Partida Rol por web

Ela me estaba dando la razón, casi no me lo creía. Aún con el libro abierto delante me mantengo pendiente de la conversación.

-Si solo pretendemos salir de aquí para la batalla final estoy de acuerdo con Ela. Como ha dicho su Majestad, si perdemos no habrá nada que salvar, pero si no liberamos las otras ciudades, aunque ganemos, no habremos salvado nada. Dadas las ventajas que obtenemos al movernos los elegidos junto a otro elegido, propongo que Maxra y yo que tenemos al mismo protector y Gys y Pispas por su parte, formemos dos grupos y tratemos de liberar las ciudades más fáciles de defender. Aunque comprendo que lo consideréis una mala idea.

Lanzo un breve suspiro al escuchar que es casi seguro que el combate se realice en las tierras sombrías, otra vez regresar a ese lugar, maldita sea, yo que esperaba tardar al menos un tiempo en volver...

- Estoy de acuerdo con Ela en que lo mejor es estar todos unidos, considero que hora mismo es una mala táctica dividir nuestras fuerzas, corremos el riesgo de que algún elegido o algún compañero de armas pueda caer en combate, por ser dos grupos débiles en vez de uno fuerte. Talashia, las ciudades han sido arrasadas, no creo que haya mucho que salvar en estos momentos. Si los que han dirigido los ejércitos son medianamente inteligentes habrán pasado a cuchillo a todos los supervivientes que hayan encontrado a su paso. No creo que haya nada que rescatar, solo encontraremos enemigos, ruinas y cadáveres. Hemos llegado tarde para salvar esas ciudades, debemos vencer en la batalla final y tras eso reconstruirlas. Lo siento si soy directo y brusco, pero la guerra es así de puta, si quieres vencer no puedes dejar enemigos con vida en tu avance ni a tu espalda, es algo que aprendido en estos años. Además seguramente con la derrota del hechicero oscuro, su ejercito comenzara a dispersarse, al perder a su líder y sera más fácil recuperar las ciudades- digo mirando en primer lugar a Ela y después a Talashia - Si estamos de acuerdo todos en ir a las tierras sombrías os hablare de lo que me he encontrado en mis semanas allí. Tenemos a los gigantes ciegos, como su nombre indica incapaces de ver, guiándose  por su fino olfato, son resistentes. No os hace falta que os hable de los Behemoths y el poder que tienen, lo habéis visto en primera persona. Luego están las dremoras, criaturas ataviadas con armaduras negras y carmesíes. Armadas con espadas dobles y son capaces de usar magia, poderosa y letal. Y puede que nos encontremos con esqueletos, zombies y caballeros infernales, sin contar las sorpresas, que nos tenga preparada el hechicero. Es todo lo que os puedo contar de los enemigos de esas tierras yermas - termino para recolocar mis armas y revisar mi equipo.

Escucho a Talashia hablar sobre liberar ciudades y creo que no entiende la magnitud de lo sucedido. Gys trata de explicárselo a su forma y confío en que lo entienda -No hay nada que liberar, Talashia, han sido arrasadas, no podemos hacer nada ya por ellas. Lo único que podemos hacer es acabar con el Mal Supremo para evitar que acaben con lo que queda.

Reviso mi equipo antes de prepararnos para partir y a la espera de ponernos todos de acuerdo, aunque pienso que será tarea difícil. Es entonces cuando recuerdo que me sobra la armadura que llevaba antes de que Pispas me diera la suya. -Por cierto, tengo esta armadura de cuero que me sobra, sé que Gys y Pispas llevan una cada uno, así que si Maxra o Talashia no tienen y alguna la quiere, es suya, sino para el que la necesite.

Aunque Ela no me causa nada de confianza con su habla, debo reconocer que esta en lo cierto, miro a todos  y les digo - Como bien saben, el hecho de ser una elegida no me hace inmortal, todavía no manejo mis poderes, con todo esto en mi contra quiero que sepan que siento mi gran poder en el interior y que haré lo que sea necesario para estar a la altura de tal responsabilidad, aun qué es sabido que no lo quería en primer lugar. No tengo opción. Sin embargo, de estar en mis manos, evitaría causar muerte a nadie, yo no soy como vos Gys, cosa que he eliminado ha sido monstruoso o no vivo. -

Luego veo el gesto de Ela - Por mi no te preocupes, mi armadura de cuero es más que suficiente y por sí acaso, cualquiera que tenga la armadura dañada puede dármela, yo puedo reparar armaduras sí enfoco este día a ello, la herrería no esta lejos de aquí y mi amigo Kamahl, el herrero me deja usarla gratis al ser el dueño   -

Veo como Rendam se acerca a Maxra. Apenas la toca y un vendaval creado de la nada llega y nos agita a todos. No dura mucho tiempo pero esto es suficiente para confirmar las sospechas que todos teníamos: Maxra es una de las elegidas y, probablemente con un poco de práctica, su elemento sea el aire. Una sonrisa, cada vez más amplia se expande por mi cara y me acerco a mi compañera con afán de felicitarla. Un apretón de hombros es suficiente para demostrar mi alegría, e inmediatamente nos enfrascamos en un problema mayor: Qué actuación seguir a partir de ahora.

Escucho las opiniones de mis compañeros, y una vez más me sorprendo estando de acuerdo con Ela y Gys_

- Yo también creo que juntos lucharemos mejor. Poco podemos hacer ya por las ciudades devastadas más allá de vengarnos del mal que las arrasó en su nombre y en el de todos. Ahora que ya tenemos a los 4 elegidos, a sus protegidos y a un montón de gente que queremos defenderlos, puede que esté llegando el momento de enfrentarnos al malsu y vencerlo de una vez por todas.

Volvimos de las misiones y sonreí contento de ver que todos habíamos triunfado, dándole por el culo al enemigo. El rey nos recompensó dándonos acceso a su gran almacén en el que todos nos pertrechamos a base de bien. Estábamos empezando a discutir cuál sería el plan a seguir cuando Raenhmi apareció junto a Braka de su aventura a aquellas peligrosas tierras y Maxra resultó ser la elegida del viento. Perfecto, ya tenemos los cuatro elementos.

-Pues yo opino que ya que tenemos al fin a los cuatro elegidos, no deberíamos separarnos. La unión hace la fuerza. ¿No recordáis las palabras de la antigua elegida del agua? Si no cooperamos no haremos nada. Tenemos que permanecer unidos. Por desgracia las ciudades no existen... tenemos que derrotar al mal supremo. -Tras esto cogí un bollo de una de las bandejas y comencé a comérmelo en silencio. 

El libro por el que perdí a Dacen en el Monte Milenario no estaba siendo de gran ayuda. Suspiro. 

-A mi no me hace falta la armadura, llevo una túnica que me protege contra la magia. Creo que tengo poder suficiente para barrer la mayor parte de los seres que estén en la batalla. Quedará en vuestras manos protegerme para que tenga tiempo a lanzar mis dos conjuros. Debería ser suficiente para que las tropas del rey puedan hacerse cargo del grueso de nuestros enemigos, permitiendo a los héroes encargarse de los capitanes y a los Elegidos del Dios.  ¿Todos conforme?

Escucho con atención los comentarios que van haciendo los demás, aunque no digo nada ni respondo a ellos, manteniendo en todo momento un gesto serio e impasible.

El único que gesto que hago es dejar escapar media sonrisa cuando Rendam confirma lo que ya era un secreto a voces, que Maxra es la cuarta y última Elegida, la que completa el círculo, la Elegida del Aire. Putos enanos, sus adivinanzas y sus encerronas, pienso.

Me mantengo así hasta que Talashia dice que ella no necesita la armadura de cuero, debido a que lleva una Túnica de Monje que la protege de la magia.

Lo siento mucho, Lady Talashia. - Digo manteniendo el gesto serio - Pero me temo que discrepo de vuestra decisión. Aunque todos sabemos que vos podéis volver de entre los muertos, esperamos que no tengáis que demostrarlo. Y es por ello que es mejor que uséis la Armadura de Cuero debajo de la Túnica de Monje, ya que ambas armaduras se pueden usar juntas. Esto, junto con los Escudos de Piedra que yo añadiré, os dará un mayor probabilidad de sobrevivir a lo que sea que nos lancen los acólitos del Enemigo. Tened en cuenta que es muy probable que ellos sean capaces de desatar un poder muy similar al vuestro, al de Gys, al de Maxra o al mio. Y estoy seguro de que serán capaces de causarnos un gran daño. Por tanto os pido que reconsideréis vuestra postura y aceptéis la armadura que se os ofrece.

Tras decir esto vuelvo a mi mutismo, esperando a que salgamos hacia Las Tierras Sombrías.

Braka sonrió ante las palabras del rey y se mantuvo atento a cuanto se dijo mientras comía y bebía de lo que se había servido. -Mucho he escuchado y quizás se me olvide contestar a algo, pero como ya he dicho antes y efectivamente a Abaliv lo volveremos a ver. Y estoy del todo de acuerdo en ir directamente a las Tierras Sombrías. Imagino que a nadie le coge por sorpresa. -dijo el orco con una sonrisa ladina de carácter malicioso. Una pena que tenga que recuperar a mi clan primero, conquistar a los humanos después de acabar con el Mal Supremo sería más fácil que afilar el hacha.

En el libro, que parece no ser de demasiada utilidad, comienzan a aparecer frases, sin mas:

La unión hace la fuerza...

Mañana es la gran batalla...

Si el gran pájaro se asusta, los gusanos se vuelven valientes...

Levantando la vista del libro me quedo extrañada ante sus palabras. Parpadeo para centrarme en lo de la armadura.

-Muy bien, entonces, acepto la armadura de cuero. Siempre y cuando los demás tengan alguna armadura que les proteja. En los Montes obtuve una poción que permite que ocurra un pequeño milagro, puedo consumirla para que mi resurrección este asegurada.

Después recordé la poción rara de la nación de los magos, nadie sabía que hacía. ¿Cuando sería el momento adecuado para consumirla? Sin saber si era un factor a tener en cuenta para bien o para mal, sería mi último recurso.

-Lista para el viaje a la última batalla.- Me acerco al Rey Cail y deposito un beso en su mejilla en contra de lo que dictaba el protocolo.- No te fallaré.

Rebuscando entre el almacén de el Rey encontré un antiguo cofre de aspecto interesante. Lo intenté abrir para coger lo que había en su interior pero al ver que no se abría lo abrí a mi manera: con la lanza. De su interior extraje un par de elementos la mar de interesantes que me guardé entre mi equipo y cogí el escudo, probándolo. Parecía adaptarse a mi brazo de forma perfecta y me ofrecía una pequeña salvedad en mi guardia cuando lanzaba una estocada con la lanza. -Genial.-musité más para mi que para el resto. 

Estaba ansioso por marchar de una vez, tenía ganas de acabar con todo y Jilokasin parecía ansiosa por saborear la sangre de mis enemigos. Me acerqué a Ela y Gys y llamé su atención. -¿Partimos ya? Cuanto más tiempo estamos aquí más oportunidades le damos al Mal Supremo de que nos derrote.