Partida Rol por web

El monje asintió apenas imperceptiblemente al ver que al final cedían a la razón y el ghoul servía para algo más que babear detrás de las posaderas de su compañera.

Era plenamente consciente del riesgo que corría el mortal al despertar a un vampiro con su propia sangre; como había indicado Aspasia estaba mal usar las propiedades de otros sin su consentimiento, más aún devolvérselas en malas condiciones o inservibles. Así, mantuvo su siniestra fuertemente apoyada en el pecho del cruzado, medio en cuclillas, en claro gesto de estar presto a retenerlo y realizar otra maniobra para inmovilizar a su compañero, en caso de ser necesario.

Por fortuna, parecía que el Brujah volvía en sí mismo sin más rastro de la Bestia. Mantuvo la posición hasta que aquel dio claros signos de no necesitar control externo para mantener las formas. Se giró al humano.

- Apartaos, ya es suficiente.  – para en seguida dirigir su mirada de nuevo al cruzado – Curaos un poco, mas no demasiado. Vuestra Bestia estará cerca de la superficie y ya habéis perdido suficiente sangre por una noche. – hizo una breve pausa, antes de continuar con el mismo tono autoritario – Ahora, creo que nos debéis una explicación, don. ¿Qué pasó? No es normal que nuestra Bestia se desboque sin previa afrenta, y yo no vi alguna. – mantuvo su posición mientras aquel respondía; la Bestia era algo con lo que no te podías permitir el lujo de darle la espalda.

Una vez hubo cumplido su misión, Michel se incorporó y se echó a un lado situándose protectoramente junto a Aspasia. En silencio, la cainita cogió la muñeca herida del hombre y tras acercarla a sus labios, lamió la herida favoreciendo su cicatrización sin que su rostro mudase su expresión impasible y seria. Después se limitó a asentir con seriedad mientras le miraba y, a pesar de que nada dijo en los breves instantes en que sus ojos se encontraron hubo más entendimiento que si lo hubiera hecho, tal era la profunda conexión que había entre ambos. Segundos después, la erudita centró la mirada en el cuerpo del cruzado tendido a pocos pasos y en silencio aguardó a que éste contestara a las preguntas del gangrel. Ten calma, ante todo converva la calma...se dijo sin permitir que ningún sentimiento invadiera su espíritu. 

El cruzado hizo un visible esfuerzo por incorporarse, pero apenas si consiguió alzar ligeramente la cabeza. Un relámpago glacial lo atravesó de punta a punta, haciendo estallar cada uno de los remedos de centros nerviosos que aún tenía, devolviéndolo de inmediato al mugriento adoquinado del suelo.

El doloroso estremecimiento lo dejó paralizado durante largos instantes, en los que Aymar no pudo más que convulsionarse tortuosamente sin control. Sus miembros se habían agarrotado, y sentía un dolor punzante en su mente, que parecía trascender las meras barreras del mundo físico.

Era un dolor de los sentidos, una angustia del alma.

Finalmente, con voz trémula y el aliento aún entrecortado, se las ingenió para emitir unos quedos susurros, apenas audibles incluso para los finos oídos de los cainitas allí presentes.

- No… no lo se… - masculló entre dientes, con aquel sonido gutural y rasposo que provenía de su garganta. – Supongo… supongo que la dejé crecer demasiado…. Se volvió muy poderosa… - Aymar no entró en detalles, pero todos allí sabían a quien se refería. Quien más, quien menos, no había cainita alguno que no hubiera sufrido alguna vez su arrebatadora dominación.

El cruzado cerró los ojos un largo rato antes de continuar, como si necesitara de la más completa oscuridad para recuperarse. O como si la débil luz de la luna bastara para lastimarlo.

- No pude… controlarla… Hacía años que no me sentía tan… despierto. Tanta energía… Décadas, tal vez. Pero nunca como ahora. Me acostumbré demasiado al ayuno...

Aún mantenía sus ojos cerrados cuando continuó.

- Tal vez había una amenaza… pero solo la Bestia pudo verla. No los se. Todo es… demasiado confuso todavía… Quizás nunca supe que estaba en peligro. Aún ahora… no estoy seguro…

- Dicen que las peores afrentas… son las que nunca esperas…
 

El monje no pudo reprimir un cabezo negativo al escuchar sobre el ayuno de Aymar. Aquello no estaba bien, pero habría que dejar para mas tarde la charla espiritual.
- Sin duda el ayuno no es bueno para la Bestia, mas aun así, no es habitual lo que describís, un ataque repentino de esta. Siempre hay un indicio, algo que encienda la mecha que la hace explotar... - dejando sus ultimas palabras en el aire - Fuere como fuese, pasado esta. Hemos evitado males peores y el peor parado habéis sido vos. Ya hablaremos en otro momento sobre esto con mas detenimiento, don Aymar, si lo tiene a bien. - se incorpora, ya satisfecho de que el Brujah no sea una amenaza - Ahora necesitáis comer algo rápido para recuperar un poco las fuerzas antes de continuar. No tenemos mucho tiempo que perder.

Guardo unos instantes silencio, pensando, seguramente, en cual seria la forma mas rápida y sencilla de conseguirle alimento. En esto, se giro a su compañero Nosferatu.
- Don Fernando, ¿Seria usted capaz de hacer venir algunos animales dispensables que sirvieran de alimento a nuestro amigo?

Aspasia había permanecido inmóvil como una estatua mientras en silencio escuchaba las declaraciones del cruzado. Al oir que éste aún estaba confuso respecto a lo acontecido reprimió un suspiro de alivio. Parecía pues que la tormenta había pasado, aunque por supuesto sabía que tarde o temprano tendría que hacer frente a lo que su acción había iniciado. Un error...un error que no podía permitirme y que me ha colocado en una posición desventajosa...un profundo sentimiendo de enojo hacia sí misma hirvió por debajo de su rostro impasible pero lo suprimió con mano férrea. No le quedaba más opción que hacer frente a lo que el futuro le deparara y aprovechar siempre cada situación que se le presentara y, aunque la noche no había resultado como había planeado, había obtenido información que quizás en el futuro le podía resultar muy valiosa y que sin duda ayudaba a explicar la reacción inesperada y desmedida del brujah. Quizá se puede salvar algo de todo esto...

Hasta el momento había preferido permanecer en silencio para no llamar la atención sobre ella, pero ahora que la situación toznaba tiznes más prácticos se decidió a hablar.

- Sin duda necesitáis asearos y poneros una vestimenta más adecuada, chevalier, además de alimentaros con algo más nutritivo que unos pequeños animalillos de alcantarilla...- murmuró saliendo de su inmovilidad. Volviéndose hacia Andrei y Fernando agregó- mi dominio no está lejos. Mi criado irá en busca de unas ropas adecuadas y mientras nosotros podríamos hacernos con una vianda un poco más apetitosa...si nos damos prisa quizás nos de tiempo a cumplir con lo planeado para esta noche.   

Fernando, alerta a cualquier amenaza exterior escuchó atentamente el relato del cruzado. Una vez terminado el mismo resopló ligeramente. O bien el cruzado los tomaba por necios o el necio era él mismo, la respuesta a esta pregunta no le satisfacía en absoluto, fuera cual fuera. Lo realmente importante era que este suceso, no habrá sido pasado por alto en la ciudad, y en breve nos llegarían sus consecuencias.

Fernando, se disponía a buscar algún alimento para el cruzado, cuando Aspasia habló. El parecer del joven cainita sobre la sugerencia de la doña, prefirió guardarselo para si mismo, pero le sorprendió que la cainita tuviera dominios en la ciudad. Antes de partir por alimento, esperó unos instantes para ver las reacciones de sus compañeros.

El monje escucho en silencio a Aspasia, ladeando ligeramente la cabeza. Guardo unos segundos de silencio, en los cuales Fernando ya daba muestras de disponerse a ejecutar su peticion. Fue a este a quien asintio, indicandole que seguia con su idea. Se volvio a su compañera.
- Sera mejor dejar el alimento en manos de Don Fernando. Dejar a Don Aymar solo, es echarlo a cualquier perro que aceche en las sombras y espere su oportunidad. De nosotros - Paseando su mirada - Don Fernando es quien mas desapercibido puede pasar y por lo tanto correr menos peligro. No obstante, es buena idea que su criado le traiga ropas. Es la manera mas sencilla. Seguro que nuestro compañero sabra agradecerselo. - tras unos breves instantes mas de silencio añadio - Confio en que vuestro criado sea rapido. La luna sigue su camino sin miramientos...

La erudita clavó en el gangrel sus ojos verdes y le observó con detenimiento y desapasionadamente.

- Creo que quién tiene que decidir sobre qué alimento le conviene más es maese Montdragon por sí mismo...uno podría quedarse con él mientras los otros dos van en busca de alimento...- comentó desviando la vista hacia el caído cruzado que de momento no se había pronunciado, luego miró al nosferatu- pero vaya, adelante con la caza, don Fernando si así lo considera oportuno- girándose asintio en dirección a su criado, al que habló en el idioma provenzal- Ve pues, mi querido Michel, raudo y sin entretenerte pero cuidadoso de los peligros que acechan en la noche. Trae ropas de buena calidad pero discretas y...- Aspasia se interrumpió y miró los restos de la destrozada armadura del cruzado frunciendo ligeramente el ceño- quizás algún tipo de protección, como un peto de cuero o una camisa de mallas...y una pellejo de agua y un trapo- su mano se alzó y acarició el rostro del pelirrojo mientras acortaba la distancia entre ellos- No te entretengas, mon amie, yo te aguardaré aqui, no temas.