Partida Rol por web

Maldita sea no sabes llamar más la atención, toma y desaparece ya de aquí. Le lance los otros dos colgantes en el zurrón y la mire desafiante, sino fuera por aquella maldición estaba seguro que no me hablaría así.

¡Detrás de mí, Pía! exclamó el paladín empujando a la mujer a su espalda, en un gesto inconsciente, para protegerla.  El guerrero se colocó entre ella y los gigantes que se abalanzaban sobre los desprevenidos habitantes de la ciudad, quienes al parecer no sabían lo que era empuñar un arma y acudir en auxilio de las damas.

¡Bestias inmundas! gritó atrayendo su atención  ¡No os enfrentais hoy a un simple granjero! ¡Es un paladín de la Orden de la Luz quien os combate! ¡Huid ahora que aún estais a tiempo, o morid por el filo de mi hoja sagrada!

Tras recibir los colgantes, Riora se encaminó hacia las calles menos transitadas cuando una serie de gritos la alarmaron, instintivamente se giróa hacia el lugar de donde procedían los gritos y lo vió una bestia que medía como una casa de dos plantas. Lento y tosco pero capaz de barrer una calle entera de un puntapié.

¿Y ahora que? Como si no fuera ya bastante todo lo demás.

En un principió no tenía el más mínimo interés en luchar, pero irse a una cantina a tomar cerveza no era una buena idea. Si había entrado uno podría haber más. Decidió subirse a un tejado, escalando. Observar la situación, ver que ocurría a los alrededores. La luz de la luna era suficiente, pero los candiles y farolas de la ciudad le permitían ver con todo lujo de detalle lo que ocurría bajo sus pies. Siempre y cuando no lo tapara una pared.

El hombre me esconde detrás de su cuerpo en un alarde de caballerosidad con el que no había contado ni de lejos, y mi capucha se deja caer levemente hacia atrás. No es algo que me importe demasiado en estos momentos, más bien las figuras que se encuentran frente a nosotros y que parecen francamente peligrosas. Ojalá tuviera un arco aquí, pero no es el caso, así que me preparo para atacar y para huir en cuanto sea necesario. 

- Gracias, mi señor Evert.- Digo mientras levanto el hacha con el fin de unirme a la lucha - Pero quizá yo también pueda ayudar.

P.D: Si acabo viva todo, intentaré no perder mucho de vista a Riora, que se está llevando los colgantes.

Apenas me di cuenta de que el sol se ponía y con ello llegaba la noche. Mis sentidos percibían que algo no iba bien y como nunca me solía equivocar algo iba a suceder. El sonido de grandes pasos invadió el aire, habían entrado, no podía creer que los gigantes ciegos estuvieran allí.

La muchedumbre que quedaba en las calles corría a refugiarse, aunque no todos, aquellos individuos en los que me había fijado anteriormente, el paladín y la chica a la que le dio el hacha reaccionaron heroicamente ante aquellos invitados.

Y como no mi "amiga" no podía eludir semejante peligro, con una habilidosa maniobra se subió a un tejado para atacar, una maniobra que me resultaba familiar.

No podías quedarte mirando, viendo la situación no quería salir herido de la ciudad del aire y menos muerto, así que me puse manos a la obra, No deberíais haber entrado aquí, vais a morir. Sabía de la lentitud y de la fuerza de los gigantes por lo que debería hacer rápidos movimientos y no dejarme golpear, deje que aquellos dos sujetos entretuvieran a uno de los gigantes mientras yo me ocupaba del otro, me deslice entre sus piernas con gran destreza y velocidad realizándoles profundos cortes con mi espada justo a la altura de los talones, eso haría que cayera de bruces contra el suelo cual árbol talado.

Me encontraba en la ciudad del aire, sí bien iba siempre atenta a todo lo que ocurría a mi alrededor, me entretuve charlando con un mercader y mirando sus armaduras cosa que me encantaba, entre "¿señor, cuanto por esta armadura de acero?, ¿de qué está hecha esta otra armadura? Y, ¿qué puede decirme de la ciudad?" se me paso el tiempo. Igual pude escuchar parte de la conversación que había a mi alrededor, a lo cual no pude dejar de sentirme molesta por las acciones del paladín. No es que me molestase que fuera atento con las damas, pero sí yo quisiere hacerme notar tendría que hablar y estar cerca de la vista de aquellos.

Mi preciosa cabellera rojiza era motivo de halagos al momento en que se me notase, pero no era momento de darme aires, tan pronto como oscureció el mercader se retiró. Yo tuve que dejar mis muchas otras preguntas para otra ocasión y centrarme en esconderme detrás de un pozo circular medieval, de esos para extraer agua. Pues de mí no puede pasar desapercibido un gigante ciego.

Tenía un plan relacionado con ese tal Evert para tomar la información que me correspondía, pero eso amigos míos, es un secreto.

Todos atacáis con ferocidad a los gigantes. Evert falla su ataque por poco, Pía pierde su arma durante el fragor de la batalla*, Maxra se mueve con la agilidad propia de su raza causando gran daño a uno de los gigante y Z y Riora atacan con ferocidad, casi de forma simultanea. Subiéndose la segunda a un tejado, y saltando encima del gigante agarrándose a él con garras y dientes y usando la espada como piolet, mientras golpea su rostro, haciendo que el monstruo se desplome contra el suelo, muerto.

El segundo gigante, ataca con ferocidad a Riora pero esta logra zafarse.

Pia había perdido su arma, el hacha que acababa de encontrar, y el gigante parecía haberse fijado en ella como objetivo. No obstante, estando allí Adaeric Evert, ¡eso no ocurriría!

Adaeric corrió de nuevo de frente hacia el gigante, casi como si no le importara su seguridad personal habiendo una dama en peligro. Pero el gigante era mucho más diestro de lo que el joven había imaginado, y esquivó la, en teoría, letal acometida del paladín, que trastablilló debido al ímpetu de su carga.

Con un terrible presentimiento, el paladín afianzó su escudo preparado para recibi un duro golpe...
 

Al desplomarse el gigante, Riora cayó con él, pero con la suficiente destreza como para rodar por el suelo en lugar de estrellarse contra él, para reducir los daños al máximo. Salió bien. Se puso en pie de un salto, extasiada y orgullosa de si misma. Era la presa más grande que tumbaba y eso la enorgullecía sobremanera. No lo había hecho sola y dedicó una mirada y un asentimiento a Z como reconocimiento, que ya era mucho viniendo de alguien que hacía apenas unos minutos, tenía ganas de darle una paliza. Parecía que fueran compañeros de batalla desde siempre, las dos hojas se hundieron en la carne del gigante al unísono, abriendo dos heridas fatales.

Recogió su espada del suelo, que se le había resbalado de las manos en la caída y se puso cómoda, observando el otro combate con interés.

Al ver la trastabillada del guerrero de brillante armadura, no pudo contener una carcajada. Y alzó la voz.

- ¡¡¡Quizá os hubiera ido mejor en la granja!!! ¡¡¡Huid ahora que estais a tiempo y dejad de jugar al héroe de cuento!!! ¡¡¡Dejad esto a los cazadores o os vereis convertido en presa!!!

Como había prevenido el gigante apenas pudo notar el filo de mi espada al cortarle los tendones, parte de eso tuvo la orca que con su ataque aéreo obtuvo toda su atención.

Ya una vez en el suelo, el remate final de los dos dejo sin vida al gigante.

Sin embargo el otro combate paralelo no tenía el mismo color, la mujer del hacha la perdió en su primera envestida y para colmo el paladín no parecía tan diestro ya que no logro acertar con el primer ataque al gigante y por lo visto su segundo ataque era mucho peor que el primero.

Mire a la orca y mientras escupía unas palabras hacia ellos, moví la cabeza de lado a lado indicando que sería mejor que no nos metiéramos en aquel combate a no ser que volviéramos a vernos en peligro.

La verdad es que era bastante esperable. Las hachas no eran lo mío y en cuanto quise golpear a aquel gigante con el arma, ésta escapó de mis manos como si untadas en aceites hubieran estado toda la vida. Nada más lejos de la realidad. El paladín tampoco es que estuviera teniendo mucha más suerte, pero al menos la espada permanecía aún donde se esperaba de ella. Los que parecían más duchos en la batalla eran la pareja que había llamado mi atención.

No era momento de distraerse.

Mientras el enemigo atacaba a la mujer ogro, me deslicé rápidamente en dirección al arma, intentando que, desprotegida como estaba, no se diera cuenta nadie de mi presencia en medio del fragor de la batalla.

¿Por qué me levantaría yo esta mañana y emprendería camino? Con lo bien que se estaba en el lecho...

La acción de esconderse dio resultado justo como hubiera esperado. Observe todo el campo de batalla, incluso la orca que estaba en los cielos y poco después encima del orco, era mi oportunidad, con esos dos atacando al ciego podría contraatacar efectivamente. Tome posición de atleta a punto de correr y me lance con hacha en mano, la clave en un pie, pero la herida fue casi fatal. Nunca hubiera imaginado que  saldría tanta sangre y resultado de aquello cayera desplomado. Aunque estaba consiente que de no ser por esos dos extraños no hubiera perpetrado un ataque.

Cuando me alejé porque esa cosa podría caer encima mía, un hacha salió volando. Mi día de suerte. La tome aún en el aire con una mano. Después de todo, las hachas son mi especialidad. Ahora con ambas en mi poder puedo hacer más daño.

Adaeric trastabilló y por poco se cae al suelo con su ataque. Parece que sus reflejos le habían jugado una mala pasada. Mientras tanto, Pía  intentaba recuperar su hacha, a la par que Maxra quería también hacerse con ella. Mientras Z y Riora observaban sin hacer nada.

Cuando el gigante estaba a punto de lanzarse contra Evert, la cabeza del monstruo fue cercenada por un certero espadazo.