Partida Rol por web

- Entonces... ¿estos sí duermen?- pregunta con una mezcla de incredulidad y estupefacción el gigantón, quien veía como, nuevamente, todo lo que pensaba saber se ponía patas arriba. Sin embargo la caricia de Helene sorprende de forma evidente al gigantón quien sonríe de forma bobalicona y se queda quieto, en silencio, respirando con lentitud y tratando de no hacer caso al dolor- Parriwimple descansa. Parriwimple bueno- dice con una sonrisa forzada que a duras penas atraviesa el dolor que le llena.

Aunque la fuerza del enano estaba muy débil, su último golpe fue suficiente para acabar con el osito gigante. Por suerte, o justo lo contrario, la chica que había dentro sobrevivió. Con un suspiro y bastante esfuerzo Varikov se sentó en el suelo y empezó a hacer un repaso de las heridas que tenía.
El carpintero contó lo que había pasado. Al Trampero le costaba creer que Liddo se había aprovechado de esa manera y que volvió a la vida al "pequeño" Maligno. Liddo no era un humano. El enano había aprendido una nueva lección ese día, si no es enano, no hay que fiarse. Por supuesto que no pensaba darle al "hijo" de Giussepe ningún barniz, si lo pillaba iba a ir directamente a una hoguera.
-A por ellos voy, ho. Se levantó con dificultad y empezó a seguirles el rastro. Si alguien quería unirse a la caza de... bajitos, tenía que mover el culo ya.

- "Opino igual que Ivalic. Bajo ese barniz, el muñeco es demasiado perverso y extremadamente poderoso. Hay demasiados poderes maléficos que querrían usarlo para sus propios fines ahora que su secreto se ha revelado. Ya no es posible ocultar algo así simplemente con un barniz.

Por otro lado, parece que maese Varikov ya ha tomado su decisión, y si no queremos que se enfrente él solo a Maligno, más vale que le sigamos..." -

Sonrío a Parriwimple, contento de verlo ligeramente más recuperado.

Seguidamente sigo al enano, que con sus piernas cortas no avanza más deprisa que un hombre con armadura completa.

Ivalic se alegró mucho de que Parriwimple recuperara la consciencia y lo abrazó con cuidado para no hacerle daño.

-¡Parriwimple, estás bien! No te preocupes, hemos rescatado a Katta y a Olga, también a Stara. El resto siguen bajo el hechizo de Maligno y debemos detenerle antes de que vuelva a hacerse con el saquito de almas. ¿Puedes ayudar a la Señora Helene a descolgar a Giussepe? Luego poneos a salvo, volveremos lo antes posible.

Ivalic se levantó y corrió detrás del enano y del paladín, el pueblo no estaría realmente a salvo hasta que Maligno y Liddo estuvieran bajo control.

-¡Eh! ¡Esperarme!

-¿No te das cuenta que no puede movers...? -las palabras de Helene se perdieron en el aire. Aquellos tres estúpidos hiperhormonados de testosterona, con la inteligencia entre sus piernas, corrían detrás de un muñeco dejando tras de sí a niños, alguno de ellos heridos, y a compañeros, amén de a aquel pobre anciano colgado como un trozo de carne para curar.

Al final, delegaban todo en las mujeres, en las madres. Cuando volvieran iba a tener que escucharla. Unas palabritas y un par de capones por cabeza no se los quitaba nadie.

-Vjelkus, hijo, toma mi escudo y mantén a raya a esa pesada. Si la haces caer de morros y te sientas encima, no te dará problemas -dijo recogiendo los peluches a toda velocidad y colocándolos bajo Giussepe a modo de colchón-. Señor Giussepe, voy a necesitar de su colaboración. Voy a desatarle las manos y tras eso, Stara le desatará los pies. Procure caer lo mejor posible y sobre esos peluches que de algo servirán para amortiguarle. Katta y yo intentaremos sujetarle en la medida de lo posible en su descenso. ¡Katta, ayúdame por favor! Stara, deshaz el nudo de los pies. Chicas, de nosotras depende que esto salga bien. Cuando acabemos, salgamos de aquí lo antes posible y nos refugiaremos en la casa del señor Giussepe.

Mientras Vjelkus distraía a Margarita, el hercúleo Parriwimple descendía suavemente a Giussepe hasta el suelo y lo libraba de sus ataduras. Stara se separó del grupo y cruzó el descampado hasta el lugar en el que su marido se movía estrambóticamente con la cabeza atrapada. La embarazada alargó la mano, como si tocando a su marido pudiese recuperarle.

Viktor, mi peluchito de melaza...

Accidentalmente, en su frenesí de movimientos, el títere humano golpeó los dedos que se le acercaban. Con tristeza y resignación, Stara bajó la mano y aceptó la nueva situación.

Aquel grupo de personas se dividía... Parriwimple, Vjelkus, Helene, Olga, Katta, Giussepe y Stara se fueron a casa del carpintero. Varikov, Herr Urik y el porta-antorchas Ivalic, callejearon en plena noche buscando a Maligno.

No tardaron en llegar. La llave de Giussepe abrió la puerta, empujándola tímidamente en un lento crujir. El taller ocupaba la primera mitad de la sala. El anciano cogió una vela en un cajón junto a la entrada y prendió la mecha. Herramientas colgadas del techo proyectaban sombras sobre sus cabezas, como navajas de Occam amenazando guillotinar sus cuellos.

Giussepe acercó unas sillas y trajo mantas de su propia habitación para acoger a los refugiados.

De verdad, me vuelvo a disculpar. Lo siento mucho. Maligno os ha causado muchos problemas, y yo también. Pero como dije, dispongo del barniz que puede dormir a mi hijo. Está aquí, dentro de este cubo sobre el armario...

El carpintero alzó los brazos y bajó el cubo, pero al mirar en su interior ya no estaba. Su rostro blanquecino palideció todavía más.

No está. Maligno ha descubierto mi escondrijo y se lo ha llevado... ¡No importa! Guardo otro bote en el sótano...

Giussepe acercó la vela a una trampilla. Al tirar de la anilla, la trampilla no cedió. En lugar de ello mostró sobre sus tablones un mensaje de letras mágicas...

Un niño de astilla
no tiene padres, pero sí familia.
Para abrir la trampilla
dale lo que pide su genealogía.

¿Qué es esto? ¿Un acertijo? Estas palabras no deberían estar aquí. Debe de ser un truco de Maligno. Pero si se ha preocupado de preparar esta treta es porque no logró encontrar el barniz del sótano.

Ivalic y Herr Urik siguieron ciegamente a Varikov confiando en sus dotes. En el siguiente callejón, pudieron converger con la calle por la que huyó el muñeco malicioso. El enano, entonces, se agachó para comprobar la existencia de pisadas en el suelo. El Trampero parecía confuso. Sabía cómo era la huella de una zarigüella. Podía distinguirlas del rastro de una ardilla. ¿Pero qué estaba buscando realmente? ¿Qué forma tenían los pies de Maligno para distinguirlos de la marca de un bastón en la tierra o el calzado de un niño de verdad? Las voces de la cabeza del enano, en aquel momento, deliberaban...

Varikov siguió al malvado muñeco Malvado. Al principio iba con pasos cortos, pero muy seguros y mientras seguía avanzando tuvo que ir frenando. En ese puñetero lugar había demasiadas huellas distintas. Parecía que todo el pueblo tuvo que ir de un lado a otro en algún momento del día. El Trampero se rascó la barba y estrechó la mirada en un claro esfuerzo de concentración. 

Sigo a Varikov con precaución, con la espada y el escudo preparados ante cualquier eventualidad.

Por un instante me concentro, intuyendo la dirección en la que está Maese Hurnn. Señalo la dirección, que seguramente coincidirá con las conclusiones del enano al seguir el rastro del esquivo muñeco.

Los pasos seguidos por Varikov en su rastreo seguían la misma dirección que el presentimiento de Herr Urik... al principio. Al cabo de un rato, el Caballero del Cuervo notó que el pájaro volaba al norte (en estos momentos estaban en la zona sur de la aldea, así que eso abarcaba casi toda Barovia). ¿Podrían antelar los pasos de Maligno si atajaban ahora por su izquierda? Cuando todo parecía indicar que sí, Varikov encontró huellas de Maligno que guiaban a la derecha, al sur, a las afueras de la aldea.

¿Por qué Maligno había abandonado la idea de seguir a Hurrn? ¿Acaso el cuervo no tenía ya el saquillo con las almas de los títeres humanos? ¿Será que lo que percibe el paladín no es al cuervo? ¿O fue Maligno el que desistió y tomó otro camino? ¿Qué buscaba Maligno en las afueras?

Una nueva disyuntiva: seguir los presentimientos de Urik o las huellas de Maligno.

-No se disculpe, señor Giussepe. Nadie tiene control sobre todo y no somos responsables de los actos de nuestros hijos cuando los hemos educado en la idea de que la libertad implica responsabilidad -dijo Helene, tratando de tranquilizar al hombre-. ¿Un acertijo? ¿Está seguro? En ese caso será necesario desentrañarlo para tener acceso a su bote de barniz.

Con ojos cansados repasó la leyenda escrita en los tablones de la trampilla.

-No se me ocurre nada. Niño de astilla. Imagino que Maligno se refiere con ello a sí mismo. ¿Está confeccionado a partir de madera? Eso justificaría que dijera que no tiene padres. Pero lo de la familia... No sé, supongo que algo se me escapa. ¿Con qué construyó a Maligno? ¿Madera de algún árbol específico? -preguntó frotándose las sienes, buscando concentrarse-. De tal palo tal astilla... madera... árbol... árbol genealógico... -murmuraba-. ¿Algo de todo esto tiene sentido para usted?

Le susurro al enano:

- "Maese Varikov, veo que vais hacia la derecha, pero presiento que Maese Hurnn está al otro lado, a la izquierda. Si vamos por la izquierda quizá podamos anticiparnos al muñeco, a menos que Hurnn haya perdido el saquillo, o que Maligno haya desistido de su busca." -

Me aseguro de que Ivalic también pueda oírme, pero nadie más.

Giussepe se encogió de hombros.

Imagino que lo ha escrito de manera que yo no sea capaz de descifrarlo y a él le pueda recordar la manera de romper el sello. Originariamente, para fabricar a Maligno usé madera de roble. Pero es un niño travieso: a veces se mete en líos y se acaba rompiendo. Para arreglarlo a lo largo de estos años he usado madera de todo tipo de árboles.

-En ese caso presupongamos que lo que considera familia son los diferentes árboles de los que está hecho. ¿Qué necesitan los árboles? Básicamente agua y luz del sol. Sí, no parece muy inteligente pero a veces nos complicamos la vida y huimos de la sencillez, creyendo que la solución a un problema debe ser un proceso complejo cuando no, absurdo. Y por probar, no pasa nada. ¿Podemos abrir las ventanas para que entre el máximo de luz? Quizá podríamos usar un espejo para direccionar un rayo de sol. Vjelkus, trae un poco de agua -dudaba que aquello fuera a funcionar, pero era hora de empezar a probar cosas.

El destino quería separar a los tres aventureros que se fueron detrás del muñeco y el cuervo y Varikov no tenía nada en contra. Asintió a las palabras del falso paladín, pero sus pasos iban a seguir a los de Maligno.
- Pal rapazu y pa ti ye importante qu'atopéis el pajarraco, pero yo quiero usar el moñecu pa calenter los mios cansaos güesos. En cuanto acabe con él, voi dir a por vós. Si nun vamos atopar, vemos na casa del carpinteru. Y se fue.

Me vuelvo hacia Ivalic y le digo en voz baja:

- "Si vamos por esta calle, llegaremos hasta donde está Hurnn y las gemas del alma. Es necesario recuperar esas gemas. Además, si vamos por aquí podemos cortarle la retirada a Maligno cuando salga huyendo de Maese Varikov." -

Parriwimple miraba, ora a Helene, ora a Guiseppe. Evidentemente, nada tenía que decir mínimamente inteligente. Los acertijos, incluso los más básicos (cosa que este no tenía pinta de ser) estaban muy por encima de su capacidad.

- ¿Árboles hablan? Nunca he visto pedir árbol cosas. ¿Agua y abono?

Siguieron el rastro durante un rato hasta que en un punto Herr Urik y el Señor Varikov parecieron tener intención de coger diferentes caminos. Ivalic se quedó en medio sin saber que hacer. Decidió acompañar a Herr Urik, para algo era su portaantorchas, en busca del cuervo que tenía el alma de su madre y las del resto de habitantes del pueblo en la bolsita.

-Está bien Herr Urik, yo le seguiré, o si me dice por donde tengo que ir puedo ir delante e iluminarle el camino.

Esperaba que el plan funcionase y que pudieran hacerse con las gemas y a la vez acabar con ese Maligno que tantos problemas había causado.