Partida Rol por web

Con su vista élfica, fue la primera en ver acercarse a Hotaru y Sven, este último cargando con una mochila llena de bártulos. Les preguntó si tenían planes para esta semana, este mes, y el próximo medio año también. Selene no pudo evitar soltar una carcajada: "¡Ay! Los humanos con vuestras barbas y vuestras prisas." sonreía con la alegría devuelta a su rostro. "Qué haría yo sin vosotros, sin vuestro ímpetu contagioso... Esperar, supongo. Pensar sobre ello. Investigar. Prepararme. Y decidirme una semana más tarde. La paciencia élfica puede ser una gran virtud, pero desde luego también un problema en tiempos oscuros como este." asintió. Ella no planeaba marchar, no tan pronto, al menos. Pero eso acababa de cambiar. "Tenéis razón, los tres. Tenemos que irnos. Tenemos que buscar el siguiente cristal. La visión que tuvimos ayer decía: 'El próximo cristal tiene las respuestas...' ...Bueno, yo no sé dónde estará el próximo cristal pero sí sé dónde podrían saberlo."

Con solenmindad se llevó la mano al pecho, a la altura del corazón. "Hyana mélamarya. Que significa, mi otro hogar. Si hay un lugar todavía no manchado con la falsa luz del imperio... donde hayan conservado el saber de los ancestros, donde podamos saber algo más sobre los cristales y los maior... Tiene que ser allí. Tengo una teoría por las palabras de Rita, que decía que el Cristal que tomamos era el del agua, y el del este. Quizá haya un elemento y dirección por cristal, cuatro tal vez, o cuatro cardinales y otros cuatro intercardinales. Lo que tendría sentido viendo el símbolo del Imperio: un sol dorado de cuatro puntas a veces, de ocho puntas otras, que quizá representen a los cristales. Pero todo esto son conjeturas... aún si fuera así, no sabemos cuán lejos podrían estar unos de otros. Necesitamos la sabiduría de los ancianos, la sabiduría de mi otro hogar."

Sonrío con calidez. "Además, ¡nunca os he llevado! Mejor ahora que todavía no se ha acabado el mundo, ¿no?" su sonrisa se hizo algo más amargada al decir eso último.

Sin soltar palabra alguna, solo expresando el mensaje con mi rostro solté un "Ah" en cuanto Hotaru negó tan rotundamente la posibilidad de que caminara por ahí en camisón, la miré un par de segundos en silencio antes de levantar muy lentamente la mano- Siempre que hace falta hacer algo de noche... -esta no era una de esas ocasiones pero decenas de veces había salido corriendo en pijama para hacer algún recado o cualquier cosa.

Entonces mencionó que le daba miedo el aventurarse en algo desconocido sin certeza alguna de que íbamos a hacer o siquiera del porque lo hacíamos- A mí también me da miedo -terminé por responder, no lo parecía y es que daba la impresión de estar ilusionado ¿no había sido ese mi sueño desde siempre? Salir del pueblo, ver el mundo viajando, vivir aventuras de verdad y crecer en base a las experiencias. Pero a la hora de la verdad tenía miedo, miedo de verdad, aunque no lo exteriorizaba en lo absoluto- Pero precisamente me da más miedo lo que pueda pasarme si no hago nada, es decir ¿te puedes imaginar el miedo que me da perder mi voluntad propia? -no era difícil de imaginar teniendo en cuenta lo independiente, inquieto y aventurero que era constantemente- Así que si ese va a ser mi futuro no puede empeorar si abandono mi hogar para intentar evitarlo, a partir de ese punto el único culpable de mi futuro soy yo mismo.

Asintiendo a toda velocidad ante la suposición de Drago puedo ver que tanto él como Selene estaban bastante más a favor de ello que Hotaru, así que era una suerte que fuera a buscarla primero a ella. Aunque en ese momento que estaba dando una afirmación tan efusiva hacia el "mayor" del grupo fue que noté algo extraño, por lo que me puse a escrutar con la mirada el rostro del muchacho desde múltiples ángulos, tan solo para luego escuchar las primeras palabras de Selene y caer en la cuenta... para luego pasarme una mano por mi propia mandíbula y deprimirme a un lado del grupo- Morirte de aburrimiento -respondí desde mi esquina en cuclillas.

Aunque basto con mencionar que podría saber donde empezar a preguntar por la ubicación del cristal como para que en una fracción de segundo estuviera de pie a su lado escuchando emocionado- Entonces nos vamos de no-vacaciones al pueblo élfico -anuncie señalando una dirección en la que desde luego no estaba nuestro destino, dejando claro que era una suerte tenerlos a ellos porque si no me habría perdido a los veinte minutos de salir yo solo.

Tras que el grupo se reúna, queda claro que existe un lugar donde pueden avanzar su aventura, pero aún hay varias opciones que pueden darles más información a corto plazo y quizás aportarles ciertas ideas, y tras ver esto, tenéis un plan de actuación simplemente para hacer las cosas más fáciles.

A una hora razonable de la mañana, ayudáis a Hotaru a colarse de nuevo en su habitación, de tal manera que finje estar recién levantada, aunque el desorden de cojines llama la atención. De esa manera, lográis no mosquear a los padres, y sabéis que dentro de su casa existe una pequeña biblioteca.

Por otro lado, el pueblo como tal también tiene una, en cierto modo, aunque demasiado pequeña como para obtener nada... Pero no así de la anciana mujer que hace de "bibliotecaria". Con ciertas habilidades mágicas, aún a su avanzada edad a veces ayuda desde la retaguardia si hace falta espantar a algún monstruito del poblado. No es lo más confiable, pero, oye, todos sabéis que tiene el conocimiento de su avanzada edad y su interés por historias y libros.

El escrutinio de Sven resulta un pelin molesto y estoy a punto de decirle algo cuando Selene me lo ahorra con lo de las prisas y las barbas

-algún día tu también tendrás- le digo a mi amigo canjando (eso espero) el tema

La de ir a un pueblo élfico me parece una buena idea y asiento pero añado

-le di de comer el primer cristal a vuestra mascota, no fueran a registrarme los imperiales, espero que de verdad nos lo devuelva. Y creo que antes de irnos deberiamos buscar algo de información sobre los cristales. Creo que la bibliotecaria igual nos podría contar algo-

La vieja me ha ayudado en varias ocasiones, con cosas de menos importancia claro, pero sabe muchas cosas y no cuesta nada retrasarnos algunas horas para buscar información aquí

-Y en tu casa hay una biblioteca también, ¿no Hotaru?. ¿Y si vosotras dos vais allí y Sven y yo vamos a ver a la bibliotecaria?-

- ¡Rita no roba! Solo come y guarda por tiempo indeterminado. -responde, de forma muy poco calmante para Drago, asomando en su forma chocobita sobre el enmarañado pelo de Sven.

Si el pelo del chico siempre había sido una jungla, imaginad ahora.

La idea en sí no era mala: probablemente, la que más toleran del grupo los padres de Hotaru es Selene (sin contar a su hija), mientras que la anciana siempre había tenido un cierto cariño por Sven y respeto por Drago.

Las palabras de Sven tenían sentido, en realidad, lo cual le sorprendía bastante a Hotaru. A pesar de lo que había parecido, podría ser que el chico de verdad hubiera pensado largo y tendido sobre aquella situación, en lugar de tirarse de cabeza al lago como siempre hacía cuando tenía que tomar una decisión. Además... tenía un punto.

— Eso es cierto. Supongo que no tenemos otra opción más que aprender qué está pasando, y hacer lo mejor que podamos. Gracias, Sven - dijo la joven, genuinamente agradecida por librarla, aunque fuera un poco, de su pesar.

— Haremos lo que podamos para evitar que esa luz nos quite nuestra independencia. Pero también podemos hacer un mundo mejor si nos esforzamos. ¿Crees... crees que el cristal nos ha encargado eso en secreto? Nunca creí que las leyendas fueran más que leyendas. Todo eso de los héroes y los villanos se veía como algo muy, muy lejano. Pero ahora... no sé qué tan lejos estamos de esas historias de cuento y fantasía.

Por suerte su maniobra disuasoria había funcionado y había conseguido burlar a sus padres, aunque para ello tuvo que quedarse bien tapada en la cama para que no vieran que tenía el pijama completamente manchado de tierra e hierbas cuando hizo desaparecer de nuevo su atuendo de maga blanca. Antes de reunirse con sus compañeros, que habían aparecido allí como si todo fuera casualmente un día más, se vistió con ropa adecuada para hacer viajes, con botas altas y pantalones ceñidos, así como una blusa de mangas anchas y un cinturón; todo ello por debajo del vestido que debía llevar siempre. Ya una vez fuera se reunió con ellos de nuevo, para discutir sus siguientes movimientos.

— Sí, tenemos una biblioteca, pero no es nada del otro mundo... - musitó, intentando quitarle hierro al asunto. A pesar de que creía que era bastante más grande que la del pueblo, no se sentía del todo cómoda "presumiendo" de ella cuando, para empezar, ni siquiera era suya. — Quizá si vamos Selene y yo... - añadió en voz casi inaudible, imaginando cómo sería la situación si Sven llegaba a aparecer por allí. Aún recordaba las muchas veces que le habían prohibido salir a jugar con él por ser un liante y un bruto.

— Allí hay mapas, libros de historia, atlas geográficos... un poco de todo, vaya. Puede que nos sirva para tener un punto de partida, algo a lo que aferrarnos antes de... bueno, antes de hacer locuras dignas de Sven. ¿Hacemos eso entonces, Selene? Supongo que Drago podrá mantener a Sven atado en corto él solito antes de que la líe.

Ya casi llegábamos al pueblo, llevé ambas manos a mi nuca pasando a caminar algo inclinado hacia detrás y con los codos levantados a la altura de la cabeza, desde esa postura la mira de reojo solo para esbozar una sonrisa complacida por ser de ayuda para mis amigos. Aunque sus siguientes palabras me hicieron volver a mirar al frente para pensar mi respuesta.

- Por supuesto, somos los elegidos del cristal. Como en las leyendas, seguro que nuestro destino era estar allí en ese momento para cumplir con nuestro futuro de salvar el mundo, ser super populares y que cuenten leyendas sobre nosotros -sacaba pecho tanto como podía tremendamente ilusionado- ...o tal vez nos dio el poder que le quedaba en sus últimos instantes de vida ya que al final tenía humanos cerca y sabía que el mundo estaba en peligro. Y todo fue cosa del azar... Naaa, prefiero pensar que somos héroes legendarios.

Si mi padre me veía por el pueblo estaba muerto, eso era un hecho, por lo que ahora mismo estaba en una misión super importante: "No ser pillado por el gran jefe ogro Alden" Y eso se hizo evidente por la forma en que temía girar cada esquina o caminaba mirando en todas direcciones nervioso todo el rato, sujetando ambas asas de la mochila con fuerza.

- ¡Eh, Rita no es una mascota! Es nuestra compañera -y como si fuera un mono me lleve un dedo a al cabeza para rascarme la parte superior, solo que en ese punto estaba la "mascota" así que le di una breves caricias en su lugar- Yo me apunto a el plan de Drago, la última vez que fui me dio pastelitos -con la razón más fácil del mundo ya estaba el caos viviente bajo control, pero al ser nuevamente denigrado por mis compañeros- ¡Ehhh! Pero si yo le caigo super bien a tus padres -ni en broma- la última vez hasta me desearon que tuviera un viaje entretenido hasta casa.

Hotaru pensó brevemente su respuesta antes de decir nada. Lo cierto es que pensaba más en la segunda opción, pero Sven parecía más complacido con la primera. Sonrió al verlo tan confiado y despreocupado, aunque fuera solo en apariencia. Ahora que estaban empezando a pasar cosas serias estaba descubriendo una nueva faceta del Sven que no había conocido en años. A pesar de ser un cabeza hueca buscaproblemas, y de que no estaba tomando quizá con toda la seriedad que debiera este asunto, mostraba que estaba algo preocupado y que pensaba las cosas en serio, de vez en cuando. 

— Serás un héroe legendario, estoy segura - murmuró Hotaru, ruborizándose ligeramente por sus palabras. — Y ahí estaremos los demás para acompañarte, Sven. - dijo finalmente, llegando entonces al pueblo para encontrarse con sus otros dos amigos.

Resulta que Rita se escondía en el pelo de Sven, suspiro y decido no hacer mucho caso ni a la mascota ni a Sven

-Bueno decidido, vamos a la biblioteca Sven. Intenta que Rita no haga nada raro- que igual podría pedirle eso mismo a Rita sobre Sven, pero tanto da

-Cuando acabemos yo cogere mis cosas, no había planeado irme de repente. Luego nos veremos fuera del pueblo, en el Viejo roble-

Hago una pausa y los miro uno por uno

-Lo teneis claro ¿no?, no creo que si nos vamos podamos volver en algún tiempo. Luego no podrémos arrepentirnos-

Hago la pregunta para todos pero sobretodo miro a Hotaru. Su familia es rica y nunca he entendido porque nos acompaña en nuestras aventuras, quedarse en casa le sería mucho mas cómodo

— Tened cuidado y no le deis muchos problemas a la bibliotecaria. Sobre todo lo digo por ti, Sven - dijo Hotaru, sonriendo de medio lado con los brazos en jarras. No había tenido la necesidad de ir allí mucho dada la colección que tenía en su casa, pero sí que la había visitado de vez en cuando para escaparse y encontrar un lugar tranquilo y, sobre todo, apartado del ambiente nobiliario.

— Lo sé, Drago... - murmuró Hotaru entonces, afianzando su mirada sobre él con porte seguro. — La decisión está tomada. Yo... lo he hablado con Sven, y no sería capaz de hacer la vista gorda con esas visiones que tuvimos. Quiero saber qué está pasando, quiero aprender. Y para eso tengo que salir del nido, al fin - sentenció con gesto serio. — Además, por suerte no tengo que ir sola. Vosotros estaréis conmigo, y eso es suficiente para mí.

"Está decidido, entonces." asintió la elfa con calma. "Lo que ha dicho Drago: investigad lo que podáis, y cuando terminéis esperadnos en el Viejo Roble a las afueras del pueblo. Sé que sería más conveniente salir sin despediros, más discreto también, pero os aconsejo lo contrario." le puso una mano en el hombro a Drago y Sven, y luego de retirarlas también sobre un hombro de Hotaru. "Sé que será difícil, y que puede que quieran obstaculizaros. El método escogedlo vosotros, una carta, un recado de un mensaje... Si no queréis despediros, lo entiendo. Pero no sé cuánto nos tomará este viaje, como mínimo serán meses, pero podrían ser años o... o..." miró hacia el pueblo con pesadumbre. "...O no sé si regresaremos alguna vez. Puede que no volváis a verlos." admitió con amargor en su voz. Al Imperio no les gustaría que metieran sus narices en los Cristales Oscuros. Puede que uno hubiera pasado por alto (aunque que aparecieran justo ese día no le parecía coincidencia) pero conforme fueran viajando era muy posible que no tuvieran tanta suerte. "Así que de corazón, os invito a que os despidáis mientras podáis. Más allá de conocidos, salvo vosotros yo no tengo amigos ni familia aquí ya. Conmigo será más fácil, sólo tendré que ir a darle mis respetos a la tumba de mis padres adoptivos humanos..." una sonrisa nostálgica, pero igualmente triste asomó por su rostro al recordar su 'infancia' aquí en el pueblo de los humanos. Técnicamente Selene vivía ahora en el pueblo de los elfos, pero aunque le tomara días de viaje le hacía feliz pasarse al pueblo humano a pasar una temporada con ellos, sus amigos, su nueva 'familia' humana, que siempre la recibían con los brazos abiertos.

Con variedad de motivos, aunque similares entre sí, todos se disponen a salir de aventuras. Bien cierto es que había estado en las fantasías de todos, aún si no era en la misma medida. Por ahora, deciden tomar caminos separados para informarse sobre sus futuros movimientos.

La casa de Hotaru es un lugar que a menudo capta el ojo incluso de alguien tan especial como un elfo. Los amplios jardines están decorados de una forma bastante cuidada aunque contrasta ligeramente con el estilo de otros jardines de la nobleza, posiblemente por estar en un pueblo tan separado de las ciudades, donde otros nobles, aunque más adinerados, el terreno que se pueden permitir es bastante inferior. Eso lleva a que los terrenos de una familia como los Kiyomi, que carecen de grandes títulos, sean no obstante por sí mismos una oda a la naturaleza. Por supuesto, los métodos humanos son innegablemente más bastos que los élficos, pero aún con tijera de acero logran un equilibrio que puede agradar incluso a los miembros de esa especie, siempre que no sean especialmente radicales.

El azar quiere que la primera persona con la que os vais a encontrar al acercaros a la casona sea el padre de Hotaru, lo cual sorprende al saber que es él quien dispone los arreglos del jardín y decide su mejor estructura, yendo ligeramente a contracorriente de los usos de la nobleza actual. Viste un traje bien cuidado aunque no sea especialmente lujoso, y toma notas en una libreta con un lápiz mientras mira las plantas con ojo crítico por encima de sus anteojos. Inevitablemente os nota y se se aproxima, cerrando el cuaderno.

- ¡Vaya!¿Qué tenemos aquí? -pregunta- Creía que aún dormías en tu cuarto, aprovechando la ausencia de los maestros por hoy, y resulta que en algún momento te habías escapado a buscar a tu amiga... ¿De dónde sale esa túnica, por cierto? -añade, mirándola con gesto poco complacido- Pero bueno, si tal compañía no ha mostrado desacuerdo con tal vestimenta, no seré yo quien la critique... Encantado de recibirte, Selene. ¿Qué os trae por aquí? -inquiere.

Alguien tuvo a bien disponer de la biblioteca en una zona bastante céntrica del pueblo, por lo que no os toma mucho tiempo llegar hasta ella, aunque os separáis de las dos chicas prácticamente desde el punto de reunión.

La biblioteca es un edificio ligeramente achaparrado, de una sola planta, que contiene algunos libros bastante básicos, aunque tener conocimiento de ellos ya supone ser prácticamente un erudito para la mayor parte del pueblo llano. A pesar de que su dueña es una mujer de edad ya avanzada y algo regordeta, el edificio no muestra peor estado que otros tantos de la zona, pues al ser algo relativamente público todos los vecinos ayudan en su mantenimiento.

Al entrar, véis a la anciana mujer al parecer dormida sobre un libro en su regazo y sentada en su mecedora, que tiene detrás de un pequeño escritorio, pero, como si de un sexto sentido se tratase, se despierta como un resorte al abrir vosotros la puerta, incluso sabiendo que no habéis sido especialmente ruidosos al hacerlo ni haber chirriado esta demasiado.

- Vaya, qué dos jovencitos tan guapos vienen por aquí.¿No traéis a vuestras novias? -pregunta en clara referencia a Hotaru y Selene- ¿En qué os puede ayudar la anciana Mel?

Siempre le había gustado pasar tiempo en compañía de los Kiyomi. La familia de Hotaru era, al menos de puertas para afuera, tan amable como ella. En cierto sentido esas actitudes nobiliarias que se esforzaban por tener le recordaban a la dignidad de los elfos. Eran humanos en ese sentido muy distintos a los del pueblo, más parecidos a elfos en actitud que a los hombres del pueblo. Era un contraste que a Firyawen siempre le había agradado, porque era como encontrar un pequeño trocito del hogar en su otro hogar. Los Kiyomi siempre la habían bienvenido bien, les gustaba enseñar y a Selene le gustaba aprender. Les gustaba enseñar demasiado, según sabía de lo que Hotaru le contaba en confianza sobre la estricta disciplina de sus padres. Se parecía a la de los elfos, pero con la importante diferencia de que tenían la prisa e impaciencia de los humanos. No era de extrañar: sus cortas vidas no les permitían el lujo de tomárselo todo con mucha más calma.

Le hubiera gustado más de una vez interceder por Hotaru en esos asuntos, pero respetaba el consejo de ella de que no lo hiciera, a fe de no generar más mal y disgustos que bien. La mejor manera que había encontrado para ayudar a Hotaru era enseñarle a estudiar. No el bosque sino el árbol, no el árbol sino las raíces. La mnemotécnica era casi una ciencia en sí misma, y a Selene le encantaba enseñarsela a Hotaru para así poder ayudarla a tener más tiempo libre. ¡Era tan brillante! Si fuera una elfa, y tuviera así todo el tiempo del mundo, no le cabía duda de que en un par de siglos se hubiera convertido en toda una sabia de las de verdad.

A cambio de las lecciones Selene sólo pedía poder sacar a Hotaru a jugar y pasear, porque sabía que era lo que más feliz haría a su amiga. Los días que esto no podía ser, Selene les pedía entonces a los padres de Hotaru respetuosamente que le enseñaran a ella más de las costumbres y el protocolo de los humanos. Ello les agradaba, porque se esforzaban mucho en emplear sus riquezas en ennoblecer su familia. Quizá por todo esto Selene fuera la que mejor de la pandilla se llevara con los padres de Hotaru. Después iba Drago, que como era más mayor sabía comportarse bien, y en el último lugar... último último, estaba Sven. O al menos, así lo parecía de puertas afuera. De puertas adentro, seguro que en el fondo les caía bien. A todo el pueblo le caía bien Sven. O eso decía él.

"Maese Kiyomi" le dio una lenta y respetuosa reverencia en saludo. "Una vez más, le he pedido a Hotaru y os pido a vos poder consultar el saber de los libros de vuesta biblioteca."

Al entrar en la biblioteca sonrio a la anciana, que siempre hace esa clase de comentarios molestos, siempre me ha parecido que está de acuerdo con mi abuela para intentar avergonzarme

-No, no, solo queriamos consultar algún libro sobre los heroes del pasado. Ya sabe, esas cosas- hago un gesto vago con la mano.

Como siempre he considerado esas historias poco prácticas no se muy bien que se supone que hemos de buscar, espero que las chicas lo tengan mas claro, de momento miro a Sven como esperando que a el se le ocurra algo mas concreto

Aunque desde que gane cierta independencia no venía tan a menuda cierto era que en la época que solo seguía los pasos de mi padre pasaba mucho tiempo por la biblioteca y es que precisamente debía ser él quien más uso le daba en todo el pueblo. Era un fanático de la lectura por lo que me pasaba horas encerrado aquí dentro más de una vez a la semana en cierta época de mi vida, quizás de ahí provenía gran parte del cariño por parte de la abuela.

- ¿De quien sería cada una? -pregunte en un susurro hacia Drago con la broma de la mujer, quizás esta interacción se habría repetido decenas de veces siendo mi respuesta típica cada vez que ella decía lo mismo- ¡Abuela! -salude con un tono de voz muy alegre, yendo directo a darle un abrazo con libro incluido- Drago y yo hemos estado hablando sobre los héroes de leyenda... Ya sabe, los elegidos de la luz y teníamos curiosidad por saber más de ellos. Así que aquí estamos -con ambos brazos en jarra frente a la mujer esperaba que nos indicara donde podíamos encontrar lo que buscábamos.