Partida Rol por web

La acción se desencadena. Desde el suelo Jonathan lanza su cuchara contra uno de los camareros. No se le clava en el pecho pero por suerte para él y desgracia para el nacionalista transilvanos le acierta en un ojo haciendo que exclame de dolor. No le ha hecho daño pero lo ha cabreado bastante.  En ese momento aparece Ardeth y tras una patada voladora logra tumbar al adversario y darle tiempo a Jonathan para que se levante y pruebe a hacer puntería con otros cubiertos.

Drac decide usar sus habilidades marciales y logra rajar a su adversario aunque no logra terminar con su vida aunque le corta en la femoral y eso provoca que el pobre hombre caiga al suelo esperando a desangrarse en pocos minutos salvo que un doctor lo ayude, parece que el trinchado no se le da mal al español.

Eve decide movilizar al padre y al resto de los invitados de la sala, tarea que resulta fácil porque Rick acaba de disparar y acaba con la vida de dos de los camareros. Esta vez los disparos de Rick causan otro efecto (además de de provocar que vísceras y sangren salgan volando y mancher la ropa).

Los dos lacayos transivanos entran por la puerta y al ver la escena deciden que es mejor salir corriendo sin decir nada más. Pero podéis escuchar a los pocos segundos como gritan de dolor. Por sus gritos acaban de darles muerte.

La puerta se abre y entra un hombre de metro noventa, de espaldas anchas. Viste a la manera de Europa oriental y blande un hacha de leñador bien afilada y un brazo en la otra mano, brazo que no es suyo y que parece que acaba de cercenar.

- Señorr y señorra Carmichael, ¿cómo se encuentran? - preguntan con un acento bastante fuerte.

A su lado está otro joven de Europa oriental que va desarmado, y que espera en un segundo plano consolando a una de las doncellas.

Os enseña el brazo y podéis ver una especie de tatuaje, es como una especie de B intrincada.

- Los lacayos erran de Valaquia, de la casa de Basarrab. Enemigos de Morrdavia.

 Al llegar los recién llegados, me mantengo alerta, pero sin parecer amenazante, ya que parecen conocidos de nuestros anfitriones. En su lugar, señalo al tipo que he herido:

 - Este todavía vive, pero no durará mucho sin atención médica. Doctor, ¿le importaría tratar de hacer lo que pueda par ver si podemos interrogarlo, por favor?.

-Eso sería digno de verse, cariño. Pero no más resucitados. No más vendajes de momia. -bromeo con mi chica. Humeante el revólver, la escena trepidante y sangrienta llega a su fin. Apuntó un momento a los recién llegados, hum, parecen de nuestro bando, o al menos del contrario a los asesinos. 

Luego giro la mira hacia el falso camarero que sigue vivo (el de la cuchara, creo que el mismo de la patada) . -Ni pestañees, amigo. Jonathan, átalo y amordázalo. Con la cuchara no, ni con los cordones de tus zapatos. 

El doctor Watson intenta salvar la vida del transilvano trinchado, pero finalmente solo puede certificar su muerte, la herida en la femoral lo desangró en pocos segundos.

- Lo siento, esta pobre alma ya ha partido hacia el Purgatorio. - comenta mientras le cierra los ojos.

Parece ser que ahora solo queda uno con vida, ya que justo hasta ese momento quedaban dos.

Ardeth coloca su puñal en el cuello de su adversario antes de que este se levante.

Y tal como empezó, la cosa parece terminar de golpe. Dos de los asesinos escapan para ser ajusticiados fuera de su vista por un tipo al que no habían visto hasta ahora.

Ardeth permaneció en tensión, pendiente de su su puñal sin tendrá trabajo.

- Este aún vive. Jonathan, haz como dice Rick. Los cordones de las cortinas tienen buena pinta.

Ardeth ayuda a desarmarlo y a sentarlo en una silla.

La escena se desarrolló a toda velocidad, sin que apenas tuviese tiempo para fijarme en todo lo que sucedía a mi alrededor. Yo le lancé la cuchara a uno de los camareros, con toda la fortuna de que acerté a clavársela en un ojo. Le miré con sorpresa mientras se llevaba una mano al mismo y empezaba a maldecir en alguna clase de idioma.

Y mientras tanto, parecía que los demás se deshacían del resto, por supuesto, a base de puñetazos y disparos por parte de Rick, como era habitual en él. 

Lentamente, me puse en pie y empecé a alisarme el traje.

-Bueno, personalmente prefiero comidas más tranquilas -dije, pasando por encima de uno de los heridos.

En seguida me encontré delante de un tiparraco que debía medir como tres metros.

-Oh, muy buenas tenga usted, pero... ¿quién es? -pregunté. Ante su respuesta, miré hacia atrás, al desaguisado que había quedado a mi espalda -. Pues... parece que tendrán que cambiar de sirvientes porque no están muy preparados.

Y antes de que pudiera decir algo más, me dijeron que atara a uno de los pobres desgraciados que aún estaba con vida.

-Eh... voy, voy -dije, yendo a buscar los cordeles de las cortinas y atándolo sin perder más tiempo. No sabía si estaba consciente, inconsciente, muerto o simplemente cansado, pero por si acaso mantuve la buena educación -. Discúlpeme, caballero.

Jonathan ata al que sigue vivo, que parece recobrarse del golpe sufrido. Sus amigos yacen a pocos metros de distancia, mientras el doctor y su esposa deciden taparlos con manteles para que el resto de señoras no se alteren demasiado. El padre Brown saca su misal y se dedica a darles la extrema unción a cada uno de ellos, aunque es posible que algunos no sean católicos pero está en la naturaleza del cura la de tratar con respecto incluso a aquellos que le desean hacer daño.

El anfitrión le indica al hombre de aspecto rudo que está bien y su mujer acompañada del resto de damas, salvo Evelyn se van a otra sala en compañía del mayordomo.

Vardak observa los quehaceres del padre Brown y se santigua. 

- Grisha está comprobando el perrímetro de la casa, y se asegurrarrá de que todas las ventanas y puerrtas estén bien cerradas. 

Luego observa a los varones que han combatido, en especial a los de gran tamaño como Drac, Rick y Ardeth aunque ve como Jonathan ata al que queda vivo. Os saluda a todos con una leve reverencia llevándose la mano derecha al pecho.

- Grracias por cuidarr de mi amigo Charrles. Su fama de grrandes guerreros les precede.

 Le devolví al hombre la reverencia y el gesto, de ponerme la mano en el corazón, y le respondí, con un tono de profundo respeto:

  - Es un honor recibir tal elogio de un hombre perteneciente a una gente que es tan famosa por su valor y su bravura. ¿Toda su gente se encuentra bien?. 

 Me gustaría averiguar como pudieron infiltrarse los asesinos y, sobre todo, como pudieron averiguar todo lo relacionado con la reunión. ¿Sería posible que hubiera un espía entre el círculo del ministro?.

Se terminó tan rápido como comenzó. Nada mal para un equipo que todavía no lo es. Guardé el revólver y observé con cara de malas pulgas al tipo que quedaba vivo. ¿Quedarían más por la casa?¿Cómo se colaron? ¿Espías? 

-No debemos bajar la guardia. Quizás haya...más. Por otra parte, la seguridad del plan está comprometida, quién sabe hasta donde llegan los tentáculos de nuestros enemigos. -Me giré hacia mi amada. Estaba bien, sin rasguños -Cariño...

Luego devolví el saludo al tiarrón aquel de la barba, estrechando con energía su mano.-Rick O´Connell. Ella es mi encantadora esposa Evelyn Carnahan. Su hermano Jonathan. Y nuestro siempre amigo, Ardeth Bay.  

Busqué con la mirada al anfitrión de la casa.-No podemos fiarnos. Para nada. Interroguemos a este tipo -dudaba de que cantase alto y pronto.

Una vez controlada la situación, Ardeth se hizo a un lado. Sin saber muy bien que hacer, guardó su puñal y ayudó al padre Brown y al doctor a dejar la escena lo más decente posible.

Después, en silencio, acompañó al padre Brown con una sura musitada, rogando a Allah piedad para las almas de aquellos pecadores.

 Cuando hubo terminado de encaminó hacia el prisionero.

- Lo interrogas tu, Rick. Yo me he hecho algo de daño en el hombro. ¿Quieres cuchillos o te apañas con las tenazas para el marisco? -añade en un susurro que solo Rick y el prisionero podrían escuchar y con un guiño que solo Rick podría ver.

Después de atar al condenado camarero, me sequé el sudor de la frente con una mano y me di la vuelta, viendo como algunos se marchaban de allí lo más deprisa que podían y el padre Brown ejercía como se esperaba de él, lo cual para mí tampoco es que fuese demasiado importante pero bueno, era lo que debía hacer.

-Claro, ha sido un placer -dije, saludándole con dos dedos desde la frente, y tirando de mi cinturón hacia arriba. Lo habíamos hecho bien, demonios, y eso que todo había sido improvisado.

Yo no entendía a qué había venido todo aquello, así que la idea de interrogar a alguien no me pareció mal del todo. Claro que no iba a ser yo quien lo hiciese.

-Si queréis interrogarle yo creo que podemos hacer que se trague toda la sopa sin respirar. Te aseguro que nos dirá todo lo que queremos.

La sopa estaba bien, pero seguro que si tomaba demasiado cambiaría de parecer, sobre todo si no le dejábamos respirar.

Podrías estar en casa con tu hijo y desde luego no seria tan divertido. Aun así, que nos ataquen la primera noche en un lugar que se suponia seguro. Algo empieza a oler a podrido en todo esto y no es el pastel de anguilas.
Necesito algo fuerte, ahora mismo y no es para tranquilizarme, es para no empezar a insultar a todo el mundo. Como una dama nunca debería hacer, pero que olvidaría que soy una dama.

Valaquianos, enemigos de los mordavos ¿qué querrían realmente con este ataque? Espero que no fuera asustarnos, porque en mi caso no lo han conseguido. En cuanto Rick me presenta, hago una leve inclinación con la cabeza. Aunque mi mente está moviéndose rápidamente buscando posibilidades. Esos piratas y los llamaré piratas por no llamarlos sectarios, que nos atacaron en el Nilo, ahora esto. Creo sinceramente que alguien no quiere que estemos metidos en eso.
-Estoy bien Rick, pensando que a lo mejor lo que nos pasó en el Nilo no fue tan casual. - los miro y pongo los ojos en blanco, me parece a mí que ese hombre no hablara si no le apretamos las tuercas lo suficiente. - Ahora es cuando nos vendrían bien algunos de esos escarabajos carnívoros y un sarcófago, no considero que nuestros anfitriones tengan ninguno.

 Medité unos cuantos segundos antes de proponer, con una mirada sádica al prisionero, que habría temblar al mismísimo diablo:

 - En realidad se me ocurren unos cuantos "trucos" para interrogar a los prisioneros, inventados por varias civilizaciones, expertas en hacer soltar la lengua a la gente, que harían hablar a un mudo. ¿Alguien conoce el Escafismo?.

 Si el pobre desgraciado lo conocía y entendía mi idioma, seguro que debía de estar aterrado.

El hombre está escuchando lo que comentáis: tenazas para el marisco, sopa sin respirar, escarabajo y sarcófago, una palabra que no entendía sobre el escafismo...

Comienza a ponerse nervioso. Veis como suda y seguramente en breve moje los pantalones. Todos los presentes intuís que cantará en cuanto empecéis a hacerle las preguntas, pero ahí viene lo importante. ¿Qué preguntas debéis hacerle? Seguramente tenga información limitada de todo el plan, pero quién sabe...los peones a veces escuchan cosas importantes aunque no las entiendan.

Ardeth miró al señor Drac con curiosidad...

- En realidad no está demostrado que el safismo fuese más que una leyenda griega. Y no nos serviría de mucho. Además de ponerlo todo perdido, claro.

Comentó, mientras se acercaba a la mesa y cogía las mencionadas tenazas para el marisco. Eran unos instrumentos brillantes, con un yunque en miniatura adheridas para apoyar la parte a partir y un extremo punzante romo que hacía la función de partir el esqueleto del marisco. Tenía los mangos muy largos, probablemente pensados para que cualquier dama o anciano pudiese llegar sin problemas a la pulpa.

- En serio, ya no es por religión. Es por higiene. No se como podéis comeros cosas que comen cieno...-le pasó las tenazas a Rick, que las tomó con gesto ausente mientras miraba al preso y se acariciaba la barbilla. Ardeth esperó a su lado, mirando severo al tipo. Pero Rick se tomaba su tiempo y la cosa se alargaba y el tipo se ponía más y más nervioso. Aquella pantomima no era necesaria mucho más tiempo. Ardeth suspiró mirando a Rick con acritud fingida.

- Vale, ya me encargo yo -dijo, mientras extraía de nuevo su puñal con gesto casual.

Agarró al tipo por el pelo forzando su cara hacia el techo, mirando de frente a las lamparas. Situó la punta de su puñal a un centímetro escaso del ojo izquierdo del prisionero y con voz muy tranquila y sosegada comenzó a hablar.

- Veo que entiendes perfectamente nuestro idioma. Ahora quiero que empieces a contarnos cosas. Si paras, tan siquiera un segundo, empezaré a cortarte trozos. Empieza por quien te envía, cuantos erais, quienes eran vuestros objetivos, donde os ibais a reunir después, quien os está esperando y cosas por el estilo. Empieza. Ya.

Ardeth miró al señor Drac con curiosidad...

- En realidad no está demostrado que el safismo fuese más que una leyenda griega. Y no nos serviría de mucho. Además de ponerlo todo perdido, claro.

 Con una sonrisa desvergonzada, respondí:

 - Bueno, todas las leyendas tienen una base de verdad, además de que no significa que no sean ciertas. Además, yo no voy a limpiar luego, así que eso no me preocupa, caballero.

 Luego, con gesto desenfadado, dejé que los demás hicieran lo suyo, mientras dejaba que el miedo del preso reposara y se preguntaba a que infierno de locos había ido a parar. Si su miedo a nosotros superaba al de sus amos, seguramente cantaría como una soprano.

Pues mientras interrogaban a aquel hombre, yo me senté de nuevo a la mesa y empecé a comer un poco de aquí y de allá, porque con tanto traqueteo, al final no había podido pasar del primer plato. La verdad es que lo que había estaba todo mi bueno. Cogí algo que parecía carne y me lo llevé a la boca, descubriendo para mi tranquilidad que efectivamente, merecía la pena.

-Oigan, todo esto es realmente bueno. Puede que sean unos asesinos pero realmente saben cocinar -comenté, siguiendo dándole bocados.

Vi a Rick y Ardeth mirar amenazadoramente a ese tipo y entonces, no dudé en hablar.

-Yo de usted empezaría a contar todo lo que sabe. Conozco a mis amigos y más de una vez no han dudado en arrancar lo que hiciese falta para conseguir lo que querían. Mire si no a mi hermana. Antes se llamaba Jack, créalo -le solté, asintiendo con la cabeza y mirando a todos con seriedad.

Y es que al menos una cosa sí que era cierta. Tanto Rick como Ardeth podían hacérselo pasar verdaderamente mal, aunque fuese solo por tener que estar sin comer durante todo el día.

-Rick, si no funciona, creo que tengo el Silent Night de Bing Crosby en mi maleta. Podemos ponérselo hasta que confiese. Éxito garantizado en menos de dos horas.

-Oigan, todo esto es realmente bueno. Puede que sean unos asesinos pero realmente saben cocinar -comenté, siguiendo dándole bocados.

 Sin dejar de mirar a nuestro prisionero, pero pendiente de lo que hacía Jonathan, comenté, con tono serio, y como quien no quiere la cosa:

 - Lo cual significa probablemente que esté envenenado.

 Era poco probable, ya que entonces no hubieran recurrido al ataque directo, pero sería divertido ver su reacción, dada la cantidad de veces que se había metido conmigo y mi nombre. Fuera cual fuera su reacción, mantendría mi semblante serio, para que no se notara que le estaba tomando el pelo.