Partida Rol por web

Et in Barcino Ego Origins

Preludio : Vincent

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13/09/2010, 20:30
Carles

En mitad de mi banquete me viene a la mente la imagen del malditoPatricio causante de mi actual situación. En ese instante, vuelvo a recordar por qué estoy allí y vuelve a asaltarme el temor, la duda y la preocupación. Termino de Beber y me dirijo a las afueras de la mazmorra. De camino, una ráfaga cruza mi mente dejando entrever una de las frases que pronunció Carles y en su momento pasé por alto.

Cita:

-Las gárgolas recolectan frutas de tierras distantes para satisfacer nuestras necesidades

-Gárgolas... pienso mientras subo. ¿Y si me sirviera de ellas? Pero entonces caigo, un ataque así pondría al clan en evidencia, y seriamos expulsados en paz en el más utópico de los casos. No, mi plan deberá tomar otra via. Dandole vueltas a esto, llego a mis aposentos y continuo mi trabajo mientras espero la llamada del príncipe. En la soledad de mis aposentos, preparo las monedas y trato de hallar la fórmula del fuego griego o la de algún otro poderoso combustible que pueda servirme en mis propósitos. La piel de un Patricio es fuerte, asi que necesitaré cuanto pueda para acabar con él.

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14/09/2010, 08:01
Director

Los días pasan rápidos sumido en el trabajo de laboratorio, por suerte no tienes necesidad de recurrir de nuevo a Carles, a pesar de la "petición" de tu Goratrix no eres miembro de la capilla hasta que seas aceptado en la ciudad, pues la capilla está asentada en el dominio de su alteza.

Los avances en la obtención del fuego griego son ciertamente arduos, poco a poco a través del ensayo error comienzas a desentrenar el secreto sobre su fabricación, aunque distas mucho aún de disponer de una fórmula aceptable.

Tus estudios se ven bruscamente interrumpidos por la llamada del extraño criado, con su ceceo característico te tiende una nota.

Aprendiz, su alteza solicita que os presentéis en su presencia esta misma noche, el mensajero y guía aguarda "custodiado" en la biblioteca.Recordad nuestra conversación.

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17/09/2010, 23:23
Carles

Como casi todas las noches, me levanto tan rápido como puedo, tomo un breve "desayuno" y me dirijo al laboratorio. Voy avanzando en mis estudios, pero el gran hallazgo se me resiste. El arma que busco se esconde cada vez más de mi, como si yo mirase tras una esquina de un intrincado pasillo y la respuesta se escondiese ante mis ojos tras el siguiente recodo... Frustrante, pero es lo que hay. El consuelo de saber que un arma así sería capaz de defender las capillas de un modo casi tan eficaz como las gárgolas, y la posible combinación de ambas defensas y su potencial es lo que más me alienta para continuar mi búsqueda.

En mitad de una de mis comprobaciones, cuando la fórmula vuelve a fallar por sexta vez en aquella noche, el siniestro sirviente de la capilla aparece y me entrega una nota. Pese a saber ya lo que en ella se me dice, no con exactitud, pero casi, la leo con calma y me dirijo a mis aposentos. Una vez allí, me pongo mi mejor túnica, la que jamás pisará el laboratorio ni la biblioteca, la que guardo para recepciones y grandes ocasiones, de un color blanco casi grisaceo con reflejos dorados, adornada con símbolos arcanos bordados con hilo dorado. Sobre ella, con un broche de oro adornado con dos relampagos cruzados, me ciño una larga capa de color marrón claro por fuera y forrada por dentro de terciopelo amarillo, y al cinto me coloco una daga ornamental.

Una vez vestido, me dirijo a la sala donde me espera el emisario para llevarme a ver al príncipe. De caino, recuerdo cada detalle y recomendación de mi anfitrión. Al llegar, hago una profunda reverencia y me presento.

-Saludos, mi nombre es Vincent. Confío en no haberos hecho esperar demasiado.

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19/09/2010, 12:11
Director

Al llegar a la sala identificas al mensajero y guiá de su alteza Cneo, un hombre vestido de negro de los pies a la cabeza, indiferente, como si de una estatua se tratara permanece de pie con una sonrisa de suficiencia, junto a Xavier de Cinçao.

-Buenas noches, Vincent- responde a tu saludo -soy Aitor, alguacil de esta ciudad- dice mirándote muy por encima del hombro, dicho esto gira sobre sus talones en pos de la salida.

Xavier te mira directamente a los ojos, parece preocupado, se diría que el arrogante individuo no le hace la menor gracia, menos a él, un orgulloso maegi acostumbrado a ser obedecido. Con su mano te hace una seña para que le sigas, luego gira sobre sus talones en pos del alguacil.

Aitor se para justo frente al umbral, obviamente en la puerta hay un símbolo de protección, nadie ajeno al la capilla podría traspasarlo, con toda Aitor no sepa que significa pero seguramente será incapaz de dar un paso más aunque se lo proponga.

El propio regente abre las puertas con un simple chasquido de dedos, el alguacil os dedica una agría mirada a la par que masculla algo para sus adentros.

"Sed precavido joven aprendiz, empezando con vuestro guía, un ser inferior que por el momento ha de ser tolerado ... recordad mis palabras" suena en tu cabeza la voz de Xavier.

-Mostrad mis respetos y gratitud a su alteza Cneo- se despide Xavier. Franqueado el umbral, las puertas se cierran con un golpe sordo, las enredaderas, se mueven a uno y otro lado, observando, más no atacan, seguramente sujetas por la mano de su amo.

No muy lejos, aguarda un carruaje negro, totalmente cubierto, custodiándolo un par de hombres montados a caballo, de las manos de uno cuelgan las riendas de otro caballo, negro como la noche sin estrellas.

-Entrad-  ordena el alguacil señalando negro el carruaje.

Una vez entras en el carruaje, este se pone en marcha con el habitual traqueteo, a ambos lados escuchas el relincho de los caballos, al retirar las cortinas de las ventanas observas que los dos hombres flanquean el carro, no hay rastro alguno del alguacil, tal vez se haya adelantado encabezando la marcha.

Tras algo más de media hora de trayecto, el carruaje se para, afuera escuchas voces, al asomar la cabeza por la ventana ves la muralla y las puertas de la ciudad abriéndose de par en par para daros paso franco.

"Clap clap clap" suenan los cascos de los caballos al golpear en las piedras del camino adoquinado.

"Sooooo" escuchas antes de que el carruaje se detenga. La puertecilla se abre desplegando unas escalerillas, al salir ves a los jinetes desmontar, frente a ti otra muralla y una puerta custodiada por guardias.

-Seguidme- dice el alguacil antes de franquear el umbral sin dirigir siquiera una mirada a los guardias, atrás queda el carruaje, y los hombres que os acompañaron por el camino.

Al llegar a una pequeña plaza ves una catedral en obras, arriba, burlonas ves las gárgolas, "falsas" gárgolas, pero aún así bastante impresionantes tanto que son capaces de causar pavor en el fiel creyente.

No mucho más lejos ves un edificio sobrio, de tres plantas, observas que el alguacil mantiene las distancias del edificio, algo ... os repele, una cierta sensación de "mal estar".

Finalmente cruzando un pequeño callejón llegáis a otra plaza, apoyado sobre la muralla una palacio de escaleras circulares, al ver a tu acompañante los guardias bajan la cabeza retirando sus alabardas, uno de ellos os abre la puerta.

Por negros pasillos avanzas, bajo el crepitar de las antorchar, llegados a una puerta custodiada el alguacil se detiene frente a un par de guardias.

-Dad a aviso a su alteza- uno de los hombres abre la puerta perdiéndose por ella, minutos más tarde, vuelve a aparecer -su alteza os recibirá ahora mismo, pasad adentro-.

Al entrar ves una espaciosa habitación, repleta de libros, un fuego arde en la chimenea, varios tapices cubren las paredes, uno de ellos representa a las legiones romanas en una batalla sobre un rió, dos figuras sobresalen sobre las demás, uno de ellos se alza triunfante sobre el otro, con su espada en alto, una sombra cubre el horizonte del campo de batalla. El otro tapiz representa el choque de los ejércitos cristianos y árabes, los primeros con sus cotas reluciendo al sol, los segundos vencidos bajo los cascos de los caballos de los primeros.

A un lado de la habitación, una panoplia, sobre ella descansa una armadura con un casco emplumado, una espada corta y un escudo.

Un hombre de mediana edad , ataviado de negro surge de entre las sombras -bienvenido a mis dominios, joven Vincent- sus facciones te son conocidas, de pronto caes en que es la figura principal del primer tapiz -por favor tomad asiento- señala con su mano una silla adyacente a una mesita frente al fuego.

Luego se dirige al alguacil -eso es todo alguacil, muchas gracias- despide a Aitor - sire- responde este con cabeza gacha antes de marcharse.

-¿Y bien? ... - se sienta lentamente frente a la silla que te ha ofrecido - ¿que os trae a mi ciudad?- su cara , su faz pétrea irradia cierta ... "paz", cierta "benevolencia" como si de un asceta o un santo varón se tratase.

 

 

 

 

 

Notas de juego

El alguacil (Solomon Kane) no está con la espada desenfundada ... por si acaso ... XDD.

Música para el viaje :

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24/09/2010, 12:32
Carles

Me mantengo quieto y callado durante todo el viaje, mirando por las ventanas del carruaje y a todas partes con curiosidad. No creo que me sirva de mucho, pero así puedo ver algo de la zona que rodea la capilla y la ciudad. Durante todo el camino, voy pensando en lo que puedo decirle al príncipe y en lo que no, lo que es apropiado que sepa y lo que es prudente callar. De pronto una duda me asalta y me llena de pavor. ¿Y si el Patricio ya se lo ha contado todo al príncipe? ¿Y si me esperan para el beso del sol o mi muerte definitiva de cualquier otra forma? Acaricio el colgante de mi madre con miedo y trato de relajarme.

LLegamos, me bajo del carro aún con la cara un poco descompuesta, hecho que trato de disimular con mi habitual encorvamiento. Me conducen a presencia del príncipe atravesando negros pasillos con una seguridad comparable a la de las capillas. Lo tendría muy complicado si el Patricio habitase allí. Por fin, el Príncipe me recibe y me pregunta por el motivo de mi visita. El miedo por su posible conocimiento me hace ser parco en palabras, al menos al principio. Agacho la cabeza y comienzo a hablar.

-Vereis, me averguenza reconocerlo, pero vengo a vuestra ciudad a causa de mi torpeza. No serví a mi maestro como el me ordenó y me relegó a la recien fundada capilla de vuestros dominios.

Hago una pausa y sigo.

-De todos modos, creo que él mismo os informará en esta carta que me dio para vos mejor que cualquiera de mis torpes explicaciones. Después de todo, a nadie se le da bien reconocer los errores cometidos, al menos, a nadie que yo conozca, pues, una cosa es el deber de asumir la propia responsabilidad cuando se falla, que puede hacerse de mejor o peor gana, y otra la disposición a publicar los errores propios. ¿No creeis?

Tras decir esto, le tiendo la carta y espero.

Notas de juego

Eem.. perdona la tardanza, esta semana empecé las clases y ando de trabajo hasta el cuello, entre unas cosas y otras, no se como, pero me olvidé. Este finde estaré con ritmo alto si te va bien para compensarlo.

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25/09/2010, 23:08
Cneo Escipión

 

El príncipe arquea una ceja tras tu confidencia, lentamente retira su espalda del respaldo de su sillón, alargando su mano para tomar la carta que le tiendes, sin decir palabra al respecto la toma entre sus manos, observando cuidadosamente el lacre que aprisiona las palabras para él reservadas.

"Crack" rompe el lacre en dos desplegando ante sí la carta, sus ojos se mueven de izquierda a derecha mientras lee, su cara no denota emoción alguna, sin dar mayor importancia a la carta la deja caer sobre la mesa echándose de nuevo hacia atrás, si mano derecha se apoya en el brazo del sillón, sosteniendo su barbilla en actitud meditabunda, mirándote directamente a los ojos.

-¿Y? ...  dadme un motivo válido por el cual deba acogeros en mi dominio- dice con voz gélida -¿como me serviréis?, pues por lo que vos mismo decís habéis fallado a vuestro maestro- sonríe lacónico llevándose una copa a los labios.

 

 

Notas de juego

Nada no te preocupes, postearé durante esta semana a esta hora.

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27/09/2010, 15:59
Carles

La pregunta de mi anfitrión me llena de dudas y, por un segundo, mi fría e inalterable expresión se torna en una ´perfecta representación del pánico encarnado. Por un lado, desea saber lo que me trae a la ciudad, el fallo que cometí ante mis superiores, pero por otro, ni yo quiero que lo sepa ni debe saberlo por el bien del clan. En este momento, debo ser cauteloso. Sin modificar un ápice mi expresión de miedo, hablo al príncipe sin poder evitar un incómodo tartamudeo, señal de nerviosismo y resquicio de mis dias de mortal.

-Ve-vereis... pues... esto es bastante complicado. Se-seguramente tendreis a vu-vuestras órdenes a sirvientes capaces que...

Hago una pausa y me aclaro la voz tosiendo un poco, más bien para relajarme que para otra cosa.

-Perdón. Como decía, seguramente tengais a vuestras órdenes a sirvientrs capaces y mucho más útiles que un mísero ayudante de laboratorio que apenas lleva veinte años sobre la faz de la tierra. La verdad es que no soy sabio ni poderoso. Mentiría si os dijera que conozco información sobre cualquier tema que nadie más podría daros... En definitiva, no soy lo que se dice una gran baza. Sin embargo, dado que no se como puedo serviros ni tengo otro lugar a donde ir donde no me espere la muerte definitiva, me pongo humildemente a vuestro servicio y os suplico que tengais piedad de mi. Apenas he tenido la oportunidad de probar mi valía, no os decepcionaré, os lo juro.

Hago una pausa esperando la respuesta del príncipe.

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27/09/2010, 23:29
Director

El príncipe sonríe afable, tomando de nuevo la copa y llevándosela a sus labios, dando un largo sorbo, en esta ocasión mantiene la dorada copa en sus manos, observándote con sus fríos ojos azules, poco a poco el iris de sus ojos se oscurece hasta tomar un inquietante color negro.

-Voy a ser sincero con vos- sonríe -siento cierta animadversión contra los de vuestra ... "clase", y no por vuestro proceder para alcanzar la inmortalidad, esos ... Tzmisce no son más que basura pagana- niega con su dedo con una sonrisa - pero Saulot y los suyos, eso es otra cosa- frunce el ceño- por suerte para vosotros habéis resultado ser unas "alimañas" muy tenaces, no en vano habéis sobrevivido a los embistes de los Tzimisces y sus aliados ... sin ayuda, Xavier de momento me es "útil"- dice con cara compungida.

-Pero los dos sabemos que las cosas no tienen porque ser necesariamente así ... por siempre, ¿queréis una oportunidad?, ¿queréis entrar a mi servicio?, sed un buen chico y mantenedme informado sobre lo ocurre en esa dichosa capilla vuestra y tal vez, solo tal vez, un día os veáis recompensados por vuestros servicios ... ¿me seguís?- enarca una ceja.

Con un sonoro clanc deposita la copa sobre la mesa, mirándote directamente con esos fríos y penetrantes ojos negros, un escalofrío recorre tu espalda, parece que pudiese ver tu alma con esos ojos.

Las sombras de la habitación se alargan, la leña de la hoguera cruje mientras las lenguas de fuego lamen su corteza con flébil pasión, el afable príncipe parece más y más imponente, una figura aterradora surgida del más negro abismo.

Notas de juego

Tirada de coraje dif 7.

Tirada de percepción "a secas" dif 8, y si la sacas tirada de inteligencia + ocultidmo dif 9.

Un saludete :).

 

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28/09/2010, 13:30
Carles

Miro al afable príncipe con incredulidad mientras se transforma en un ser cada vez más aterrador para mi. Lo que al principio parecia un calmado y reposado asceta me muestra sus "colmillos de lobo" y se apresta a atemorizarme. No es de mi agrado, pero de momento, no tengo más alternativa que ceder.

-Si, mi señor, os sigo. No os preocupeis, os mantendré informado en la medida en que mi rango me lo permite.

- Tiradas (2)

Tirada: 5d10
Motivo: coraje
Dificultad: 7+
Resultados: 6, 8, 8, 4, 7
Exitos: 3

Tirada: 3d10
Motivo: percep
Dificultad: 8+
Resultados: 2, 2, 7
Exitos: 0

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28/09/2010, 23:36
Cneo Escipión

 

El príncipe te mira detenidamente como si mirase dentro de tu alma si es que aún conservas algún resquicio de ella, luego sonríe relajando su rostro pétreo a la par que el negro de su iris comienza a retirarse dejando ver el azul de sus ojos.

-Sabia decisión, comprobareis que soy dado a ser generoso con aquellos que me sirven bien- dice con tono benévolo -sin embargo para aquellos que me traicionan les reservo el peor de los tormentos- advierte con ceño fruncido y tono gélido -quid pro quo, joven usurpador, quid pro quo- te señala con el dedo.

-¿Hay algo más que queráis discutir?- dice enarcando una ceja

Notas de juego

Bien, bien has aguantado como un campeon el acojone :)

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29/09/2010, 17:34
Carles

Aún algo descolocado por los repentinos cambios de personalidad del príncipe, observo durante unos segundos como vuelve a cubrirse con su bondadosa máscara, la misma que llevan todos los cien veces malditos Patricios, pero una molestia que debo aceptar y sufrir sin queja. Segundos después, respondo a su pregunta.

-No, mi señor, no hay nada que discutir.

Tras esto me inclino y espero a que me permita retirarme.

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30/09/2010, 00:14
Director

Poco a poco las sombras se retiran volviendo a sus cobijos, el fuego vuelve a arder con toda su intensidad, iluminando un poco más la sempiterna oscura habitación.

El principe parece un hombre más cercano, más afable, de él emana un aura de paz y bondad, es curioso ver encarnados en un mismo ser al santo y al diablo, tal vez sea un santo diablo ¿quién sabe?.

-De ahora en adelante hablareis con el mortal que custodia esta puerta sobre el asunto que nos acucía, dejo a vuestro juicio el proceder, id en paz- añade con un ademán de su mano.

Una sombra se pliega desde la pared tomando forma humana, la sombra saluda con la cabeza, sin hacer ruido alguno se acerca hasta la puerta y la abre situandose detrás de ella quedando invisibletanto para ti como para aquellos que se situan tras el umbral.

 

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30/09/2010, 10:16
Carles

Un tanto aturdido por cuanto acabo de ver, pues apenas había visto una vez en mi no-vida lo que los Magistri son capaces de obrar con las sombras, me quedo unos instantes embobado mirando la puerta. Segundos después me vuelvo mirando al príncipe con cara de incredulidad mientras sopeso diversas opciones en mi cabeza. La sombra de la incertidumbre y el no saber se va cerniendo sobre mi. Hago una leve reverencia mientras sujeto con mis manos el colgante que pende de mi cuello mientras digo:

-Mi señor.

Tras decir esto, me incorporo y me retiro en dirección al carruaje.

Notas de juego

Vale, creo que ya se como resolver mi situación. Esto avanza XD.

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02/10/2010, 01:24
Director

El hombre de la puerta, aquel al que debes de informar, te acompaña hasta la salida por el oscuro pasillo que recorrieras en compañía del alguacil. A vuestro paso los guardias se echan a un lado dando paso franco.

Al salir del palacio, te reciben las estrellas y la tímida Luna, ocultas tras un jirón de nubes, una fría brisa sopla arrancando las maldiciones de los mortales que aguntan como pueden los infortunios del tiempo.

En compañía del silencioso hombre llegas hasta las puertas que separa al regente de su pueblo, frente a las puertas tan solo ves el negro carruaje y el silencioso criado de los Tremere, algo que otrora tiempo fue humano, ni rastro del alguacil, ni de aquellos que os acompañaron por el accidentado camino al menos no más que los excrementos dejados por sus monturas.

-Confío en que podréis llegar hasta vuestro refugio sin mayores contratiempos- dice con tono solemne -no obstante si tenéis necesidad de escolta para el camino hacédmelo saber- aguarda tu respuesta con semblante estoico.

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02/10/2010, 16:57
Carles

Permanezco un par de minutos en pleno silencio mientras mi "escolta" me acompaña hasta el carruaje. Una vez allí, observo cuanto se muestra a mi alrededor, es decir, el solitario carruaje y el criado de los Tremere. Desvío durante unos instantes la mirada hacia la luna y las estrellas, un lujo que no suelo poder permitirme dado lo ajetreado de mis estudios. Finalmente, oyendo a mi acompañante, me vuelvo hacia él y respondo:

-Bien, creo que esta noche si tendré necesidad de escolta. Muchos son los que me guardan rencor por mi ascendencia y no deseo darles el placer de verme desamparado. Lo comprendeis, ¿Verdad?

Tras decir esto, espero la escolta y me encamino a proseguir mis estudios.

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05/10/2010, 18:30
Director

El hombre asiente serio tras tu petición de escolta -vosotros dos- señala a un par de soldados de la puerta -ensillad un par de caballos y escoltad a nuestro invitado-.

Los soldados inclinan la cabeza y se marchan a toda prisa para cumplir la orden bajo la atenta mirada de tu acompañante,sin decir palabra alguna se despide con una leve inclinación de cabeza, gira sus talones y se dirige hacia uno de los soldados de la puerta, tras una breve conversación con el soldado desaparece por el umbral de la puerta.

El soldado en cuestión, se ausenta de su puesto dejando solo a su compañero durante unos minutos para volver en compañía de un par de soldados que toman las posiciones de los que se marcharan a ensillar los caballos para escoltarte.

Los cascos de los caballos les preceden, tirando de las riendas aparecen los dos soldados con los caballos ensillados.

-Cuando gustéis señor- esperan tu venia para partir.

Los soldados montan sin dificultad situándose cada uno en uno de los flancos del carruaje mientras el peculiar cochero chasquea su látigo sobre las monturas.

Las ruedas giran sobre el empedrado camino alejándote del santo diablo que hace las veces de príncipe de Barcelona, lejos del rudo y maleducado alguacil, hacía lo que podría llamarse tu hogar, un lugar plagado de misterios y secretos habitado por un autocrata regente y ambiciosos aprendices que compiten entre si.

En esa capilla tú eres el forastero,menos que querido, las trifulcas entre el maestro Goratrix y su rival Etrius os tiene divididos, solo el temor y el respeto al gran maestro Tremere os mantiene unidos, lo que no quita que ambos se desacrediten a la menor oportunidad e incluso conspiren el uno contra el otro por medio del subterfugio, y algo te dice que Xavier de Cinçao ha tomado partido por el prudente Etrius.

El trayecto se te hace más corto en esta ocasión, pero no más agradable, solo cuando el carruaje se detiene te asomas por la ventana para ver la capilla, el cochero abre la puerta del carruaje haciendo señas con su mano para que salgas. Al salir ves a los dos soldados aún montados en sus caballos, los animales resoplan y pifian nerviosos.

Tras cumplir con su misión los jinetes se despiden para volver a sus ocupaciones, y el cochero se marcha para atender a los animales. Al acercarte las enredaderas se hacen a un lado permitiéndote el paso, la cara de la puerta toma vida al acercarte, al reconocerte te permite el paso.

Por desgracia no pasa demasiado tiempo antes de que de Cinçao te reclame, de nuevo te recibe en su sancta santorum.

Plap suena al cerrar el pesado libro - tomad asiento aprendiz- ordena señalando la acostumbrada silla. -Informadme- apremia tan pronto tomas asiento.

 

Notas de juego

Lo que ocurre con los Tremere en la Edad Oscura es que son lo más bajo de lo más bajo en la sociedad cainita, en algunos casos ni siquieran son considerados parte de la sociedad, sus medios poco convencionales repugnan a la mayoria de los cainitas sobre todo a los de los Altos Clanes, quienes respetan por encima de todo la tradición y la historia.

Para más INRI para ser aceptados como clan se han dedicado a perseguir a los más santos entre los cainitas, los Salubri, además de asesinar al creador de la Viae Caeli, antediluviano del clan Salubri y santo para todos, Saulot.

No es fácil ser un Tremere en esta epoca. Muchos Gangrel y Nosferatu os odian, por lo ocurrido en transilvania, hay rumores sobre el destino de los gangrel, nosferatu y tzmisces capturados.

Solo la alianza con los Ventrues germanos y sus aliados para conquistar las tierras del este os salvan de quedar totalmente aislados.

La situación dentro del clan no es mucho mejor, los aprendices de Tremere son como el agua y el aceite, se llevan mal, tanto que se han intentado matar mutuamente, por ello Tremere ha vinculado  a los siete a él y ha impuesto el vinculo para el resto del clan.

No se trata tanto de ser un aprendiz, que sí, de primera están puteados, sino de como está la politica tanto dentro como fuera del clan.

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06/10/2010, 09:27
Carles

Aliviado por la concesión de escolta que me brinda el criado del príncipe, monto en el carruaje dando las gracias al cielo o a quien corresponda por tener la posibilidad de regresar entero, sano y salvo a la capilla. La verdad es que la capilla es como un nido de vívoras, pero al menos se que ninguna me morderá a menos que muestre la debilidad necesaria para permitirlo, algo que no dejaré que ocurra bajo ningún concepto. Por otro lado, al menos allí puedo dormir tranquilo.

Nada más llegar, casi con toda seguridad el Regente me reclamará, así que debo pensar en cuanto debe y no debe conocer. Puedo mostrar cierta complicidad con él o puedo no hacerlo. No lo se, todo se verá.

El carruaje se detiene, espero a que se vaya y entro en la capilla por la puerta vegetal. Apenas dispongo de tiempo, así que será mejor ponerse cómodo. Me coloco una túnica normal, de color azul oscuro bordada con hilo plateado y con símbolos arcanos bordados por toda ella con hilo de este mismo color. Me ajusto también un cinturón de cuero con hebilla plateada.

Apenas he terminado de cambiarme, el extraño criado entra y me comunica que el Regente me reclama, lo sigo y llego a la ya conocida sala donde me espera. Me siento a su orden y respondo a su pregunta.

-La verdad es que no ha ocurrido nada que no esperase. Me preguntó el motivo por el que me hallaba en su ciudad y me expresó el descontento que le producen los miembros de nuestro clan. No hizo falta mencionar a los Salubri, él mismo se encargó de ello. Parece ser que no nos considera una amenaza sino que piensa que podemos serle "útiles", a ese respecto, no creo que debais preocuparos. De todas formas, es un ser precavido, pues sospecha de cuanto ocurre fuera de su vista. No se, creo que no termina de fiarse de nosotros.

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09/10/2010, 11:04
Xavier de Cinçao

 

De Cinçao escucha tus palabras con semblante serio, cuando terminas inspira profundamente a pesar de no tener necesidad de ello dada vuestra condición, un suspiro escapa de sus labios.

-Era de esperar ... - sentencia - su alteza es un ser, ¿como decirlo?, extremadamente "precavido", no en vano es uno de los magistri más antiguo de Iberia, y ya sabemos cuan astutos pueden llegar a ser, olvidad vuestros tratos con los refinados patricios y el clan de la rosa, Los LaSombra son de una materia "diferente", hay que ser mas precavidos, además como habrás observado muchos guardan cierto recelo acerca de nuestra campaña de exterminio contra los Salubri- te advierte con cierto tono de complicidad -deja que piense que somos sus herramientas, el orgullo será su error, con el tiempo nosotros prevaleceremos sobre los demás como siempre hemos hecho, mientras tanto muéstrate servil y respeta sus leyes- te aconseja.

-En cuanto a sus reservas hacia nosotros, son del todo comprensible, más si venís con una carta de recomendación de Etienne, quién entupidamente cree que tiene algún derecho sobre Cneo y la ciudad de Barcelona, es más yo mismo tengo mis reservas en cuanto vos, teniendo en cuenta quién os envía, sabed que os han mandado esperando que cometáis otro grave error bajo mi supervisión y así desprestigiarme, pero no vamos a permitir que eso ocurra ¿verdad?- sonríe con malicia.

De Cinçao se levanta rodeando la mesa, sus manos cae sobre tus hombros haciéndote sentir el peso de su débil y ajado cuerpo, pero a ti te parece el peso de mundo, por momentos recuerdas el mito de Atlas, el coloso que carga con el mundo sobre sus hombros.

-Ahora sois mi aprendiz, olvidad toda lealtad para con Goratrix- susurra a tu oído -¿tenéis algo más que decirme?- se vuelve mirándote directamente a los ojos.

 

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18/10/2010, 12:37
Carles

Escucho a Xavier mientras voy reflexionando acerca de los motivos del príncipe. Después, intenta volverme contra mi maestro. Algo trama. Probablemente intente usarme para conocer información que pueda usar en detrimento de mi señor Goratrix. Me encojo de hombros mientras se apoya sobre mi y mantengo la vista baja, como habitualmente. Cuando vuelve a dirigirse a mi, me encojo de hombros nuevamente con gesto pensativo y le digo:

-No, mi señor. La verdad es que no tengo nada importante que deciros. Poco más cabe resaltar de mi visita a nuestro noble príncipe. Bueno, si, una única cosa. Su manejo de las sombras es bastante imponente, ni siquiera gesticula y la oscuridad toma forma para hacer cuanto el desea. Por otro lado, su cara y sus ojos se vuelven diferentes cuando trata de intimidar a alguien, creo que debido a los dones de su sangre, pero no se por qué, pude resistirlo.

Hago una pausa.

-De todos modos, estoy agotado. Si me lo permitís, me gustaría volver a mis aposentos y descansar un rato.

Tras esto, espero su respuesta.

Notas de juego

Perdón por la tardanza.

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19/10/2010, 21:33
Xavier de Cinçao

El regente de la capilla asiente a tu comentario sobre el príncipe y su capacidad para controlar las sombras, sin añadir nada al respecto.

-Sí, por supuesto podéis retiraros para seguir intentando recrear la fórmula del fuego griego- comenta distraído -claro, que es una perdida de tiempo, por desgracia los componentes son relativamente difícil de conseguir y la mezcla resultante es ciertamente inestable, deberías emplear vuestro tiempo en el estudio de la taumaturgia, esto es con diferencia más ... "seguro"- la mano del regente se abre haciendo brotar una pequeña llama de color verdoso en el centro, al cerrar la mano hace desaparecer la llama.

-Si queréis encontrar la muerte definitiva tan solo tenéis que decírmelo, tal vez encontremos alguna manera más eficiente de sacar provecho de vuestro sacrificio- te da la espalda para volver a tomar asiento en su sillón -marchaos a seguir con vuestros asuntos sean cuales sean- añade haciendo un gesto de su mano para despedirte.

Parece que nada en esta capilla escapa a los oídos o vista del regente, no es de extrañar, mal regente sería sino supiese lo que ocurre dentro de los gruesos muros de vuestro refugio, por no añadir que cualquier maegi lo suficientemente sensato toma precauciones contra sus pares ,más si uno de ellos es ajeno a su comunidad.

Al llegar a tu sancta, ves al pequeño ayudante, sentado en el borde del cuenco, al verte da saltos de alegría. El pequeño hombrecillo de cristal señala los ingredientes y compuestos debidamente ordenados tal como le pediste, dispuesto para proseguir donde lo dejaste.

Impaciente por recibir otra orden se cruza de brazos, golpeando la mesa con su pequeño pie de cristal, parece que se ha aburrido bastante en tu ausencia y esta deseoso de volver  a la actividad.