Partida Rol por web

- Yo os acompañaré. - sentención Rendam, asintiendo - Además, hay algo que quisiera contaros.

Negó con la cabeza si le hacían alguna pregunta al respecto, pues aquella taberna no era el lugar adecuado para hablar de aquello que tenía en la cabeza. - ¿Braka? ¿Vienes también? -

Cuando se me acerca el que dice ser un goblin le observo boquiabierta y sorprendidísima, y aún más cuando veo a un. Pato? esto era genial, un pato que bebe cerveza, mis cercas se arquean sin saber qué decir, se le veia muy seguro, de pronto me sentí como en casa y cuando salí de mi ensimismamiento, se habia ido, me habia quedado estupefacta... hasta que el que el que dijo el goblin que era Abaliv se me acerca y me invita a ir con ellos, con una elegancia a la que no estaba acostumbrada desde que habia salido de mi hogar, me levanté de la silla.

- Si, gracias Abaliv - digo haciendo una reverencia muy femenina - deseo ir con vos y sus amigos... desde luego, unidos más fuertes seremos, y  disculpad a vuestro amigo, Pispantorin, mi nombre es Baesa.

(Le digo a a Ragkrull si es que está conmigo por si quiere venirse con nosotros).

Me voy con Abaliv, Pispantorin, Rufus, Braka... etc...

Después de alimentarse de la comida que compró anteriormente Braka se levantó y se puso en camino de nuevo. Obviamente esta comida no es como un buen cordero sentado en mi trono de hueso y pertrechos enemigos...ah, qué tiempos...¡Maldita sea, lo recuperaré! -Vayamos pues. Con suerte hoy sí nos topamos con esas supuestas sombras. Abaliv, recuerda preguntar por Baesa la curandera, además de por esas extrañas y peligrosas sombras y por los asesinatos sin aparente sentido.

Sigo a Abaliv y sus amigos, estoy contenta a pesar de las circunstancias pues me gusta este grupo, y ellos me hacen sentirme casi como en casa, - les ayudaré a investigar lo que haga falta sobre el origen del Mal y sobre la arpía - le digo a Pispantorin y le sonrio a el y a su pato, y si miras en mis ojos verdes claros veras que brillan chispas... de pura luz como si mis ojos fueran de repente los de un gran sabio, y como si miraras a un oraculo, acto seguido, me acerco a Abaliv y le toco el brazo - que quereis saber... ?

Asiento ante el apoyo de mis compañeros, las palabras enigmáticas de Rendam y, especialmente, por las palabras de la mujer -Buscamos a un mago, Cornelius, encerrado por unos bandidos que posiblemente sean los mismos que mataron a los miembros del clan de Pispas. También buscamos a Baesa, una curandera de renombre que debe de estar por la zona. También queremos saber cosas sobre una hechicera, que destruyó el clan de Braka tras negarse este a unirse al mal, y sobre un hechicero del que he oído hablar en mis viajes, un hombre que parece querer reunir a las almas malvadas. También deseamos saber algo más de un tal Manfrost y conocer, ya sea de paso, el significado de una vieja leyenda que ahora hace eco "Cuando el Mal se acerca, es hora de que el Bien escoja a sus elegidos". Por último está lo de la arpía, que no se que es, a no ser que sea la hechicera -respondo a Baesa, sonriendo mientras la miro a los ojos -creo que Pispas y Rendam tienen más información que espero compartirán cuando crean necesario.

Estoy bebiendo tranquilamente cuando la humana se presenta y dice algo tan raro que me atraganto con la cerveza y me paso un rato tosiendo entre los graznidos de alegría de Rufus.

¡Así se hace, verdoso! - Grazna con alegría el jodido pato. - En una de estas no hará falta que te encuentres con las Sombras, te morirás tú solito.

Espero, Milady Baesa, que eso no fuera una disculpa. - Digo tras recuperarme un poco - Nadie se disculpa ante un goblín. Somos comerciantes y mercenarios ocasionales, la gente nos insulta al pasar, no nos pide disculpas.

Después asiento ante las palabras de Braka.

Si, yo también estoy deseando que esas malditas "sombras" se presenten, a ver si son tan temibles como dicen por ahí. - Digo sacando la espada y comprobando su filo. - Si algo me han enseñado mis viajes es que el miedo mata a más gente que el acero, por desgracia para ellas, yo sólo vivo para la venganza y no me dan miedo.

Cuando Baesa se acerca y me mira, me pierdo en su mirada, me quedo con la palabra en la boca y durante un instante estoy desubicado. Cuando se aleja para hablar con Abaliv, parpadeo un par de veces antes de decir:

¡Hostia, puta! ¡Eh! ¿como haces eso? - Mi voz suena más aguda de lo normal. - Ese truco tiene que ser cojonudo para poder tim... digo, para poder vender cosas a la gente, un montón de cosas. ¿Me puedes enseñar a hacerlo?

Me callo por un instante ante las palabras de Abaliv, para después levantar los brazos y la mirada al techo y decir:

¡Nadie escucha al goblin!, ¿para qué? Sólo es una cosa pequeña, chillona, verde y que no se calla nunca... - Me quedo pensativo un instante antes de decir: - Claro, que a lo mejor ese es el problema, igual hablo demasiado... ¿Es eso? ¿Eh? ¿Hablo demasiado y por eso no me escucháis? Es eso, ¿verdad? Ja, os he pillado, va a ser verdad eso de que todo se pega, menos la hermosura, a mi se me ha pegado la inteligencia de Abaliv, pero por desgracia, a él no se le ha pegado mi belleza. - Sonrío ámpliamente antes de dar un nuevo trago a la cerveza - Yo quería decir algo, a, si, ya me acuerdo, la vieja arpía es como llamé a la humana que nos dijo lo de los elegidos, no me diréis que no se parecía a una arpía de verdad, con todas esas arrugas y tan retorcida. Por cierto, a la hechicera que exterminó a la tribu de Braka, yo la llamaría "zorra hija de puta", no arpía, eso sería demasiado suave.

Termino la cerveza, poso la jarra en una mesa, coloco el cinturón con la espada y las dagas, me ajusto un poco los harapos que llevo puestos y digo:

Bueno, ¿que?, ¿vamos a investigar? Tengo ganas de matar "sombras".

Los aventureros decidieron investigar sin moverse de la ciudad, lo cual es algo bastante acertado ya que los rumores de un ataque del Mal circulaban por la ciudad. Nuestros amigos no tardaron mucho en descubrir que la Ciudad del Agua estaba siendo atacada en este mismo momento por un ejército de Sombras y que les estaba costando repeler el ataque. Al parecer, varios resultaron heridos y algún que otro desapareció bajo las Sombras cuando atacaron.

También descubrieron que las Sombras, por más que puedan parecer unas criaturas malignas, son Almas Corruptas levantadas con la más cruel y peligrosa Magia Negra. Sólo pocos hechiceros podrían realizar ese ritual, y la mayoría están muertos, pero el Hechicero Negro es un nombre que salió en varias conversaciones. La gente lo decía con miedo, como si de sólo nombrarlo se los iba a llevar al infierno.

La gente tenía mucho miedo y la verdad es que tenían mucha razón.

Uno de los comerciantes con los que estuvieron hablando, parecía bastante temeroso a soltar algo más de información... era como si temiera algo y nuestros aventureros se dieron cuenta que sus ojos, estaban depositados en una botella que tenía en una repisa, dentro de la botella todos pudistéis ver una perla verde brillante.

El comerciante os comentó que esa perla pertenecía a su hermano, otro de los dueños del comercio, el cual consiguió la perla de un marinero en una partida de cartas. Al principio de poseerla, esa perla le hizo ganar muchas partidas y hacer mucho dinero, sin embargo, al final unos bandidos lo asesinaron en el camino. La sorpresa del comerciante fue grande cuando se enteró que la botella que contenía la perla estaba en su repisa, y desde ese momento se encuentra allí, sin que se atreviera a tocarla.

Y esa fue toda la información que pudieron reunir nuestros compañeros.

Ela llega a la Ciudad de los Magos sin haber tenido ningún problema por el camino. Ha tenido bastante suerte de no haberse encontrado con el ejército desplegado cerca de la Ciudad del Agua con orden de matar a cualquier criatura que se acerque a los caminos. Al parecer, había una especie de toque de queda cerca de la Ciudad del Agua.

Me gusta esta jodida Ciudad. Creo que nos deberíamos quedar un tiempo más aquí investigando. Eso del Hechicero Negro me suena mucho. Estoy casi seguro que él es el responsable de la partida pronta de mi amigo Cornelius Random. Dijo el Pato guiñándole un ojo al pequeño verdosín.

Escucho los comentarios y entonces, respondo a Abaliv - yo soy Baesa, la curandera - miro a Abaliv y a Pispas. Debemos irnos...

Vuelvo algo decepcionado a la posada pues poca información habíamos obtenido, salvo que el hechicero del que había oído hablar era realmente poderoso y lo habían apodado el "Hechicero Negro".

Por suerte las palabras de la joven atractiva me alegran, pues ella es la curandera que estábamos buscando -Así que tu eres Baesa, te estábamos buscando pues tu magia curativa es famosa en la ciudad del agua. Braka quería haceros preguntas pero, si decidís iros, partamos de inmediato y ya responderás a sus dudas en otro lugar. Chicos, debemos proteger a Baesa, partamos con ella. Por cierto ¿a donde vamos?

Tras terminar mis preguntas y colocarme tras la rubia observo a la recién llegada, una mujer en armadura y bastante fuerte, o loca, pues ha viajado sola hasta aquí.

Llego a la Nación de los magos sin sobresaltos. He tenido suerte esta noche, ha sido un poco arriesgado viajar sola en estas circunstancias pero el peligro apremia y merecía la pena el riesgo.

Miro a mi alrededor observando el lugar y los que allí se encuentran. Alguno parece sorprendido al verme llegar sola. Hay personajes de lo más variopinto. Hasta puedo ver una pato con lo que parecen unas gafas de culo de botella?...

Escucho a alguno hablar sobre el hechicero negro, me interesa el tema. Quizá puedan ayudarme...

Me adelanto unos pasos y saludo -Saludos a todos, mi nombre es Ela. ¿Os he oído comentar algo sobre el hechicero negro, tal vez?

La búsqueda de información no ha ido del todo mal, no hemos averiguado todo lo que queríamos, pero por lo menos ahora sabemos algunas cosas más, tanto sobre las "sombras", como sobre la forma en la que llegan a este mundo. Y además no había que desdeñar la información sobre el Hechicero Negro, ya que si era el responsable de las "sombras", también podría ser el responsable de lo acontecido a mi clan. En ese caso, tendré que hacerle una visita de cortesía.

Asiento ante el comentario de Rufus, el puto pato es un incordio, pero siempre da buenos consejos sobre a donde hay que ir. Miro a Baesa con curiosidad cuando dice que debemos irnos. Me rasco la cabeza y digo con mi habitual voz aguda: 

¿A que viene tanta prisa? ¿Temes que las "sombras" nos ataquen aquí? - Señalo al pato antes de decir: - Yo creo que debemos quedarnos aquí esta noche, e investigar sobre el Hechicero Negro. Rufus es una molestia, pero siempre da muy buenos consejos sobre a donde es mejor ir, y es muy intuitivo con todo el tema de Cornelius.

Presto atención a las palabras de Abaliv antes de continuar:

En efecto, Milady Baesa, Braka, aquí presente. - Digo palmeando el musculoso brazo del orco con mi mano. - Os está buscando para preguntaros sobre un terrible incidente que le aconteció a su tribu no hace mucho. - Al escuchar sus planes para continuar el viaje, agacho la cabeza en señal de conformidad y de pena, después me encojo de hombros y digo con voz triste - En el número está la fuerza, eso es algo que sabemos bien los goblins, pero si os vais a ir ya, yo me despediré aquí, ya que pienso quedarme para seguir investigando sobre el Hechicero Negro y averiguar si es a quien estoy buscando. Estáis en una misión importante, la de proteger a una curandera, sed cuidadosos, ya que seguramente ese al que llamáis "El Mal Supremo" estará muy interesado en acabar con ella. Puede que nos encontremos en otra ocasión, en otro lugar o en los Páramos del Más Allá.

Después de decir esto, me giro hacia la recién llegada y la observo con curiosidad, antes de acercarme a ella:

¡Hola! - Digo con mi habitual voz aguda y alta: - Soy Pispantorín, el Goblin Errante, y este es mi amigo Rufus. - Digo señalando al pato, que levanta un ala para saludar a la recién llegada. - Y si, estábamos hablando del Hechicero Negro, ya que según dicen las malas lenguas es el responsable de la creación de las "sombras", y si es así tengo muchas ganas de conocerle en persona y de presentarle a mis amiguitas. - Digo palpando tanto mi espada como mis dos dagas del Clan Ilquar. Después arrastro una silla hasta cerca de ella y me subo de un ágil salto para quedarme a su altura  y digo con una sonrisa. - Pero dejemos de hablar de mi. ¿Que nos puedes contar tú? ¿Tienes alguna noticia?

No puedo evitar negar con la cabeza ante las palabras de Pispas. Me he acostumbrado a su compañía y a su constante parloteo por lo que dejarlo atrás no me gusta lo más mínimo, pese a que debamos proteger a la preciosa curandera -Pispas, la verdad, no me gustaría dejaros atrás, me habéis caído en gracia y, como bien dices, no es el momento más adecuado para ir en pequeños grupos. Investiguemos pues sobre ese hechicero y luego partiremos donde quiera ir Baesa, si os parece bien a todos.

Me acerco a Pispas y le susurro al oído, sonriendo -Y no me dirás que habías pensado que la curandera tendría este aspecto. Yo imaginé que sería como la arpía, no una preciosidad así.

A continuación me giro hacia la recién llegada, que pregunta sobre el hechicero del que ya había oído hablar en mis viajes -Encantado Ela, soy Abaliv, maestro y aprendiz. Ese hechicero negro lleva ya un tiempo orquestando esto pues ya había escuchado rumores sobre él durante mis viajes pero ni ahora mismo termino de creer el grado de poder que posee, él solo, con sus sombras, está poniendo en jaque a varias de las ciudades más importantes. 

Mis pesquisas no se salen demasiado de lo común, aunque los rumores corren por la ciudad. Al parecer, la rubia se ha decidido por unirse a un grupo enorme, cosa que no me atrae en lo más mínimo, así que la despido con un gruñido mientras vuelvo a la posada, y los dejo campando por la ciudad. Todavía sin decidirme, contemplo una vez más el objeto y reflexiono sobre las historias que he ido escuchando durante los días. Ni siquiera ha habido la decencia de haber otro combate hoy.

-Grrrr. -Es lo único que consiguen sacarme los pocos que intentan hablar conmigo, mientras muevo de un lado al otro el garrote que le arrebaté al gigante muerto que parece ya han retirado del medio. Así, visto lo visto, solo me quedan un par de opciones, si ignoramos la más obvia y peor pagada. Lanzando una moneda al aire e ignorando por completo el resultado, me levanto de la silla dispuesto a hacer algo. Pero antes de partir, me aseguro de conseguir que le pasen un mensaje a la rubia, por si sigue interesada y decide abandonar al enorme grupo. Pocas palabras, pero claras:

-Ragkrul marcha a las tierras sombrías al amanecer.

Sonrío a Abaliv, asintiendo cuando me nombra.

- No, bueno, prisa no, pero es verdad que temo las sombras y nos han atacado aqui unos gigantes y podrían venir más, no te vayas, estamos perdiendo tiempo, vente con nosotros. - le digo a Pispantorin.

- Abaliv está en lo cierto... no es el momento más adecuado para ir en pequeños grupos.

Me sonrojo ante los halagos de Abaliv. Acto seguido, recibo un mensaje que me entrega el posadero, lo leo y me queda seria pensativa.

Pienso - famosa en la ciudad del agua?

- Vamos a la ciudad del agua? - Miro a cada uno y los nombro - Abaliv, Pispantorin, Rufus, Braka, Ela, Rendam?

Somos siete, un grupo lo suficientemente grande para defendernos de cualquier ataque. Nosotros venimos de la Ciudad del Agua, mi querida Baesa, por lo que creo que será mejor que vayamos a otro lugar a buscar información, tal vez a la Ciudad de la Tierra o la Ciudad del Fuego -comento, sonriendo a la sacerdotisa y al resto del grupo -allí tal vez podamos encontrar más información sobre los males que acechan. O, tal vez podríamos...

Cojo aire mientras observo a mis compañeros, una legendaria curandera, el líder de un clan orco, un inteligente gnomo, un guerrero del rey Cail, una mujer que parece especialista en las armas y un pato. Bueno, tal vez el pato no pueda luchar bien pero sí distraer a los enemigos -O tal vez podríamos, ya que somos un grupo grande, ir a la raíz del mal que somete esta tierra y tratar de encontrar más información en su cuna, en Las Tierras Sombrías. Tal vez incluso podamos hacerle un gran daño y encontrar pruebas para que los ejércitos de todas las ciudades se unan contra un enemigo común.

Tras reflexionar en silencio alzó la voz de nuevo. -He estado escuchándoos, y he oído buenas y no tan buenas ideas. Baesa, es un placer conocerte. -el orco le hizo una leve reverencia a la curandera. -He preguntado en la Ciudad del Agua por la mejor curandera y me han dado tu nombre, así que sin duda eres mi primera opción para llevar a cabo lo que no solo es un plan sino una necesidad...a sabiendas de que posiblemente no sea posible. Una bruja, sierva del Señor del Mal, erradicó a todo mi clan...y mi intención es resucitarlos, a todos. -la faz del orco estaba seria, con gesto duro pero decidido, en pie. -Dime, te lo ruego: ¿sería posible, por remoto que fuese el método? Debe hacerse. -dejó un instante para que la curandera lo pensase y habló sobre otros temas: -Venimos de la Ciudad del Agua y al parecer ha sido buena idea, sería un gran peligro para cualquiera ir allí. Seguramente mantengan su toque de queda, y posiblemente no dejen entrar a nadie. El que fuera quizá perdería el tiempo. Por otro lado la idea de ir a las Tierras Sombrías me seduce, mi hacha ansía sangre enemiga y mi corazón ansía venganza, pero no poseemos a día de hoy la información necesaria para meternos de cabeza en la boca del lobo. Podría ser todo un suicidio. Cuando te pica una víbora no basta con darle muerte para salvarte, debes tener antídoto; pues para mí esto es igual. Si acabamos con los principales oficiales del Señor del Mal, incluidos la nombrada bruja y ese supuesto Mago Negro, quizá le debilitemos lo suficiente como para atacar de frente. No me convertí en señor de la guerra solo por mi fuerza... -y añadió a su monólogo una ladina sonrisa de orgullo. -Por mí nos quedamos aquí para investigar más, y quizás enfrentar a las Sombras en una ciudad que no esté del todo asediada. Es probable que la noche nos enseñe algo interesante...pues la oscuridad se hace más fuerte en ella. Quizás la extraña botella del comerciante que conocimos tenga respuestas para nosotros. Lo que yo puedo hacer es intentar entrar en contacto con mis hermanos caídos que se hallan en el Más Allá, para que nos aconsejen. Voy a intentar concentrarme. Silencio un segundo, por favor. -el orco se concentró cuanto pudo apretando fuerte su amuleto...pero no lo logró. -No tengo experiencia en esto...no consigo nada. -no pudo evitar expresar su decepción con sus gestos faciales.