Partida Rol por web

Tras el banquete, la recogida, la despedida y las últimas conversaciones, el grupo se reunió una vez más, pero era tarde, momento para una despedida y alzarse mañana con las ideas más frescas.

Hay cierto desasosiego en vuestro interior, pero tarde o temprano, la cama resulta demasiado tentadora y el sueño os trae imágenes...

Recordáis es luz invadiendo la tierra.

Os veis junto a vuestros compañeros en un pequeño pueblo mientras una ola de luz viene rápidamente desde el horizonte y arrasa todo, trayendo un ligero ardor y luego la nada.

En esa nada, cuatro pares de ojos tenebrosos se abren y sentís cómo toda la energía de las personas, de sus corazones, del planeta... Todo ello conforma nutrientes que hacen crecer algo que desconocéis.

Contemplad el fin.

Escucháis en vuestro interior. Quizás los más sensibles podáis despertaros llorando al sentir, más que ver, un mundo vacío...

Pero en vuestro interior, algo os dice que aún no ha terminado.

91

Ese número aparece en vuestra mente, pero repentinamente desciende como un contador, hasta quedarse seis más abajo.

85

¿Qué es un número tan concreto...?

Y de golpe, tras aquel sueño casi premonitorio, mis ojos se abrieron... no tarde en darme cuenta de que estaba sudando mucho, además de que aquella voz volvió a resonar en mi cabeza como una advertencia de que algo muy malo pasaría en un futuro cercano ¿se supone que debíamos actuar nosotros para evitarlo? No tenía ni idea, pero una cosa tenía clara, estaba harto de esperar.

Me levante de la cama y en silencio recogió parte de mi ropa, algo de comida, la metí toda en una mochila y me escapé de mi hogar bajo el manto de la noche, sinceramente me resultaba imposible seguir mas tiempo en este lugar sabiendo todo lo que iba a pasar. Debía buscar al resto, ese fue el primer pensamiento y es que ellos también debían haber pasado por lo mismo que yo, puede que no estuvieran tan determinados a actuar de inmediato pero como mínimo debía buscarlos. Así que de esa manera acabe frente al punto donde empezaban los terrenos de los Kiyomi, recordaba cual era la ventana de Hotaru así que rodee la casa para acercarme lo máximo posible a esta y comencé a tirar pequeñas piedras contra el cristal en un intento por llamar su atención sin hacer mucho ruido.

Un arrítmico golpeteo de pequeñas piedras impacta contra tu ventana, como si alguien tirase pequeñas piedras. Si despiertas, verás a Sven. No debe de quedar mucho para que amanezca.

Hotaru tenía claro que aquella noche no dormiría bien. No era solo el hecho de que el magistrado pareciera haberse fijado en ella, sino que había vivido una aventura completamente loca con sus amigos, habían descubierto un cristal extraño en unas ruinas, se habían convertido en algo que no sabía describir más que como "Guerreros de la Oscuridad", en las propias palabras del cristal, y encima las visiones que habían experimentado en el pueblo que todavía la tenían en un limbo entre el miedo y la confusión. 

Al llegar a casa se aseó rápidamente y se puso su ropa de cama. Sus padres parecían enojados de nuevo con la idea que su hija hubiera salido con los plebeyos de esa manera, pero cuando Hotaru les contó cómo Echellor había dejado caer que podría estudiar en una de las academias de magia más prestigiosas si así lo quería se les pasó el enfado por completo, por lo que la dejaron ir a la cama pronto.

En sus sueños todo parecía estar mal de nuevo, y se levantó con un sudor frío en la frente y la espalda. ¿Qué eran esos números? ¿Y esos ojos? No se parecían a nada sobre lo que hubiera leído o que hubiera visto antes. Y de nuevo había aparecido aquella luz, cegadora y magnífica que, al mismo tiempo, era terrorífica. No quería ser engullida por aquella luz de esa manera.

En aquellos pensamientos escuchó su ventana ser golpeada con algo. Se repuso del sobresalto inicial y puso los pies en el suelo para dirigirse a descorrer las cortinas. Allí estaba Sven, probablemente metiéndose en un buen lío de nuevo. ¿Cómo se le ocurría invadir su casa de aquella manera? A ella no le importaba, pero a sus padres...

— ¡Sven, qué haces! - susurró en alto Hotaru, intentando que su voz le llegara al chaval sin despertar al resto de la casa en el proceso.

Con una mochila tirada en el suelo, un puñado de piedras en una mano y una a punto de ser lanzada en la otra fue como "recibí" a Hotaru, para acto seguido dejar caer todas estas al suelo sin ningún tipo de cuidado para saludarla con toda la normalidad del mundo- Antes de nada... Buenas madrugadas, se dice así ¿no? -le recalque por no haberme saludado educadamente, tanta cortesía con el tipo aquel pero luego ni un hola a sus amigos- Y ahora si, me voy del pueblo, has tenido ese sueño también ¿verdad? Siento que algo muy malo va a ocurrir si no hacemos algo... y no puedo simplemente quedarme quieto, sabes que nunca ha sido mi fuerte, pero ahora es peor. Es como si algo me aplastara, no sé describirlo con palabras, pero he dormido fatal y me sentía mal desde antes tan solo por quedarme tranquilo mientras "eso" se acerca.

Ahora tenía más sentido que fuera con una mochila tan cargada, aunque lo más probable es que la mitad de las cosas que hubiera metido ahí dentro fueran en realidad inútiles para un viaje, además de que no tenía ni la más remota idea de adonde debía ir, ni como llegar- Así que quiero avisaros a todos ¿vienes conmigo? Esa luz esta emponzoñada, estoy seguro de ello, pero tu tienes un buen futuro no como nosotros... _{aunque quizás no haya futuro.}

— ¡Ve al grano, Sven! ¡Vas a despertar a toda la casa! - apremió Hotaru, temerosa de que pillaran al chico bajo su ventana. Sus padres tenían fama de estrictos, y no por nada precisamente. Si le pillaban allí molestando a altas horas de la madrugada seguramente recibiría una buena regañina, como poco.

Lo que proponía Sven era una locura, por otra parte. Le estaba pidiendo que dejara su casa, su hogar y a su familia, para acompañarle en un viaje sin sentido. ¿Qué podían hacer ellos para solucionar nada? No eran más que cuatro chavales de una aldea perdida, por más que ella misma tuviera algo de la nobleza en su sangre, lo cual ni siquiera la hacía especialmente importante en absoluto.

— ¿Y qué quieres que hagamos? No tengo tan claro que esa luz sea mala, o al menos no que sea peor que lo que podemos hacer nosotros... - Las dudas de Hotaru eran evidentes, cualquiera con un mínimo de entendimiento en el lenguaje corporal vería su mirada errática y sus puños apretados, así como la tensión que recorría su cuello y espalda. — La historia dice que la luz es pura y bondadosa, es lo que siempre he estudiado.

Hubo ruidos a su espalda que indicaban que alguien se había despertado. Hotaru entró en pánico, sabiendo que si veían a Sven sería demasiado tarde para él. ¿Pero qué podía hacer ella? Incapaz de pensar en un plan mejor en tan poco tiempo, se dio la vuelta a toda prisa para dejar en la cama su forma corporal con las sábanas y cojines, esperando que sus padres no entraran a mirar demasiado en su cuarto, antes de lanzarse por la ventana intentando agarrarse al canalón de agua que venía desde el tejado para deslizarse por él.

No obstante, como era de esperar dada su nula forma física, sus pequeñas manos resbalaron, incapaces de encontrar sostén suficiente en la tubería de metal, haciendo que la chica diera con sus huesos en el suelo con un golpe sordo. ¡Menos mal que el patio estaba revestido de césped! Lo malo era que su pijama había quedado completamente ensuciado de tierra y restos vegetales.

— Auu... Eso ha dolido... - se quejó Hotaru, sobándose la espalda. — ¡Vamos! Tenemos que irnos antes de que te vean, Sven. ¡Ahora hablamos de todo esto!

Pesadillas de luminosidad. Cuatro siniestros ojos abriéndose. Contemplar cómo el mundo se marchitaba poco a poco, cómo la vida era succionada para alimentar... ¿A algo? ¿Alguien? Y una cuenta atrás... Una voz... ¿el fin? ¿91? ¿85? ¿Era el número de días antes del fin? ¿El número de almas que faltaban por arrancar, como plantas y árboles arrancados de la tierra, despojados de sus raíces, llevados a la muerte?

Despertó con lágrimas en los ojos, mucha confusión y algo de terror. Tras asearse y vestirse, saldría afuera. Necesitaba aire fresco. Necesitaba pensar.

No tarde en entenderlo, ella había sido criado de una forma muy específica... probablemente fuera mucho más difícil llegar a pensar que privar a todo el mundo de su voluntad era un acto terrible, tan solo por el hecho de que quien estaba detrás era un portador de la luz que tanto amaban. Algo de decepción se dejo ver a través de la postura cuando hablo sobre su visión de la luz, aquella que le habían inculcado- ¿Y si la historia cambia? -dije antes de darme cuenta que ya no estaba asomada a la ventana.

Desde fuera no podía ver lo que hacía y mucho menos escuchar lo mismo que ella así que esperé un rato ahí de pie sin saber que pasaba dentro, confiando en que si no había escuchado voces es que no la habían descubierto. No tardo mucho más en vérsela de nuevo, aunque ahora haciendo algo realmente imprudente y sin pedir la ayuda que podía brindarle, en cuanto vi como se agarraba al canalón comencé a correr, pero ni por esas llegaría a tiempo para evitar que se cayera contra el suelo. Por suerte no parecía nada muy grave ya que en seguida hablo sobre largarnos para poder hablar con más calma, tomando su mano la puse en pie al momento- Podemos ir hacia la casa de Drago y hablar por el camino...

Las pesadillas de la noche me despiertan confuso y de mal humor, está claro que desde que encontramos ese cristal formaos parte de algo mas grande, algo a lo que no le preocupa explicarnos nada ni, seguramente, nuestro bienestar o nuestra opinión.

Es solo a media mañana que salgo de mi casa, aun pasandome la mano por la barbilla intentando acostumbrarme a no tener barba, me ha parecido oportuno un cambio externo para representar el cambio interno

No tardo en ver a Selene y la saludo

-Hola Selene, ¿mala noche?- se le nota en la cara -¿sueños?-

"Pesadillas claroscuras..." contestó cabizbaja con expresión triste, mirando al suelo. Se agarró el brazo haciendo una mueca de dolor. "No estoy segura de si fue un sueño o... o una especie de visión... Vi... vi la esencia de vida abandonando los cuerpos de los seres vivos... Su luz... su luz siendo arrebatada por cuatro ojos tenebrosos... Vi... vi el fin... el final de todo, consumido en una luz que no da calor y caricias, sino que quema y arrebata. Y-y unos números... 92... 85..." levantó la cabeza para mirar a Drago y en ese momento vio la nueva imagen del chico. Parpadeó y después no pudo sino sonreir. "Oh. Te has afeitado. Has rejuvenecido, te sienta mucho mejor."

Escucho a Selene asintiendo -he tenido el mismo sueño, visión mas bien. Es cosa del cristal sin duda-

Su sonrisa repentina me sorprende un poco -ah, eso- digo acariciandome la barbilla ahora desnuda

-Bueno, pense que era un buen momento para un cambio- sus palabras hacen que me enorgullezca un poco -pero, la barba era muy masculina-

Aún es por la mañana cuando los amigos se reúnen cerca de la casa humana de Selene. Parecía que ya habían estado hablando un poco por separado, aunque les queda aún mucho que hablar los unos con los otros, quizás empezando por interpretar el sueño o por sus ideas a corto plazo.

— Mi madre me mata, mi padre me mata, mi hermana me mata... - iba murmurando Hotaru, caminando a paso ligero junto a Sven hacia el pueblo. La preocupación y los remordimientos la estaban matando. Aquella no era una simple escapada para irse de aventuras con los "pillos de pueblo", no. Aquello era ya una afrenta enorme, escapándose de casa a altas horas de la madrugada, sin decir nada y encima vestida en pijama todavía. — Espera un momento, Sven. V-voy a cambiarme...

Recordaba que con solo pensarlo su atuendo podría cambiar a aquel vestido blanco y rojo, con el libro en su cadera. Era preferible eso a ir en blusa de cama, de modo que se apartó un momento a esconderse tras un árbol, a pesar de que la transformación era instantánea y Sven no vería nada. Cuando estuvo lista salió de nuevo, cambiando de tema mientras seguían yendo a encontrarse con sus otros dos amigos.

— Yo también he soñado, ¿vale? Y no me gusta. Pero... no sé si nosotros podemos solucionar eso. Somos solo cuatro críos, Sven. Y no sé qué es mejor, si la oscuridad o la luz... ¿Pero el magistrado te parecía mala persona? Yo solo creo que quiere lo mejor para todos. No sé...

Justo delante de Hotaru caminaba rumbo hacia el centro del pueblo nuevamente, para desde allí poder ir en dirección hacia donde queríamos, y lo hacía con mucha tranquilidad aparentemente pero si que lo hacía en un ritmo algo más apresurado de lo habitual. Si, era normal verme caminar con prisas a todas partes, era alguien que parecía inagotable y sediento de nuevas experiencias, pero no dudaba en rebajar mi ritmo cuando estaba con alguien más para no apresurarlo de forma inintencionada... solo que ahora no hacía eso.

Por encima de mi hombro miré a la chica cuando me pidió esperar un momento- Oh, yo pensé que ibas a ir así todo el camino... -comenté como si no fuera la gran cosa, de hecho para cuando volvió ya me encontraba distraído mirando hacia el cielo estrellado.

Continuamos nuestro camino y escuchaba lo que ella decía con toda la inocencia de un niño, luego mire al suelo y finalmente volví a mirarla para responder- Yo tampoco se si podremos hacer algo, pero quiero intentarlo y siento que debo. Nos han dado un poder que no quiero arrepentirme de desperdiciar. Y tampoco sabría decir si ese hombre es una mala persona o que es mejor... Solo quiero proteger las cosas como el cielo... -y señale hacia las estrellas- Yo creo que nuestro mundo es como el cielo, puede haber mucha oscuridad, pero gracias a ella la luz brilla mucho más fuerte. Si todo el cielo brillara sería mucho más aburrido... creo yo... -hablaba sobre cosas que claramente me superaban, había un debate moral en el aire que no alcanzaba a comprender en absoluto, pero a veces la sabiduría no venía del conocimiento sino precisamente de la falta de este.

Con una mochila completamente llena, tanto que le resultaba difícil mantenerse cerrada llegaba desde la distancia, hacía el último tramo en una carrera. Saludaba con la mano a mis amigos mientras me acercaba por miedo a despertar al resto del pueblo si levantaba la voz para llamar su atención, aunque el traqueteo de cachivaches dentro de la mochila no ayudaba en absoluto.

- Eh, es una suerte encontraros juntos... ¿Vosotros habéis tenido ese sueño también? -parece que el motivo de que yo me hubiera levantado se extrapolaba a todo el grupo, sobretodo porque Hotaru venía caminando detrás mía- Por cierto ¿tenéis planes para mañana? ¿O pasado? ¿O ya que estamos los próximos tres, cuatro o cinco meses próximos?

Cuando llegan Sven y Hotaru les saludo con la mano, interesado en la mochila cargada que lleva Sven

-si, parece que también hemos tenido el sueño, le decía a Selene que debe ser cosa del cristal-

Sven no es precisamente el as de la sutileza y sus palabras me hacen suspirar

-Quieres que nos vayamos de aventuras, ¿no?, pero irnos de verdad- me doy cuenta de que yo también habia pensado en eso casi sin ser consciente de ello

-Si no voy yo le daréis todo el oro a vuestra mascota así que me siento obligado a acompañaros, por vuestro bien-

Hotaru andaba tras Sven en silencio, aunque una ligera sonrisa afloró a sus labios al ver a Selene y Drago también juntos. Aún estaba dándole vueltas a todo lo relativo a aquellos sueños, pero no se sentía capaz de extrapolar ninguna conclusión de ello. Es por eso que decidió dejarlo estar por el momento.

— Pero... ¿a dónde vamos a ir? Ya lo he hablado con Sven, y bueno, mis padres me matarán... Pero iban a hacerlo, fuera como fuera. ¿Qué podemos hacer nosotros? ¿Alguna idea, Selene? - preguntó la muchacha, buscando la ayuda de la más longeva del grupo y la que más había visto. Confiaba en ella para esa clase de decisiones.

— Pues claro que no iba a ir así todo el camino. ¿Quién va por ahí en ropa de cama? - replicó Hotaru, sonriendo ligeramente ante la ocurrencia de Sven. Eran ese tipo de cosas las que le gustaban de aquel muchacho, sus salidas de tono y su forma de ser campechana y genuina. Si pensaba algo lo decía, sin temor a las consecuencias. Y eso era de agradecer tras tener que soportar una vida de intrigas en su familia. Sus padres siempre decían que había que encontrar la verdad tras las palabras de la gente, pero en el caso de Sven todo parecía ser cristalino.

— Supongo... que tienes razón. Si no lo intentamos no lo sabremos. Aunque me da un poco de miedo... - repuso Hotaru, claramente atribulada por la decisión que debía tomar. Aún no había optado por nada, y no sabía si al final terminaría por acompañara Sven o se quedaría en casa. Quería saber más cosas sobre la Luz y la Oscuridad, pero al mismo tiempo temía que la búsqueda de respuestas le deparara algo peor. La tranquilidad de su casa era algo seguro, y la aventura... No era como antes. Hasta ahora solo habían sido cortas excursiones, pero ahora parecía que la cosa se alargaría mucho más. 

— Puede que tengas razón, Sven. ¿No te da miedo lo que pueda depararte el futuro? - preguntó, interesada. — Bueno... supongo que en tu caso dirías algo así como "Pensar en el futuro me daría dolor de cabeza", o algo así. ¿No?