Partida Rol por web

Las Tierras Sombrías

El que le puso el nombre a esta localización no es que se haya esmerado mucho, la verdad. Hay mucha tierra, tierra por doquier y además, son sombrías. Así que el erudito e historiador Busterini D´Field decidió ponerle ese nombre para que no haya dudas de que un aventurero puede encontrar allí dentro. Es un paraje desolado, oscuro, lleno de bichos o engendros que lo único que desean es descuartizar y matar a todo bicho viviente que pase por su zona, pero también, hay salvajes. Y con salvajes el historiador se refiere a criaturas humanoides que nunca han visto lo que puede ser la civilización y viven para comer, crecer y reproducirse, así como para matar a todo bicho viviente que se acerque por sus zonas. Su especialidad, es despellejar a los aventureros para hacer con sus piel canoas. Pero el lector avezado dirá, ¿canoas en un lugar dónde no hay ni un riachuelo? Bueno, son salvajes, y eso es lo único que han aprendido a hacer con la piel de las criaturas que encuentran. ¿Quieres tu enseñarles a hacer otra cosa? Ve, amigo, ve. Y cuando regreses, si es que lo haces, me gustaría hacerte unas preguntas para mi nuevo libro "Los Salvajes y sus Pieles".

-Número máximo de ocupantes: ¿?
-Número actual de Ocupantes: ¿? / ¿?
-Seguridad: ¿?
-Recursos A: ¿?
-Recursos B: ¿?

DÍA 1

"La noche de los Gigantes Ciegos"

Los Bardos de las Ciudades cantan canciones sobre los Gigantes Ciegos, pero últimamente, las canciones se han vuelto un poco más... como decirlo... más cruentas. Los Gigantes Ciegos, una raza de gigantes que habitan las Tierras Sombrías, están saliendo de sus zonas de caza para adentrarse en los poblados y en algunas ciudades. Por eso los Bardos cantan canciones sobre ellos. Pero por ahora, no se han dado casos de hombres, enanos o cualquier otra criatura que hayan sido atacadas por los Gigantes. Lo que si se sabe es que están nerviosos. Nunca habían salido de su zona, pero hay algo que los asusta, o en su defecto, los espolea para que se internen en los bosques para cazas los animales. Se han recibido informes contradictorios sobre bestias que habitan en los bosques que están haciendo que la fauna del lugar busque otro lugar más tranquilo para vivir. Así como también, se han detectado ataques de seres que nunca se habían acercado a las personas, como si algo los animase a atacar, o como si algo les haya cambiado su forma normal de ser.

Algo está pasando en el Reino, y no es algo sobre lo que la gente desee hablar abiertamente. Aunque se escuchan rumores, cuchicheos, diálogos en voz baja sobre que un mal asola las tierras. Algunos hablan de que las viejas leyendas están tomando forma nuevamente y que el Mal Supremo está cobrando cada vez más fuerza mediante un acúmulo de seguidores... y aunque por ahora no se han recibido informes o escuchado noticias de ello, más vale estar preparado. Las Ciudades importantes han comenzado a levantar defensas por si la Noche Eterna se acerca...

Aunque la gente sabe que eso no será suficiente, se aferra al pensamiento que una simple barrera mágica o un muro de piedra podrá detener al Mal si este hace su aparición en el Reino.

Pero, ¡que diablos! esas son leyendas. Habladurías de viejas que pasaron de oreja a oreja hace ya mucho tiempo. Simples y meras historias para asustar a los niños.

Aquí estáis, en esta zona. Vuestros viajes os han traído a Las Tierras Sombrías y por supuesto, aquí empieza vuestra aventura. A unos pocos metros de dónde os encontráis, podéis ver a unos mercaderes que pasan con sus carros y con sus guardias en silencio. Todos sabéis que son los que se encargan de vender cosas por allí y por supuesto, si están allí es por que, primero, son lo suficientemente valientes para hacerlo y segundo, también son un poco estúpidos.

Pero por ahora, vosotros no estáis allí de compras.

Tampoco el Mal Supremo.

Así como unos pájaros negros que os sobrevuelan esperando que alguno de vosotros caíga muerto para comer vuestros cadáveres.

- Vaya, si hubiéramos sabido que íbamos a encontrarnos a más gente hubiéramos traído otro tipo de colonia ¿verdad, Gys? 

Zorin Maldian se acerca para saludar a su congénere enano. Tiene pinta de ser bastante sabio. 

Sonrío con cierta desgana al ver el lugar al que me ha tocado venir, normal que me eligiesen para este maldito trabajo. ¿Que iban a mandar a sus grandes caballeros con sus brillantes armaduras? Y una mierda, que el trabajo sucio lo haga un desharrapado, alguien que no tiene nada que perder, pues lo llevan claro si creen que voy a yacer en estas tierras.

Cierro los ojos y lanzo un leve suspiro al notar el nauseabundo olor que desprende mi cuerpo. Jodidas babosas – murmuro para seguir los pasos de Zorin, hasta que por fin nos encontramos con gente civilizada. Al menos son mercaderes y no están pensando en matarnos para hacer canoas con nuestras pieles, toda una novedad en este lugar.

-Eso ha sido muy ocurrente, Zorin – sonrío abiertamente – Aunque bueno, siendo sinceros no creo que notasen mucho la diferencia al menos por mi parte, necesito un baño desde hace un par de semanas. O dos, o puede que incluso tres - respondo al enano antes de dirigirme al resto.

- Buenos días a todos. Ya veo que no somos los únicos a los que les gusta hacer rutas peligrosas por las estas malditas tierras.

Volver aquí no entraba en mis planes aún... Me replico a mí misma. Avanzo entre la muchedumbre y un grupo bastante particular comienza a destacar: dos enanos y dos humanos, no obstante, no parece que vengan juntos, aunque así son los caminos del destino. Debo de encontrar... Me recuerdo.

Entonces uno de ellos habla con cierta educación hacia todos y me giro para mirarle con severidad.

Saludos.

Es mi única respuesta, no obstante, asiento ante sus últimas palabras y mis ojos observan alrededor, atenta a cualquier cosa que pudiese estar fuera de lugar.

Hay que tener cuidado con los gigantes, son huesos duros de roer. Y que estén intranquilos no es buena señal.

Observo, quizá algo obvio. No me gustaría volver a enfrentarme a ellos. No ahora.

Cagüen la puta. Las Tierras Sombrías. Venga hombre. ¿No había otro lugar para dejarme tirado? Si la verdad es que me lo veía venir. No sólo he tenido que quitarme de encima un bicho enorme que volaba mandándolo hacía una especie de promontorio con mis poderes, sino que además, ahora tengo que sufrir a estos compañeros que vaya a saber uno de dónde han salido. Por lo menos hay un enano entre ellos y eso hace que pueda ser un poco más ameno el camino... ¿pero y los demás? Vale que no soy un santo y que no soporto a nadie que no conozca. La cosa es... ¿qué demonios hice para estar aquí? Yo estaba tan tranquilo en mi casa, tomándome un daiquiri de fresa y ahora, me encuentro en medio de este paraje sombrío y desolado que hace que mi corazón se ponga aún más triste si cabe.

Nos días tengáis todos. No me habléis, y todo irá bien. No me toquéis las narices, y todo irá bien. Dije sin más.

- Señorita, gracias por la información, lo tendré en cuenta si las cosas se complican - respondo a la elfa para seguidamente observar al enano.

- Ok, cuando quieras hablar, ya sabes donde encontrarnos - contesto al enano.

Maldita sea, es que todos los enanos son igual de huraños, refunfuñones y tocapelotas.

Las Tierras Sombrías son yermas, desoladas y vacías... pero eso no quiere decir que la gente se olvide cosas o se deje cosas que ya no les sirve en el suelo... o mismo algún muerto por los animales de la zona... bueno, ya sabemos que lo que es armas, armadura o acero no es algo muy comestible. Por lo menos para las bestias que normalmente habitan este lugar.

Entonces todos vistéis algo que brillaba junto a una roca.

¿Será una Espada Legendaría?

Al acercaros para descubrir que era, os distéis cuenta que era un pedazo de metal arrugado, en el cual incidía el sol y lo hacía brillar. Basura, vamos. Aquí no parece haber nada de utilidad.

- Gys y yo íbamos a cruzar la tierra de los Gigantes Ciegos. Estamos bien cubiertos para tratar con ellos. Pero no creo que vosotros estéis tan preparados. Ahora que lo pienso. ¿Qué veníamos a hacer aquí? ¿Son estas gentes bienvenidas a unirse a la búsqueda o acaso es materia reservada? Y vosotros ¿tenéis claro a dónde os dirigís? 

Zorin Maldian no es tan locuaz como pueda parecer pero su afán de saber puede más que su poca sociabilidad, fruto de vivir durante tantos años en estas mismas Tierras, aislado y explorándolas. 

Al ver el brillo en la roca me acerco para comprobar lo que es, clavo mi rodilla derecha en el suelo y examino la zona, pero no es nada de valor. Bah, solo es un maldito trozo de metal, que bien podría ser desde un trozo de armadura de algún estúpido aventurero, pasando por alguna mercancía destrozada por el tiempo de algún comerciante.

Escucho a Zorin hablar, parece que el enano con más compañía va volviéndose algo más hablador y menos huraño, cosa que se agradece si vamos a tener que compartir viaje durante un tiempo. Ahora solo queda esperar que sean gente en la que poder confiar.

- Si quieren unirse a nosotros, no tengo problemas, pero advierto que llevo bastante mal el tema de las traiciones – sonrió levemente – Tal como ha dicho Zorin debemos atravesar las tierras de los gigantes ciegos y seguramente pongamos vuestra vida en peligro en la búsqueda de cierta persona. Vosotros decidís.

Me acerco hacia el trozo de metal tras que otros lo hayan examinado y despreciado, mis ojos observan con atención y mis orejas se mueven sensiblemente mostrando mi atención pese a mi aspecto de guardia baja.

Decido hacer acopio del metal y guardarlo para un momento más útil.

Los gigantes no son el único problema... necesitaréis a alguien que conozca las tierras.

Me alzo y continúo de espaldas, mientras mi mirada se pierde entre el gentío, como buscando a algo o alguien que no alcanzo a ver.

¿A quién buscáis?

Pregunto directa e impasible, con cierto aire de indiferencia.

- Es sencillo, a un jodido esbirro del hechicero oscuro que parece encontrarse en estas tierras - respondo con la misma naturalidad que la elfa - Mi misión conseguir toda la información que pueda sobre ese tipo y su señor, y matarlo si se da el caso - añado con una sinceridad brutal.

Llevaba demasiado rato callado, observando a unos y otros, -"Extraña coincidencia, extraño grupo, extraños personajes....... la verdad no se de que me extraño"-

-"Soy Glardom", dijo a nadie en particular. -"¿ Como se llama dicho esbirro..."-titubeo un poco intentado recordar el nombre de su interlocutor -"..., Gys?"- 

Mientras esperaba la respuesta no quitaba ojo de unos y otros, expectante, observador. "Si eso nos ayuda a cruzar estas malditas tierras cuenta con mi espada."

- No conozco su identidad, Glardom ¿verdad? - hablo mientras levanto los hombros - Solo se su posible ubicación, en parte es algo normal, me imagino que no querrán que sus nombres se publiquen a los cuatro vientos. Soy consciente de los peligros y riesgos a los que me enfrento al aceptar este trabajo, en cambio vosotros aún estáis a tiempo de no acompañarme si queréis, es algo que comprendo, no todos los días se juega uno el pescuezo - sonrío.

... Y aún así sois conscientes de que con casi total probabilidad los esbirros y espías de el Mal Supremo pretenderán infiltrarse en vuestras filas para apuñalaros en vuestros momentos más bajos.

Concluyo algún tipo de pensamiento propio en voz alta. Entonces me giro hacia Glardom.

Más que un objetivo, alguien que se conozca las tierras, el sigilo y una buena arma os ayudarán a cruzar estas tierras.

Nuevamente mis orejas se mueven sensiblemente y miro determinante a Gys.

Aún espero un día para no jugármelo.

Una media sonrisa, entre diversión y advertencia.

- Para conocerlas tan bien, es extraño que no haya oído hablar de mí, señorita pues soy un flamante vecino de este territorio. Y no sólo conozco las Tierras Sombrías sino que sé que no hace falta empuñar el arma para poder sortear a los Gigantes Ciegos. Mi compañero y yo somos indetectables a su prodigioso olfato. De ahí ese nauseabundo olor que desprenden nuestras ropas y que, tal vez por error, confundierais con una lamentable falta de higiene. 

"Asombroso.... somos un grupo de lo más preparado. Supervivientes natos, fieros guerreros conocedores expertos de las Tierras Sombrias. Algunos incluso invisibles a los gigantes, sin embargo aquí nos encontramos sin ser capaces de dar un paso hacia delante....." tras una sonrisa algo sarcástica "..... temblad  peligros de las Tierras Sombrías vamos a acabar con vosotros."

Muchos viajes en solitario no ayudaban realmente a poseer una gran tolerancia a la compañía, pero sabía que en este nueva aventura sería necesaria toda la ayuda posible, por lo que volvió a hablar con cierta asertividad, no quería molestar a nadie, pero le resultaba complicado el encontrar las palabras adecuadas. "....Veamos, lo queramos o no, todos estamos metidos en este desbarajuste, y nuestro principal objetivo es atravesar estas malditas Tierras Sombrías. Pues hagámoslo cuanto antes mejor."