Partida Rol por web

Adaeric se sorpendió por el saludo de la orco. No esperaba ni siquiera que se le acercara, habida cuenta del desprecio que mostró hacia él el primer día. No obstante, el honor obligaba a responder, máxime si aquella guerrera, pues lo era, tenía intención de combatir a las fuerzas del mal.

Aún no he tenido ocasión de acudir allí, más allá de alguna aldea cercana a la frontera. respondió frunciendo el ceño La mayor parte de la civilización evita ese lugar como las sombras evitan a la luz. Tan sólo puedo recomendarte ir con mucho cuidado, y que no vayas sola.  ¿Puedo saber la razón de tu interés, guerrera?

- Civilización, !HA! ¿Acaso crees que por construir murallas y... - Siguió con la mirada a una mujer que pasaba cerca de los dos interlocutores, con una mezcla de asco y desprecio. - Vestir sedas y ropas caras que nada tienen de práctico se es mejor? ¿Que son mejores los que se escondencomo corderitos asustados y siguen los dictámenes de un hombre que ni conocen, pero dice ser elegido por los dioses para reinar sobre los demás? No solo eso, le dan parte de su sustento y viven con miedo de meter la pata, o de que el heredero  no sea un déspota que se divierta pasando por la hoja a las mujeres que no quieren hacerle compañía. Civilización, claro. Te aseguro que es más civilizado cazar en los bosques, vivir sin rendir cuentas a nadie ni a nada, más que a uno mismo. Y respondiendo a tu pregunta, espera, deja que me acabe de reir... Pues, un cazador necesita presas, eso es todo, y si todo lo que está ocurriendo viene de ahí, si de ahí salen los que cazaban mis presas, y los que me maldijeron, allí es donde debo ir.

Riora se dió la vuelta y empezó a caminar hacia las puertas de la ciudad.

- Si no me eres de utilidad mejor no seguir perdiendo aquí el tiempo como dos jovenes con ganas de que lleguen sus núpcias.

Mientras los aventureros reparten las cosas que han encontrado durante estos días, dejando el escudo ya que al parecer nadie quiere llevar algo tan pesado, intentan ponerse de acuerdo en que pasos seguir. Cosa que es bastante difícil viendo el variopinto grupo que se había formado.

Sin embargo, de repente...

Día 3 Turno de día - EVENTO ESPECIAL

...el ambiente comienza a llenarse de una preocupante neblina y todo parece estar mas oscuro a pesar de ser de día. Escucháis los gritos de la gente pero no les veis, tan solo estáis vosotros, rodeados de sombras. Pero no os atacan. De entre ellas surge una figura mas imponente, un caballero oscuro.

Su arma emite un brillo que jamás habías visto. Sin duda, su estocada podría ser mortal. No hay preguntas, no hay conversación, el tiene un propósito y vosotros buscáis la supervivencia. No hay mas que decir.

Sin dudarlo, se lanza contra Pia Lanis con fiereza, ante la impotente mirada del resto.

El desprecio se iba abriendo paso en el semblante de Adaeric, al escuchar las palabras de la orca.

Eres una simple salvaje, no tiene sentido explicarte las bondades de la civilización ni la ayuda que ha supuesto para la vida de mucha gente. Es posible que haya parte de verdad en tus reproches, pero precisamente para eso existe la Orden de la luz, vivimos para eliminar y corregir las injusticias que puedan existir. Cuidamos de todos, incluida tú aunque no lo aceptes...

Mas de pronto un ser ataviado con una poderosa armadura surgió de unas sombras sin duda místicas, pues no deberían estar ahí a pleno sol. El guerrero de espada brillante se lanzó sin más palabras a por Pia, que al parecer seguía de cerca la conversación entre el paladín y la orco.

¡Cuidado, Pía! ¡Al suelo! gritó Adaeric intentando advertirla antes de que fuera tarde, mientras él mismo se movía a toda velocidad ya enarbolando su propia hoja...

Riora se estremeció cuando vió que el ambiente se enrarecía y la visibilidad empeoraba debido a la condensación del aire, o quizá era otra cosa. De lo que estaba segura en que en ello intervenían unas fuerzas que la orco no comprendía, y no tenía intención de hacerlo.

Con la neblina hubiera bastado, pero ese individuo portaba un arma que parecía provenir de los mismisimos abismos, igual que el caballero que la empuñaba, no estaba preparada para combatir algo así, menos aún cuando nada había podido hacer contra algunos de sus secuaces (si es que realmente lo eran).

La idea ya la tenía desde mucho antes que el extraño ser apareciera, pero ahora tenía más argumentos para ello. Empezó a correr hacia las puertas de la ciudad como un rayo. Si en el primer ataque ni gratitud le habían mostrado los "civilizados", no arriesgaría la vida en vano.

El caballero oscuro se lanzó sobre Pia con su espada en el aire, pero la muchacha fue mucho más rápida que él y logro lanzarse al suelo para esquivar el golpe. El guerrero del Mal continúa cargando hacía el vacío, desapareciendo de a poco entre gritos de socorro y de terror.

Al final, todo quedó como antes.

Como si nada hubiera pasado.

Noche 3

El Mal está entre nosotros. Ha llegado.

"Un portal se ha comenzado a abrirse en algún lugar de este mundo, un portal de dónde saldrán las más horribles criaturas comandadas por el Hechicero Oscuro. Y ese día, que será pronto, todas las criaturas, humanos y no humanos, hombres y mujeres, elfos, enanos, gnomos, patos con gafas, sufrirán el mayor de los tormentos. Ese día llegará pronto, cuando los dos soles alumbren la mañana." Busterini Campironi, Acólito de Tercer Grado, Orden Oscura.

La noche ha llegado, sombría, oscura, fría. El viento azota los pueblos y las ciudades y la gente, como desde hace algún tiempo, se esconde en sus casas, cerrando puertas y ventanas, atrancándolas desde dentro para que nada ni nadie pueda entrar en ellas. Sólo se pueden ver patrullas de guardias caminando por las calles desoladas, alumbrados con antorchas o con lámparas de aceite.

Pero se puede ver el miedo en sus rostros.

La noche ya está aquí, y ni siquiera los bardos se han dignado a escribir alguna canción sobre ella. Esta noche no. Los recientes acontecimientos, los asesinatos, las apariciones, les han metido el miedo en el cuerpo. Temen por sus vidas y aunque no lo digan entre acordes, saben muy bien que esta noche los asesinatos se seguirán produciendo. Tal vez, mañana por la mañana, alguien no despierte.

Riora siguió corriendo, sin girarse. Dejó la ciudad a su espalda en pocos minutos y no se detuvo hasta que nse adentró en la espesura.

Tras el extraño incidente, Adaeric persiguió al mosntruoso guerrero sin éxito, pero el paladín no cejó en su empeño por proteger aquella ciudad, y seguir investigando dentro de sus murallas...

Riora abandona la ciudad.

Adaeric investiga sobre todo lo que pueda serle de utilidad en la Ciudad. La mayor fuente de información, bardos y mercaderes, son su mejor baza. Habla con ellos, negocia, intenta caerles bien y todos y cada uno le van dando un poco de información. Después, el aventurero se toma unos minutos para atar todos los cabos.

Al parecer, los rumores dicen que una Ciudad del Reino ha sido destruida por completo y que la leyenda del portal que se abre, parece ser cierta. En esa misma ciudad, un portal se ha abierto, pero nadie conoce su destino. Fue hace unas horas, ni bien comenzó la noche, cuando un ejército de criaturas del Mal atacaron esa Ciudad y destruyeron todo a su paso, abriendo el portal.

Por todo lo demás, la Ciudad del Aire hasta ahora parece segura. No se escuchan rumores sobre el Hechicero, ni si está cerca, ni de criaturas malvadas que pretendan atacar la zona.

La faz de Adaeric se tornó cenicienta. Una ciudad del reino, ¿destruida? ¿cçomo podía haber ocurrido algo así? ¿Dónde estaban sus hermanos de la Orden? Algo apestaba a podrido en todo aquel asunto, y su deber era hallar las respuestas.

El paladín se despidió entonces de Lady Krisalia, una verdadera fuerza a tener en cuenta para cualquiera que osara atacar la Ciudad del Aire.

Señora, la ciudad es segura, y no me cabe duda de que es por vuestros esfuerzos. Yo tan sólo he contribuido de un modo esporádico, pero es evidente que queda en buenas manos. ¡Que vuestra espada os guía y vuestro escudo no os falle en estas horas aciagas!

Después se volvió hacia la otra mujer que había pasado varios días junto a él.

Lady Pia, debo partir en busca de la verdad. Si los rumores son ciertos, ahora más que nunca se necesitará a los míos. explicó el paladín a la que ya consideraba una camarada de armas. Si lo deseais, podeis venir conmigo. Partiré hacia la Ciudad del Fuego lo antes posible. Reuníos allí conmigo si así lo creeis oportuno.

Hasta entonces, os deseo suerte, mi señora.

Día 4

¡Cariño, ya estoy en casa!

"Llego la hora. El portal se ha abierto tal y como la profecía lo había dicho y nosotros, los servidores del Mal Supremo, campamos a nuestras anchas por todo el Reino. Os queda poco tiempo, mortales. Cuando el Mal alcance su mayor esplendor, en ese momento, todos y cada uno de los habitantes tendrán que decidir: unirse a nosotros dándonos sus almas, o morir entre los mas terribles sufrimientos. Patricio Hierro, Asesino del Mal Supremo."

La profecía se había cumplido. Nadie sabía como, ni que sucedió para que se den los acontecimientos para que esta se cumpla, pero el Mal está en el Reino. Pero no con simples escaramuzas nocturnas. Esos ataques sólo pretendían preparar el terreno, o distraer a los Defensores del Bien para que no se fijen en lo realmente importante. Y cuando todos miraron hacia otro lado, las cosas cambiaron de repente. Todos miraron la mano derecha, y cual un gran presdigitador, la mano izquierda hizo lo propio.

Y el Portal se había abierto.

Un portal directo al Mal.

La mañana había amanecido algo más oscura que de costumbre. En la dirección de la Ciudad del Agua, unas nubes negras en el cielo, tan negras como el carbón, indicaban que allí se estaba gestando algo. Y ese algo no era nada bueno. Algunos aventureros, preocupados por la situación, indagaron sobre que había sucedido, sin embargo, pocos eran los rumores que daban información fiable y consistente. Muchos hablaban de un portal que se había abierto, otros, que una Legión de Lores del Mal apareció de la nada dejando la Ciudad más muerta que un cementerio.

Pero un nuevo día comienza... aunque seguramente no para todos.

Medito mis posibilidades unos segundos. Quizás la opción de acompañar a Adaeric no sería tan mala idea. Parecía un hombre en el que poder confiar, sin que él pidiera nada a cambio, y estaba claro que su manejo de la espada estaba fuera de toda duda. Los últimos días estaban siendo muy agitados, y quizás la compañía fuera la mejor de las opciones al menos por el momento.

Doy un último vistazo a la ciudad. Sí, definitivamente nada me retiene aquí. Inclino la cabeza frente a lady Krisalia, despidiéndome:

- Ha sido todo un placer estar cerca de vos en el combate. Ruego a la providencia no tener que ponerme nunca frente a vuestra espada, y tenerla siempre al lado si la necesitara en un futuro. Que Dios os guarde.

Me giro apresurada, con la firme intención de seguir al paladín en su camino.

- Esperadme, os lo ruego. Parto con vos y con vuestro destino si me lo permitís. 4 ojos ven más que dos, y dos armas golpean mejor que una sola.