Partida Rol por web

- "Pues deberíamos de pedirle al herrero que nos fabrique armas. Un buen martillo de guerra de dos manos para Herr Parriwimple, por ejemplo, sería ideal." -

El niño asintió con la cabeza emocionado, el hierro frío les abría muchas posibilidades, a cada cual más chula.

-Guuuauuuu... ¿Has oído Parriwimple? ¡Un martillo de guerra! ¡Eso es genial porque puedes pegarles a los bichos malos con el y cuando estemos en el pueblo podrás clavar los maderos mejor que nadie!

Por primera vez, el camino de vuelta a casa resultó tranquilo. Todos estaban bien de ánimos, después de haber logrado una victoria tan aplastante contra los huargos y contra Kavan. Quizás la única pega fue el debilitamiento del Caballero del Cuervo, pero sin peligros inmediatos, tal vez podría recuperarse con un poco de descanso.

Llegaron al pueblo de Barovia, todavía en estado ruinoso, pero la gente se iba organizando. Con unas lonas y unas cuerdas habían hecho varios tejados de tela para pasar el día a la sombra, y habían hecho un par de hogueras para alimentar las marmitas y poder dar de comer a todo el pueblo. Casi parecía más un día de feria o un campamento vistani.

Snif, snif... ¡HUELE A COMIDA!

Allí estaba Gulpika, que vió con extrañeza cuando fueron a ella con las cosas de Kavan.

Estooo... yooo... Son unas cosas muy bonitas, ¿pero qué queréis que haga con ellas?

No todas las herboristeras usan magia. Eso es solo un tópico. También hay herboristeras que simplemente han adquirido con los años los conocimientos tradicionales para usar las propiedades medicinales de las plantas. Ludovico, Strahd Von Zarovich y Madame Eva serían más indicados para identificar un puñado de objetos mágicos que cualquiera de los residentes en el pueblo de Barovia.

También fueron a ver a Paolo, por lo del hierro frío.

Agradezco la oportunidad de poder moldear un metal tan raro, pero no voy a ponerme a trabajar en esto hasta después de comer. Repasemos una vez más la lista... Decidme si hay alguna inexactitud.

-Vjelkus quiere un espadón.

-Ida quiere dos anillos a juego, pero de distinto tamaño.

-Ivalic quiere unas canicas.

-Helene quiere...

Esperad...

Firan se acercó a los cascotes de mineral y cogió uno en la mano. Lo sopesaba y lo miraba con gesto de erudito.

Creo que puedo experimentar con este metal para hacer una disolución. Me quedaré con esta parte de aquí. Aunque las condiciones materiales no me permitan disponer de un laboratorio en condiciones, mi genialidad debería compensarlo.

Le explico a Frau Gulpika que he sido recientemente víctima primero de un fantasma y después de un vampiro. Le pregunto si conoce algún remedio o alivio.

Le pregunto si las cabezas de ajo sirven para algo, y si deberíamos de ponernos unas ristras entorno al cuello cuando vayamos al baile en el castillo.

También superviso las tareas de reconstrucción de la iglesia y la casa comunal que está construyendo maese Limutnova, a quien saludo.

Observo las gentes y el destruido pueblo. Intentando sopesar qué será necesario para lograr mantener a esta gente a salvo, y que el pueblo, de alguna forma, sobreviva.

El regreso hasta el pueblo fue como un paseo por el campo, pocas veces el grupo podía disfrutar de esa tranquilidad. Ivalic se animó aún más cuando al llegar vio como los habitantes de Varovia comenzaban a organizarse.

-¡Mirad! ¡Hay tenderetes, como si fuera una feria!

Corrió a mirar como estaban organizados y lo que estaban haciendo para reconstruir lo que una vez había sido un pueblo con casas y ahora tan solo un montón de piedras sueltas y maderas quemadas. Al menos el olor a la comida disimulaba un poco el desagradable olor a quemado.

-Sí, unas canicas Paolo. Pero no son para jugar, bueno se puede jugar con ellas cuando estemos sin hacer nada en el pueblo, pero sobre todo sirven contra vampiros ¿Sabes? Tengo una colección de canicas. ¿Quieres verla?

Cuando llegó Firan y cogió uno de los trozos de hierro frío, Ivalic lo miró con suspicacia.

-¡Oh si claro! ¡Tu genialidad! -Dijo con algo de retintín e ironía.- Será mejor que te ayude, no quiero que el pueblo explote. Otra vez... ¿Sabes que nuestro amigo Arik, el antiguo posadero hizo explotar varias casas? Luego tuvimos que ir a rescatarlo porque no le dio tiempo a salir y se quedó atrapado.

El niño no siguió hablando. El rescate había costado la vida de algunos de sus amigos y era un recuerdo doloroso. Claro que ahora ya no había casas ni nada que explotar así que eso no sería problema.

Parriwimple se quedó unos segundos callado y luego miró a Ida.

- Parriwimple querer ver como estar todos. Visitar todos para preguntar como estar, y ver qué necesitar. ¿Ida acompañar Parriwimple? Así poder Parriwimple presentar Ida gente pueblo.

Aaaah... ¿Es por eso por lo que las casas están así, Ivalic? ¿Porque el posadero las hizo explotar? Curioso...

¿Te importa si dejamos tu colección de canicas para cuando termine con vuestros pedidos, Ivalic? Aprovecharé para cargar el hierro frío hasta la forja, antes de comer, y así la puedo encender para que vaya tomando temperatura.

Paolo recogió y se llevó la mayoría del hierro frío, los trozos que Firan no quiso para sí, y se marchó para cruzar el pueblo desde las inmediaciones de la iglesia hasta la calle en la que estaba su herrería.

Cerca, Urik hablaba con Gulpika, contándole sus penas.

Disculpe... ¿puede hablarme por el otro oído, que parece que por este no oigo bien? Ay, pobre... qué triste todo, señor Urik. Pero cuando no es un veneno, de poca ayuda pueden ser las plantas. El ajo alrededor del cuello puede prevenir que un vampiro te muerda, aunque nada le impediría dominarte mentalmente para que te lo sacases, ¿no? Pero eso es todo de lo que he oído hablar a la gente.

Cuando el Caballero del Cuervo mencionó el baile, a la anciana le brillaron los ojos.

¿Cu... cuando "vayamos" al baile? ¿Quiere decir... usted y yo? ¿Juntos? Oh, jijiji... Claro que acepto-dijo, pasando su brazo bajo el de Urik-¡Qué granuja es usted, señor Urik! ¡No se corta un pelo! Pero si podría ser su madre... Hace tanto tiempo que no me sacan a bailar... Para mí será un placer ser su pareja y bailar con usted, señor Urik. Jijijiji...

De pronto, Urik sintió el despiadado apretón del compromiso alrededor del cuello. Así se debió sentir Merquo Iluminador antes de salir por patas y alejarse de Gulpika todo lo posible. Con la herborista cogiéndole del brazo, Urik tuvo problemas para continuar con sus planes. La anciana se movía a un paso más lento incluso que la de Urik en su armadura, y no pudo supervisar las tareas de trabajo antes de la comida, como tenía planeado.

S-sí. Me encacantaría ir cococontigo, Paparriwimple.

Paolo se marchó hacia la herrería antes de que Parriwimple pudiese hablar con él. Gulpika estaba muy distraída paseando del brazo de Urik. En general, todos estaban muy ocupados y no tenían tiempo para pararse a hablar. Eso, o es que recelaban de Ida, y no querían hablar con Parriwimple en presencia de la frutilla roja.

Al llegar a las marmitas, vieron que era la prima de Bobby la que atendía el fuego. Sudorosa, se abanicaba a la altura de los pechos para refrescarse. Ida se cogió del brazo de Parriwimple al ver que se acercaban a hablar con ella.

¡Buenos días, Burgomaestre!-sonrió-La sopa estará lista en un periquete. La lástima es de no disponer de más ingredientes. La caja de raciones de campaña está muy bien, pero para que la comida llegue para todos hay que hacerla en caldo o sopa, para racionarla durante todo el día. Es suficiente para aguantar todo el invierno, pero sería genial intentar cazar algún animal salvaje de vez en cuando. Con esos músculos que tiene el señor Burgomaestre... jijiji... hasta podría cazar un oso con sus propias manos, ¿verdad?-preguntó Margarita, enroscándose el dedo en el pelo coquetamente.

Parriwimple sintió un tirón en su brazo. Ida ya se había puesto a andar para alejarle de las sucias garras de Margarita.

¡Ey, buenos días, señor Urik!-saludó a lo lejos Litmunova al verle pasar con Gulpika.

Viktor volvió a bajar la vista a los planos de construcción, lanzando un largo suspiro. Pronto fueron Parriwimple e Ida los que fueron a interrumpirle.

Ah, hola, señor Burgomaestre. Y...-se quedó un rato mirando con una sonrisa a la frutilla roja-¿Ida, verdad? Jeje... Encantado, Ida. Me llamo Viktor, soy el carpintero del pueblo... desde hace un par de días. Las cosas marchan bien. Hemos rescatado de debajo de los escombros unos cuantos picos, y ahora podemos picar algunas paredes semiderruídas para conseguir bloques de piedra con los que restaurar otras casas. Pero no soy albañil. Me han contado que todas las casas aquí son muy antiguas. La población es estable, y hace tiempo que nadie tiene que construir una casa desde cero. Y el problema es que no sé cómo cerrar los muros en un techo que divida las plantas de la casa.

Trae pa'cá-dijo Firan a Viktor, arrebatándole el plano de las manos-. Soy descendiente de una gran estirpe de constructores, yo sé de esto. Yo sé de todo en realidad.

Firan echó un vistazo a los planos. Negaba con la cabeza, decepcionado.

Ains. Solo necesitas unas vigas de madera, aquí y aquí. Bastarán para soportar las tablas y poder hacer la segunda planta.

Sí, mocoso. Hasta ahí llego. Pero a ver quién es el valiente que se acerca al bosque a cortar leña, y si no queremos volver a dormir bajo tierra tenemos que terminar una casa ya. Y solo disponemos de piedra. ¿Cómo construyen techos de piedra en los castillos sin que los bloques no se caigan abajo?

Eso es fácil. Muros gruesos. Pero no puedo ponerme a dirigir la obra si tengo que sintetizar un aceite de hierro frío. De momento, renuncia a construir una planta superior. Limítate a casas de una sola planta.

Pero aún así, todavía tendemos que encontrar una solución para el tejado.

Con esas limitaciones de materiales, tienes que hacer un tejado de paja. Vi campos de herbáceas a las afueras del pueblo. Podéis conseguir paja sin acercaros al bosque.

Tenéis un pozo con agua. Y tierra por las calles del pueblo. Con eso, hacemos barro, y con los pegotes de barro, aislamos y hacemos más sólido el tejado de paja, de modo que...

Viktor asintió. Los dos estaban enfrascados en la conversación, así que Parriwimple e Ida siguieron su camino. Ser Burgomaestre es fácil. Todos ayudan y todos saben hacer cosas por su cuenta. No necesitan de Parriwimple para salir adelante.