Partida Rol por web

La espada de Urik atravesó la intangibilidad de aquel espectro sin tener claro si aquel golpe tenía o no efecto. Fue la desconocida recién llegada la que cambió la situación. Su mano extendida relajó el gesto del espíritu y difuminó la ira que invadía al espectro y redujo su confusión a claridad. Aquel amorfo incorpóreo fue definiendo sus formas. Primero, a lo grosso, en las curvas y formas de una mujer. Luego, al detalle, hasta que la luz fantasmal que había llegado a la planta baja de la posada la Viña de Sangre se convirtió por completo en el vivo retrato de Irina Kolyana.

Con el rostro apacible y amigable del fantasma de Irina mirando a sus viejos camaradas, de lo alto de una lámpara colgante asomó un pico negro...

 Menos escándalo, idiotas... Algunos intentamos dormir.

Completamente agotado por el esfuerzo y con la frente perlada en sudor, envaino la espada de plata y me siento un momento al pie de las escaleras que suben a las habitaciones.

Por un momento, observo la regañina que se está llevando el joven Ivalic de la misteriosa señora desconocida y no puedo evitar sonreír débilmente al tiempo que, de alguna manera, mi capa se las apaña para darme un aspecto regio y elegante, pese a estar ataviado con ropa más adecuada para dormir que para el campo de batalla.

Con esfuerzo debido a mis todavía graves heridas, me levanto y guardo mi escudo a mi espalda mientras saludo a la señora:

- "Mi señora, el joven que os ha interpelado no es otro que Ivalic Yannof, el mozalbete más valeroso de todo el pueblo de Barovia, en el que nos encontramos. Su madre reposa en su habitación, escaleras arriba, pues está muy enferma debido a la maldición de una gitana.

Ante vos se encuentra Arik, el señor posadero y dueño de esta, la Viña de Sangre." - Digo señalando a nuestro bigotudo anfitrión al tiempo que añado:

- "El poderoso enano Varikov, Adalid del Caos en estas ya de por sí desdichadas tierras...

Y mi amigo Parriwimple." - Digo palmeando con aprecio el hombro del malherido hombretón calvo.

- "En cuanto a mí, mi nombre es Herr Urik von Teudeldorf, de la Orden del Cuervo, a vuestro servicio.

En mi nombre y el de mis compañeros, os transmito nuestro agradecimiento, señora, pues nos habéis salvado." -

La estremecedora e imprevista visión del fantasma de Irina deja al posadero sin habla. Lanza una mirada de incomprensión hacia la recién llegada, agita de nuevo su arma para hacer frente al ectoplasma... pero no se decide a atacar. 

-¿Qué...? -murmura hacia Herr Urik-, ¿cómo? 

Aquella extraña niebla azulada se fue disipando y, ante los ojos de Irina aparecieron sus compañeros de armas pero algo no andaba bien. Ya no estaban luchando contra aquellos zombis que estaban encerrados en la casa semiderruida. Había una desconocida con ellos y todos parecían cambiados. Irina se encontraba comletamente fuera de lugar. Además, el mundo parecia temblar y volverse menos sólido a intervalos, como si lo que estaba viendo no fuera completamente real, como si fuera alguna especie de visión.

-Arik... ¿Qué ocurre? ¿Estoy soñando?

Miro estremecido a la traslúcida imagen de la dama fallecida, la que no pude salvar de los zombies y me quedo sin palabras, lleno de estupor.

Algo en la mirada de la señora le dijo que no le iba a gustar lo que iba a decirle, le recordaba a su madre cuando había hecho algo malo y le iba a regañar, y así fue. Pero aquella mujer parecía demasiado interesante, o quizás solo una charlatana, solo podría averiguarlo preguntándole y mientras preparaba una respuesta y las siguientes preguntas Herr Urik se adelantó a responder.

-Como le dijo Herr Urik mi madre duerme arriba, y nos levantamos porque el fantasma comenzó a hacer mucho ruido, así que bajamos a ver y entonces nos atacó. Bueno, en realidad habían sido ellos quienes lo habían atacado siguiendo a Varikov. ¿Pero que se supone que hace uno cuando ve a un fantasma y tiene a su familia durmiendo en el piso de arriba?

Ivalic estaba seguro a estas alturas que la mujer no había hecho un simple gesto, algo había sucedido con el fantasma pues ya nadie peleaba, era como si lo hubiera calmado y eso era una buena noticia, claro que el cuervo no parecía muy contento.

-¡Guauuuu! ¿Como hizo eso? ¿como consiguió calmar al fantasma? ¿puede enseñarme a hacerlo? Aquel truco si que era bueno, si conseguía aprenderlo no habría fantasma que se le resistiera. Me llamo Ivalic. Aprovechó que la señora no le había soltado la mano para mover la suya a modo de saludo. ¿como se llama? Y no se preocupe, guardaré mi daga, ahora ya no la necesito. ¿Es verdad eso que me dijo que tiene una lanza? ¿Donde? No la veo... Yo tengo un tirachinas y también una capa como la de Herr Urik. Con su mano libre apuntó al paladín. La verdad que estaba algo ridículo vistiendo el pijama y la capa. Él no se había puesto la suya, no le había dado tiempo, lo que le hizo preguntarse si Herr Urik dormiría con ella siempre puesta. En cuanto pudiera le enseñaría su mini capa mini chula y mini guay a la señora, si iba a pasar la noche allí estaría por la mañana cuando despertaran. No, mi padre... mi padre no está.
Dijo con algo de tristeza.

Al escuchar la voz de Urik le dio la sensación de que algo estaba pasando, pero no fue hasta escuchar algo parecido a la voz de Irina cuando se volvió a lo que antes había sido un fanstasma informe y ahora era la silueta de la Señorita Irina.

-¿Se... Se... Señorita Irina? ¿Es usted el fantasma? Inconscientemente apretó la mano de la señora, no entendía muy bien lo que estaba pasando, pero ver allí a su amiga reciéntemente muerta lo impresionó.

Aquel mundo tembloroso, parpadenate, se aclaró durante los egundos en los que un niño habló.

-¿Ivalic? - dijo una voz que Irina no reconoció como suya.

"Fantasma" había dicho. Irina se miró a sí misma y no vió más que un remolino de luz y de niebla. ¿Era eso lo que había sucedido? ¿Se había convertido en un fantasma? ¿Un entidad atrapada entre este mundo y el otro? Irina volvió a mirar a Ivalic y su amor por él la ancló de nuevo a la realidad y le dió fuerzas para hablar.

-No sé lo que ha pasado, Ivalic... No debería de estar aquí. algo no va bien...

Un simple cabeceo fue el gesto de agradecimiento de Helene hacia el caballero. La información dada era excesiva habida cuenta de que ella era una desconocida pero no iba a protestar por ello igual que tampoco lo haría por su extraña forma de hablar. Hizo caso omiso del breve barboteo del cocinero así como de las palabras del ectoplasma ahora materializado en mujer, más centrada en las palabras del niño. Un simple golpe del asta de la lanza contra el suelo fue cuanto hizo para señalar la presencia de esta al jovencito que debía padecer algún defecto en su visión. Su mirada se había dulcificado ante el comentario acerca de la situación de su madre.

-Me llamo Helene, joven Ivalic. En cuanto al resto de tus preguntas deberán esperar. Tengo dos amigos ahí fuera que necesitan de un lugar seguro y seco -Helene soltó la mano del niño, al cual guiñó un ojo, antes de asomar la cabeza por la puerta de la posada-. Viktor, Stara, podéis entrar. ¡Rápido, antes de que terminéis empapados del todo! -volvió al interior y miró al fantasma. Su incertidumbre era sin duda debida al desconocimiento de su estado o naturaleza actual-. Irina, me llamo Helene. Y efectivamente, no deberías estar aquí. Veo, y me alegra poder comprobarlo, que la muerte  no es capaz de extinguir la inteligencia de las mujeres ni su especial percepción de la realidad. Aunque lamento tener que decírtelo yo, creo que será lo mejor pues dudo que a tus amigos vaya a resultarles fácil hacerlo. Eres un fantasma, querida. Debiste morir en algún momento dado, recientemente diría yo, y tu transición al más allá ha debido verse interrumpida de algún modo. Tu apego a este grupo ha debido de actuar como faro y como una polilla te has visto atraída por su luz. Obviamente, todo esto no dejan de ser elucubraciones mías que ellos se encargarán de corroborar.

Helene se frotó la frente y se rascó los ojos con cansancio.

-Y bien, sí o no. ¿Hay habitaciones libres? ¿Y algún lugar donde poder dejar a nuestras monturas?

Aunque estoy incluso más malherido que él, ayudo a Parriwimple a llegar al asiento más confortable que vea por las inmediaciones. Necesito sentarme, e imagino que también él, después de esta fuerte impresión.

De nuevo me siento triste y deprimido por los recientes sucesos.

- "Frau Irina, lamento deciros que es mi falta. Fracasé en protegeros y esos malditos zombies se apoderaron de vos. Apenas fui capaz de poner a salvo a Parriwimple, que estaba muy malherido, y tardé demasiado en destruir a los malditos no muertos que estaban atacando vuestros restos mortales..." -

Le explico al espíritu de Frau Irina los sucesos recientes, lo amplio de nuestra derrota, mi encuentro casi fatídico con el Enterrador, quien me dejó en el lamentable estado en el que me encuentro.

-No es sueño -murmura Arik hacia el fantasma de Irina-, sino muerte. He ahí la cuestión. No estás dormida, sino muerta... Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil conflictos que constituyen la herencia de la carne... Morir, dormir, tal vez soñar... Esto no son los sueños que sobreviven en ese sueño de la muerte, cuando te liberaste del forzoso torbellino de la vida: esto es la vida de los vivos vista por los sueños de los muertos...©

El posadero cae sentado al suelo, cubriendo su rostro con las manos. Pero pese a su pesaroso pesar no deja de asentir ante la pregunta de Helena, indicando que hay habitaciones libres y hasta un establo. 

Que uno puede ser sensible, pero profesional.

Ivalic no poda creerselo, de verdad se trataba de Irina, o más bien de su fantasma. Si ella misma no sabía lo que había sucedido Ivalic tampoco, el mundo de los fantasmas no le resultaba demasiado conocido.

Vaya... ¿Se podrá tocar? ¿Me dejará? ¿Puede atravesar paredes? Eso seria molón.

En la mente del niño se formulaban mil y una preguntas que no era capaz de expresar por la fascinación que sentía ante el espectro de Irina. Un golpe seco en el suelo a su lado le hizo volver en sí. La mujer recién llegada tenía una lanza en la mano que Ivalic no había visto antes, seguramente por los nervios de la pelea.

-Encantado de conocerla Señora Helene. Se calló pues le dejó claro que no había tiempo para preguntas mientras la señora sacaba la cabeza por la puerta y hablaba con alguien. ¿Quienes son Viktor y Stara? ¿Sus hijos? Preguntó rápido Ivalic en cuanto la cabeza de la mujer regresó al interior de la posada.

Por lo que parecía Helene sabía mucho de fantasmas, así que Ivalic prestó mucha atención por si podía aprender algo, ya que la propia Irina no parecía saber muy bien que le pasaba. Y mientras un arrepentido Herr Urik se disculpaba por no haberla podido salvar de los zombis y Arik murmuraba cosas extrañas Ivalic se acercó a Helene y tiró de una de sus mangas para llamar su atención haciéndole un gesto para que se agachara a su altura.

-Irina era una buena guerrera, hermana del burgomaestre recientemente fallecido, y que estaba ayudando a Herr Urik y la señorita Ashlyn, que era otra paladina que también falleció, a acabar con el Conde Strahd que es muy malo. Varikov y Parriwimple también iban con ellos y yo les ayudaba a llevar la antorcha para que pudieran luchar en la oscuridad. Creo que el Conde estaba enamorado de ella, cuando se entere que es un fantasma se va a enfadar mucho. Esta tarde fuimos en busca de Arik, el posadero, porque había desaparecido intentando distraer a los zombis. Encontramos una casa donde podía estar, pero parte se había derrumbado y no se podía entrar por la puerta, así que trepé a una terraza para atar una cuerda y que los otros pudieran subir mientras mi amigo Parriwimple, que es muy fuerte, hacía un agujero en la pared por si no se podía subir por allí. Cuando llegué arriba me atacó un zombi y pude agacharme en la terraza para que no me comiera, menos mal que el señor Varikov subió y lo mató. Después entramos en la casa pero estaba oscuro, pero el señor Varikov tiene muy buena vista y mató otros dos zombis y también encontramos a Arik en el desván, se había quedado atrapado bajo una viga al hacer su explosión. Irina y Herr Urik iban a entrar por el agujero que estaba haciendo Parriwimple, pero unos zombis los atacaron y... la mataron. Herr Urik apenas pudo rescatar a Parriwimple de allí para que no se lo comieran a él también.

Seguramente con eso Helena se haría una buena idea de quien era Irina y la relación que tenía con ellos. ¿Sería suficiente eso para que supiera porqué era ahora un fantasma?

-Entonces... ¿Ya sabe porqué Irina es un fantasma? Tiró un poco del brazo de Helene y la acercó hacia el fantasma de Irina. No te preocupes Irina, esta es la señora Helene. Hizo unos aspavientos con el brazo enfrente de la guerrera, con un fantasma era difícil saber si te estaba prestando atención. ¿Nos ves? Ella sabe mucho de fantasmas y nos ayudará. Ivalic subió la mirada hacia la mujer y puso cara de pena. ¿Verdad que si?

Iirna escuchó a sus amigos y supo que lo que decían era verdad. Las palabras de aquella desconocida lo confirmaron pero, en su corazón, Irina lo supo nada más escuchar al paladín. Sentía pena por él.

-No os preocupeos Sir Urik. Sé que hicisteis lo que pudisteis por salvarme, no os guardo rencor. Si os digo la verdad, ya estaba medio muerta cuando nos dirigimos a aquella casa. La muerte de mi padre, el secuestro de mi hermano, las constantes trabas del vampiro... habían mermado ya mi ánimo y una parte de mí ansiaba el descanso de la muerte, el olvido... lo que me trae de nuevo a mi actual condición. ¿Quién es el responsable de esto? - dijo el fantasma mientras su percepción del mundo cambiaba y todo se teñía de un color rojizo. Contestad a Ivalic, ¿Quién ha provocado mi furia?

Como en respuesta a las palabras de Irina, dos siniestras figuras cruzan la plaza hasta llegar al umbral. Representan el lado más oscuro que todos tenemos dentro, la indignidad humana más grande. Son la sombra que acecha y la caricia de la Muerte... Son...

¿Hola? ¿Seguro que ya podemos entrar, Helene? ¡Menos mal! nos estábamos empapando. ¿Verdad, mi corazoncito de rubí?

Su acompañante, o corazoncito de rubí, es una joven de igual edad pero incluso menor altura que el menudo hombrecillo. El vestido del vientre de la chica está hinchado delatando un embarazo de unos ocho meses.

¡Uy! Verdad, mi tocinillo de cielo. Pero por otro lado, esta lluvia mañana será rocío, y pasado lindas flores. Es como si esta entrañable tierra quisiese dar la bienvenida a nuestro bebé con un ramillete.

Acarició su panza, y la lluvia cesó para huir de semejante pasteleo. Y aunque a alguien pesimista le pudiese quebrar el humor ver que dejaba de llover justo cuando ya estaban resguardados, se lo tomaron como otra buena noticia.

Es maravilloso. El cielo justo deja de llover porque sabe que me dan miedito los truenos. Cada segundo que pasa este lugar me parece el más mejor para que crezca nuestro niño. O niña.

El cuervo de lo alto de la lámpara se quedó mirando fijamente el exterior. Si tuviera cara, tendría cara de preocupación.

Mmmmh... Si este clima tan anómalo, de horas y horas de lluvia, es un reflejo del humar de Strahd Von Zarovich, creo que se puede decir que te ha percibido de nuevo y se alegra de verte, mujer traslúcida.

Stara se llevó las manos a la boca, de la emoción, a punto de soltar un gritito histérico. Viktor le pasó el brazo por el hombro, también mirando con espectación al cuervo que hablaba. Cada segundo que pasaba, aquel país mágico se estaba volviendo más interesante.

Asiento ante las palabras de mi cuervo maestro.

- "Eso es, maese Hurrn, ahí está la clave que es la respuesta a la pregunta de Frau Irina.

Frau Irina, el Conde es quien retiene vuestra alma, quiere capturarla como sea para no tener que esperar una generación completa de mortales a que regreséis al mundo de los vivos bajo una nueva forma, en una nueva reencarnación." -

Observo a Parriwimple, que está anormalmente callado, y acerco ambas manos a su rostro, por si tuviera una conmoción que tal vez pudiese aliviar con mi poder sagrado. Una muy tenue luz pasa por un instante de mis manos a la piel de Parriwimple, apenas mejorando un poco el color de sus moretones.

Arik se levanta del suelo, apoyando su cuerpo en la alabarda. La mirada va del fantasma verdoso de Irina a la recién llegada Helena, y de ella a la extraña pareja que parece creer que ha llegado a un palacio construido con chocolate, regaliz y pan de moras.

-Acompañadme, os mostraré vuestras habitaciones para que podáis cambiar esa ropa mojada y descansar vuestros huesos tras el... en fin, el imagino largo viaje que os ha traído hasta aquí.

Parriwimple se había quedado absorto mirando la entidad traslucida y, tras unos instantes, se atrevió a acercarse a la misma, y movió su mano con una mezcla de miedo y admiración hacia el fantasma. 

- Parriwimple sentir no poder ayudar a Irina. Lamentar mucho- hay un sincero dolor en las palabras del hombretón- ¿Entonces cómo te encuentras? ¿poder hacer algo por ti?

No había de todos modos mucho tiempo para socializar, pues al poco tiempo aparecieron dos nuevas personas que, de inmediato, cayeron bien al gigantón, recordándole su propia actitud normal. Eso le hizo recordar la mujer de antes, a la que con tantas cosas emocionantes, se había olvidado saludar.

- Parriwimple soy yo.- dijo tendiendo su enorme manaza a Helene- Gracias ayudar. Parriwimple poder ayudar con llevar cosas. Parriwimple fuerte. ¿Ir a vivir los tres ahora aquí?- por sus palabras parece claramente que el enorme hombre no tiene la capacidad para comprender bien lo que está ocurriendo e, incluso, para asumir todos los hechos terribles de los últimos días.  

Demasiada información como para ser procesada de forma eficaz. Acarició suavemente el rostro del muchacho al tiempo que una sonrisa triste y cansada se dibujaba en su rostro.

-No, no son mis hijos -dijo en un suspiro en el que casi podía leerse el "afortunadamente"-. Sí, veamos esas habitaciones. Fuera hay un carromato con sus caballos. Agradecería que alguien se encargara de llevarlo al establo y se encargara de las monturas. Si no hay personal, lo haré yo misma. Y me gustaría una buena sidra caliente para después. He oído hablar de demasiadas cosas y ninguna buena antes de entrar en esta posada y en los pocos minutos que llevo aquí... Necesito algo de calma, estar cómodamente sentada, meter algo caliente al cuerpo y hacer las preguntas adecuadas para obtener las respuestas necesarias. Veo que además necesitáis ayuda. Estáis heridos y quizá pueda hacer algo por vosotros -comentó estrechando la fornida mano que se le tendía-. Stara, Viktor, arriba. Necesitáis dormir, especialmente tú, Stara. Ese niño que llevas en el vientre agradecerá un poco de calma.

- Yo llevar. También bajar equipaje si haber. Parriwimple ser fuerte para esas cosas-  el gigantón no pareció haber dado importancia al gesto del paladín, pero ahora, como si actuase con cierto retardo, se toca la cara y algunas heridas, pensativo- Parriwimple mejor. Gracias Urik- tras las palabras sale fuera para llevar los caballos al establo, y bajar el equipaje de los recién llegados, si hay alguno.