Partida Rol por web

Saltar detrás de sus compañeros para ver al puñetero nigromante, era casi tan desagradable como las muestras de afecto entre Arik y Gertruda. Varikov hizo memoria de cómo llegaron a tener a esa llorona a cargo del grupo.

Estaban en la plaza del pueblo, él había bebido su precioso alcohol que le “ofreció amablemente” Bildrath, hubo una nota y de repente, como poseídos, salieron todos detrás de Arik para buscar a Gertruda… pero se encontraron a alguien distinto por el camino. Varikov, después de escuchar lo que los humanos hablaron, no entendía porqué metían a sus muertos en cajas de madera, antes de enterrarlos. Si se comían una manzana con sus pipas para que luego, al hacer sus cosas en el campo, planten un manzano, de la misma manera deberían tratar a todo bicho muerto, humano o animal. La tierra los aprovecha más y mejor si los dejan ahí donde se mueren o los usan como fertilizante. !Acaso a alguien se le ocurre tirar los restos de las frutas y verduras en cajas?

Por suerte no tardaron mucho en encontrar a Gertruda, y mejor aun, no tenían que preocuparse más por ella… o sí. Estaba muerta... o no. Lo que pasó a continuación dejó a Varikov de espectador, como en las cutres representaciones teatrales que algunas veces los artistas representan por las calles o en las plazas de los pueblos. Lo difícil para él era no reírse ni aplaudir, pero lo consiguió ya que no era una persona risueña ni, probablemente, nunca aplaudió en su vida. Marchando de ahí, llegaron a la casa del Burgomaestre, por desgracia sin incidencias.

Por el camino, el Trampero se imaginaba la mesa llena de comidas apetecibles, ya que el hermano sin huevos de la Irina les había invitado a comer. Al entrar en la casa la realidad era otra. ¡Malditos humanos, no son capaces de hacer nada bien, ni siquiera morir! Por suerte, con la excusa de revisar la casa, y quitarse de la vista esa imagen empalagosa del posadero abrazando a la llorona, el enano descubrió el tesoro mejor guardado de la casa. No eran joyas ni otras nimiedades por las que los humanos perdían la cabeza, era comida. Tuvo cuidado de llenar su estómago, y sus bolsillos, antes de salir de ahí y aprovechó el funeral para descansar la vista.

Por fin llegó el momento de volver al medio natural del enano, el bosque. Eso hizo que se le abrieran los ojos como platos y andar más deprisa que nunca. Un día entre humanos era un grave castigo. Los que lo conocen dirían que está contento, algo que pasa muy pocas veces, por suerte, nadie lo conoce.

La "felicidad" poco le duró por cosas que acabaron de pasar, como el nigromante que les hizo detener. El Trampero estaba cabreado por no llegar ni a verlo, mucho menos darle un hachazo.

Ahora tenía varias posibilidades. Una, marchar de ahí y buscarse otro bosque, pero no le apetecía empezar de nuevo, odiaba las mudanzas, así que, descartado. Otra era ir a matar zombies, pero eran unos cuantos y él tenía las piernas cortas, si todos se abalanzaban sobre él, no iba a tener las mismas posibilidades de escapar que los demás. Otra, irse con la gitana para ayudar a los del pueblo, pero el recuerdo de las tetas pasas de esa mujer lo hizo descartar esa opción más rápido que otras.

Mientras se lo pensaba vio al nigromante y también a su oportunidad de darle. Dudó solo cuando vio al gigantón saltar detrás de él. ¿En qué pensaba? Seguro que en refrescarse la calva. De todos, él era el más indicado en saltar, no el grandullón. Si lo llevaba la corriente sabía cómo salir, cómo encontrar un camino de vuelta y cómo volver a encontrarles. No le dio más vueltas, con el hacha en la mano, saltó al río.

Varikov y Parriwimple se lanzan al vacío tras el nigromante. El enano logra hundir su hacha en el tórax con una potencia devastadora. Los tres caen al agua casi a la vez. Sin vida, el cuerpo flotante del nigromante es arrastrado por la corriente. Los otros dos suicidas chapotean en el agua para mantenerse a flote.

Mientras, los zombis van avanzando hacia el puente. Uno de ellos se abalanza sobre Ashlyn. Otro lo hace sobre Irina, aún malherida del combate de esta mañana en la plaza. Ambas consiguen frenar sus torpes movimientos, pero por detrás llega una abrumante ola de enemigos.

Si la corriente se lleva el cadáver del nigromante río abajo, acabará en los pantanos del Ivlis, lugar nada recomendable, y será muy difícil de encontrar. Por contra, Madame Eva aseguró que uno de los tres santuarios que mantenían el pacto de Strahd con la tierra de Barovia y le hacían fuerte estaba en el pantano.

El único interés del cuerpo son los objetos mágicos que pueda tener, que pueden hacer de refuerzo en la lucha contra el Mal. Cuantos más días se tarde en ir al pantano, más difícil será encontrar y recuperar los objetos.

Por otro lado, es río arriba dónde está el campamento gitano y el santuario del Bosque, vital para realizar el rito que oculte a Irina de Strahd.

-Mierda!  -grito Irina al ver al enano saltar detrás de Parriwimple y el nigromante. Internamente, la noble rezó para que la corriente no se los llevara muy lejos. El santuario del bosque estaba río arriba y lo prioritario era ocultarla de los poderes de Strahd.

Irina iba a gritarles que volvieran rio arriba pero luego recordó que Varikov también conocía la zona y ya lo sabría.

Una vez apartado el pensamiento, la guerrera agarró fuerte su escudo y atacó al primer zombi que se acercaba. Lo hizo, aún así, con precaución; asegurándose de tener siempre el escudo listo.

-Esperad a que se junten contra nosotros para usar las armas deflagradoras, si teneis.

Me sitúo entre ambas damas y golpeo con mi espada argéntea al que está atacando a Frau Irina, pues ella es la que está más herida.

Mi espada se clava en el costado de la criatura no muerta, que no siente dolor y apenas parece notarlo. Me doy cuenta de lo dura que va a ser esta batalla, pues necesitaré varios golpes para acabar sólo con una de estas cosas. Y hay toda una horda...

Un coro de voces gritando se escucharon en la cabeza de Varikov mientras iba cayendo al río. Él no podía hacerles caso, estaba pendiente de dar el golpe final al puñetero nigromante. La sangre caliente le salpicó el rostro cuando su hacha se le hundió en el pecho y justo después sintió lo contrario, al chocar con el agua fría.

El Trampero no era muy amigo del agua, no más que un gato. Además, sus cortas manos y piernas, pegadas a un cuerpo rechoncho, no iban a ayudarle mucho. Y algún otro miembro que no era tan corto cambió de idea y menguó en ese medio tan hostil para partes tan delicadas.

      ¡Está loco!
      ¡Nos quiere matar a todos!
      Oh, maldito él y su plan malvado, si se ahoga se acabó con nosotros también.
      ¡Que alguien haga algo, no quiero morir, no quiero, noooo!
      No entiendo a qué viene tanto alboroto, se está de maravillas en esta agua.
      Lo único bueno es que ya no olerá tan mal.
      ¿Desde cuándo tienes olfato?
      ...

-¡Rollos y centollos! dijo cabreado Varikov, ¡os queréis callar ya? ¡Maldites cotorres, nun calla ni bajo´l agua!

El nigromante estaba muerto y flotando. Ahora, el principal problema que tenía el enano, era salir del agua, preferiblemente vivo.

¡No tengo tiempo de rebuscar en la mochila si tengo que luchar a espada! Necesitamos a alguien más para retener a los zombis. ¡Varikov, mueve el culo y sal del agua! ¡Ya!

En el agua, los dos compañeros descendían por el río. Varikov, sin control. Parriwimple, sabiendo muy bien a dónde quería ir. El aldeano sujetó al nigromante del torso y miró a su alrededor. La orilla de los zombis estaba más cerca; la orilla de la aldea, más alejada; y en medio de todo, el enano parecía necesitar ayuda.

De nuevo en el puente, a Irina la mordieron en la cara. Ser la favorita de Strahd no la protegía de unos no-muertos descerebrados que solo se guiaban por el apetito.

¡Irina! ¡Huye! Nosotros nos encargaremos de esto.

Irina sintió como perdía un pedazo de mejilla ante el primer ataque de las criaturas y supo que no le quedaba otro remedio que retroceder. Al menos eso le daría la oportunidad de sacar su pocion deflagradora y darles su merecido a todo aquel montón de cadáveres en los próximos segundos.

-Lo siento, chicos, tengo que retirarme pero volveré.

- "Frau Irina, tratad de movilizar a la gente. Es imperativo bloquear los accesos al pueblo con una barricada que impida a los zombis tener libre acceso a la población.

Desde detrás de la barricada tal vez los ciudadanos de Barovia podrán alancear a los no muertos con horcas y palos afilados.

Frau Ashlyn y yo trataremos de ganaros algo de tiempo, aunque antes o después seguramente nos veremos obligados a retroceder hacia Barovia." -

      Mmmm, esta sí es vida, disfrutando de un baño a la puesta del sol…
     ¿Serás imbécil? ¡Vamos a morir!
      Pero que muerte más bonita…

Por supuesto que las voces no le hicieron caso a Varikov, como siempre. Siguieron hablando de lo que les daba la gana. El enano las trataba de la misma manera, con indiferencia. Estaba un poco más ocupado en sobrevivir que en discutir con esas pesadas ignorantes.

Nadar no se le daba bien, pero un enano cabezón, y no solo por el tamaño de su cabeza también por la “capacidad” de insistir, no se rinde fácilmente. Peleaba con el agua como mejor podía, pero la maldita pasaba entre sus dedos y lo llevaba a donde le daba la gana, como si fuera una pelota.

Pasó por debajo del puente y pudo ver como Parriwimple agarraba el cuerpo sin vida del nigromante. No sabía si lo hizo para salvarlo o para agarrarse a algo en esas aguas infernales. El Trampero no podía más que mirar y eso solo cuando sacaba la cabeza del agua para coger aire. Lo de escuchar se le daba peor y, entre las voces de su cabeza, escuchó una desde fuera que le dijo: “¡Varikov, mueve el culo y… ¡Huye! Nosotros nos encargaremos de esto.”

-¡Dioses de la luz, iluminadme! -grita Ashlyn, golpeando con su espada a la vanguardia de no muertos vistani que cae ya sobre el grupo.

Vuelvo a clavarle la espada al mismo zombi, parece debilitado, pero no creo que deje de moverse antes del tercer tajo.

Parriwimple intenta, con el cuerpo del nigromante, llegar hasta la orilla... pero por ahora, descompensado por el cuerpo de este, no lo logra.

Irina, a 160' de la batalla, saco el frasco de su mochila y, dejandola alli, volvio sobre sus pasos hacia el combate. 

- "¡Frau Ashlyn! Debemos retroceder un paso hacia el Norte los dos a la vez... ¡Ahora! De este modo bloquearemos todo el puente ahora que Frau Irina ha tenido que retirarse." -

La idea de Herr Urik era buena. Con pequeños pasos hacia atrás entre ataque y ataque, cogerían a los zombis a pie cambiado. Así, no les daría tiempo a morder. Pero una vez llegado al principio del puente, se acabó el cuello de botella, y entonces los zombis se desplegarían en abanico y los paladines tendrían que echar a correr.

El Caballero del Cuervo logró abatir a uno de los zombis, que desde el suelo enseguida fue fagocitado y pisoteado por la marea de muertos vivientes. Ashlyn también se defendía bien. Pero por mucho empeño que le ponían, sus rivales les ganaban en resistencia y tenacidad.

El río Ivlis también gana en tesón. Parriwimple comprueba de inmediato el error que suponía sujetar al Nigromante. No solo estaba descendiendo sin control, también tragaba agua, y rotaba movido por la corriente. Varikov es igual de torpe en el agua, pero nadando en diagonal se ha logrado acercar a la orilla. Ya casi puede acariciar tierra firme... Ya casi... Solo tiene que estirar los dedos y...