Partida Rol por web

Expedición al castillo de Ravenloft

Retazos en la noche del 28 al 29 de noviembre del año 750

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05/05/2015, 21:08
Director

En unas antiguas ruinas, en una noche cerrada, la lluvia cae oblicua, llevada por el viento, intentado apagar unos cirios dispuestos en círculo bajo un saliente que hace tiempo fue parte de un techo y parte de un suelo. Hoy solo es un peligroso cascajo que se mantiene unido a una pared derruída y que amenaza con caer al mínimo temblor.

 Kaldim alak absad baudi, nosotras te invocamos pa'la unció...

 Kaldim alak absad baudi, nozotraz te invocamoz para la unción...

 Kakakaldim alak absad babababaudi, no nonó nonononó... sotras...

Las tres jóvenes encapuchadas con túnicas rojas, sentadas alrededor de un pentagrama mágico, recitan a la vez las mismas frases... Aproximadamente. Sus intenciones no están claras, pero su poder empieza a formar en el centro del pentagrama una luz blanca que mitiga la necesidad de velas.

 Kaldim alak absad baudi, sé parte del tó, únete al baile rojo...

 Kaldim alak absad baudi, zé parte del todo, únete al baile rojo...

 ...tetete... invoca... cacacacá... mos p-para la unción...  Kakaka...

La luz coje fuerza, se vuelve inestable... Finalmente, el juego de fuerzas expulsa el foco de luz del círculo, y sale volando como una piedra impulsada por una catapulta, y otros símiles con cosas con especial propulsión, como los proyectiles mágicos o los pedos. Atraviesa la lluvia y la noche, alejándose de aquellas ruinas.

 ¡Uala! ¡La hemos liao parda!

 Ez culpa tuya, Ida. Había que decir el ritual a la vez, ekzactamente con laz mizmaz palabraz, y tú ziempre llegaz tarde.

 Pepepepeperdón, Aida.

Como una recién nacida, la luz empezó a sentir frío, confusión y desamparo. Dejó que la ira la invadiese y perdió total capacidad de raciocinio. Voló salvaje, iracunda, como una manda de jabalís en estampida. Y sin referencias de lo que era arriba o lo que era abajo, ni nociones sobre aquellos conceptos, divisó en una dirección improbable otra luz a lo lejos. Un grial que la llamaba poderosamente. Una atracción sin reservas, no como amor, sino como un fetiche sobre el que descargar toda aquella ira. Y la luz nacida de las mujeres de rojo voló con fuerza hacia aquel punto en la lejanía, que cada vez se hacía más y más grande...

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05/05/2015, 21:48
Viktor Litmunova

La verja que separaba los dos mundos se abrió para ellos. En el pescante de la carreta, un joven hombre agitó las riendas, y los dos caballos continuaron el camino. En cuanto al muchacho, se sentía afortunado. Estaba felizmente escoltado por dos mujeres guapas, aunque solo tenía ojos para una...

Helene... Tengo que preguntar... ¿Es necesaria esa armadura y esa lanza tan afilada? Dijiste que nos guiarías hasta un lugar seguro.

Helene no. Los pensamientos de Viktor, que era así cómo se llamaba, estaban con su reciente esposa.

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05/05/2015, 21:59
Stara Litmunova

¡Ay!-protestó la joven al pasar por un bache, llevándose la mano hasta su embarazada barriga de ocho meses.

Aquel cuarto pasajero, viajando en el vientre de su madre, era una pesada carga para las espaldas de Stara y para la conciencia de Helene. Habría sido menos duro mentirles si no estuviesen esperando un hijo. O si no fuesen tan buenas personas.

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05/05/2015, 22:03
Viktor Litmunova

¡¿Estás bien, mi cosita de pitiminí?!

Para aquel entonces, la mitad delantera del carro ya pisaba suelo baroviano. Y realmente parecían dos mundos distintos. Una yarda más atrás, los viajeros no habían escuchado el sonido de las gotas de lluvia caer en la maleza, y el agua en el aire se confundía a la vista con la neblina arrastrada por una brisa que ahora se antojaba fría. ¿Cómo era posible que Nova Vaasa y Barovia tuviesen un clima tan distinto con solo cruzar la verja?

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05/05/2015, 22:10
Stara Litmunova

Stara tomó la manta que recorría todo el respaldo y se la puso sobre la cabeza. En cuanto Helene hiciese lo mismo, el pelo de Viktor quedaría resguardado por estar en medio.

Sí, tontorrón... Solo fue el niño dándome una patada. Pero conduce con más cuidado a partir de ahora.

La neblina se fue diluyendo. El camino lo sobrevolaban ramas negras y amenazantes, con ramaje espeso que soltaba gordas gotas acumuladas a partir de la lluvia liviana. Todo era oscuridad y sombras acechantes. En más de una ocasión, Helene tuvo sensación de que un ejército de ojos la acechaba. Entonces llegó la claridad, en un momento en el que los árboles retiraban sus ramas. Aquella luna en cuarto creciente, o un poco más, que iluminaba la noche, era la luna más aterradora que Helene había visto jamás. Tenía un deje antinatural.

¡AAAH!-gritó la chica, retirando la manta sobre su cabeza hasta lo alto de la frente-¡Mira esa luna! ¿No es lo más romántico que has visto jamás, cariñín?

Fueron decir esas palabras, y el camino descender en una cuesta. El cambio de rasante permitió ver bosque y colinas, surcadas en el valle por un ancho río. No todo era natural, también se veían dos rastros de la labor del hombre. Uno era un castillo lóbrego, coronando la montaña más alta a lo lejos, con las torres a contraluz por la luna. El otro era el perfil de un pueblo a pies del castillo, con llanos para labrar y alguna luz encendida a pesar de que ya casi era la media noche. Y como si la pequeña esperanza de aquella aldea tuviese que ser extinguido, la incesante lluvia empezaba a calar en los huesos.

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06/05/2015, 18:39
Helene

Todo aquel camino había sido como un largo parto, similar al que sufriría Stara con la llegada de su vástago, un parto marcado por el dolor. Dolor por dejar atrás a sus tres hijos, dolor por haber engañado a aquella pareja, dolor por la ausencia prolongada de su esposo y que solo la hacía pensar en un desventurado final, aunque la llama de la esperanza aún ardía, protegida de los malos augurios por el firme baluarte de su amor hacia él.

Hacía ya tiempo que había dejado de juzgarlo, de llorar su ausencia, de lamentarse por dejarla atrás seducido por la venenosa lengua de la tentación. Carecía de sentido. De haber sido ella un hombre, posiblemente hubiera obrado de igual manera. Pero no. Ella era mujer, esposa y madre y todo ello requería de ella una triple responsabilidad. Y en el presente, quizá sus hijos experimentaran en sus propias carnes, corazones y mentes igual desazón a la que ella vivió en los primeros momentos tras la marcha de Jeref. Fuera cual fuera el resultado, aquel era un camino que ya no podía desandar. La decisión había sido tomada y asumidas las consecuencias, incluida el que no regresara a casa. No viva.

-¿Perdona? -preguntó cuando Viktor la sacó de su ensimismamiento-. Ah, esto. Bueno, no sé si serán necesarias -dijo palmeando la cota y echando una mirada a la lanza que descansaba en el pescante, al alcance de su mano-, pero prefiero contar con ellas dos y no necesitarlas, a encontrarme con que sí las necesito y no tenerlas. Llámalo precaución, exceso de celo o prevención, como más te apetezca. Los caminos no siempre son seguros -en esta ocasión la mirada se desvió hacia Stara y su abultado vientre. Su pequeño grito al pisar el bache no era sino una vieja treta femenina para reclamar la atención de un marido distraído con otra mujer, aunque esta le sobrepasara largamente en edad. Sonrió a la mujer con una sonrisa cansada -. Vaya, empieza a llover -comentó tironeando de la manta que acabó convirtiéndose en un improvisado toldo que los protegía a los tres. Obvió cualquier otro comentario acerca de la brusca transición. No deseaba inquietarlos. Sin embargo, de forma inconsciente, Helene se tensó. Las oscuras y amenazantes ramas, el paisaje bañado en sombras, la humedad, hacían de aquella tierra algo sombrío y poco acogedor, una realidad acrecentada por el perfil plateado de una luna que fue capaz de provocar en Helene un escalofrío. Al menos, el cielo parecía haberse despejado de nubes de lluvia y la clériga dejó caer la manta. Ante sus ojos un paisaje marcado por la naturaleza y la labor del hombre. Helene frunció los ojos, aguzando la vista en la noche rota por la débil luz del cuarto creciente.

El comentario de Stara la obligó a tomar aire y, por educación, lo dejó escapar suavemente en lo que en otras circunstancias hubiera sido un bufido. Estaba enamorada y vajo el velo de sus sentimientos la realidad era interpretada de forma amable. Incluso aquella realidad.

-Mirad, allí, a lo lejos. Un castillo y lo que es mejor, un pueblo. Un lugar donde podréis descansar y... -las palabras se cortaron ante la lluvia que volvía a arreciar. Con un suspiro volvió a tirar de la manta sobre sus cabezas. No aquella, tierra no tenía nada de amable y su bienvenida nada de halagüeña-. Deberíamos encaminarnos hacia esas casas. He llegado a ver luz en una de ellas pese a lo tardío de la hora. Con suerte, una posada. Y con ella, un jergón de heno donde reposar lejos de la lluvia y el frío. Jeref, rumbo a la comodidad. Tu mujer lo agradecerá. Y esta mujer también.

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06/05/2015, 21:42
Viktor Litmunova

El matrimonio se quedó mudo. El carro iba aminorando el ritmo ahora que las manos de Viktor no azuzaban las riendas, sino que estaban perezosas. Con cuerpos rígidos, los cuatro ojos de los Litmunova la miraban como si tuviese algo raro en la cara.

¿Me...? ¿Me acabas de llamar Jeref? Ese es el nombre de tu marido, ¿verdad? Lo mencionaste un par de veces cuando nos encontramos en el camino-un codazo marital le hizo rectificar-No... olvídalo. No tienes que contar nada si no quieres.

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06/05/2015, 21:51
Stara Litmunova

Oh, otra patada del bebé-dijo, tratando de rebajar el ambiente de la conversación-. Sería estupendo que creciese en ese pueblo. Venderemos el carro y los caballos, y algunos bultos. Con el dinero podremos alquilar una habitación en la posada. Yo trataré de ayudar en la cocina, para ganar unos cobres...

Se la nota forzada, tratando de acaparar todas las palabras del mundo para que Helene no se vea obligada a contar sus intimidades. Un par de minutos después, Stara sigue hablando y el cielo llorando, pero los cascos de los caballos han cambiado de tono al chocar con el suelo más duro de los adoquines. La calle principal está vacía. Se ven algunas luces en las ventanas, pero enseguida manos furtivas corren las cortinas y se ocultan de la mirada de Helene. La única conclusión segura es que la posada no estaba en la entrada del pueblo, como podría ser habitual. O por lo menos no en esa entrada.

La misma calle, unos portales más allá, muestra un cobertizo amplio con una mesa resguardada de la lluvia y un ataúd apoyado en la pared con las iniciales I.K.

¡Iiiiiiih!-se abraza aún con más fuerza al brazo de su maridito-¡Mira eso, Vik! ¡Un ataúd! Se nota que este es un buen lugar para criar a un niño si cuenta con todos los servicios básicos: el pueblo hasta tiene enterrador.

Al fin Stara paraba de hablar y les daba una oportunidad a los demás. Pero algo insólito ocupaba la calle. Un montón de muebles y maderos apilados a izquierda y derecha de la calle, durante cinco o diez pies de tramo un poco más adelante. Por ese umbral de escombros se distinguía un pozo en el centro de una intersección amplia. Más muebles ocupaban la bocacalle opuesta a esa plazoleta, hasta obstruirla formando un muro de diez pies de alto, como queriendo detener a los viajeros junto al pozo.

El viento hacía balancearse hasta asomar desde el interior de la plaza un letrero colgado de dos cadenas, el típico que anuncia una posada en lo alto de la puerta. Debido a la perpendicularidad no podían leer lo pintado en el tablón desde la calle principal sin atravesar antes el umbral de muebles.

Mientras el extraño paisaje frontal atraía las miradas de los Litmunova, un relámpago iluminó para Helene un callejón oscuro a la altura del eje delantero del carro. Lo que vió fue una veintena de cadáveres humanos apilados mientras la lluvia se encargaba de empapar sus ropas y ceñirlas cual mortajas. El relámpago pasó, llegó el trueno, y sin haber visto lo peor, Stara se asustó por el sonido y se abrazó más a Viktor. Cuando Viktor se giró para abrazar a su esposa, la oscuridad volvió al callejón y ocultó los cuerpos de la vista del conductor del carro.

Aaaay... No me gustan nada los truenos, cuchicuchi. Hay suficiente espacio entre el montón de basura de muebles viejos como para que pase el carro. Ve a la plaza y veamos si ese negocio del cartel es una posada en la que refugiarse de la tormenta.

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07/05/2015, 19:08
Helene

-Maldita sea -maldijo entre dientes Helene, que no había sido consciente de su desliz, un desliz marcado por un pensamiento constantemente fijado en su marido. Pero no hubo tiempo de mayores reflexiones, arrepentimientos o explicaciones con disculpa mediante. Ante ellos, el panorama dibujado invitaba a dar media vuelta y abandonar aquel lugar de forma rápida.

Observó seria cuanto la rodeaba. Las ventanas con visillos que se cerraban a su paso y que hablaban de la escasa hospitalidad de los lugareños, el cobertizo protegido de la lluvia, las barricadas de mobiliario que conducían como un embudo a aquel pozo y que convertían la plazoleta en la que se hallaba en un cul-de-sac. Y también el pasaje aledaño y los cadáveres apilados, algo que afortunadamente no llegaron a ver los Litmunova.

-No, no bajes -dijo de forma demasiado cortante, algo de lo que fue consciente tan pronto ladró aquellas palabras-. Perdona, estoy nerviosa y cansada y esto no me gusta -su mano acarició inconsciente el colgante de plata-. Yo bajaré -cosa que hizo saltando sobre un charco formado por la lluvia. Tomó férreamente la lanza y miró en torno-. No creo que sea buena idea seguir adelante. Si los del pueblo han hecho esto, por algo será -se acercó a un portón cercano y lo golpeó rudamente con la base de la lanza. Era una de las casas en la que los viisllos se habían cerrado a su paso-. Abrid. Pido hospitalidad para una mujer embarazada. ¡Abrid, por favor!

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08/05/2015, 21:36
Director

Una voz fuerte, ronca, masculina, se alzó desde el otro lado de la puerta sin hacer nada por abrirla.

¡MÁRCHATE...! EN BAROVIA JAMÁS SE OFRECE HOSPITALIDAD DESPUÉS DE LA PUESTA DE SOL...

Helene percibió cómo las eses de final de palabra se arrastraban un poco. Aquel lugareño, sin llegar a estar borracho, había tomado ya un par de tragos. El desconocido plasmó sus pensamientos y temores con un volumen de voz más comedido.

...y es probable que a partir de ahora tampoco antes del ocaso,

si los vampiros siguen caminando durante el día...

Por el rabillo del ojo, la veterana vió a los Litmunova desobedecerla. Solo Staca se tapaba la cabeza con la manta, mientras Viktor ya estaba con las botas en el pavimento y le ayudaba a descender. Se pusieron a resguardo bajo un balcón. No era un lugar especialmente peligroso: las casas estaban adosadas de modo que tenían dos fachadas de ventaja con la plaza del pozo y otras dos con una calle perpendicular. Era una vía principal, y cualquier amenaza que saliese del callejón de los muertos debía exponerse a la vista, inquietar a los caballos y superar el carro para terminar de cruzar la calle hasta el joven matrimonio.

Viktor se fundió en un abrazo con Staca durante un intercambio de miradas... Seguro que los dos tortolitos no escogieron el lugar tras evaluar los riesgos, sino por pura coincidencia.

HAY UNA POSADA MÁS ADELANTE... EN LA PLAZA MAYOR, DÓNDE EL POZO.

De nuevo la voz del interior de la casa llama la atención de Helene desviándola de la seguridad de la parejita feliz. Aquel desconocido no les abrirá la puerta, pero parece receptivo a una o dos preguntas más.

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11/05/2015, 15:09
Helene

-¡Maldita sea! -maldijo una vez más Helene en voz baja. El exabrupto tenía su origen tanto en la desobediencia de la pareja como en las palabras poco hospitalarias del paisano. Su querencia a lo que fuera que había bebido se demostraba en el volumen de sus gritos que posiblemente habían despertado a más de un vecino y en el arrastrar de su lengua. Vampiros, reprodujo mentalmente, dejando de lado cualquier pregunta acerca de ellos o se tiraría la noche bajo la lluvia. Se pasó una mano por la cara, húmeda por las gotas que caían incesantes-. De acuerdo, posada en la plaza. Pero dime, ¿a cuento de qué esas barricadas de muebles? ¿Y qué ha ocurrido aquí? He visto lo que hay en el callejón vecino.

Helene se sentía cada vez más inquieta. De haber estado sola, posiblemente su estado hubiera sido otro, pero con los Litmunova verca, no podía dejar de sentirse responsable por su suerte y algo en el ambiente hacía que las palabras del lugareño casi fueran hasta amables. El puño que aferraba la lanza se cerro con más fuerza aún, volviendo blancos los nudillos, mientras su mirada iba de un lado a otro, esperando el próximo relámpago para distinguir mejor cuanto se ocultaba en las sombras.

Notas de juego

¿Qué sabe Helene acerca de los vampiros? No quiero dar nada por hecho.

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11/05/2015, 20:41
Director

Aaaah... los vampiros. Ese gran desconocido. Salvo para Helene. Duros, solo la magia y las armas de plata (también mágicas) pueden dañar su carne, pero esta se curará rápidamente, y aunque se le consiga debilitar lo suficiente, el vampiro se convertirá en niebla y huirá al ataúd en el que duerme para recuperarse de sus heridas. Sus armas son dos afilados colmillos que usa para chupar la sangre de sus víctimas para alimentarse. También puede drenar fuerza vital con sus manos. El pobre incauto que muera de la mano o colmillos de un vampiro se alzará como uno de sus engendros, o como un nuevo vampiro en casos excepcionales. Con la mirada son capaces de hacerte decir y obrar bajo su control. Domina a las bestias de la noche: murciélagos, ratas y lobos, y los puede convocar para que le sirvan. Ellos le reconocen como a uno de los suyos, pues se puede transformar en murciélago... y en rata y en lobo. Y en neblina. Y trepar como las arañas. La electricidad y el frío a penas les afecta.

Pero también tienen debilidades... El olor a ajo es demasiado para su olfato, y no se atreven a entrar en un lugar rodeado por dientes de ajo. Se les puede mantener a raya con símbolos sagrados y con espejos que les recuerdan que ya no son humanos y no tienen reflejo. No pueden cruzar el agua corriente, salvo si son transportados sobre ella en sus ataúdes. Pueden entrar en edificios públicos, pero no en casas privadas, salvo por invitación.

La luz del sol puede desorientarlo, o incluso acabar con su vida si pasa más de seis segundos expuesto. Dieciocho segundos sumergido en agua también acabará con ellos. También se le puede clavar una estaca de madera en el corazón, lo que le deja inmóvil, pseudodestruído, y entonces deberá cortársele la cabeza. Pues una estaca que se retire del pecho de un vampiro le devolverá a la actividad.

Pero todo eso, Helene ya lo sabe. Salvo lo de que ahora no son destruídos con la luz diurna. Esa parte de los conocimientos de Helene parece desactualizado, o es solo un cuento de un hombre acobardado y supersticioso. Del interior de la casa se vuelve a escuchar la voz.

Ayer tuvimos una plaga zombi.

Dijo, con la misma normalidad de un granjero hablando de los contratiempos cotidianos en su cosecha.

Nos parapetamos en la plaza, hacinados como ganado, hasta que acabamos con todos.

La lluvia no nos dejó quemar los cadáveres, así que ahí siguen, en el callejón.

- Tiradas (1)

Motivo: Saber Religión

Tirada: 1d20

Resultado: 20(+6)=26

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12/05/2015, 11:51
Helene

Había oído cuanto necesitaba y más incluso de lo que le hubiera gustado oír. Seres sobrenaturales pululaban por aquellas tierras en las que se había internado a la búsqueda de su marido. Aciago el día en el que había decidido abandonarlos siguiendo un canto de sirena que quizá hubiera supuesto su fin. Con un cabeceo, negó aquella posibilidad y se centró en proteger la llama de esperanza que la había llevado a un peregrinaje similar. 

Además, no podía permitirse el lujo de perder el tiempo en divagaciones en medio de la noche y sabiendo que habían librado una batalla contra los que ahora dormían el sueño de los justos en el vecino callejón. Amén de los vampiros que no parecían ser extraños en el lugar. Sin mediar palabra de agradecimiento, más preocupada por la seguridad de sus compañeros de viaje que en cumplir con cualquier protocolo de buena educación, se dirigió hacia la joven pareja.

-En la plaza hay una posada. Démonos prisa en llegar a ella. Quizá incluso cuenten con un establo o algún lugar donde dejar vuestro carro. Es tarde y esta lluvia me está calando los huesos. Rápido. Stara, ven conmigo. Viktor, encárgate del carro. Confiemos en poder encontrar una alcoba en esa posada y confiemos en que nos abran sus puertas de hallarse estas cerradas. 

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13/05/2015, 00:27
Viktor Litmunova

Stara y Helene se adelantaron en el tiempo en el que Viktor subió al carro para volver a ponerlo en marcha. En esa separación, fue la joven esposa la que se quedó con la manta en custodia, pero las damas se estaban mojando igualmente por lo aparatoso de sujetar la tela.

A la altura de la barricada rota, Helene vió el pavimento roto en una larga grieta que seguía el sentido de la calle. Como si ese talud de muebles hubiese sido víctima de un particular y exclusivo terremoto. Más allá, la grieta terminaba donde empezaba la plaza. Estaba situada en un cruce, y la calle perpendicular también estaba parapetada con montes de madera a ambos lados. Se formaba así un largo círculo amurallado, interrumpidos por las cuatro esquinas.

A su lado, a mano izquierda, una esquina sin puertas ni ventanas. A mano derecha, la posada: el cartel que colgaba rezaba "La Viña de Sangre", cuya uve se había convertido en ene por un manchón rojo de mal gusto. A la izquierda, en frente, la puerta a una vivienda de dos pisos, tres contando el tejado. Y finalmente, a la derecha y a lo lejos, una pequeña tienda cuyo cartel decía "Ultramarinos Bildrath". Por encima de la barricada que cerraba la calle de la posada y el ultramarinos se podía ver un tercer letrero sin letras, de un edificio contiguo a la posada, pero con el dibujo de un potro sonriente que bien podía ser de un establo, o de una carnicería especializada en cezina de caballo. Los caballos y el carro se tendrían que quedar a la lluvia, parece.

Entonces surgió una luz blanca surcando el cielo. Se aproximaba hacia el pueblo desde el... bueno, es difícil orientar los puntos cardinales de noche. Llamémoslo dirección pozo-puerta de casa.

A gran velocidad, la luz perdió altura hasta la plaza, zigzagueó como dotada de voluntad y entró en el interior de la Viña de Sangre. Del interior de aquella posada empezaron a llegar ruidos de mesas que se arrastran, sillas que se rompen contra una pared, y cubiertos metálicos tintineando. Detrás de Helene y Staca, los caballos del carro se pusieron nerviosos, relinchando y luchando por encabritarse. Viktor los controló con las riendas, o por lo menos no permitió que se abalanzasen sobre las dos mujeres. A su vez, los pies de Staca se apartaron de Helene y los animales pisando los charcos en dirección a la esquina con pared desnuda. Ahora el carro estaba atravesado en el paso entre los montones de muebles. Necesitaría gobernar los caballos para dar la vuelta al pozo y salir de aquella ratonera.

¿Estás bien, caramelito?-Viktor evaluó la situación buscando cómo guarecer de la lluvia sus caballos-Dejaré el carro aquí, los caballos se van a mojar de todas-todas.

Intermitentemente, pero simultáneo al ruido de objetos en movimiento, un destello de luz blanca irradiaba desde el umbral de la puerta abierta de la Viña de Sangre, y se volvía a apagar sin un ritmo de parpadeo uniforme.

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13/05/2015, 23:05
Helene

Todo cuanto Helene observó y memorizó en la plaza perdió lógica y prioridad ante aquel extraño fenómeno. De hecho, sintió un escalofrío ante lo absurdo y anticlimático de aquel hecho. La tormenta y su lluvia, el lugareño y sus afirmaciones sobre vampiros diurnos y zombies, la búsqueda de un marido, el abandono de unos hijos, los remordimientos y la esperanza, los Litmunova y su hijo nonato, la veintena de cadáveres adyacentes en aquella bocacalle demasiado próxima como para sentirse tranquila... todo ello quedó sepultado por la luz titilante que había cruzado el cielo y la plaza para entrar en la posada como si una voluntad ajena hubiera diirigido una ampolla rellena de refulgente plata líquida a un mundo demasiado terrenal como para permitir no solo su presencia sino su existencia.

Boquiabierta, Helene se volvió hacia la pareja que parecía etsar demasiado concentrada en su propia realidad como para apreciar algo que no fuera su edulcorado amor. Posiblemente, de haber visto lo que ella había visto lo hubieran traducido a su propio idioma y convertido en algún tipo de señal que hacía aún más positiva y acertada su presencia en aquel campo de batalla de humanos y seres sobrenaturales.

Tomó aire y lo soltó con pausada y obligada lentitud. El ruido del mobiliario rompiéndose e impactando y desplazándose junto con la ausencia de voces o gritos de sorpresa, miedo o furia procedentes del interior, así como la parpadeante luz que pulsaba hacia el exterior desde la abierta puerta de la posada no eran un reclamo para Helene. Aun así, debían encontrar reposo, un lugar en el que descansar y en el que hallar protección. Con cautela, avanzó, paso a paso, la lanza firmemente enarbolada hasta alcanzar el umbral de "La Viña de Sangre", funesto nombre que alguien con un espíritu cínico había mejorado. No cruzó aquella línea imaginaria, como si se tratara de un vampiro no invitado a un hogar privado, limitándose a observar antes de proceder.

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14/05/2015, 20:28
Director

¡AAAAH! ¡UN FAN...! ¡FAT! ¡FANTAAAASMAAAA!

La voz hizo dudar a Helene de asomarse al umbral de la puerta. Cuando dió el paso, vió que el responsable del grito era un enano con cara de mala leche que azotaba su hacha en el aire contra un espectro blanco que flotaba en el aire a medida que los objetos, mesas y sillas de la planta baja de la posada volaban en círculos por culpa del poltergeist.

 Ven aquiiiiiií... tú... cagarrutu de paloma. Comu te coja vaste enterar de lio que hagu con los que me despiertan...

Un hombre bigotudo intentaba espantar al espíritu con una alabarda de filo con brillo argentado. Un niño desde las escaleras disparaba su tirachinas haciendo que la canica atravesara a la aparición y se estrellase contra una pared. De aquellos tres ataques, solo el hacha mágica de Varikov pareció ser efectiva. Y, como los sinónimos para la palabra incorpóreo eran finitas, solo diremos que un enorme hombre calvo y uno de pelo negro largo se limitaron a quedar mirando.

La criatura pasó al ataque. De entre todas sus posibles presas, el aura pura y hermosa de Herr Urik atraía como la miel a los conejos, moscas, y cualquier otro ser viviente. Y a este monstruo no-muerto también le molaba. La mano espectral se tendió hacia el pecho de Urik y de inmediato la lana de su pijama se empezó a erizar por la electricidad estática. Sin embargo, el fantasma no remató el golpe. Quedó extasiado por todo el suculento plato espiritual que suponía devorar el alma de aquel hombre, y un hilillo de ectoplasma le empezó a caer por la comisura del orificio que estaba cerca de su mentón.

Y, aunque el enemigo acaparaba gran parte de la atención, alguno de los habitantes de la posada se empezaron a dar cuenta de la figura de una mujer de mediana edad parada en la entrada de la Viña de Sangre, justo en el umbral, como haría una vampiresa que no pudiese entrar sin ser invitada.

- Tiradas (1)

Motivo: Toque contra Urik a la defensiva

Tirada: 1d20

Dificultad: 13+

Resultado: 1(+3)=4 (Fracaso)

Notas de juego

Con la recuperación de 4 puntos de vida... ¿no tendré de puntos de golpe 5 (7)?

"Estado de los personajes" ya estaba actualizado cuando lo miraste: te pasé de -3(-1) a 1(3) pgs.

Ivalic 10/10, munición -1

Parriwimple 1(3)/14(16). Amuleto de salud +2. Horror mayor 1: le fascina lo que acaba de ver, venerando las manos de Giussepe como obras divinas; cada semana que se cumpla desde el día 28/11 perderá un punto de sabiduría y otro de carisma.

Herr Urik 1/21. Gasta una poción de curar heridas moderadas.

Varikov 9/16. Munición -2. Horror moderado 2: te obsesiona el tema de que los vampiros puedan andar durante el día, y hablas recurrentemente del tema. -1 a iniciativa, avistar, buscar y escuchar por falta de descanso.

Fantasma -13 pgs. CA 13 (pero con % de fallo por incorporal). Fascinado el próximo asalto por pifia (no atacará).

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14/05/2015, 21:14
Herr Urik von Teudeldorf

Aprovechando que el fantasma parece haber quedado temporalmente paralizado por mi Aura de Bien me concentro en él con todo el poder de los Caballeros del Cuervo.

- "¡Por los Poderes Benignos! ¡Que el Mal se agoste y quede destruido! ¡Que jamás se alce de nuevo!" -

Le ataco con mi espada argéntea mágica concentrando todo mi poder sagrado.

- Tiradas (3)

Motivo: Castigar el Mal con Espada Argéntea VS Fantasma

Tirada: 1d20

Dificultad: 13+

Resultado: 20(+8)=28 (Exito)

Motivo: Crítico Castigar el Mal con Espada Argéntea VS Fantasma

Tirada: 1d20

Dificultad: 13+

Resultado: 12(+8)=20 (Exito)

Motivo: Daño Castigar el Mal con Espada Argéntea VS Fantasma

Tirada: 1d8

Resultado: 5(+4)=9

Notas de juego

- Impacto crítico con Espada Argéntea +1. Daño: 18.

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14/05/2015, 22:01
Helene

La mandíbula de Helene cayó ligeramente ante el extraño espectáculo que se ofrecía a sus ojos. Era noche profunda, había viajado con una pareja embarazada bajo la lluvia, estaba cansada y tenía frío, un frío que exigía el abrazo cálido de un marido desaparecido y que iba más allá de lo meramente corporal. Y a todo ello se sumaba aquella cohorte de extraños, un quinteto de desconocidos frente a los cuales no sabía cómo reaccionar, afanados como estaban en pelear contra la extraña luz pulsante o en una observación babeante de la misma, en silencio o salmodiando de forma extraña o incomprensible dependiendo de a qué pelagatos escuchara.

Bufó dando un paso al frente. Se le había acabado la paciencia. Extendió su mano izquierda concentrada en la luz que había atacado al tipo de melena negra y que contratacaba de forma aparentemente eficaz aunque su barboteante verbo era más viejo que el tiempo y hacía que su ataque pareciera una parodia representada en una feria popular. Dejó caer su mano y mirando alrededor se decidió a preguntar aquello para lo que había entrado.

-¿Hay habitaciones libres?

- Tiradas (2)

Motivo: Expulsar muerto viviente

Tirada: 1d20

Dificultad: 13+

Resultado: 19(+4)=23 (Exito)

Motivo: Daños

Tirada: 2d6

Resultado: 5(+4)=9, 2(+4)=6 (Suma: 15)

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15/05/2015, 18:09
Ivalic Yannof

Ivalic vio como su canica volaba por la estancia y atravesaba al fantasma sin causarle ningún daño. Bajó el tirachinas fastidiado, al igual que con los zombis tampoco parecía funcionar con los fantasmas, pero el hacha de Varikov si parecía haberlo molestado.

¡Usaré mi daga!

Cambió el tirachinas por su pequeña daga y se dispuso a unirse a sus amigos, que ya estaban siendo acosados por el fantasma, sobre todo Herr Urik, que valientemente había llamado la antención sobre la aparición para que no atacara al resto.
A mitad de camino la puerta de la posada se abrió y una señora entró por ella, y como si fuera ajena a todo lo que pasaba se limitó a preguntar por habitaciones libres. Ivalic desvió su carrera hacia la puerta, probablemente la señora no había visto al fantasma y no sabía el peligro en el que se encontraba.

-¡Cuidado Señora! ¡Hay un fantasma! Gritó Ivalic mientras llegaba a su lado y cogía a la señora de la mano que había dejado caer. Intentó apartarla del fantasma lo más posible tirando de ella. No se preocupe, mis amigos se encargarán de él, son grandes aventureros. Bueno, Arik solo es cocinero pero cocinero del ejército.

Miró por el rabillo del ojo hacia sus amigos esperando que se las pudieran apañar sin su ayuda, pero alguien debía poner a salvo a aquella mujer que había llegado en tan inoportuno momento.

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15/05/2015, 19:41
Helene

Miró hacia abajo, al niño que se había materializado junto a ella y que tironeaba insistente de su mano. Frunció el ceño y su mirada se endureció, con esa dureza que solo las que son madres saben esgrimir.

-¿Puede saberse por qué no estás en la cama durmiendo? Estas no son horas para que un niño de tu edad esté levantado y diría que esta tampoco es la compañía que más te conviene -no había retirado la mano. Al contrario, la había cerrado firme pero suavemente en torno a la del muchacho-. Y deja de tirar de mí o acabarás arrancándome el brazo y necesito ambas para manejar mi lanza. Mmm, ¿por qué tienes una daga en tu mano? -la escrutadora mirada adquirió un brillo peligroso que cualquier hombre, desde el más joven al más viejo, sabía reconocer-. ¿Dónde está tu madre? ¿O acaso alguno de estos descastados es tu padre? Porque va a oírme.