Partida Rol por web

Escucha - le dice la mujer al Mokolé - ¿Oyes esos gritos? Son tus soldados al ser privados de los poderes que les daban sus Perdiciones. Y además los has abandonado en pos de tu gloria personal. Eres un mal líder, abominación. No sólo has hecho malos planes sino que también has dado malos pasos. Pero no es culpa tuya. A fin de cuentas sólo eres un imperfecto engendro gaiano. Uno que será eliminado cuando la Tejedora se haga definitivamente con...

Sus palabras son interrumpidas cuando en medio del caos de disparos y gritos se escucha claramente un Aullido de Batalla de los Garou. Pronto le responde un segundo, y poco después parece como si todos los Garou de Detroit hubieran decidido unirse a la ofensiva del Mokolé.

¿Qué es esta inaceptable perturbación? - el dominio que tenía sobre las emociones de Adalid se rompe mientras su Rabia arde por todos los insultos recibidos. Mientras ella mira distraída a través de la puerta los Colmillos de Helios saltan desde su posición en el suelo y vuelan hacia las manos del Mokolé que las cogen por instinto.

Vamos a partirla en dos, compañero - dice el fiero fetiche...

Los primeros en llegar al edificio de Pentex son Kendria e Ithan, que comprueban con sus propios ojos cómo los soldados de Pentex arrasan con facilidad a los fomori, algunos de los cuales aún intentan recurrir a los repulsivos dones que sus Perdiciones les otorgaron.

Joder, menuda carnicería - gruñe Kendria

Desde otro cruce llega un Aullido de Batalla. Se trata de Ragnor, deseoso de unirse a la masacre de la corporación. Pronto se escuchan más Aullidos de Batalla cuando Taima y los demás Ancianos de Detroit toman el relevo de los fomori atacando a los soldados de pentex con garras, colmillos y todo tipo de armas que llevan encima o que cogen de los cadáveres. Ithan descubre con sorpresa que ninguno de ellos parece estar utilizando ninguno de sus Dones ni tampoco aliados espirituales, pero aún así la Rabia después de tantos meses de agachar la cabeza temerosos de las represalias de la corporación se mantiene intacta. Las tácticas de manada de los Garou resultan mucho más eficaces que los torpes intentos de los fomori para coordinarse entre sí. No hay ni rastro del Mokolé del que hablase la Corax Kaylie.

¡POR GAIA! - grita Kendria antes de unirse a la batalla...

Los Garou ya no han aguantado más y con la información que ha ido transmitiendo Kaylie se han lanzado al ataque contra el edificio de Pentex. Desde su posición elevada los dos Corax comprueban que los Garou resultan mucho más eficaces y letales que los aterrorizados e indefensos fomori de Adalid, del cual no hay ni rastro.

¿Dónde demonios está ese lagarto? - pregunta Xander...

El viaje por las alcantarillas resulta de lo más extraño e incómodo. Pese a no notar ninguna resistencia física real la densidad de la Celosía hace que la Ratkin sienta como si estuviera atravesando una masa de melaza. Los Ananasi, por su parte, no parecen incomodados en absoluto y sus arañas avanzan a gran velocidad por las tuberías. En algún momento se escuchan aullidos Garou procedentes de la superficie, pero las arañas sólo dedican un momento a escucharlos. Quizá el único consuelo sea el espíritu-rata que acompaña a Mordisco, temeroso de que algún espíritu-Tejedora lo encuentre y lo devore. Aún así se mantiene pegado a la cola de la Ratkin.

Los Garou ya están atacando - informa el espíritu - Han tomado al enemigo por sorpresa. No necesitan sus Dones cuando tienen tanta Rabia reprimida.

Los Ananasi no lo entienden o bien prefieren ignorarlo y siguen avanzando por las tuberías bajo el enorme rascacielos de la corporación. Cuando salen a la superficie lo hacen en un enorme garaje, ocupado por enormes camiones blindados de transporte de tropas que semejan bloques de acero gris con gruesas ruedas blindadas.

Varias filas de soldados están subiendo en total silencio en los vehículos de transporte observados por miles de ojos arácnidos y los rátidos de Mordisco

Los Ananasi hablan de sabotear los vehículos...

La Corax se limitó a negar, habiendo dejado atrás aquellas criaturas marítimas. Entendía lo difícil que era que estuvieran todos de común acuerdo para vencer a Pentex, pues no todos podrían entender y comprender quien era Chluithi, ni que paz podría procurar, sin haberlo visto antes. Para el resto de los Fera, eran fomori atacando fomori y nada más. -La última vez que lo vi fue antes de encontrarte, liderando el grupo hacia la torre de Pentex. Quizás si nos acercamos podamos encontrarlo.- Sugirió, no muy segura. Había visto en él, o más bien en sus armas, una fuerza distinta al del ejército que guiaba, y dudaba que hubiera caído o huido como parecía estar haciendo el resto de los fomori que seguían la voz del elegido por el Wyrm Sin Corromper.

Como despertar después de haber estado dormido al frio, o al salir de una niebla espesa a la luz; Adalid se encuentra levemente confuso pero extrañamente despejado. La rabia se cobra su precio al percibirse como un juguete en manos de la mujer y agradece el peso y el calor de los colmillos de nuevo en sus manos.

El mokolé aprieta la lanza y se abalanza sobre la mujer, con la sangre hirviendo de ira. Trata de atravesar el cuerpo de la hembra con la lanza mientras abre las mandíbulas al máximo para atraparla en un férreo bocado de las poderosas fauces.

Vamos entonces - dice Xander. Los dos Corax sobrevuelan el campo de batalla en el que los Garou y los soldados de Pentex se hacen estragos mutuamente. El grupo de fomori de Pentex sigue donde Kaylie los encontró, aún dudosos de unirse a la batalla. No parece haber ni rastro de Adalid hasta que ambos Corax ven la puerta de cristal destrozada del edificio. Al hacer una pasada pueden ver al Mokolé enarbolando esa extraña lanza dorada en una lucha a muerte contra la directora de la compañía.

Ese maldito estúpido se ha metido en una pelea que no puede ganar...

Permaneció en su forma de batalla, un crinos de pelaje plateado que ahora lucía levemente manchado de sangre de aquellos fomori que no tuvieron oportunidad contra su ataque. Se levantó en sus cuartos traseros encima de un vehículo para poder tener una mejor visión de todo lo que ahí estaba aconteciendo. Ciertamente el panorama mostraba una victoria asegurada en contra de sus actuales enemigos y la sangre comenzó a hervirle en las venas al sentir la oportunidad de sacar toda rabia guardada durante tanto tiempo, se removió ligeramente inquieto al sentir ese fervor aumentar con cada aullido nuevo de batalla.

 Movió entonces los hombros un poco y se giró para ver a sus hermanos -  Kendria … Lucas – les llamó entre gruñidos para que atendieran mientras mantenía la mirada fija en el edificio de Pentex – Entremos a ese edificio a por peces más gordos que estos fomori – prosiguió con una leve sonrisa dibujándose en sus labios para soltarse entonces un potente aullido.

• POR GAIA!!! – rugió antes de lanzarse al ataque – Y por ti preciosa, por nuestro hijo- pronunció con fervor para sí mismo, pese a todo no se había olvidado de su familia, no pretendía morir en aquel lugar, había prometido regresar pero llevaría un trofeo a casa para el final del día.

La lanza-fetiche dorada penetra por el centro de la columna de la mujer atravesándola de lado a lado. Cuando la punta sale por su abdomen la acompaña una explosión de sangre y varias asas destrozadas de intestino. Sin embargo el Mokolé ya está harto de sus burlas y sus desprecios. Sus mandíbulas se cierran como un cepo sobre su hombro. Con un par de feroces sacudidas consigue separar el tronco de las piernas y lo lanza con fuerza contra la pared. El trozo de carne hace un sonido húmedo antes de rebotar contra el suelo mientras las piernas se doblan y caen de lado.

En ese momento tres hombres-lobo en sus formas de batalla irrumpen en el edificio, mirando la escena con expresión de sorpresa.

Su aura es pura - dicen los Colmillos - No creo que vinieran en el barco...

Ithan entra en el edificio seguido de cerca por Kendria y Lucas. Las puertas de cristal están hechas añicos desperdigados por el suelo. El recibidor está empapado en la sangre procedente del cadáver de una mujer que yace en dos pedazos separados: el tronco está contra una pared seccionado a la altura de la cintura, mientras que las piernas están justo delante de la puerta. Tras ella se encuentra un gigantesco Mokolé en su forma de batalla. La criatura es tan grande que la cabeza le roza contra el techo. Sus escamas están empapadas con la roja sangre de la mujer, que cae de su cuerpo en perezosas corrientes. En sus manos lleva una extraña lanza doble hecha de oro cuyo brillo no ha sido empañado por la sangre que la embadurna...

Nadie repara en Mordisco mientras se escabulle hacia los bajos de un camión blindado. No va sola: la acompañan varias arañas que rápidamente se introducen en la caja del motor. Mientras Mordisco piensa si meterse o no a ver qué hacen escucha el sonido de unos tacones sobre el suelo de cemento.

La recién llegada es Anne Diderot, directora regional de Pentex y la mujer que mostró en aquel video la existencia de los cambiaformas (1). El jefe de los soldados se cuadra delante de ella.

Las anomalías cambiantes están siendo contenidas, pero ya han destruido uno de mis cuerpos y no tardarán en eliminar a los soldados desplegados ¿Está todo preparado?

Sí, señora. Todos los aviones de transporte están listos.

Bien. Avise de que vamos para allá. Dé la orden de que los artificieros activen las bombas nucleares. Las lanzaremos tan pronto como estemos a una distancia de seguridad.

¡Sí, señora!...

Adalid observa a los cambiantes que entran mientras recupera un poco el aliento. Entrecierra los ojos evaluándolos antes de comenzar a menguar sin ningún esfuerzo, adoptando una vez más una figura vagamente humana. Agita la dorada lanza para descartar tanta sangre como puede de la dorada superficie, y a continuación se agacha sobre las piernas sin vida de la servidora de la Araña.

- Lobos de la ciudad de Detroit. Al fin venís a plantar cara al enemigo. Pero Adalid supone que cualquiera con un aspecto diferente pueda parecer un enemigo.- Levanta los restos y esboza una sonrisa de afilados y bestiales dientes.- Un comportamiento muy en común con los pieles-suaves. Adalid entiende el miedo, pero Adalid pensó que llegaríais antes. Vuestro pueblo es belicoso ¿Quizá esperabais para ver quien resultaba vencedor? Pues aún no lo hay, y este ser es el enemigo.- El mokolé arroja la mitad del cadáver a los pies de los garou.- Adalid esperaba que todo acabase una vez muerta, pero hay algo más. Aun no se ha acabado la misión de Adalid en este lugar. Pentex aún prevalece aquí, y por tanto la Tejedora. Hay que frenar sus planes.- Es molesto no poder comunicarse en su forma original o con la imagen del Dragón, pero sin instrucciones… a saber que harán.- Hay que detener a Pentex, y destruir este lugar hasta los cimientos. Las perdiciones que vinieron conmigo ahora son inútiles. Aullad. Llamad a más de los vuestros.

Dicho esto, Adalid cambia otra vez para olfatear la otra mitad del cadáver de la hembra rubia. Quizá pueda encontrar algún rastro útil.

Ingresaron a aquel edificio con la sangre hirviendo en rabia y deseos de apaciguar esas ansias de combate que durante tanto tiempo habían retenido por el bien de los suyos, encabezando el grupo el gran Crinos plateado detuvo a sus hermanos en cuanto observó aquella escena. Bufó ligeramente mientras se erguía sobre sus cuartos traseros, con el pecho inflado y el pelo del lomo ligeramente erizado; ciertamente le inquietaba un poco ver a  aquella gigantesca bestia, nunca en su vida había visto algo así pero no por ello perdió la cordura.

 Bufó entonces observando el cadáver que les arrojaban a los pies y observó a su interlocutor con el ceño levemente fruncido, enseguida observó a sus hermanos de reojo asintiendo levemente con la cabeza – Supongo que este es el sujeto del que hablaban… Llamen a más de nuestros hermanos y revisen el lugar. -  Dio instrucciones con un leve gruñido, sabía que el mokole no le entendería y quizá sería mejor así, ciertamente se mantendría a la expectativa.

La córvida seguía a su tutor a través del cielo sobre las ruinas de los edificios y la masacre de cuerpos, intentando encontrar la figura lagartoide del llamado Adalid, y cuando por fin pudieron verlo, Kaylie no pudo evitar sentirse al mismo tiempo admirada por la osadía del Mokolé, y que realmente debía ser loco o estúpido para intentar vencer a la fomori en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

-Lo va a matar.- Dijo la joven, erizando sus plumas. -Si cae, la lanza se perderá.- Era un pensamiento no muy humanitario, pero ella había visto el poder de esas armas, y sentía que no debían permitir que tal objeto cayera en manos equivocadas. -Si cae, el resto del ejército huirá. ¡Hay que hacer algo!- ¿Debían intentar distraer a la mujer? No creía que ellos dos fueran suficientes para ayudar. -¡Hay que guiar a los Garous hasta aquí! Yo... yo podría...- Su pico chasqueaba, nerviosa. Los Corax no pelean a menos que sea para salvar la vida. Ella no era tan tonta como para sacrificarse por alguien que podía morir igual al segundo después. Pero la lanza...