Partida Rol por web

Los efectos del gesto y las palabras del hobbit sobre el unca tuvieron si efecto y su hermana felina permaneció atenta a todo. Quedaba claro que huesos debía de ser... al menos tolerado, porque para ser considerado como un miembro “de la manada” seguramente aún era pronto.

El grupo puso sus averiguaciones en común. Parecía claro que iban a dejar la investigación de la cueva para el día siguiente. Pero aún estaba en el aire si la investigación de la casa la ibais a hacer ahora o también esperaría hasta mañana.

Angainor estaba dispuesto a cualquiera de las dos cosas con tal de llevar una estrategia común. A veces las pequeñas decisiones son importantes en el desenlace de una aventura, como una bola de nieve que rueda ladera abajo, pero la pregunta es... ¿Cual sería la decisión más acertada?

-Si está ocupada, tal vez deberíamos ir ahora. ¿Qué os parece a vosotros?- Sugirió el animista. -O al menos acercarnos lo suficiente para poder echarle un buen vistazo ahora que estamos todos. 

Huesos parecía haber hecho buenas migas con todo el grupo, excepto con aquellas criaturas felinas que parecían mirarle con recelo todavía. A pesar de que Musgoverde mantenía todavía las distancias con los uncas, a la espera de que terminaran de aceptarlo como miembro de aquel grupo, la naturaleza curiosa y juguetona de Huesos le había llevado a acercarse a ellas para olisquearlas y jugar con ellas, lo cual no había sido bien recibido. 

-Cuando estemos de vuelta en la posada espero escuchar la historia de como conseguisteis que estas formidables criaturas formasen parte de vuestro grupo. - Dijo señalando con un movimiento de cabeza a los uncas. Musgoverde admiraba a cualquier amante de la naturaleza, y le parecía curioso como unas criaturas salvajes tan poderosas podían haber acabado formando parte del grupo.

- La casa no es una cueva, así que podríamos ir hasta allí y luego de vuelta a la posada. La historia de cómo adoptamos a estos elementos de cuidado es larga y con una buena cerveza merece la pena ser contada. Aunque no lo parezca estos pies peludos han recorrido muchas millas y navegado de norte a sur...un hobbit embarcado, eso ni en Los Gamos lo han visto todavía. - digo recordando cómo llegué al sur como rastreador tras dejar mi puesto de frontero en La Comarca. - Vayamos entonces a la casa antes de que la noche cierre del todo...

-También lo creo, puesto que tentado estuve ya a ir antes, pero preferí esperar a estar todos. Al no conocer ni el terreno ni los habitantes de la comstrucción, quizás me metiese en problemas yendo solo, y aguardé. Ahora es buen momento.

No mostrarnos hostiles, sino curiosos, sería una buena forma de actuar. Asenté mi martillo de guerra en posición relajada, hacia el suelo, y comencé una caminata con mis compañeros.

-Creo que todos tendríamos buenas historias que contar y escuchar, puesto que muchas cosas hemos visto y vivido en nuestros viajes. Me fascina encontrar a viajeros osados como vosotros, y poder compartir aventuras y una buena cerveza si se tercia. 

Esperábamos volver a la posada, pero ya se me estaba antojando una. Nuestros amigos de cuatro patas caminaban cerca, siempre amigables. La nobleza de su porte y su fiereza ante los problemas me hacía sentir más seguro y poderoso. Sin duda estos animales, y ahora Huesos también, causaban admiración a su paso.

Decidido pues acercarse a la casa, no hay más que ponerse en marcha.

El terreno se va elevando según os distanciáis del río y acercando a la casa. No tardáis en daros cuenta de que en su interior hay luz. Ya más claramente visible pues la noche es cada vez más oscura.

Atravesáis lo que parece se un lecho seco, pedregoso, con troncos caídos e inclinados por doquier. Seguramente en al pasado el curso del río era más amplio o pasaba algún afluente por aquí.

En realidad os estáis acercando por la parte de atrás, la parte delantera da a un pequeño camino y dos pequeñas construcciones más, lo que parece ser un pequeño pozo o fuente y un pequeño habitáculo que tiene toda la pinta de o bien ser un retrete o una casera de aperos.

El edificio principal es de una única planta, parece un edificio normal pero bien conservado, en la puerta está el típico aldabón de metal.

Farahail interviene - Me suena, creo que esta casa es de uno de los comerciantes de la ciudad, pero ahora no caigo en cual... 

Cuando estáis rodeando la casa, una ráfaga de viendo te trae el sonido de una conversación en el interior de la casa. Aunque no logras entender nada pues el tono es normal, si parece la voz de un hombre y una mujer.

Musgoverde se separó ligeramente del grupo para mantener un mejor ángulo de visión con respecto a la casa. Le pareció bien la idea de Axe de pasar por un grupo de viajeros curioso que se acercaba a la construcción, pero se alejó para intentar escuchar mejor y controlar las posibles entradas al edificio. Luego dirigió su vista hacia la ventana que arrojaba la luz con la intención de escudriñar en su interior si allí había alguien. 

Escuchó a Farahail comentar que el edificio pertenecía a uno de lo comerciantes del lugar, aunque no recordaba quién concretamente. Se fijó a ver si en los alrededores de la casa pudiera haber alguna pista que pudiera indicar, al menos, qué tipo de comerciante era.

El viento trae el murmullo de una conversación en el interior de la vivienda, no logro entender nada de lo que están hablando pues su tono es normal y no gritan pero logro entrever que hay al menos dos personas en el interior y que son hombre y mujer. Creo que la información es importante para no asustar a nadie y menos de noche así que en un tono bajo le digo a mis compañeros:

- Escucho voces de un hombre y una mujer, así que la casa no está vacía. Al menos hay dos personas...estemos atentos para evitar darles un susto o que nos suelten a los perros si los tienen.

Miro a nuestro guía y comento en tono bajo y que todos lo escuchen:

- Pues Farahail, espero que recuerde de quién es la casa porque es posible que se asusten de ver un grupo de personas vagando por sus inmediaciones y más al amparo de la noche. Porque pensadlo: tres humanos, un enano, un hobbit y tres fieros amigos peludos... - digo sonriendo pensando en los uncas y en Huesos. - Eso amedrentaría a cualquiera...salvo por el hobbit que seguramente no se percatarían de su presencia... - hago un gesto haciendo entrever que solemos ser muy bajos.

-Quizás así sea, Mut, pero acecharlos en las sombras creo que los amedrentaría aún más, y nos colocaría a nosotros como sus enemigos sin duda. Hacernos los viajeros despistados en busca de una dirección creo que no sería mala idea. Tú tienes buen oído, si nos demoramos en llamar un poco, quizás podamos averiguar de qué hablan antes de interrumpir su conversación... ¿qué opináis vosotros?

A medida que estábamos cerca observaba con más atención los alrededores, sobre todo después de las palabras de Farahail, tratando de encontrar alguna pista sobre su identidad. Toda ventaja se marcaba a nuestro favor.

-Si finalmente llamamos, esconded en lo posible las armas. 

Os fijáis más en los alrededores de la casa. Distingues algunos troncos, ramas y una pequeña fragua en uno de los costados. Musgoverde desde donde está no logra ver más pues parecen haber cortinas en las ventanas.

El grupo comienza a debatir sobre como afrontar la situación, y al ver aquellos elementos Farahail por fin parece caer en la cuenta. Contento, pero en voz baja, anuncia - ¡El flechero! Construye unos arcos y flechas maravillosos, tiene un puesto en la zona comercial de la ciudad.

Ya parece más clara la identidad del comerciante, pero hay que decidir ya que hacer, es cuestión de tiempo que alguno de los animales que os acompañan hagan ruido y llamen la atención de los ocupantes.

Musgoverde no pudo ver nada del interior de la casa, quienes allí vivían habían decidido correr las cortinas y eso impedía que el anciano pudiera curiosear desde fuera lo que había dentro. Se lamentó para si mismo, pero era algo bastante común y para lo que no había remedio, así que no le dio más vueltas. Sin embargo, recibió con alegría el hecho de que Farahail hubiera recordado de pronto quién era el dueño de la casa.

-Yo voto por llamar a la puerta y preguntarle si ha visto algo raro últimamente. - Dijo cuando regresó con los demás. -Si vive por aquí cerca es probable que pueda darnos una explicación al misterio.

- Llama a la puerta... - digo mientras me sitúo a un par de pasos al lado de la puerta por si las cosas se pusieran feas y saliera un perro corriendo. Que mis compañeros son grandes pero yo soy bajo. - Yo me coloco aquí para mi seguridad...además si es flechero, quién sabe si nos recibirá con flechas... - añado con una sonrisa maliciosa esperando a ver si mis compañeros también toman precauciones o no.

De todas formas sigo curioseando a nuestro alrededor por si viera algo interesante o fuera de lugar.

-Sí, llama entonces, Musgoverde. Solo venimos a hacer preguntas que quizás no tengan respuesta, pero merece la oena intentarlo.

Me tranquilizó el saber que nuestro futuro interlocutor era un comerciante, y además flechero. Al menos teníamos intereses comunes, él vendía armas y nosotros las usábamos. 

Esperaba no tener que usarlas con él.

En principio la visita era en son de paz, así que seguí mi propio consejo y escondí de la vista las armas que portaba. Era raro que un viajero no las tuviese, pero llevarlas a la vista en según qué ocasiones podría ser considerado una amenaza o una provocación.

-Mut, espero que las flechas las use solo en días de mercado- dije, situándome cerca del hobbit.

Al final se decidió por llamar. Angainor mismo fue el que lo hizo. Pasaron unos segundos hasta que tras escuchar unos pasos sobre los tablones de madera, la puerta se abrió.

Apareció un hombre alto y bien conservado en torno a la treintena, vestido con ropas bastante sencillas. Frunció el ceño extrañado al veros, pero se relajó un poco al ver a vuestro compañero local - ¡Hombre Farahail! ¿Qué te trae por aquí? ¿Y quienes son tus... acompañantes? - El hombre parecía conocer mejor a Farahail, que a la inversa, pero dado lo sociable que era vuestro compañero y a sus actuaciones en la posada... pues tampoco era de extrañar.

El susudicho trovador trató de salir al paso – Bien, si... pues ya sabes. Encontré por fin a esta buena gente que me quiso ayudar con... ¿Me has escuchado decir que vo a un fantasma en el lago?

El hombre agrandó los ojos – Ah... Si... Pero pensaba que los ancianos ya te habían castigado por ir asustando a la gente con esas historias... - Y soltó unas grandes carcajadas.

La reacción del flechero durante la conversación con Farahail hizo que el animista compusiera en su rostro una mueca de duda. Si reaccionaba de aquella manera, eso significaba que probablemente no habría visto nada raro ni siquiera viviendo al lado de donde supuestamente se había aparecido el fantasma del que hablaban. Aquello le hizo sospechar que probablemente Farahail estuviera exagerando, o fuera un mentiroso.

-Buenas noches, señor. Disculpe las molestias. - Dijo haciendo acopio de toda su buena educación, aunque su aspecto pudiera causar rechazo. -Estamos ayudando a Farahail a investigar lo que vio. ¿Usted no ha visto ni escuchado nada extraño por esta zona?

Saludo al flechero y sonrío, intentando caerle bien ya que debido a mi habilidad con el arco seguramente tenga que recurrir a sus servicios si necesito munición para mi querido arco corto.

- Buena noche. - lo saludo mientras intento observar detenidamente que hay dentro de la casa. Veo que Musgoverde será el encargado de hablar con él así que me dedico a observar lo que pueda e intervenir si la situación lo requiere. Todos saben que los hobbits somos muy persuasivos cuando la situación lo requiere. - ¿Ha visto pasar a alguien por esta zona? Como comerciantes...

Saludo también a nuestro nuevo interlocutor, extrañado por la familiaridad que demuestra para con Farahil, siendo este el que apenas le recordaba. Demostraba así que se fijaba y tenía más memoria que nuestro acompañante.

-Saludos, amigo. Soy Axe, y como bien han dicho mis camaradas, intentamos esclarecer un misterio que nos trae un poco de cabeza... Si pudiérais ayudarnos en nuestra misión sería todo más sencillo. ¿Recordáis algo de lo que comentan mis amigos? Cualquier cosa sería de gran ayuda.

Intenté parecer cortés, habida cuenta de que el señor no parecía ni asustado ni peligroso. No solté mis armas, pero sí relajé mi actitud. 

No olvidaba que hace un momento hablaba con alguien, pero tampoco quería preguntar por sus cosas a la primera. Según lo que respondiese, mi siguiente intervención iría dirigida a la mujer de dentro, sin dejar de ser discreto.

Farahail apretó los labios como mordiéndose la lengua, pero no dijo nada, tal vez por no responder mal y estropear vuestra investigación, al fin y al cabo estaba su dinero en ello.

El grupo, tras las primeras impresiones, quiso saber y no tardó en lanzar sus preguntas, todas giraban alrededor de lo mismo.

El hombre levantó los hombros – No... Bueno, si que a veces hay transeúntes por el camino, y posiblemente haya comerciantes entre ellos, pero suelo tener cerrado a cal y canto. Al estar mi casa fuera del perímetro urbano... temo por asaltantes o ladrones. Pero nada que me haya llamado la atención en particular... Lo siento. ¿Les puedo ayudar en algo más?

El animista relajó los hombros y no pudo evitar que la decepción se marcara en su rostro con una mueca de disgusto. Esperaba mucho más de aquella investigación, pero cada vez estaba más convencido de que Farahail había visto algo cotidiano y su miedo, o las circunstancias de cómo lo había visto, le habían hecho magnificarlo y convertirlo en un fantasma. Se preguntaba si acaso el flechero no tendería por allí su ropa y eso fue lo que vio el pobre bardo, quizá con la oscuridad del crepúsculo y algo de brisa...

Ya iba a darse la vuelta para marcharse de allí cuando se le ocurrió algo más. Así que después de agradecerle que hubiese tenido la amabilidad de atenderles, reclamó su tiempo un poco más para lanzarle aquella cuestión.

-¿Qué sabéis de la cueva que hay en aquella dirección? - Dijo señalando el lugar.