Partida Rol por web

Era hora de hacer lo que le correspondía. Ayudar a los suyos a vencer y eso no lo haría lanzando débiles conjuros. No era una guerrera sino una clériga. Y ahora, eran horas de necesidad.

Situándose a espaldas de Urik, lo tocó cuando este reculó ante el golpe del vampiro y le insufló entonces de su poder sanador. Quizá no fuera suficiente, pero ayudaría.

-Ivalic, hay que sanarlos -dijo al niño.

Sintiéndome tremendamente debilitado, le clavo la espada en el pecho al vampiro, aunque sin alcanzar su marchito corazón. Extraigo la magnífica espada e intento cortarle un hombro, pero fallo por muy poco. *

Fue un trabajo en equipo. La magia curativa de Helene hizo que Urik no vacilase en su ataque. La grasa de Ivalic hizo que la espada se resbalase de las manos de Kavan, haciendo que no pudiese defenderse. La estaca que Parriwimple había hundido en el pecho del vampiro contrarrestó la curación sobrenatural, impidiendo que las heridas cerrasen...

Kavan se tambaleó. Aquello no era suficiente. Necesitaban de un último esfuerzo para derrotar al bárbaro.

¡Urik! ¡Papapa...! ¡Dad todos un paso atrás! ¡Necesito espacio!

Al retroceder en abanico hacia la parte más ancha del túnel, Ida logró suficiente espacio para ubicarse entre el Caballero del Cuervo y su amado Parriwimple. De las manos de la frutilla roja salió fuego, no tan impresionante como un rayo abrasador, pero lo suficiente para hacer arder al vampiro.

Vjelkus se miró los pies, impotente. Todos habían luchado y habían aportado su granito de arena. Todos menos él. El lastre. El gordo, lento y torpe Vjelkus.

¡¿Peeeero qué está papapasando ahooooraaa?!

Kavan se convirtió en una nube de gas verdoso, que flotaba ante ellos. Todo aquel trabajo no había servido para derrotarle definitivamente. Kavan flotaría hasta lo alto de la caverna, allí dónde la luz no alumbra, a la espera de un mejor momento para volver y obtener una merecida venganza.

Vjelkus aceleró hasta la nube de gas, casi tirando a Ida al pasar entre ellos. Con el cuerpo hinchado, soltó todo el aire con un soplido leve, pero lleno de ímpetu. El gas osciló, retrocediendo lo justo como para rozar la cortinilla de agua de la catarata. Entonces, Kavan perdió su forma gaseosa. El cuerpo cayó contra el suelo de la caverna, boca arriba, con la cabeza inmersa en el agua. Lo siguiente que vieron es al vampiro desinflarse, como si el agua, en lugar de hidratar como hace a los vivos, a los vampiros los secase. Marchitado, Kavan se consumió hasta desaparecer, dejando tras de sí sus posesiones.

Eso no bastó para que Urik recuperase sus energías. Helene había sanado las heridas del cuerpo, pero no las del alma. La magia de restablecimiento podría ayudarle... quizás se encontrase mejor mañana... quizás fuesen unas secuelas que le quedarían de por vida.

Examinaron las posesiones del vampiro... Irónicamente, había una poción de resistencia al fuego que Kavan no llegó a beber porque no sabía de las aptitudes pirokinéticas de Ida. La espada bastarda y el camisote de mallas eran de buena calidad, quizás mágicos. Los guanteletes tenían grabados una serie de runas, por lo que también podría tratarse de equipo mágico.

Junto a ellos, el oso disecado ardía desde el último conjuro de Ida, y en el interior de la cueva quedaba por explorar un túnel y el puente colgante que llevaba a lo más profundo de la gruta, suspendido sobre la grieta. Puede que esa fuese la grieta que vinieron a buscar, la que les podría armar con metal de hierro frío. Había estalagmitas a las que atar una cuerda, si es que querían descender. O puede que la grieta estuviese más adelante.

Firan no volvió.

Helene estalló en una carcajada que puso fin a su nerviosismo y que concluyó en una gran "VIVA", al tiempo que se arrodillaba junto a su hijo y lo abrazaba.

-Buen trabajo, hijo. Buen trabajo el de todos -dijo dirigiendo la mirada a todos y cada uno de ellos, con el orgullo de una madre que ve a sus hijos crecer.

Se puso en pie y suspiró aliviada. Entonces cayó en la cuenta de que Firan no había regresado ni se le oía. Apenas habían pasado unos minutos desde que saliera y concluido el control mental de Kavan tras su muerte definitiva, este debería haber vuelto aunque lo más probable es que se sintiera desorientado y perdido. O quizá incluso avergonzado por haber sido víctima del poder del vampiro.

-Deberíamos recoger todo eso para analizarlo después -dijo en referencia al material que había quedado en el suelo tras la volatilización de Kavan. Dando ejemplo, se agachó a recoger los guanteletes rúnicos que habían despertado su curiosidad-. E ir a la búsqueda de Firan. No debe estar lejos y puede sentirse desorientado. E Ivalic, nada de comentarios por haber caído bajo su influjo. Por favor -añadió amablemente a la inicla orden. Era muy consciente del duelo adolescente entre ambos y no quería que Firan se sintiera mal por algo que escapaba a su control y que hubiera podido ocurrirles a cualquiera de ellos-. Después podremos seguir investigando esta cueva. ¿Os parece? -preguntó al tiempo que empezaba a andar hacia la cascada. Echó un último vistazo y cruzó la caída de agua en busca de Firan.

Envaino la poderosa Espada Solar en su funda a mi espalda y entonces me arrodillo en el frío suelo de la caverna, rezando a los Poderes Benignos y pidiendo su protección.

Hacía mucho que no me sentía tan débil, tan cansado y tan desvalido. Siento un frío gélido en mi corazón y en mi alma. Entre el fantasma de la encrucijada y el vampiro Kaban me han dejado agotado, extenuado y debilitado. Si esto es lo que puede hacer la menor de estas criaturas, ¿qué no podrá una más poderosa como la anterior Burgomaestre, Sasha Ivliskova?

-¡Muy bien Vjelkus! ¡Eres el mejor!

Ivalic saltaba de alegría, aplaudía y abrazaba a su amigo que había conseguido dar el remate final al vampiro impidiendo que volviera a escaparse y hacer daño a otras personas.

-¡Lo hemos hecho todos muy bien! ¡Ojalá estuviera Firan aquí para verlo! Firan... -El niño se había marchado bajo las órdenes del vampiro y no había vuelto.- ¿Creeis que estará bien? ¿Seguirá bajo el influjo de Kavan o se habrá roto el hechizo al matarlo? Quizás deberíamos ir a buscarlo, ahora mismo está solo por ahí...

Con el tiempo había cogido algo de cariño a su rival, cosa que no pensaba admitir en público, y no quería que le pasara nada, así podría contarle como derrotaron al peligroso vampiro, como fue víctima de su poder mental y quizás se ganara el derecho a leer algún hechizo de su libro. Miró a los mayores para ver que decidían hacer.

-Herr Urik, le noto algo cansado. ¿El vampiro le hizo mucho daño? Si quiere podría sanar sus heridas.

Al ver que la Señora Helene estaba de acuerdo con ir a buscar a Firan, Ivalic sonrió y se mostró de acuerdo apoyando sus palabras, a la espera de lo que dijera Parriwimple, que a la postre parecía que era el que debía tener la última palabra.

- "Te lo agradecería, mi buen Ivalic, aunque me temo que este agotamiento y esta debilidad no se deben exclusivamente al puro dolor físico. Creo que ahora siento cómo debió sentirse maese Ludovico tras su enfrentamiento con esta odiosa criatura." -

Hago una pausa mientras reflexiono pensativamente.

- "Necesitaría realizar otro ritual de meditación de ocho horas, éste en la mismísima Capilla del Castillo Ravenloft. Sí, sé que es una locura después de cómo fue nuestra última excursión a aquel lugar. Pero es que creo que el haber reconstruido la Espada Solar es tan sólo la mitad de un todo. Despertar el Símbolo Sagrado tal vez me ayude a resistir a esta clase de ataques al alma y me haga ser más recio para soportar lo que nuestro enemigo tenga aún por arrojar contra nosotros.

Sus sirvientes son variados y poderosos. Aún hemos de enfrentarnos a Sasha Ivliskova, y a otro servidor del Conde que no conocéis, pero cuyo poder es terrible: se hace llamar simplemente El Enterrador". -

Me levanto apoyando una mano en el hombro de Ivalic.

- "Por ahora, debemos afrontar lo que tenemos entre manos. Sería bueno ir tras Firan, que espero no haya ido muy lejos. Tal vez parte del grupo pueda ir en su busca mientras el resto esperamos aquí. Cuando regreséis con él, podemos registrar a fondo este lugar.

Ivalic, guarda las pertenencias del vampiro en el saco contenedor. Tal vez algunas podamos usarlas, y otras podemos usarlas para pagarle nuestra deuda a Ludovico, y tal vez comprarle pergaminos adicionales.

Nos haría falta algo que ayudase a Herr Parriwimple a superar su malsana obsesión con las manos despellejadas de maese Giuseppe.

Y en mi caso, es probable que necesite el uso de algún pergamino de Restauración para volver a ser el que era antes de vérmelas con el vampiro." -

Ivalic asintió con la cabeza sonriente, estaba contento de poder ayudar al paladín. Se concentró y lazó sobre Herr Urik su hechizo de curar heridas leves esperando que le ayudara.

-¿Ya se siente mejor? Quizás necesita más hechizos... El vampiro parecía muy poderoso...

Sonrío a Ivalic en agradecimiento.

- "No, Ivalic, así está bien. Muchas gracias. Creo que Herr Parriwimple también está herido." -

Parriwimple asiente a las palabras de Urik, mas no hace gesto alguno de pararse.

- Afuera ser peligroso. Aquí a salvo ahora. Parriwimple salir para buscar Firan. Luego volver. Urik deber descansar. Herido malamente. También quien quiera, luego Parriwimple volver-  una sonrisa aparece en sus labios- Ser malo matar gente, pero Parriwimple creer que esta vez Kavan ser muy malo, y merecerlo. Parriwimple sale,¿viene alguien?- se da entonces un golpe en la frente- Gran trabajo de Ida, Ivalic y Vjelkus. Parriwimple muy contento.

El gigantón tras estas palabras dirige una gran sonrisa a Ida, para luego esperar unos segundos por si alguien sale con él en busca de Firan. Pero le acompañen o no, sale sin esperar más tiempo al cabo de esos segundos.

Ivalic asintió y se dirigió hacia su amigo Parriwimple, también quería que se sintiera mejor y no podía dejar que sus heridas empeoraran. Pronunció de nuevo el mismo hechizo esperando que funcionara.

-¿Como te sientes Parriwimple? ¿Estás mejor? En cuanto a lo de separarnos... ¿No será peligroso? Yo preferiría que fuéramos todos juntos aunque tardáramos más. En cualquier caso si Herr Urik se queda aquí yo le acompañaré, soy su porta antorchas.

- "No hemos explorado este lugar y no sabemos qué más puede haber aquí. Creo que es mejor que Ivalic y yo aguardemos aquí, montando guardia para evitar que nada más entre ni salga. Este es un lugar estrecho, si algo intenta escapar por ese inestable puente de cuerdas, creo que podré frenarlo con la ayuda de Ivalic." -

Helene se probó los guanteletes de Kavan. De pronto, su armadura y su mochila le parecían un poco más livianas. Definitivamente, aquello era cosa de magia.

Ida se puso colorada por enésima vez, pero no dijo nada tras las palabras de Parriwimple. Se limitó a seguirle, empapándose de nuevo en la catarata. Fuera, Firan lanzaba rayos de escarcha al cuervo blanco Hack, que revoloteaba a su alrededor, esquivándole.

¡MALDITO PÁJARO, ME LAS VAS A PAGAR! Fssssh... ¡TE VOY A CONVERTIR EN CUBITOS DE HIELO! Fssssh... ¡PICOTEARME LA CABEZA A MÍ, EL GRAN MAGO FIRAN UTHURLAN! Fssssh...

Se detuvo al sentirse observado. Ante la presencia de Parriwimple e Ida, bajó los brazos y escondió las manos que lanzaban rayos de escarcha detrás de la espalda.

Yo... Solo estaba... Imagino que si estáis tan tranquilos es porque el vampiro ya no está en la cueva. No tenemos tiempo que perder. ¡Seguidme!

Alzando el mentón con orgullo, para distraer de la manera en la que había quedado en evidencia al perder los estribos con un simple pájaro, Firan rodeó a la parejita de enamorados y tomó la cornisa. En un minuto, Parriwimple e Ida habían regresado con el niño extraviado, y todos volvían a estar juntos.

Informadme de lo ocurrido-ordenó el último Uthurlan.

Con las posesiones de Kavan en la bolsa de contención de Vjelkus, no quedaban pruebas de que el vampiro hubiese estado allí. El grupo de Ivalic, Vjelkus, Helene y Urik no se habían aventurado más allá, pero con solo acercar la luz de la lanza de la mujer a los extremos del "mundo conocido", ya averiguaron algo más.

La grieta era profunda. Más de treinta pies si un conjuro de luz no bastaba para ver el fondo.

Del otro lado de la grieta, se distinguía una gran mesa rectangular de madera, más parecido a un "taller" que a otra cosa, con pequeños objetos sobre ella, desordenados y puestos de cualquier manera. A Parriwimple le recordó a la mesa de carpintero de Giussepe, con todas esas herramientas, que no eran sino las propias de la taxidermia.

Y, finalmente, al fondo de la estrecha galería de la izquierda se distinguían unas pieles en el suelo, como almacenadas en un rincón o preparadas a modo de lecho para dormir.

Por otro lado, Helene trató de quitar la máscara de lobo a la estatua disecada de al lado del puente colgante. Nada, estaba cosido. Con cuidado, la sacerdotisa usó la navaja de Maligno para cortar las costuras. Con el corazón en un puño, y el alma en vilo, Helene descubrió que el rostro del humano convertido en estatua... no era el de su marido Jeref. Debería seguir buscando. Ivalic se aproximó también, temeroso, con un presentimiento que le hacía intuir la identidad del difunto... pero tampoco se trataba del padre desaparecido de Ivalic. Fuese quién fuese el pobre hombre disecado, el polvo acumulado en los hombros peludos hacían intuir que llevaba en ese estado muchos años.

Llamo a Hack con un gesto, quien se posa en mi hombro y me relata telepáticamente lo ocurrido.

- "Por favor, Frau Helene, enseñad modales a vuestro protegido. No creo que un niño deba dirigirse de un modo tan altanero a unos adultos.

Además, indicadle que en el futuro se abstenga de atacar con sus conjuros a mi cuervo celestial, o a cualquier otro miembro de nuestro grupo, ya que estamos. Es un acto de hostilidad y agresión que no resulta tolerable y es inaceptable.

Además, estoy seguro de que el buen Hack tan sólo ha evitado que el chico siguiera caminando como un sonámbulo por ahí y se acabara partiendo la crisma." -

Parriwimple e Ida salieron de la cueva en busca de Firan mientras el resto del grupo inspeccionaba, aunque no tuvieron que esperar mucho, parecía que el otro niño no había ido muy lejos.

-¡Firan! -Recibió a su compañero con alegría, después la altanería de Firan le echó para atrás.- Pues ocurrió que el vampiro te hechizó y fuiste a avisar al Conde y sus secuaces como un tonto. Menos mal que nosotros pudimos acabar valientemente con Kavan, aunque Herr Urik y Parriwiple están heridos. Yo le quité la espada con un hechizo de grasa para que no pudiera ni atacarnos ni defenderse con ella y después entre todos conseguimos vencerle y salvarte a ti, no quiero ni imaginarme lo que te hubiera ocurrido si el Conde te atrapa.

A ver si así el niño aprendía a apreciar las cosas que los otros hacía por él.
Cuando la Señora Helene trató de identificar al hombre-oso Ivalic se acercó con cierto temor, esperaba que su padre no hubiera acabado así. Finalmente resopló aliviado.

-Ufffffff. No es mi padre, no lo conozco. ¿Quien creéis que puede ser?

- "Creo que debemos investigar a fondo la gruta todavía, a ver si podemos averiguar quién hizo esos horribles experimentos de taxidermista aficionado. Supongo que no sería Kaban, ya que con la catarata, no hubiera podido entrar y salir libremente si este fuera su refugio. Me pregunto entonces por qué entró aquí y qué buscaba. Desde luego se tomó muchas molestias, convenciendo a los dos ogros Castor y Polux para que construyeran la presa y cortar así la corriente de agua." -

El nudo que oprimía la garganta de Helene se deshizo cuando comprobó que el rostro hallado bajo la máscara del licántropo no se correspondía con la de su marido y un suspiro de alivio resonó. Un suspiro que como un eco se reprodujo en la boca de Ivalic. Al bajar la mirada y cruzarse con la del muchacho, le sonrió. Ambos buscaban y esperaba que algún día encontrarían a sus seres amados. Todo llegaría y tras la visión de lo contenido bajo la máscara, la esperanza seguía incólume.

Pero pronto la calma y el sosiego se vieron truncados por la voz de Urik, reclamando, exigiendo y protestando.

-Es tan solo un muchacho, un muchacho que ha crecido en medio de un bosque en la compañía de su abuelo. Es normal que carezca de ciertas reglas de socialización. Un poco de paciencia no estaría de más, ni el esfuerzo en enseñarle de forma amable cómo proceder -replicó Helene que miró a Firan y le hizo un gesto para que se acercara a ella-. Firan, mírame -le dijo al muchacho acuclillándose a su lado para situarse a la altura de sus ojos-. No soy tu madre y no puedo sustituirla. Soy una madre, una mujer adulta que ha tenido tres hijos, uno de los cuales la acompaña en la búsqueda de su padre, mi marido. Mi intención, Firan, es que nos veas a Vjelkus y a mí como tu familia y que cuando todo esto concluya, nos acompañes a nuestro hogar y vivas en él hasta que seas adulto y decidas el camino que quieres seguir. Obviamente, apenas me conoces, apenas nos conocemos y es muy probable que no estés acostumbrado a que te llamen la atención. Has vivido en el bosque, lejos de la sociedad, quizá sin normas muy estrictas. Cuentas con habilidades mágicas, pero eres impaciente y soberbio. Y es una mala combinación. Los aquí presentes no son tus enemigos ni tus siervos. No puedes exigirnos y pretender que te obedezcamos. De hecho, es la peor forma de intentar obtener algo de alguien. Quiero que estés con nosotros, conmigo, pero no aceptaré malas formas ni malas respuestas. Para ciertas cosas tengo una paciencia infinita, para otras, muy poca -dijo Helene a Firan-. En cuanto a ti, Ivalic, te pedí de forma expresa y explícita que no hicieras comentarios acerca cuando cayó bajo el influjo de Kavan. Gracias por respetar mis deseos y por intentar hacerle sentir mal.

Dejó escapar el aire en un bufido bajo y se dirigió a la mesa con instrumental, dispuesta a examinarla con cierto detalle de cara a poder distinguir algo que les sirviera de ayuda.

-Firan, Vjelkus, ayudadme por favor en esto -pidió-. ¿Hay algo en aquellas pieles? -preguntó al resto.

Parriwimple miró a Helene con admiración. Hablaba muy bien. Lo cierto es que no entendía la mitad de las cosas que decía, pero el tono, y la forma, y lo que creía que intentaba hacer, le gustaba. Asintió, para sí y miró a Ivalic.

- Parriwimple agredece Ivalic curación. Parriwimple mucho mejor ahora- carraspea entonces, y alza la voz- Parriwimple piensa no poder enfandarnos nosotros con nosotros mismos. Muchas cosas malas, siempre. Y mucha gente no mala pero sí muy equivocada. Debemos proteger gente pueblo, y proteger amigos para poder estar bien. Parriwimple quiere todos esforzarse. Parriwimple se esfuerza por...- evidentemente no da mucho más de sí, y se queda callado, buscando las palabras. Esta vez sin embargo no tiene éxito, y la vergüenza hace que el rubor cubra la cara del gigantón que vuelve a carraspear- Tener que decidir qué hacer ahora.

Tras esto se dirige a las pieles señaladas por Helene y mira que hay entre las mismas.

Acompaño a Ivalic para registrar concienzudamente toda la cueva, tenemos que averiguar quién vivía aquí y que buscaba el vampiro Kaban en este lugar aparentemente abandonado.

Sí, señora Helene...-dijo, poniendo cara de bueno.

En cuanto la mujer les dió la espalda para cruzar el puente colgante hacia la mesa, Firan giró la cabeza y le sacó la lengua a Ivalic. Otro que giró la cabeza fue Urik, pero en su hombro no se posó cuervo alguno. Hack seguía en el exterior, sin posibilidad de entrar por culpa de la catarata. Realmente, el combate con Kavan le había afectado.

En la mesa había un juego de herramientas de taxidermista, cuchillos, hilo y aguja, raspadores y sierras, entre otros elementos. Helene se fijó en unas iniciales escritas con muescas de cuchillo en la madera: V. T. En el suelo, a un lado de la mesa, dos huellas en el polvo, como si una persona estuviese quieta junto a la mesa durante semanas. De reojo, también se dió cuenta de que a su izquierda había un amplio hueco que conectaba con el túnel que llevaba hasta las pieles. De hecho, podía ver las pieles desde su posición.

Sin embargo, Parriwimple solo conocía un modo de llegar a las pieles. Y al comienzo del túnel, una trampilla se abrió bajo sus pies. Esta vez no era una trampa de foso, como la que estuvo a punto de llevarse a Urik, sino una trampa de tobogán. Una pequeña grieta a media altura afloraba agua de un cauce subterráneo, haciéndola deslizante. Por la dirección de la pendiente, hacia la catarata, desembocaba en el río Ivlis.