Partida Rol por web

Ella sube las escaleras delante de sus inesperados invitados. Tristán sube a la par que su dueña, en silencio, pero vigilándoos en todo momento, parece que no termina de fiarse de vosotros.

Ascendéis por las viejas escaleras de madera, notando un ligero crujido a vuestros pies con cada paso que dais. La baranda de la escalera también es de madera, bastante cuidada a pesar de verse bastante vieja. Alcanzáis la parte superior de la casa aunque apenas podéis ver nada pues está a oscuras.

Ella no tarda en dar la luz dejando ver un amplio pasillo con 3 puertas a mano izquierda, 2 puertas a mano derecha y una puerta al fondo, todas ellas cerradas. El papel de la pared del pasillo luce bastante anticuado aunque en perfecto estado. El piso del pasillo también es de madera, viejo pero también en buenas condiciones y bastante limpio.

Miró a los lados comprobando la presencia de las dos mujeres antes de continuar andando en dirección a la primera puerta (dormitorio principal).

Dirigió la mirada a Ella, la dueña de la casa. El gesto era claro: "abre esta maldita puerta". Pero no habló. Miro a la mujer con una mirada dictatorial pero no llegó a emitir sonido.

Se colocó a un lado de la puerta esperando a que la mujer abriera.

El gesto había sido claro. No parecía enfadado, ni mucho menos, pero el rostro de Morton era así, siempre parecía enfadado pero pocas veces lo estaba de verdad y casi siempre que ocurría algo acababa saliendo mal.

Ella, entendiendo la mirada de Morton, se acercó sin mediar palabra a la puerta de la habitación. Sacó una pequeña llave del bolsillo de su chaqueta y abrió la puerta. Se adentró en la habitación, dando al interruptor de la luz y haciéndose a un lado para dejaros pasar.

En la habitación hay una cama matrimonial, con una mesita de noche a cada lado. Sobre cada mesita hay una pequeña lámparilla, que por su aspecto parecen tener bastantes años. Junto a una de las paredes hay una pequeña estantería repleta de libros y figuritas. Junto a la otra pared se encuentra un tocador con un espejo ovalado sobre él, también bastante antiguo, como el resto de muebles de la habitación. A su lado hay una silla, en la cual podéis ver a una niña de unos 10 años sentada con un vestido con tul blanco y un violín descansando sobre sus rodillas. La niña permanece sentada, con la espalda erguida, e inmóvil mirando al frente. Cuando entráis en la habitación continúa en esa misma postura, obviando vuestra presencia.

Despacio sigo a Ella y la presencia de la niña me sobresalta un poco. -¿Qué hace ella aquí?

Oh! - Ella sonríe al ver a la dulce niña - No os preocupéis, no es de verdad... es uno de los robots de Uder... tan solo toca el violín. Es encantadora... ¿verdad? - dice cruzándose de brazos frente a la niña, mientras la observa con una mirada tierna, tierna como la de una madre observando a su niña pequeña.

Morton se acercó al robot y lo examinó con delicadeza. Tocó la cara de la niña intentando descifrar su lado inhumano. Una ridícula sonrisa  se dibujó en la comisura de sus labios y rápidamente se incorporó para mirar a las dos mujeres.

Como salido de un trance se acercó a las dos mujeres.

—Señora, haga lo que ha venido hacer aquí y luego habrá todas las puertas. Luego puede bajar. Pero asegúrese de que no me voy a encontrar una puerta cerrada —dijo tajante.

Se había acordado del analgésico que habían venido a buscar las dos señoras. Invitó a Ella a proceder siguiéndola por toda la estancia hasta encontrar su objetivo.

Cuando Morton se acerca a la niña, ésta vuelve su mirada hacia él. Es tan... real... Parece respirar, y sus movimientos son tan minuciosos como los de una muchacha de carne y hueso. Tras unos segundos siendo observada por Morton, ésta se dirige a él:

¿Quieres que toque para ti? - Su voz, como su cara y sus manos, es absolutamente humana.

Morton pegó un respingo. No esperaba que el invento de el viejo Uder fuera tan... ¿real?

Se giró un instante para contemplar un poco más a la niña y luego volvió la mirada a Ella, como pidiéndole una explicación. Sin esperanza de obtenerla giró nuevamente para encararse a la muñeca.

—Claro, toca para mi —llegó a decir asombrado.

La niña toma su violín poniéndose en pie. Hace un elegante gesto con la cabeza a Morton y comienza a tocar. Sus movimientos son delicados y elegantes, con su cuerpo acompaña el movimiento de sus brazos al ritmo de la música de su violín.

Se quedó embelesada mirando a la niña, sintiendo como la música la envolvía casi llevandola lejos de aquella locura. Parecía mágia. -Es increíble, realmente impresionante... Y ¿dice que la hizo su esposo?

La reacción de la niña-robot sorprendió aún más al callado Morton.

Después de escuchar un buen rato las notas del violín de la niña se incorporó mirando risueño a Ella. Se incorporó y se dirigió hacia la puerta del armario.

Un rápido vistazo volvió sobre la niña y su violín. A Morton le hacía especialmente feliz el sonido del instrumento y le sorprendía sobremanera el invento de Uder.

Tras el instante de asombro volvió el gesto rudo de Morton y volvió la plan que le había traído a la planta superior. Se volvió al armario y lo abrió de par en par procediendo a su registro.

El armario es bastante amplio, podría entrar un par de personas algo apretadas dentro de él, incluso 3 si se llegase a sacar todo lo que hay dentro de aquel viejo guardaropas. Está repleto de ropa y abrigos tanto de Uder como de Ella, ropa, que parece bastante antiquada. En la parte inferior del armario hay varias cajas de zapatos y algunas bolsas con ropa algo más vieja guardada en ellas.

Tras poneros ropas secas, decidís subir al piso superior ayudando a Jack. Uder os guía, a su ritmo, algo lento, escaleras arriba. Según subís por la escalera comenzáis a escuchar un sonido de violín:

Al acercaros más, podéis ver a Ella, Morton y Donna en una de las habitaciones escuchando a una niña tocar el violín.

La niña parece tener unos 10 años, con el pelo rubio perfectamente peinado con graciosos tirabuzones rozando sus hombros. Lleva un vestido de tul blanco y está tocando el violín con los ojos cerrados, moviéndose al compás de la música, acompañando con su cuerpo cada nota.

Tras unos minutos en el piso superior, en el que escucháis a la niña tocar el violín y mientras Morton ha comenzado a revolver en el armario de Ella y Uder, los demás llegan hasta vuestra habitación, quedándose perplejos al ver a la niña.

¿Lo que había visto en la cara de aquel hombre era ternura? La pregunta rondaba la mente de Donna mientras no levantaba los ojos de Morton. Si no se equivocaba, aquel hombre podía mantener una calma de que el otro tipo carecía por completo. Una calma que podía significar salir vivos de allí.

Se concentro una vez más, confiando en que la tranquilidad del lugar y la pequeña esperanza que había atisbado la ayudasen a ver con claridad el aura de Morton...