Partida Rol por web

—¡¡La reostia puta...!!— Bill dió un respingo al ver a aquella maldita cosa cambiar frente a él. La verdad es que aunque había posibilidades de que aquél teniente fuese el engendro, le había pillado bastante por sorpresa.

Por suerte, aunque su lastimero cerebro había dejado de reaccionar, sus manos fueron al hierro casi por instinto. Es lo que tenía haberse pasado tantos años de vida a salto de mata.

A Bill le pareció que el Peacemaker salía de su funda casi por propia voluntad, al igual que el plomo que este escupía sin compasión...

El disparo de Bill resonó en la apartada colina tras el fuerte. Uno no podía más que preguntarse si alguien escucharía el tiro y vendría la caballería al rescate. Literalmente, en este caso.

Les iba a hacer falta, porque la bala se había perdido en algún lugar del pelaje de la bestia sin efecto aparente. Con tanto pelo era imposible decir si le había echo un arañazo, siquiera.

La boca del lobo se abrió en una sonrisa, enseñando una inquietante cantidad de dientes de un tamaño no menos preocupante.

En lo que los ojos de Danny se entrecerraban buscando el punto de impacto, sus manos ya estaban listas y con el gatillo a medio camino de disparar, cuando su brazo alcanzó la altura adecuada Danny disparó sin inmutarse, frío como si disparase a una diana.

Los dos disparos de Danny fueron casi simultáneos. Mientras que uno se perdió en el desierto, otro de ellos fue directo a la cara del hombre lobo, borrando su sonrisa.

Uno hubiera esperado más efecto en un tiro a la cabeza, pero la pequeña herida en el hocico de la bestia al menos sangraba. Desde luego el licántropo no estaba contento y se lanzó hacia Hank justo cuando este lograba encajarle un tiro en las tripas con su rifle modelo Spencer, usado en el Oeste para cazar bisontes.

Las garras de la criatura se clavaron en el hombro del cochero y hundió el hocico en la herida como si pretendiera comerle desde dentro. Hank Bully estaba más allá de todo dolor, pero el miedo a ser descuartizado por un hombre lobo por lo visto te acompañaba a la tumba.

Bill estaba acojonado cuando su revólver pareció no hacerle absolutamente nada al engendro aquél, y se quedó un segundo mirando a su arma con cara de pasmarote. Los disparos de Chang le despertaron, y por todos los diablos de los mil infiernos que el chino les había mostrado que aquella cosa podía sangrar. Y si podía sangrar... se le podía matar.

Entonces el engendro se lanzó sobre Hank y Hank casi de la misma le endiña un trabucazo que habría partido a cualquier hombre, y más a esa distancia, pero el bicho como si tal cosa, va y casi le arranca un brazo a Hank, que con dos huevos bien puestos no dice ni un ay. 

Bill era un cobarde de ordago, pero por alguna extraña razón le había cogido cariño al cochero y sus locuras, y aquella cosa lo iba a descuartizar al pobre. Algo se removió en su interior, como si aún siguiera vivo. Conciencia o algo, no creía que le quedara de eso. Apretó los dientes de rabia, y sin saber muy bien lo que hacía, soltó su revolver, que calló inerte al polvoriento suelo, mientras echaba mano a su cuchillo de monte.

Entonces, el filo salió de su funda, mientras el ex forajido se lanzaba contra el engendro con muy mala baba. Una soberana estupidez, pero le había salido del alma...

... y ciertamente que el cochero no estaba para demasiados ¡ay!, ocupado como estaba prezo, como un sandwich de quezo, entre las fauces del lupino, que le zarandeaba por los aires como si fuera una especie de muñeco de voodoo de trapo muy apestoso. Si eso fuera cierto, alguien con pinta de Hank debía de estar pasándolo muy pero que muy mal en estos momentos precisos... 

Danny sigue a lo suyo, su rostro no da ninguna señal de emoción, se mantiene serio y concentrado, con el pulso firme vuelve a disparar al monstruo.

Bueno muchachos sigan así, haré mi parte

Dos disparos más de Danny buscaron la cabeza del lobo. Una de las balas hizo diana, a juzgar por unas pequeñas gotas de sangre encima del hocico. Disparar a un licántropo parecía tener el mismo efecto que abofetear a un apache: te iba a doler a ti más que a él. Y, sin embargo, los disparos en la testa al menos parecían hacer algo.

Las garras y dientes del lobo terminaron su trabajo con Hank. El cadáver del cochero cayó al suelo boca arriba, con los intestinos por fuera y algunos trozos de pulmón masticado para dar color. Cuando el lobo miró hacia los otros dos enemigos todavía terminaba de tragar el corazón del Látigo.

En ese momento le golpeó el contacto con Bill. Para el forajido muerto había sido como chocar con una pared, pero al menos tenía la atención del hombre lobo. Si es que eso era buena idea.

—¡AhhhhhhiiiehhhhhhHHHHHH!—

Bill se avalanzó contra el... lo que fuera que era ese bicho peludo, con el cuchillo por delante.

Lo llevaba cogido con fuerza, y con el filo hacia abajo. Una vez su rostro se enterró en la masa de pelo, empezó a apuñalar una y otra vez sin ton ni son. A ciegas...