Partida Rol por web

Ragkrull recibe dos impactos de los gigantes y aunque se le ve algo herido, se mantiene en pie y sigue luchando con furia. Se lanza contra uno de ellos, golpeando su ojo, tal como dijo Baesia, haciendo que aquel monstruo se caiga desplomado contra el suelo ¡Ella tenía razón! Realmente funciona.

Plandir recupera su arma gracias a la rápida reacción de Adrelisien, pudiendo atacar con rapidez al gigante que aún queda en pie. Justo en ese momento, una voz chillona exclama: ¡Apártate!

Guiado por su instinto, Plandir se aparta con agilidad y de las manos de Julius surgen rayos que impactan en el gigante, ya muy malherido, matándolo en el acto.

Parece que la batalla ha terminado... de momento...

Haciendo palanca con el mango, extraigo la enorme hoja del hacha de la cabeza del gigante abatido. Los golpes duelen, pero no son nada terrible, y limpio la sangre y los restos en la ropa de uno de los cadáveres. Luego, asegurando el botín, rebusco sin pesar alguno entre los escasos ropajes de los gigantes, sacando todo lo que estos llevaban. Mientras tanto, me vuelvo hacia Rojo.

-Si vas a luchar todas tus peleas así, más vale que cojas la poción. La necesitarás. -Me alzo, contemplando lo encontrado. Y luego señalo a la humana rubia con mi hacha, antes de guardarla a la espalda. -Y tú más vale que cuides esa lengua.

Cuando aparecieron chispas en los dedos de aquel mago supe que era peligroso y por consiguiente efectivo por lo que me aparte a su grito, no estaba seguro si era a mi o al orco, pero mi madre siempre decía que era mejor ser precavido o al menos supongo que me lo diría de conocerla. El caso es que todo salio de maravilla. La poderosa magia del mago acabo con el ultimo de los gigantes y todo termino como había empezado, conmigo de una sola pieza.

-¡BRAVO!-Salte de alegría.-Sabia que podíamos hacerlo. Sois tipos duros.-Felicite a los cuatro héroes mientras me acercaba al orco que parecía jugar con el cadáver, nada raro, yo mismo lo había hecho en muchas ocasiones. Pero ahora lo que me llamaba la atención era como habían quedado esos gigantes tras ser electrificados: las heridas serian de verdad o simplemente estaría muerte sin ellas. El humo puede que incluso fuera un adorno del hechizo, tenia que comprobarlo y de paso... ver lo que el ciclope o lo que fuera ese gigante guardaba entre sus ropas.

Con mi orgullo dolido tomo la poción, magra recompensa por mi nefasta actuación. Miro al orco con semblante sombrío.- Asumo tu crítica por mi torpe intervención. Los dioses no me han sonreído en este combate. Pero no se te ocurra amenazar a la chica. Gracias a ella hemos conocido el punto débil de esas bestias.- Luego me giro a la joven.- Y por cierto ¿Cómo os llamáis?.- le digo, mientras hago caso omiso del saqueo de esos monstruos malolientes.

Ante el comentario del gnomo quizas..., bueno lo que sea ese ser verde sonrio y miro al orco callando ante su comentario y poniendo los ojos en blanco un instante en un gesto de hastio medio resoplando, luego, miro al hombre de rojo y le devuelvo la sonrisa - gracias... mi nombre es Baesa y vuestro nombre? - alegrandome de que al fin las gigantescas amenazas finalmente cayeran por los suelos fiambres. Acto seguido observo al mago loco... - al menos su intervencion nos ha salvado... en parte... le doy las gracias y tambien a - me acerco sin miedo donde el orco o lo que sea, no lo tengo claro pero lo que se es que es un buen compañero o aliado en una lucha - como os llamais? me dejais que os cure las heridas?

-Mano Larga es mi nombre, encantado héroes.-Conteste al tipo de rojo, mientras mis manos rebuscaban entre las ropas roídas y ensangrentadas de las victimas de mis compañeros.

Ragkrul y Mano Larga rebuscan en los cadáveres de los gigantes pero lo único que estos tienes son sus armas, que son bastante rudimentarias...

Contemplo a la pequeña humana mientras se acerca y me ofrece curación. Entrecierro los ojos, mirándola fijamente un instante aún con el enorme garrote del gigante en la mano, y...

-Ragkrul. -Gruño mi nombre. No hace falta decir más. Si saben algo de guerras, sabrán quién soy. Y si no es el caso, no merece la pena perder el tiempo con ello. -Haz lo que puedas. -Pero esta vez no sueno hosco, y camino hasta la silla, dejándome caer en ella.
 

Asiento, me acerco donde el esta sentado, coloco mis manos extendidas con las palmas hacia abajo sobre las zonas donde siente dolor y entrecierro los ojos concentrandome, susurro una palabras en una lengua que no es el comun, y mis manos se iluminan, un halo de una luz magica rodean al orco y a mi, al poco rato, aparto mis manos lentamente y poco a poco la luz se va desvaneciendo, todo queda de nuevo oscuro, acto seguido, observo a los ojos directamente a Ragkrul, veo que se siente mejor que antes, pues el dolor ha desaparecido.

Observo no sin cierto asombro el poder mostrado por la joven curandera.- Vaya, estáis llena de sorpresas. Es bueno saber que contamos con una curandera entre nosotros. Por cierto, mi nombre es Plandir, apodado El Rojo...algo bastante evidente.- Digo mientras extiendo los brazos mostrando mis ropajes carmesí. Luego, mi atención vuelve a la sala, y en concreto a Julius.- Vos también habéis demostrado un considerable poder. Ahora decidme ¿alguna idea al respecto sobre como proceder? Visto lo visto, no parece que ni siquiera la posada sea un lugar seguro. Tal vez deberiamos cambiar de territorio...

Me fijo alrededor, comprobando si aparte de nosotros, ha quedado alguien más dentro de la posada.

Miro a Plandir y sonrio, luego, a cada uno y digo  - Si, hay que irse, estoy de acuerdo, este lugar no es seguro, lo mejor será irnos de aquí lo antes posible..., qué lugar proponeis, Plandir? y que opinais los demás, caballeros? - guardo silencio a la espera.

Satisfecho por mi captura observe esa arma tan extraña, como pesada. Era evidente que si pudo blandir eso con una sola mano era un tipo peligroso por lo que eso hacia a los de mi alrededor mas peligrosos. Observe el gesto despreocupado del orco, y yo no iba a ser menos. Cogí aquella monstruosidad de arma con ambas manos y la deje como pude en la mesa, para luego saltar a la silla mas cercana, justo en el mismo momento en que la mujer estaba curando con MAGIA las heridas del gigante verde.

-Vaya, tienes muchas sorpresas, sabes los puntos débiles de los enemigos... puedes curar con magia, apuesto a que si te lo propones podrías acabar con uno de esos gigantes tu sola.-La miraba con curiosidad, sin duda la mejor idea que había tenido en mucho tiempo, visitar la nación de los magos había sido la mejor opción, pero como el resto decía era tiempo para cambiar de sitio... Si es que ese mago no deseaba enseñarle su casa claro.

-¿Y porque no a la La ciudad de Tierra?-Replique a la curandera.-Espera, ¿Donde esta esa Palmir?-nombres mas raros nunca escuche, bueno es mentira, pero como para la memoria no valgo...

Parecen ser, mmmm, guerreros de gran valor - dijo Julius, con admiración - Bueno, quizás no todos - añadió mirando a Mano Larga - Ya nada les retiene aquí. Pueden irse cuando crean oportuno. Mmmmm... Gracias, gracias, si.

Capto la atencion de Mano Larga, y me sonrio, ya terminada mi labor de curandera, replico curiosa a Mano Larga, ignorando al orco ya restablecido y dando varios pasos hacia atrás del orco - y por qué a la Ciudad de Tierra, Mano Larga? - miro de reojo al mago Julius medio sonriente y entiendo por lo acaba de decir que Barbas Blancas no viene con nosotros. Entonces, le pregunto al mago loco - deduzco que os quedais aqui Julius... a que ciudad aconseja ir?, algun pronostico salido de su poderosa magia...?

Mmmm, a todas las ciudades se acerca el Mal, así que imagino que en todas aguardan miles de peligros. Mas que recomendaros un lugar, os deseo suerte. Suerte, si.

Día 2

(Turno de día)

Las sombras acechan

Llega la mañana siguiente sin mayores contratiempos. Y hasta los mas escépticos comienzan a pensar que eso de la llegada del Mal podría ser cierto. Cada vez hay mas violencia y muerte en los caminos, y no parece tratarse de simples criminales...

Sombras, todo el mundo dice que se trata de las sombras. Primero los gigantes ciegos parecen abandonar las Tierras Sombrías sin motivo aparente y ahora las sombras cobran corporeidad y aniquilan todo tras su paso...

Lo peor de todo, es que las sombras están en todas partes...

Los guardias de todas las zonas del mundo no paran de repetir que lo mas seguro en el día de hoy es no salir de sus hogares*

Me acerco al mago y tras lo que acaba de decir, en mi mente rebotan sus palabras que aceleran mi curiosidad - ... de que Mal habla? peligros? - algo sabe... debo averiguar que oculta...

Parece que los peligros no cesan, al contrario van en aumento. Permaneciendo juntos seremos más fuertes, aunque cada uno es libre de ir donde le plazca, por supuesto.- Observo a Mano Larga como si lo viera por primera vez. A pesar de no considerarlo muy despierto, su fascinación por todo me resulta cómica.- La nación de la tierra me parece buena elección, aunque me gustaría explorar por ultima vez esta zona para asegurarme que no dejamos nada atrás...

La curandera me hizo una pregunta y mi cara se torció a la duda. Era una pregunta difícil de responder por lo que opte por lo mas lógico, la defensa. -No se... ¿Y porque no? Por que quieres ir tu a... Paslmir?

Por suerte para mi, mi carisma me había ayudado a encandilar a uno de ellos un tipo que bestia de rojo y se llamaba el rojo, no debía tener muchas luces, pero nunca lo mencione en alto. Al menos delante de él.-Buena elección, a si. yo también quiero buscar cosas, puede que debajo de una piedra o algún cascote encontramos algo tan útil como las pociones mágicas de antes.-Me acerque y palmee la espalda del rojo.-Tienes buenas ideas, me gustas.-Después de mi lengua el peloteo, era mi mejor arma