Partida Rol por web

Bueno, al menos tenía ajo, lo que significaba que además de ir apestando por el camino, ningún vampiro hecho y derecho se atrevería conmigo. Si habitualmente bastaba con haber bebido algo de ron, con eso tendría que ser suficiente.

-Estupendo. Creo que así estaremos seguros -dije, oliendo el ajo y echándome un poco hacia atrás de lo fuerte que era.

Mientras tanto, los demás siguieron haciendo planes. Eso era lo que más me gustaba, que el resto del grupo preparase las cosas y que yo me las encontrara todas dispuestas.

Cuando nos llevaron a la choza, parecía como si de verdad fuesen a cazar vampiros porque estaba todo lleno de estacas.

-Desde luego, cuando hacen algo lo hacen en abundancia -comenté, al ver la gran cantidad que había. Después empezó a dibujar un mapa en el que se veía un pasadizo. Pero lo que más llamó la atención no fue eso.

-¿Escasa? ¿Treinta guardas? Oh, menos mal. Creía que serían cien o algo así porque si son treinta seguro que podemos con ellos, ¿verdad Rick? -comenté con sarcasmo, antes de que Rick llamase mi atención con lo de ser sigilosos -. Eeeeh, sí, sí, claro. Yo soy siempre letal, ya lo sabes. Pero lo de sigiloso se me da regular.

Allí todo era confianza y pensar que podíamos entrar y salir como el viento... pero a mí me daba que aquello de viento iba a tener poco. Seguro que se montaba todo un huracán.

Le traducen a Vernak lo que preguntáis y contesta rápidamente:

- No hay criaturras que sepamos perro las mazmorrras  son prrofundas, podrríahaberr criaturras allí. La única criaturra es el prropio Duque. 

El hombre dibuja con más detalle el pasadizo que parte del cementerio hasta las cocinas del castillo. No es largo, ya que el camposanto reposa al lado del propio castillo pero no sabe si en las criptas habrá alguna criatura.

- En el cementerrio puede haberr necrrófagos, lugarreños que se alimentan de huesos y carrne putrrefacta...

Ya os queda claro que si puede haber, claramente los habrá. Sobre los poderes del vampiro Davdak os comenta:

- El Duque tiene fama de nigrromante. Aunque nunca lo ha demostrrado. Es un buen duelista de espada y pistola, en Karnstein celebrró un torrneo con los mejorres de Hungría y Romanía, y rresultó ganadorr. La forrma de matarrlo es como ha dicho la señorra...aunque el fuego aterra a los no muerrrtos.

 Al escuchar la palabra mágica, mis ojos brillaron con una luz peligrosa, mientras sonreía con malicia:

 - ¿Fuego?. Bien, entonces necesitamos cualquier cosa inflamable que haya en la aldea: Antorchas, aceite de lámparas, combustible, alcohol de alta graduación, ...

 Hoy para la cena, había en el menú no muerto a la parrilla, seguido por vampiro asado y de postre nosferatu flambeado.

El pueblo no duda en aprovisionaros con todo lo que necesitéis para el trayecto. Caballos para desplazaros, comida y bebida, antorchas, aceite para lámparas, cuerdas y todo lo que habéis previsto necesitar para poder rescatar a la doncella inglesa y matar al Duque.

Os acompañan en el viaje Vernak y tres de sus familiares, además de Vardak y Grisha. Vernak y los suyos os ayudarán a entrar y ellos se dirigirán a las mazmorras para rescatar a los familiares allí encerrados.

El camino hacia vuestro punto de entrada es tortuoso, caminos de tierra ásperos y sin apenas rectas. Bordean la colina por la que ascendéis lentamente. El camino os lleva casi todo el día y llegáis al cementerio a un par de horas para la puesta de sol. Es un cementerio grande, y notáis que muy antiguo.

Una ligera niebla envuelve las tumbas, no hay muro como tal que lo delimite con el bosque que lo rodea y desde allí veis el castillo a unos cientos de metros. Lo único que os indica que es una entrada son unos bloques de piedra tallada que forman lo que antiguamente sería una puerta en un antiguo muro que ya no existe. En el dintel hay un texto en latín.

Mors Principium Est

Grisha os indica que es el lema de la casa Von Carnstein. Lo que deja entrever la historia de dicha familia. Vernak dice algo en mordavo y Grisha traduce:

- Vernak dice que no desperrtemos a los muerrtos...no hagamos rruido...

Bueno, la suerte estaba echada y estaba claro que no teníamos más que una alternativa: ser héroes. Eso a mí se me daba bien, sobre todo cuando eran los demás quienes disparaban y todo eso, así que animé a Rick y a Ardeth con sendas palmadas en la espalda y una gran sonrisa.

-Venga, que ya son nuestros. Esto va a ser coser y cantar.

No tardamos demasiado en recoger las provisiones e iniciar el viaje. Yo, como siempre, preferí quedarme atrás para guardar al resto del grupo, por lo que pudiera pasar. Si había alguien que sabía gritar para dar la voz de alarma, era yo. Además, eso de entrar en las mazmorras no sonaba demasiado bien y prefería dejárselo a los que estaban tan seguros de que era el mejor camino.

Sin embargo, el camino tampoco iba a ser fácil. De hecho, era tremendamente cansado, lo que me hizo resoplar durante buena parte del mismo.

-De verdad, estos castillos ya podrían estar más cerca de los poblados. ¿Para qué los construyen tan lejos? Quiero decir, que si tienes que ir a comprar algo, pues es mucho mejor si quien sea puede salir y en cinco minutos está en la tienda de la esquina, pero si tienes que coger un coche o un carro para ir por caminos como estos... en fin, yo no iría a por café.

Obviamente, no esperaba que nadie compartiese mi punto de vista, pero es que andar todo el día era verdaderamente cansado.

Tras unos cuantos uffs y offs, y "cuánto queda", por fin conseguimos llegar a alguna parte, un cementerio.

-Oh, estupendo. No hay nada como ir a cazar a un vampiro y pasar por un cementerio. ¿En serio? ¿No había otro lugar mejor por el que cruzar?

Y en verdad no estaba muy equivocado, porque al decirnos Grisha lo de no despertar a los muertos... supe que efectivamente, era mejor tener cuidado.

-M-mucho mejor, sí -susurré, tragando con dificultad y para mi sorpresa, esquivando todas las lápidas más deprisa que nadie. De hecho, tenía tantas ganas de salir de allí que adelanté a todo el mundo para llegar a los lindes del cementerio.

Era como si un huracán hubiese cruzado por allí porque antes de que nadie se diese cuenta, ya estaba al otro lado.

 Tratando de no hacer trato de cruzar al otro lado lado del cementerio sin hacer ruido, esperando que ningún muerto se levante de su tumba...

Repaso en mi privilegiada mente el mapa una y otra vez, suerte de tenerla tan fotografica que no nos hara falta nada para poder llegar hasta la zona donde esta la huesped. Aunque mi hermano no se exactamente que esta pensando, crei que intentaria quedarse atras o en un lugar mas seguro antes de entrar en el cementerio. 

Arqueo una ceja la leer el supuesto lema y casi me rio, pero mantento la compostura al desmontar coger mi arma y adentrarme en el terreno que tenemos por delante.  No se como se tomarian los muertos el despertarse por un grupo de extranjeros que vienen a destruir al Duque por ser un chico malo y secuestrar a quien no debia. 

Al entrar en el camposanto, el primero es Jonathan que se mueve tan silenciosamente como un shinobi. Luego pasa Eve que también guarda silencio, a su lado Drac que provoca algo de ruido. Contenéis la respiración pero no se escucha nada. Rick tampoco es el más silencioso pero de momento no se han despertado los muertos.

Llega el turno de los mordavos que apenas se les escucha a pesar de ir en grupo, luego le toca a Grisha con Ardeth que también se mueven de manera silenciosa pero Vardak  tropieza y pisa una lápida. Unos cuervos salen volando. Volvéis a contener la respiración llegando a escuchar vuestros propios latidos acelerándose. En ese momento mientras Vardak lamenta su mala pata escucháis el sonido de las lápidas moverse poco a poco, y a lo lejos cerca de la entrada al camposanto una mano esquelética se asoma 

Un sonido gutural se escucha a lo lejos, y escucháis pasos rápidos que se acercan hacia vosotros.  Grisha os mira a todos y dice:

- Corred hacia la entrrada...mi herrmano y yo los contendrremos...

Saca una flecha de su carcaj y se prepara para disparar al primer muerto que vea. Su hermano saca su hacha y desenfunda un cuchillo. Uno de los mordavos decide quedarse con los hermanos a ayudarles a contener a los que vengan.

La entrada del mausoleo no está lejos pero tendréis que tener cuidado. Algunos zombis o necrófagos se interponen en vuestro camino y deberéis acabar con ellos sin miramientos.

Cruzar por el cementerio no resultó tan difícil como parecía. Era como dar un paseo por el campo. Claro que después de todo por lo que habíamos pasado en Egipto, no sabía cómo se me había ocurrido que podíamos tener alguna clase de problema. Así que cuando llegué al final, me volví y extendí los brazos en señal de triunfo, como si dijese, "¿Veis lo fácil que ha sido?".

Y todo marchaba perfectamente, hasta que uno de los "osos" moldavos tropezó con una lápida. Eso hizo que me llevase rápidamente las manos a la boca para evitar hacer algún ruído, aunque ya era demasiado tarde. Un montón de lápidas empezaron a sonar por todas partes, como si alguien las estuviese empujando, y entonces una mano sin apenas carne emergió de la tierra.

Supongo que me dejé llegar por la tensión del momento y que gritar no era la mejor de las soluciones, pero eso fue precisamente lo que hice, mientras los moldavos se volvían para intentar hacer tiempo.

-No necesitas repetirlo -le dije a Grisha, volviéndome e iniciando la carrera. 

Por alguna extraña razón, al intentar correr, tropecé y caí al suelo de bruces. En ese momento pensé que había metido el pie en un hoyo, pero al volverme, vi que una de aquellas manos me había agarrado por el tobillo. Sin perder tiempo, volví a lanzar un grito y di un fuerte tirón para liberarme, mientras me ponía en pie para volver a intentar correr.

La mano salió volando por los aires y aterrizó entonces en mi cuello, agarrándome por la espalda.

-¡Me tiene, me tiene, me tiene... ! -exclamé, sin dejar de correr ni de mirar hacia atrás, mientras la mano se movía, giraba alrededor de mi cuello y alcanzaba mi rostro, obligándome a detenerme aunque no quisiera.

En esos momentos no sabía en dónde estaba ni cuánto me faltaba para llegar al mausoleo pero tenía que quitarme aquella mano de encima, así que eso fue lo que hice. Cogí la mano entre las mías, mientras se empeñaba en introducir uno de sus esqueléticos dedos en mi boca, hasta que conseguí quitármela de encima.

La maldita no dejaba de moverse.

-¿No sabes que es de mala educación señalar? -le dije, estirando el brazo y lanzándola todo lo lejos que pude -. Listo. Un problema menos.

Sacudí entonces las manos, miré hacia atrás y vi que varios esqueletos  se dirigían hacia mí, así que volví a gritar e inicié de nuevo la carrera, chocando con otro que venía por delante y cayendo al suelo, mientras la maldita mano reaparecía y comenzaba a subirme por las piernas como si fuese un escorpión.

En esos momentos, ya era imposible que dejase de gritar; mis cuerdas vocales vibraban como si fuese estuviese en la ópera, a la vez que mi cuerpo se movía igual que si tuviese un ataque epiléptico. Volví a ponerme en pie, apoyándome en el esqueleto putrefacto que tenía delante, lo tiré al suelo y al hacerlo, descubrí que detrás de él había varios más, que cayeron como fichas de dominó. Sabiendo que detrás de mí todavía venían más, comencé a saltar de esqueleto en esqueleto, pisando el cráneo de uno, la tibia de otro, atravesando una caja torácica y aplastando finalmente otra mano, mientras continuaba llevando, sin darme cuenta, la mía, a la espalda.

Finalmente, arrastrando la caja torácica de uno y todavía con la mano acuestas, logré llegar al mausoleo. Me di la vuelta, moví varias veces la pierna para liberarme del lastre, y cuando reapareció la mano, la agarré de nuevo y le rompí los dedos, lanzándolos a distancia.

-¡JA! ¡A ver cómo vuelves ahora! -dije, dándome la vuelta y sin darme cuenta, tropezando una última vez con el escalón de entrada y cayendo otra vez de bruces.

Cargaba con un rollo de cuerda, varias antorchas a la espalda, y otra en la mano izquierda. En la derecha, para evitar ruidos innecesarios, un largo cuchillo. Caminando de forma sigilosa.

Y entonces va Jonathan y se pone a gritar como un histérico. Aunque me reí, la verdad, mostró un valor inusitado cruzando el primero el cementerio. Así que no le regañe por ese gritito de mieditis. 

Me mantuvo pegado a Eve. Protegiéndola, claro. Quisiera ella o no. Pisando delicadamente el terreno reservado a los muertos. ¿Por qué siempre tenemos que hacer las cosas por la noche? Claro, mejor difícil, que podemos contar una historia épica. No se. Sentí escalofríos, pero avancé, dejando de mala gana a los mordavos darse de hostias con los moradores de más allá de la muerte.

Bueno, qué risas con mi cuñado. No se cómo lo hizo, pero nos fue abriendo camino el solo. Luchando con "La Mano", enfrentando y destruyendo hordas de esqueletos, necrófagos y zombis. Resultó un paseo. Solo tuve que patear la rodilla de uno, cortarle la cabeza a otro. Hasta me dio tiempo de recoger varias amapolas reales que crecían silvestres aquí y allá. Me las guardé en el zurrón para futuros usos. 

-Arriba, flecha plateada.-Sonriendo, le tendí una mano para ayudar a que se pusiera en pie- Qué dinamismo en tu carrera, qué arte, qué destreza en el baile con los esqueletos. Fascinante. Te puedes anotar a los próximos Juegos Olímpicos. 

 Al ver que el sigilo se había ido al garete, decidí hacer lo que mejor sabía hacer: Improvisar. Le di un patadón a un esqueleto en en todo el careto, que se había atrevido a cortarnos el paso mientras tratábamos de seguir adelante, que provocó que su cráneo saliera despedido y se incrustara contra la cabeza de un zombi, decapitándolo, al reventar su cabeza por todas partes. A continuación, con mi machete, como si fuera un granjero segando el campo, comencé a decapitar a todo no muerto que trataba de atacarnos por delante o por la retaguardia, moviéndome con una danza de muerte.

 Finalmente, cuando llegamos a nuestro destino, saqué uno de mis cartuchos de dinamita y, tras encenderlo, se lo metí por la fuerza a un no muerto dentro de su boca, mientras le decía, sonriente:

 - ¿Un purito?.

 Luego lo empujé contra el resto de horda de no muertos, mientras gritaba, a la vez que me tiraba cuerpo a tierra:

 - ¡Al suelo!.

 La explosión resultante taponó la entrada, impidiendo que más zombis pudieran seguirnos por allí. Luego me incorporé y, con una sonrisa, dije como chanza final:

 - Supongo que es cierto lo que dicen: Fumar mata.

Hubiera esperado que fuera Jonathan, a fin de cuentas a veces parecia que caminaba encima de huevos, cacharros, rompiendo lo que se le ponia por delante.

Muertos, necrofagos, momias, la verdad es que cualquier cosa que este muerta o supuestamente muerta, tenia que vivir en este cementerio y tendriamos que enfrentarnos a ellos. A fin de cuentas somos los HEROES y yo con tacones, mi hermano gritando, Rick siendo Rick. Nuestro compañero español, siendo mas destructivo de lo que podria ser mi esposo.

Ardeth se abria paso con su espada, mientras decidia unirme al lado de la puerta del mausoleo. Corria esquivando como podia, aunque tenia a mi marido abriendome camino. Uno de los decapitados se me planta delante, con sus brazos estirados para intentar coger a alguien. ¿Donde hay un gato cuando se le necesita? Le sorteo como puedo tropezando con una de las lapidas y rodando por encima, si hubiera llevado un vestido seguro que se habria visto mi ropa interior. Como una digna dama me levanto gracilmente y sigo hasta el mausoleo.

-Eso sobraba - replico tras la explosion y quitandome algo del pelo. Carne putrefacta y trozos de huesos que caen al suelo al soltarlo -¿Sabes lo que cuesta quitar la sangre o las visceras de la ropa? Deberiamos seguir, ojala no se haya enterado que hemos entrado o nos encontraremos un monton de esas cosas en el tunel.

Cuando la horda de no muertos se levantó de las tumbas, el medjay decidió implorar a Alá que le diera fuerzas para terminar con sus enemigos. 

- 'Aetini Allah alquat ligatl hawula' al'aeda - entonó Ardeth mientras blandía su cimitarra. 

Respiró hondo mientras veía como a su alrededor Jonathan corría, mientras que Rick y Drac se encargaban de repartir daño cada uno a su estilo. El primer zombi que se cruzó en su camino recibió toda la fuerza de su espada, el tajo fue de arriba a abajo partiendo al pobre no muerto en dos. 

Sintió pena por no tener a su fiel montura con él, con un caballo podría haber abierto camino hasta el mismísimo infierno. Siguió asestando golpes con la cimitarra a diestro y siniestro logrando contener a la horda de seres que os atacaban. 

Ardeth cerraba el grupo, mientras veía como los mordavos se quedaban para permitir al resto llegar a las puertas del mausoleo, justo antes de que se cerrara la puerta con la explosión que generó Drac, los despidió con una plegaria deseándoles suerte ante lo que él suponía que sería su muerte. No podrían contener a los zombis por mucho tiempo. Las fuerzas se irían apagando, y la munición agotando. 

- Que Alá el grande los proteja, su sacrificio será recordado... - murmuró mientras enfundaba la cimitarra al ver que el peligro había pasado. Miró al resto y preguntó - ¿Todos estáis bien?

En el mausoleo los mordavos que os acompañan abren la puerta que da acceso al pasadizo que os llevará al castillo, podéis ver que habían dejado guardadas antorchas y lámparas de aceite. Al menos esa parte del plan parecía estar saliendo bien.

El problema es que los mordavos restantes no sabían hablar en inglés, ya que Grisha y Vardak eran los que podían traducir. Por suerte Eve conocía la base del idioma, ya que al fin y al cabo era una variante del rumano. 

Os guían por el pasadizo que es lo suficientemente ancho y alto para que podáis caminar con soltura, incluso para la altura de Rick y Ardeth.

Tras unos cinco o diez minutos andando, llegáis hasta el acceso que os permite entrar en el castillo. Los mordavos lo hacen con el máximo silencio que pueden y logran entreabrir la puerta para que uno de ellos eche un vistazo. Os hace un gesto para que salgáis ya que no hay peligro.

La sala del castillo a la que accedéis está iluminada con velas, de manera muy tenue. No debe ser una zona de paso muy concurrida si no lo debería de estarlo mucho más.

Los mordavos os indican que aquí se separan vuestros caminos, ellos irán hacia los sótanos donde esperan liberar a los suyos que estén encerrados, mientras que vosotros debéis ir hacia las plantas superiores para liberar a la dama inglesa y matar al Duque. 

Rick llegó detrás de mí y me ofreció la mano para ayudarme a poner en pie. La verdad es que lo necesitaba. Me incorporé de un salto y me arreglé el traje lo mejor que pude.

-Sí, ¿verdad? Pues eso es solo el principio. Según lo que haya ahí dentro puede que vuelve todavía más para escapar de aquí -le dije, recuperando el aliento como buenamente pude.

Detrás de Rick llegó Drac, al que se le ocurrió sacar un cartucho de dinamita y colocárselo en la boca a uno de los muertos. No me dio tiempo a tirarme al suelo, por lo que una nube de restos de huesos y carne putrefacta me bañó completamente, tiñiendo de blanco todo mi rostro.

Cuando por fin logré abrir los ojos empecé a escupir los restos que se habían colado entre mis dientes.

-Gracias por avisar con...pufff.... pufff.... tiempo. Estamos... puff... bien, sí.

Con gesto de disgusto, me retiré los restos que todavía tenía en la cara, con algún trozo de carne que otro, y también algunos más en las ropas, y comenzamos a adentrarnos en el mausoleo.

-Voy a necesitar cinco baños antes de poder retirarme el olor... puajjj.

El pasadizo era bastante amplio y por lo que parecía, largo, hasta llegar al punto de acceso que comunicaba con el castillo. Cuando uno de los moldavos lo abrió, entramos uno detrás de otro.

Finalmente, ellos se fueron hacia los sótanos para encargarse de los suyos mientras nosotros buscábamos la mejor manera de subir. Consideraban que su trabajo ya estaba hecho y que ahora nos tocaba a nosotros hacer el nuestro.

-Bueno, y ahora supongo que habrá que ir en silencio, ¿no? -comenté, sin fijarme en que el techo era más bajo de la cuenta y golpeándome con él en la frente -. ¡¡Ouch!! ¿Pero qué hace esto aquí abajo?

Rápidamente comencé a frotarme el punto en el que me había golpeado y que no tardaría en generarme un buen chichón, mientras me tapaba la boca con la otra mano para evitar formar ruido. 

La explosión nos aturdió a todos. Cubrí con mi corpachón a Evelyn, me llevé varios golpes de cascotes y maderas rotas en la espalda y la cabeza.

-Cof, cof, cof...¿pero qué diablos? ¡Por los clavos de cristo , Drac, no era necesario!

Había sido como llamar a las puertas de infierno y avisar que llegábamos para cortarle el cuello a Satanás. Que más o menos era a lo que veníamos, claro. 

-¿Estás bien, preciosa? -pregunté, intranquilo, a Eve- ¿Y los demás? -Parecía que sí, de manera que continuamos nuestro camino a las entrañas de la obscena guarida del odioso noble. Vampiro, no muerto, demonio, lo que fuese. 

-Un baño en una bañera llena de whisky, Jonathan, y desaparecerá este olor a podrido. Eso fue lo que hice años atrás en Hamunaptra, amigo.

Bueno, cuchillo en mano, antorcha en la otra, pasamos por la zona de las velas mugrientas y moribundas. -Han llegado los héroes- afirmó, entornando los ojos y sonriendo maliciosamente, con esa gracia que me caracteriza.

Me toca ir delante, por supuesto. Gajes del oficio. 

-Chsss...Chsss...Ningún ruido -susurro a Jonathan y los demás. -Sigamos, ojos muy abiertos, atentos todos. Vamos a patearle el culo a ese bastardo y a salvar a la chica. 

 Después de oír las quejas de los dos, negué con la cabeza, con una sonrisa descarada, mientras murmuraba, en voz baja, pero lo suficientemente audible:

 - ¡Quejicas!.

 ¿unos cuantos trocitos de muerto encima y ya se lamentaban?. Pues debían de haberme acompañado en algunos de mis viajes, visitando tumbas y explorando templos perdidos.

 Con sigilo, después de separarnos de nuestros compañeros nativos, tratamos de alcanzar nuestro destino, tratando de evitar ser detectados por zombis, vampiros y otros no muertos...

Solo puedo dar un leve gesto cuando nos despedimos y suspiro mirando el resto del camino que nos queda. Esto va a ser bastante extraño sin lugar a dudas, rememoro lo que tengo en mi cabeza del plano y como podemos subir sin ser vistos. 

Aunque con el ruido del cartucho de dinamita, es de la escuela de Rick por lo que parece. Tira destruyendo y luego ya si eso preguntas algo. 

Observo las velas un segundo para ver si hay alguna corriente, eso puede ser bueno. 

-Si estoy bien Rick, nosotros vamos por alli - señalo uno de los caminos en un susurro mientras veo como la luz de nuestros acompañantes va perdiendose en la penumbra.

Al entrar al castillo los mordavos se dirigen a las mazmorras del castillo a buscar a los suyos, os desean suerte y se santiguan antes de separarse de vosotros. Puede que sea la última vez que los veáis porque tampoco saben a qué se enfrentarán en las mazmorras. Ellos irán hacia abajo pero vosotros caminaréis hacia arriba. Caminar por el castillo es fácil, aunque notáis el eco de vuestras pisadas en algún punto del trayecto hacia la torre donde os indicaron que tienen prisionera a la dama inglesa. Por suerte hay alfombras bien mullidas que silencian en parte el eco de vuestras pisadas y movimientos. 

Seguís ascendiendo lentamente y en silencio, no hay guardias en los pasillos ni en las salas que cruzáis para llegar a la torre. El silencio es sepulcral en toda esa parte del castillo. Por suerte los planos son muy precisos y eso os ayuda mucho para evitar abrir puertas donde haya gente detrás de las mismas. 

Tras unos minutos que os parecen horas debido a la tensión del momento, llegáis al torreón. Es un piso más que hay que subir, o a lo sumo dos. Desde vuestra posición podéis atisbar una luz rojiza por lo que hay una antorcha o lámpara al final de la escalera. Allí según indican los planos debería haber una puerta y detrás de ella la dama inglesa.

Podían decir lo que quisieran, pero los castillos eran los lugares más fríos de todo el mundo. Había tanta corriente que antes de soltar un resfriado ya estabas cogiendo una pulmonía. Eso sí, cuando había dinero, había también lujos. Pero aquel me parecía un castillo normalito, de los de piedra y mucho eco. Menos mal que había alfombras porque de lo contrario, hasta una mosca habría podido oírnos.

-Pufff, creo que hubiera preferido ir hacia abajo en lugar de subir -protesté en voz baja. Lo último que me apetecía era cargar mis piernas porque nunca se sabía cuándo las necesitaría para correr, y seguro que las necesitaría.

Finalmente llegamos al torreón. Al ver que debíamos seguir subiendo, resoplé.

-¿En serio? ¿Por qué no subís vosotros y yo os espero aquí... vigilando y todo eso, ya sabéis? -sugerí, sonriendo nerviosamente. 

Y no era solo porque tuviese que seguir subiendo y ya estuviera cansado, sino porque además, allí se estaba seguro y detrás de aquella puerta quién podía saber lo que había. Podía ser la mujer que habíamos venido a buscar... o cualquier otra cosa con colmillos.