Partida Rol por web

A vale. No tenia ni idea pensaba que la noche era para matar no para robar. Recibido.

Si lo de beberme la pocion por la jeta nada mas pillarla, me pareció divertido XD

Haciendo caso omiso de la locura (por no decir desperdicio) llevada a cabo por Mano Larga, continúo mirando fijamente a Ragkrul con la mano extendida.- A mi tampoco me sirve el arma, pues mi espada es herencia familiar y no deseo sustituirla. De manera que debo insistir en reclamarte la poción de fuerza. Seguro que tú solo te bastas para acabar con los enemigos de un golpe sin depender de brebajes. Además, si hay un conflicto, seguro que deseas contar con alguien a tu lado cuyos golpes son tan brutales como los tuyos ¿no te parece?.- Me muestro tranquilo mientras hablo, es evidentemente la corpulencia del orco pero no parece algo que me preocupe lo más mínimo.

Mano Larga se bebió la poción de un trago, primero su rostro pareció volverse algo amarillento, luego dirías que quizás era púrpura, después estuvo a punto de vomitar y finalmente parecía sentirse bastante bien. Julius lo observaba todo con increíble interés de estudioso.

No parecía haber un entendimiento entre Ragkrul y Plandir sobre quien quedarse la poción, así que de momento no tenía dueño, hasta que hubiese un acuerdo...

DÍA 1

Turno de noche

La noche parece tornarse tranquila... ¿eh? ¡No! ¡Nada de eso! En la posada irrumpe un... ¡No puede ser! ¿Realmente los gigantes ciegos han llegado hasta aquí? Y, menuda fortuna la vuestra, os ha pillado en medio de todo, mientras la gente huye despavorida.

Observo lo que encuentra el hombre de largos colmillos, mientras el de verde se bebe la pocion y los otros discuten sobre la otra, yo cojo el arma, la espada y me la ato a la cintura rapidamente, entonces, le pregunto al hombre de rojo - a donde te diriges? - acto seguido irrumpen dos gigantes, le doy un codazo al hombre de rojo y le digo - mmm yo que tu deberias decidirte pronto, me caes bien y esto se pone feo... - señalando a los dos grandullones mientras me pongo en pie echando la silla hacia atras sin quitarles ojo. 

Me quedare donde estoy por ahora, y seguire a Plandir a donde se vaya si es que se va a alguna otra zona.

Cuando veo entrar a los dos gigantes en un instante observo atenta como siempre la situación y pienso - el hombre de verde esta un poco loco, no me da buenas vibraciones irme con el sola de aventura, y el otro tampoco, uff es un bruto, antes me quedo con el barbas blancas que tampoco me convence, esta pirado también, pero con Plandir si que me quedaría, parece a simple vista un tipo majo y con el me iria por ahi a la busqueda de algun tesoro y luchar contra un enemigo... en fin - me escondo bajo la mesa, mano en la empuñadura de la espada preparada para lo que se avecina...

Ese brebaje fue... ¡¡¡PUAJ!!! para luego convertirse en ¡¡WOW!!. Si, esa seria la mejor descripción que puedo dar a la sensación entraña de cambiar de color y olor. Pero el subidon de adrenalina apenas me duro cuando un gigante salio o mas bien entro por la puerta y gruño su nombre. O eso me pareció escuchar, puede que fuera el ruido de la puerta al ser derribada.

Entonces mi instinto de supervivencia hizo de las suyas y lo primero que hice fue ocultarme tras la espalda del hombre mas poderoso de los presentes. El mago Julius, al grito de...
-¡¡NO A MI!!

Con un relampagueo metálico desenvaino mi espada y me pongo en guardia.- ¡Por todos los infiernos! ¿Cómo han llegado estos dos aquí?.- Miro a mi alrededor, confirmando que mi único apoyo seguramente sean el orco guerrero y la joven que se esconde bajo la mesa.- ¡Chica!.- Grito a la muchacha, pues aún no conozco su nombre.- ¡Levántate y ponte tras de mí! Ahí debajo sólo vas a conseguir que te aplasten. Ya decidiremos luego adonde nos dirigimos. Ahora se trata de luchar o morir.- Mirando luego a Ragkrul fijamente, una mirada de guerrero a guerrero.- Imagino que cuento contigo ¿no es así? Y por cierto ¿Has tomado una decisión con esa poción, o se la queda el que sobreviva?.- Y muestro una sonrisa lobuna mientras me dispongo para el combate.
 

La insensata de la criatura verde se bebe su poción sin siquiera preguntarse los efectos o la necesidad de usarla, y no puedo evitar preguntarme qué clase de cerebro ha hecho que una criatura así sobreviva el tiempo suficiente como para llegar a la nación de los magos. Pero parece que la diversión solo acaba de empezar cuando dos enormes gigantes ciegos hacen aparición a través de una pared. Las conversaciones se pierden, pero me quedo con el único retazo que me interesa, mientras me pongo en pie y desenfundo mi hacha.

-Puedes quedártela si acabas con uno de ellos antes de que termine con ambos. -Digo, con una enorme sonrisa en el rostro, antes de lanzarme contra el gigante de la derecha, evitando hacer ruido hasta el momento de descargar mi enorme arma contra él. Siguiendo la trayectoria deseada, el gigantesco hacha se clava en el pecho de mi rival, dejando como mínimo una horrible herida, y probablemente la primera baja.

Con mi mano temblorosa, temblor que trato de disimular, sobre la empuñadura de la espada que acabo de coger de la mesa me giro hacia el hombre de rojo bajo la mesa y le hago caso pues no tengo claro si lo de esconderme seria un exito y creo que mas bien un tremendo fracaso. Asi que asiento y con la mayor agilidad de la que soy capaz me pongo tras el joven. 

Mientras el tipo de largos colmillos, que en una calleja oscura me cambiaria de acera si me topara con el, ataca a uno de los gigantes, trato de elucubrar, pensar, razonar alguna idea que permite encontrar el punto debil de los gigantes estos... escondida detras del hombre de rojo cuyo nombre desconozco... - algo aprendi de los gigantes... que era... que era? cual era el punto debil??? - hablo medio en susurros para mi pero se oye, intentando recordar algo sobre los gigantes, algo que me enseñaran cuando era aprendiz.

Demasiado orgulloso para ser menos que el orco, me abalanzo sobre el otro gigante. Describo un arco con mi espada hacia su estómago, dibujando una sangrante línea carmesí.

Cuando los gigantes irrumpen en el lugar, con intención de arrasarlo todo y a todos, Mano Larga se esconde rápidamente tras Julius que no parece prestarle mucha atención pues se le ve concentrado murmurando unas palabras en voz baja; Ragkrul por su parte se lanza al combate causando una visible herida en el pecho a uno de los gigantes, que aunque dolorido, parece seguir en pie; Plandir intenta ayudarle pero tiene un tropiezo y su arma se cae de sus manos alejándose considerablemente de su posición; Baesa se muestra pensativa, intentando recordar, cuando de pronto exclama:

¡Eso era! ¡Los ojos! A pesar de ser ciegos, su punto débil son los ojos. Si atravesáis uno de ellos, caerán desplomados contra el suelo al instante*

Cobardes, miedicas y terriblemente incompetentes. Una panda de inconscientes e inútiles. El aspirante a luchador se lanza detrás mío, arrojando su espada de herencia familiar por el aire en vez de intentar cualquier cosa práctica. Y del resto no se puede contar con ellos en absoluto, exceptuando quizá la humana medio inteligente.

-¡¡Podrías haberlo dicho antes!! -Rujo en un grito, cuando ambos gigantes se lanzan a por mí con furia, lanzándome varios golpes que no puedo evitar por muy, muy poco. Pero no voy a caer por tan poco, y habiendo herido a un gigante aprovecho la cercanía del otro para lanzar un tajo a la cabeza, apuntando con mi enorme hacha a sus ojos, o en su defecto a abrirle el craneo en dos. Tanta magia, y no parece que el mago vaya a hacer nada en absoluto para ayudar. Ni la comadreja verde.

Desenvaino el arma que cogi que estaba sobre la mesa junto con las 2 pociones que encontró colmillos largos y corro hacia donde esta la espada de Plandir que se le cayo y le digo en plan comico burlon a Ragkrul - vaya que quejica¡¡¡ podrias haberlo dicho antes... - respondona digo - claaaroo es que todos los dias me encuentro gigantes por la calle... no te digooo - tratando de ayudar, voy a devolverle su espada al joven de rojo. 

¡Mil millones de infiernos!.- Mascullo viendo como un maldito charco de cerveza había convertido mi ataque en los fútiles golpes de un mero aprendiz. Al momento, observo como la chica rubia se lanza a por mi arma y me la entrega, mientras responde con soltura al orco quejica. Empieza a caerme muy bien. Le dedico una sonrisa.- ¡Gracias, hoy no tengo un buen día!.- De inmediato me giro al gigante que aún no está herido y lanzo una estocada a sus ojos.