esas runas no son del Libro Gris —fue todo lo que atinó a decir Milton, tras un par de segundos de silencio mientras el candado se apagaba una vez abierto hasta tomar de nuevo la apariencia que había tenido un momento atrás. 

Seguí a Ella cuando se acercó a esos dos. Era un poco rollo que todos se hubiesen colado, volvíamos a estar en la mierda de excusión de novatada.

Y ya cuando el candado reaccionó a Meri-san poniéndose tan rojo como su pelo como si la hija pródiga hubiese vuelto a casa decidí que estaba perdiendo el tiempo ahí. Me crucé de brazos y regué mis adentros con un suspiro hastiado por las tonterías de esa iniciación. Seguro que a Nola le hubiese preparado algo más currado que un "uh esto no es del libro gris uh cuidado qué miedo qué todo".

— A lo mejor ahora sí habrá algo, con ella aquí, digo —les seguí el rollo—. Porqué esto ha sido verdaderamente raro... ¡como si la casa la esperara! O supiera que es una Morgenstern... Por dios... Mira cómo sabían qué ibas a vaguear el salto ...

El comentario de Ella me llamó la atención. Era una lástima oír eso, ya que yo esperaba, o al menos tenía la esperanza, de encontrar algo que me diera información útil.

Sin embargo, la voz de Milton me sobresaltó y tras comprender a dónde señalaba, dirigí mi mirada al candado que todavía sostenían mis manos. Fue extraño ver cómo las letras se iban iluminando de aquel color rojizo. Luego noté la vibración que me dio a entender que se había accionado el mecanismo para abrirse.

En cuanto se apagó comprobé si sería capaz de abrir el candado mientras Milton y luego Sun-yun hablaban. Que aquello ocurriera, aunque no quisiera reconocerlo, reforzaba la teoría que acababa de soltar la coreana.

—Eso... Eso parece... —dije antes de dirigir mi mirada a Milton para buscar su aprobación a la hora de abrir la puerta.

Milton asintió a Melissa. Se había quedado pensativo mientras esperaba que la chica abriese la puerta de la verja para pasar al otro lado tras ella. 

—Eso no tiene mucho sentido —dijo entonces, negando con la cabeza con una sonrisa amable para Sun-yun—. Pero esas runas del candado no están permitidas para nephilim. —Miró hacia Ella—. Parecía magia de sangre, ¿verdad?

—No debería ser posible hacer algo así en Alacante —respondió la chica torciendo la nariz—. Esto voy a tener que ponerlo en conocimiento de la Inquisidora, seguramente abrirán una investigación. El brujo ese que vino con vosotros sigue por aquí, ¿verdad?

Se mordió el labio inferior contemplando el candado y luego giró sobre sus talones para encararse hacia la casa. 

—Bueno, hasta que no volvamos no podemos hacer nada sobre eso. ¿Entramos? 

Mantuve mi mirada a raya ante el agravio de Milton y al Ángel podía agradecer el niñato que hubiese una verja entre ambos.

— ¿Qué no tiene sentido? Y luego suelta lo de la magia de sangre el pavo, ¿qué coño se cree que es magia de sangre? Anda y que te peten— le sonreí melosa y dulce como una chiquilla—.

Seguro que les había chafado el guión y ahora improvisaban para que no se perdiera la atmósfera de misterio.

— ¿Qué es la magia de sangre? —pregunté solo para dejarlos en evidencia. Y para colaborar, claro.

Eche en falta a Anbel. El idiota de su marido era evidente que pasaría de participar en algo así, pero ella... Le molaría seguro y no podía haberse vuelto gilipollas del todo tan pronto.

Asentí a Ella y me adelanté hacia la casa, sin esperar al bocazas. Tal vez, Anber estaba dentro.

Me quedé parada observando desde donde me encontraba las caras sorprendidas de Ella y Milton. Intenté seguir su conversación pero no entendí demasiado a qué se referían con todo aquello de la magia de sangre ni por qué eso no podía ser posible en Alacante.

Al principio pensé en preguntarles pero al ver que Ella proponía entrar ya en el edificio abrí la puerta. Entré y dejé entreabierta la puerta para que Milton también pasara mientras trataba de atender a quien diera respuesta a la pregunta que acababa de lanzar Sun-yun.

—Sí —respondió Milton a Ella, mientras pasaba al otro lado de la verja detrás de Melissa—. Creo que se está alojando en la casa de los Acuerdos. Se va a quedar hasta que volvamos, tiene algún tipo de acuerdo con Gareth para abrirnos un portal. 

El pequeño grupo empezó a caminar hacia la puerta, pero antes de llegar a ella, Ella se desvió para dirigirlos a una ventana que estaba abierta en la fachada lateral, a poca altura. 

—Es una magia prohibida para los nephilim —continuó hablando el chico, mientras sus pasos le llevaban al lado de Sun-yun—. Algunos brujos la practican pero no sé mucho más. 

—No debería estar en una casa nephilim —agregó la chica con tono tajante. Después negó con la cabeza al detenerse debajo de la ventana y la señaló con la cabeza—. Vamos, entremos por aquí. 

Ya se notaba que no sabía más, ya. La magia de sangre era justamente lo que yo había dicho. La sangre llama a la sangre, la sangre responde ante la sangre. Obvio. Si en un mundo de monadas llevaban diciéndomelo desde que no me alzaba más que un palmo del suelo, ¿cómo podían no saberlo ellos que trataban con estas cosas a diario?

Supuse que daba igual al formar todo parte de un teatro. Sonreí condescendiente a Milton y volví a tomar su mano.

Aun no me acostumbraba y me daba un cosquilleo de vergüenza hacerlo en público pero después de las miraditas de Meri-san era necesario.

— Después pasamos por la biblioteca —le dije a modo de solución—.

Al llegar a la casa, y a la ventana que Ella señalaba, llevé mi peso a los pies para no lanzarme a hacer el ninja una vez más, en su lugar señalé hacia la puerta de entrada con mi mano y la de Milton -que se viera como sin querer:

— ¿Por qué no probamos por la puerta? Meli-san será la llave.

Pensé en lo que dijo Ella sobre el brujo. No llegaba ni por asomo al conocimiento que tenían Milton y Ella sobre el amplísimo mundo nephilim, pero creía entender la relación que encontraban a lo que acabábamos de presenciar con el brujo.

No dije nada al respecto y seguí a Ella hacia la entrada de la mansión, preparándome para lo que fuera que vería ahí dentro, a pesar del anterior comentario de la guía sobre que no había gran cosa.

Observé cómo Sun-yun le daba la mano a Milton pero no reaccioné, o por lo menos no exterioricé lo que pensé. Simplemente estaba concentrada en la vivienda de los Morgenstern.

Aunque cuando llegamos a la puerta, tras el comentario de Sun-yun, la inspeccioné desde una distancia prudencial. Dejaría que Ella y Milton hicieran lo que tuvieran que hacer antes de acercarme.

La chica miró hacia la puerta con las palabras de Sun-yun y se encogió de hombros. Parecía sentir cierta desconfianza hacia la magia que había abierto la verja.

—Prueba si quieres —le dijo finalmente a Melissa, sin moverse de debajo de la ventana por la que quería entrar—. Pero la puerta no tiene runas como las del candado. No sé por qué las pondrían ahí.

Me acerqué a la puerta a pesar de ver cómo Ella prefería entrar por la ventana. Yo tampoco las tenía todas de que pudiera hacer nada para abrirla, pero tampoco imaginaba lo que había ocurrido en la puerta de la verja.

La inspeccioné por encima, tratando de ver si en esta había un candado, un pomo, o algo destacable que pudiera accionar de alguna forma mágica desconocida. Vamos, un imposible.

Toqué todo lo que me llamó la atención pero ya tenía en mente seguir a la chica y entrar por la ventana, imaginando que esta vez no tendría tanta potra.