Partida Rol por web

 Miré a Jonathan, con cara de pocos amigos, después de escuchar su comentario, indicando que tenía pocas ganas de acompañarnos hasta la puerta. Entonces se me ocurre algo y le dedico al señorito inglés una sonrisa sádica, mientras le respondo, con tono encantado:

 - Vale, si los zombis que dejamos atrás logran superar los escombros y subir hasta donde te encuentras, pega un buen grito para avisarnos y que te podamos oír. Haz lo mismo si te encuentras con cualquier otra cosa, aquí solo...

 A continuación seguí subiendo en dirección, dejando que el miedo hiciera efecto y sirviera como estimulante para curar a Jonathan de su fatiga.

No me gusta este silencio, es el que precede a la tormenta. No nos hemos cruzado con nadie y eso me gusta menos. Tanto como esa luz rojiza al final del pasillo.

- Jonathan - murmuro negando y mirando a mi hermano - Le vas a dar mala impresión a la dama y seguro que nuestro compañero Drac le cae mejor. Quien sabe, puede que hasta se casen en agradecimiento por su heroico rescate. 
En fin si ves fantasmas o algo grita o tirate frente a ellos haciendote el muerto. 

Me encojo de hombros y le guiño un ojo a mi marido antes de volver a mirar hacia arriba, Ultimos metros

No me creo que el señor de este castillo, noble, vampiro o murciélago, no sepa que estamos aquí. ¿Qué sorpresa nos ha preparado? ¿Por qué no nos ataca su guardia? 

La expresión de Eve dice lo mismo, idénticas sospechas. 
En los últimos tramos de escalera, cambio en cuchillo por el revólver. Me noto la frente húmeda de sudor. Es cuando Jonathan suelta una de sus gracias.

Adoro a mi cuñado.

Y más a mi esposa. 

Drac también está fino en su respuesta.

-Bueno, alguien tiene que vigilar nuestros traseros. No te duermas, Jonathan. Dependemos de ti.

Le devuelvo el guiño y la sonrisa a Evelyn. Tiro para arriba, despacio, no queremos caer en trampas siniestras.

Ardeth desenfunda la cimitarra y aguarda a vuestras acciones. Parece expectante para saber qué os espera en aquella torre, ¿estará allí el Duque? Esa es la pregunta que seguramente todos os estáis haciendo.

Por suerte para vosotros estáis todos bastante finos de oído, escucháis dos voces al final de la escalera. Una de ellas de mujer, el tono de voz denota miedo. El otro más grave, de hombre. De pronto la voz femenina grita de terror.

- ¡¡¡¡ALÉJATE DE MÍ!!!! NO QUIERO QUE ME VUELVAS A TOCAR...QUIERO IR A MI CASA...

Entendéis perfectamente lo que dice, ya que está hablando en inglés. Sin duda es la dama británica secuestrada, y con ella tiene que estar el Duque. Eso podría explicar que no estuviera atento a lo que sucedía en su castillo. Tras el grito escucháis sollozar a la dama, junto con una risa que os hiela la sangre.

- Mordavía es y será tu hogar, hasta el fin de los tiempos. Tarde o temprano entrarás en razón...y asumirás que tu sitio está aquí.

Si subís un poco las escaleras, veis que la luz rojiza se cuela por la rendija de una puerta de madera, es una puerta sólida con una cerradura de hierro forjado. No hay nada más entre vosotros y la "pareja".

Mi hermanita no necesitaba decirme que podía hacerme el muerto si hacía falta. Era un especialista en la materia y pensaba ponerlo en práctica siempre que fuese necesario. Así que allí me quedé, con mi pistola a punto. pendiente de cualquier cosa extraña para salir corriendo, gritar o disparar, aunque fuese con los ojos cerrados, mientras los demás subían.

No habían llegado todavía arriba cuando oí dos voces procedentes de la habitación de arriba, seguidas de un grito por parte de la mujer. Estaba claro que se encontraba allí

Moví el brazo para indicarle a Rick que tirase hacia delante y se diese prisa. No sabía a qué venía eso de tardar tanto en subir unos escalones de nada. Si Rick era capaz de subirlos de tres en tres si hacía falta.

-Venga, entrad ya. ¿A qué esperáis? -dije, moviendo únicamente los labios para no alertar a nadie.

Menos mal que estaba yo para empujarles, porque de lo contrario todavía estaríamos descansando tranquilamente en Inglaterra y esa pobre mujer... ¡a saber lo que habría sido de ella!

Por si acaso, allí estaba yo, protegiendo la ruta de huida, y quien se atreviese a venir... ya sabía con lo que se encontraría; con Ardeth, Drac y Rick, que estaban un poco más arriba.

Parece que al Duque le van los juegos psicológicos, ya sabia que era un capullo redomado con lo que había pasado. Me hervía la sangre que alguien estuviera haciendo algo así con una dama y más cuando yo había estado. Tuve a mi caballero de no tan blanca armadura y de origen americano que me salvo de una momia. Esa risa no me va a parar, solo es un estúpido con la cabeza llena de pájaros.

Lo que hago no me lo esperaba ni yo, me arremango el abrigo que llevo para protegerme del frío mientras subo lo que queda de las escaleras hasta esa puerta. La cerradura no me disuade y lo que hago es pegarle una patada justo en el centro para abrirla, se acabo el factor sorpresa.

-Tu engendro de mil padres, apártate de ella - replico entrando como un huracán, recortando distancia y mirándole con frialdad a los ojos, antes de lanzarle un derechazo directo a la mandíbula con toda la rabia que podría tener acumulada - Ni se le ocurra moverse de donde está o le va a tocar pensar en adoptar para poder tener descendencia. Cuando una dama dice no, es que no.

Rick es una muy mala buena influencia, me acabo de comportar como él y me ha gustado. Simplemente, le vuelvo a mirar, ahora sé que sobra, pero tengo que hacerlo. Así que le pego una patada en las nobles partes de un no tan noble hombre, gente como él no debería tener descendencia.

-Se movio 

 Veo como Eve entra como una exhalación en la habitación, antes de que podamos reaccionar, y entonces le da una patada al noble... En sus partes nobles. El violento ataque hace que un gesto de dolor se dibuje en mi rostro, mientras que instintivamente protejo a mis joyas de la familia.

 - ¡Da igual lo que sea ese tipo, eso duele!. - Digo con pesar, casi sintiendo pena por el condenado.

Meditaba acerca de la forma en la que abrir la puerta, con sigilo y habilidad se podría hacer cargo de esa cerradura Jonathan, ya que se me antojaba en exceso maciza y resistente como para derribarla sin más, cuando la delicada Eve, fustigada por el odioso comportamiento del señor del castillo, despejó cualquier duda posible.

Me giré hacia Drac, le guiñé un ojo - Esa es mi mujer. -afirmé, orgulloso- Cosas así me recuerdan que no debo enfadarla. Jamás.

Revólver en mano, entramos. Eve continuó con sus muestras de elegancia y delicadeza habituales.

-Vigilad las escaleras. Jonathan, no te duermas o te patearé el culo. Ten cuidado, la guardia debe estar al caer.

Pronto será la hora de las tortas. 

Eve entra como un huracán en la sala. De una patada, más propia de su marido Rick, abre la puerta haciendo saltar la cerradura. Se dirige hacia el noble mordavo y primero le cruza la cara con un fuerte puñetazo a la mandíbula digno de la escuela de O'Connell. Luego le exige que se separe para terminar con un golpe en las partes nobles. El Duque aguantó estoicamente el puñetazo pero la patada en los testículos lo hace retroceder.

La chica está sobre una cama con dosel, es una joven bien parecido. Piel blanca con grandes ojeras, ojos rojos de llorar que le dan cierto color a sus mejillas. Nada más veros, una sonrisa se dibuja en su cara. Se gira hacia vosotros y os implora ayuda:

- Por favor, ayudadme...sólo quiero volver a Inglaterra.

El Duque se aleja unos metros más de vosotros, posicionándose cerca de una de las ventanas de esa habitación. Se pone firme aparentando que el golpe no le hizo efecto, y podéis ver que es un hombre de metro noventa y pico. Delgado y bien parecido. Su voz es varonil, con un tono grave nada estridente. Habla en inglés, sin acento extranjero.

- Interesante. La verdad es que no contaba que me interrumpieran de esta manera, y menos una mujer. - su voz cambia y se vuelve melosa, agradable y con un tono zalamero - ¿Señorita o señora? Permítame que me presente, mi nombre es Frederick Von Carnstein III, Duque de Mordavia, Barón de Karnstein y Caballero de la Orden del Dragón. - Realiza una leve reverencia al presentarse. Luego se percata que Eve viene acompañada - ¿Ustedes son? Ella es bienvenida por su belleza, pero ustedes tengo que meditarlo, interrumpir de esta manera en castillo ajeno...

En su cara se dibuja una sonrisa, pero no es como la de la dama inglesa. Esta es pérfida, y podéis ver que sus colmillos son ligeramente más grandes que los vuestros. Llaman la atención por ser inmaculadamente blancos. 

El noble no parece tener miedo de momento. Se muestra seguro de sí mismo pero claramente a la defensiva, parece esperar a que vosotros realicéis el primer paso. No va armado, ni lleva armadura de ninguna clase. Podéis ver que lleva un traje y zapatos de corte occidental, de muy buena calidad sin duda. 

Nos hablaron de estacas en el corazón. De cortarle la cabeza, de desmembrarlo y quemarlo. Eso debíamos hacer. Esa era la intención. Miré al tipo, no era feo, no era grotesco, bien parecido, todo un gentleman.

Los colmillos le delataban.

¿Cómo diablos aguantó de forma tan estoica el patadón en su entrepierna? Me pregunté. Cualquier otro sería ya un eunuco.

Apunté con el revólver, consciente de la posición cerca de la ventana del conde. 

-Cariño, coge a la chica y salid de aquí. 

No pensé en mucho más. Abrí fuego. Quizá el plomo no le hacía demasiado daño, pero estaba harto de charlas de malditos villanos que no conducían a nada.

Recordaba a Imhotep. 

Lo que más me gustaba hacer era actuar como un simple espectador. Era como estar viendo un partido de cricket, disfrutar de los golpeos y errores del contrario, poder gritar a los vientos que eran unos inútiles y quedarte tan pancho aun cuando perdiera tu equipo, a veces incluso hasta era mejor así porque aprovechabas para comprobar que había gente bastante inútil.

Y así fue como me sentí al comienzo de aquellas escaleras. Oí la voz de mi hermanita, el golpeo de la puerta, sus amenazas, un buen puñetazo seguramente a la nariz... y todo en menos de una fracción de segundo y sin que yo corriese peligro alguno.

Así se hace, Eve.

Me pareció escuchar una voz de mujer, pero como estaba lejos no acerté a entender lo que decía. Sí que oí perfectamente el comentario del tipejo que había recibido por parte de Eve. Sin duda alguna no sabía con quién se las estaba gastando y sabiendo que Rick estaría detrás y preparado, existían muchas posibilidades de que siguiesen golpeándole.

Craso error, muchacho; craso error.

Y efectivamente, Rick no tardó en abrir fuego, lo que significaba que dentro de poco tendríamos aquí a la guardia, los que fuesen. Se había acabado el sigilo.

-¡Eeeeh... será mejor que dejéis de perder el tiempo por allí arriba y empecéis a bajar. Seguro que no tarda en llegar alguien! -dije, preparando mi revolver, temblando de pies a cabeza y temiéndome que dentro de poco tendría que usarlo, aunque prefería poder quedarme a un lado y que los demás abriesen paso.

 Mientras Rick trataba de mantener a ralla al noble colmilludo a la americana, yo traté de seguir los consejos de los lugareños y saqué un enorme crucifico enfrente de... Como se llame, ya ni me acuerdo de su nombre. Al mismo tiempo preparo un frasco de agua bendita con la otra mano, por si tengo que derramar su contenido sobre el vampiro, mientras digo:

 - ¡Retrocede, demonio, el poder de Cristo te obliga!.

 Y si Cristo estuviera muy ocupado, siempre puedo recurrir al de la dinamita, que ese nunca me ha fallado. ¡A ver si puede morder con su cuerpo hecho pedazos!.

Hombres, intentando ligar en los momentos mas insospechados y no se por que no me sorprendia, una momia penso que era su novia muerta recien resucitada. 
No voy a discutir con mi marido y simplemente ayudo a la joven a levantarse, poniendole mi abrigo por encima para irnos. Dejo que se apoye en mi para poder salir de alli, bordeando al "caballero" de nombre impronunciable, demasiados titulos y colmillos afilados. Algunos no conocen la palabra dentista, seguro que tiene alguna gingibitis por que no se los podra....¿Que tonterias estas pensando Eve?

-Tranquila hemos venido para llevarte a casa - la susurro mientras seguimos caminando. Solo falta que Drac le tire una ristra de ajos a la cara para seguir con el estereotipo - Un placer señor duque, mi amante esposo le tomara nota para que podamos tomar el te en un futuro cercano. Traiga las pastas para el acompañamiento. 

Ardeth cubría la retaguardia y fue el último en entrar en el cuarto. El Conde estaba bien "atendido" y acercarse a presentarle sus cortesías solo le hubiese puesto en la linea de fuego. Cuando Evelyn se acercó a la dama Ardeth decidió seguirla. Se retiró con rapidez su pesado abrigo y cubrió con el a la dama.

- Va a necesitar tambien un calzado decente Evelyn. Mi señora -dijo con una reverencia a la dama- poneos esto. ¡Evelyn y yo nos la llevamos Rick! Acabad con ese demonio.

El duque, tras recibir la hostia, recibe un par de disparos de Rick. Pero parece que los disparos no le afectan demasiado, aunque retrocede hasta el muro de la torre. Rick puede observar que brota algo de sangre de sus heridas, aunque no sangra como vosotros.

Luego entra Drac, crucifijo en mano y lo pone delante del duque. Esto parece molestarle más, aunque no se retuerce, pero os muestra sus colmillos de manera amenazante.

- Habéis estudiado las debilidades de los hominus nocturna...aunque no será suficiente. Disfrutaré desmenbrando vuestros cuerpos. La caza ha comenzado...

Dicho esto con un movimiento ágil se lanza contra la ventana y desaparece de vuestra vista precipitándose al vacío. Si alguno de vosotros asoma la cabeza por la ventana, puede ver una sombra negra planeando hacia el suelo. Dos alas brotan de la espalda de Von Carnstein, son alas negras membranosas como las de murciélago gigante. Además, escucháis un sonido estridente como un grito que parece emitir el noble.

A los pocos segundos podéis escuchar que en los pisos inferiores empiezan a encenderse algunas luces y empezáis a escuchar ruido de gente levantándose. El vampiro ha pedido ayuda a sus hombres, deberéis daros prisa para salir del castillo.

Escuché la exhortación a gritos de Jonathan. Sí, desde luego, tenía razón. -¡Vigila las escaleras, Jonathan!

Mi esposa y mi amigo Ardeth cuidaban de la chica. Drac y yo nos ocuparíamos del conde. O duque. O lo que coño fuese.

-¡Infiernos! -grité cuando le vi saltar y luego volar. Corrí hacia la ventana. -¡Es cierto, es un maldito vampiro! Una rata voladora. Ah, que esas son las palomas. ¡Pues un demonio con alas! -Se me heló la sangre un poco ahora que conocía que es verdad. Le disparé de nuevo hasta vaciar el tambor, si acertaba puede que su vuelo fuese errático.

-El crucifijo le hizo algo, ¿no? -Observé su vuelo. Ese pájaro se nos escapaba, aunque temía que nos lo volveríamos a encontrar. Tocaba en este momento largarse. Salí fuera de la habitación, miré escaleras abajo.

-Lo tenemos mal para regresar por donde hemos venido. Chica -me giré hacia la joven- ¿Sabes de otra salida, otro camino? -repuse las balas en el revólver, mientras le preguntaba.

Recordé que llevaba la cuerda...Tal vez, esperaba que no, necesitaríamos usarlas para escapar por los muros del castillo...