Partida Rol por web

Krisalia detuvo sus pasos y se giró hacia Adaeric.

No puedo ampliarte la información porque poco hay que decir. El Mal se acerca, y con el surgen esas criaturas. Pueden ser gigantes, sombras o cualquier otra aberración. Da lo mismo, son enemigos y hay que derrotarles. Hay que acabar con el Mal para que desaparezcan para siempre, pero esa no es mi misión, yo debo proteger la ciudad, que ya es bastante...

¿Ayuda? La única ayuda que puedo pedirte es que si entran mas monstruos en la ciudad, me ayudes a derrotarlos.

Podeis darlo por hecho, mi señora respondió el paladín, asintiendo a las palabras de la guerrera. No estaba acostumbrado a encontrarse con mujeres así, le causaba una extraña sensación, pero desde luego, sus habilidades como luchadora eran dignas de elogio. Patrullaré las murallas de la ciudad en el sentido contrario a vos.  Nada escapará a nuestra guardia esta noche, sean gigantes, sombras o cualquier otro servidor del mal.

- Simplemente que ando tiempo buscándolos como antes que yo lo hicieron muchos otros. No conozco su significado, pero no os negaré que me encantaría conocerlo. - Le digo a Z, sonriendo al tiempo que pongo la cara de buena gente que mejor me salga y miro, de nuevo y sin disimulo ninguno el colgante que lleva el cuello.

- En cuanto a vos, contad conmigo. - Le digo, sencillamente a Maxra. Posiblemente no seamos las dos personas más compatibles del mundo, pero cuando la necesidad ahoga... cualquiera vale que parta la soga.

Creo que sabes más de lo que dices, cuida tus acciones pues ahora están en mi poder y hasta que no sepa cual es su verdadero poder no me desharé de ellos. Respondí a la pícara si apartar la vista de la suya.

Me di la vuelta y buscando en el mercado encontré una pieza de cuero que me vendría muy bien para defenderme de posibles ataques, los tiempos se estaban volviendo oscuros y los rivales iban aumentado su poder.

- Gracias por su apoyo, me será de gran utilidad, de momento he de viajar tengo mucho por hacer y el tiempo apremia. ¿Le parece bien sí nos encontrásemos en esta ciudad, en aquel pozo de agua dentro de tres días? –  La miro fijo esperando la respuesta de aquella quien es mi compañera de búsquedas por el momento.

Día 2

Las sombras acechan

Hasta los mas escépticos comienzan a pensar que eso de la llegada del Mal podría ser cierto. Cada vez hay mas violencia y muerte en los caminos, y no parece tratarse de simples criminales...

Sombras, todo el mundo dice que se trata de las sombras. Primero los gigantes ciegos parecen abandonar las Tierras Sombrías sin motivo aparente y ahora las sombras cobran corporeidad y aniquilan todo tras su paso... Y lo peor de todo, es que las sombras están en todas partes...

Los guardias de todas las zonas del mundo aseguran que lo mas seguro en el día de hoy es no salir de sus hogares*

Asiento con la cabeza y me giro, alejándome de nuevo en dirección al mercado.

De la ciudad del Aire, osea de aquí. A la nación de los magos. 

Quiero moverme de esta ciudad recién para el día 3 a la mañana apenas salga el sol.

Busco un hotel, refugio, o campaña para dormir, cualquier lugar estaría bien, pero prefiero ir al lugar de esta ciudad donde mejores comodidades me faciliten. ¿Respuestas? Buscaré información cuando halla tenido un buen descanso, con mi apariencia de niña sería la primera en caer bajo manos enemigas de salir ahora.

Riora no dejaba de deambular sin rumbo ni interés por la ciudad, deteniendose de vez en cuando a saciar su sed en alguna cantina. Estaba perdiendo el tiempo y eso la ponía furiosa, por lo que estaba más intratable que normalmente.

En una de sus idas y venidas se quedó observando a un par de muchachos, parecían estar jugando con espadas de madera, pero uno de ellos llevaba un escudo casi más grande que él. Demasiado para ser suyo. La Orco se quedó observandolos un rato, y cuando los zagales se dieron cuenta de su presencia, se quedaron en silencio y mirándola como si fuera un guardia presenciando un asesinato. El que portaba el escudo se lo llevo a la espalda en un intento inútil de esconderlo, Riora no pudo más que sonreir y se acercó un paso.

- ¿Que llevas ahí chaval? Ya te han enseñad... - Antes de terminar la frase los dos chavales echaron a correr, dejando el escudo y las espadas de madera tiradas en el suelo. Probablemente se lo habían encontrado en cualquier rincón cuando su antiguo dueño lo tiró, tenía varias marcas de espada, y la madera astillada donde probablemente una maza la había golpeado con una fuerza terrible, pero, antes de dejarlo ahí tirado le daría un buen uso.

Día 3

Las Criaturas acechan.

"Las abominaciones de las Tierras Sombrías ya no se encuentran más contenidas en su hábitat... ahora atacan a cualquiera, se las provoquen o no, por el simple hecho de sentir la sangre caliente corriendo por sus fauces. Esto es un claro indicio de que el fin está cerca..."

El día amaneció como siempre, calmado, tranquilo y muy lentamente. El sol se asomaba por el horizonte como pidiendo permiso, haciendo que el cielo se tornara rojizo o anaranjado por momentos, hasta que por fin, decidió mostrarte por completo junto a las montañas, bañando todo con sus cálidos rayos. Era una mañana bastante calurosa e iluminada, la primera en mucho tiempo que se podía ver tan claramente todos los detalles. Y aunque esto le levantaba la moral a todos, los bardos no paraban de cantar canciones sobre bestías de las Tierras Sombrías que se habían visto caminar por las calles de las ciudades como si estas ya pertenecieran a su hábitat.

Pero no todo estaba tan tranquilo. Los rumores, al despuntar el sol, comenzaron a correr como la polvora. Se comentaba que en algunas ciudades, se produjeron ataques y asesinatos. Gente que durante la noche, aprovechando la oscuridad y utilizando las antiguas artes del Mal, acababan con la vida de aventureros, hombres y mujeres, para sumar sus almas a las filas de la Orden de la Oscuridad. Y el rumor más extendido, y a la vez más aterrador, era que nadie estaba a salvo. Todos podían caer presa de los Asesinos de la Orden y pasar a mejor vida. Hoy te puedes acostar en tu camastro, tranquilo, feliz por haber realizado una buena obra durante el día y... jamás despertar.

Pero pese a todo esto, las malas noticias, los rumores, y las canciones de los bardos, hoy parece que va a ser un día estupendo.

Todos pueden observar que me marcho de la ciudad, algunos intentan hacerme recapacitar, pero yo se muy bien que el peligro esta en todas partes. Y sí vienen a por mí, mejor piensenselo dos veces, mi hacha esta lista para cortar cabezas.

Los aventureros y aspirantes a héroes iban y venían de la ciudad del Aire, pero no Adaeric. El joven paladín había dado su palabra de que mantendría a las criaturas fuera de las murallas de la ciudad, y de que acabaría con toda la que osara intentar cruzar su línea defensiva.

Cada vez hacía mejor equipo con la guardiana, Krisaliah, pues los combates siempre acababan uniendo a aquellos que luchaban por el bien común.

Adaeric dormía poco, apenas unas horas cada día, y dedicaba sus esfuerzos a repartirse entre las diversas zonas de acceso de la ciudad, aprovechando cuando podía para inetrrogar a los transehúntes acerca de los rumores que aseguraban que el mal despertaba de su letargo...

La visita a la ciudad había concluido, no necesitaba pasar más tiempo entre aquellos muros y rodeado de aquellas personas cuyas vidas eran de lo más simples, camine entre las sombras hacia las afueras de la ciudad, con un poco de suerte nadie se cruzaría en mi camino, mejor dicho, suerte para él de no toparse con mi espada. 

me muevo a las tierras sombrias

Z y Maxra salen de la zona.

Los dos chavales que echaron a correr, asustados por la guerrera, también se olvidaron algunas cosas junto con lo que allí se encontraba.

Ciudad del Aire Día 3:

Recursos B

- Anillo de las Sombras sobre el Agua x1

- Espada de Acero Templado x1 ATAQUE +2 DAÑO +2

- Brazales de Defensa x1

Riora se dedicó a preparar sus escasas pertenencias, a comprovar su estado y hacer lo posible parar asegurar que le duraran lo máximo posible, algo o que hací muy bien, o hacía tremendamente mal viendo el estado de su arma y su armadura de cuero, también ahora del escudo. Se sentía algo más agusto ahora en la ciudad, por el simple hecho de no ser un lugar desconocido.

En un par de ocasiones se cruzó con Adaeric, y en una de ellas se le acercó.

- ¡Eh! -  Alzo la mano para que se fijara en ella mientras avanzaba. - El otro día te escuche hablar sobre las tierras sombrias. Tenía intención de echarles un ojo, sabes que es lo que voy a encontrarme?

Parecía que la espada no era la misma, estaba en mejores condiciones, reluciente.