Partida Rol por web

El Rokea contorsionaba su cuerpo procurando por todos los medios dificultar la lluvia de zarpazos y mordiscos que se le avecinaba. El lobo gris clavó sus profundos ojos naranjas en el flanco debilitado del pez y se lanzó nuevamente al ataque. Su corazón latía con la furia de la supervivencia y, clamando por el evocador sabor de la sangre, sus enormes fauces de Hispo se hundieron en la tierna carne del tiburón.

¡Chúpate esta, cabrón hijo de puta! - uno de los humanos aprovecha que el tiburón está distraído para ponerse a su espalda y descerrajarle un tiro de escopeta arrancando un pedazo del lomo y parte de la aleta dorsal. Otro de los humanos arremete con su lanza clavándola profundamente en el costado del pez. Otro de los humanos arroja su lanza improvisada contra el pez, pero sólo consigue que su arma rebote contra el grueso pellejo. Para cuando Larissa consigue meterse en el combate el tiburón ya está inconsciente y ha revertido a su forma de tiburón normal.

A tomar por saco - masculla la Theurge antes de hundir sus garras en las branquias del tiburón y arrancarle la cabeza.

¡Ahí hay más! - Grita Rheeta. El resto del cardumen del Rokea, cinco furiosos tiburones en sus formas de guerra bípedas, saltan al balcón para hacer pedazos a los Garou y sus aliados. Dos de ellos se lanzan sobre la manada improvisada de Vigía...

La sangre brotaba a borbotones por el lugar que en otro momento ocupaba la cabeza del tiburón. El flujo carmesí no tardó en enturbiar el agua que cubría la azotea, dotando a la escena de una atmósfera todavía más estremecedora que, con la llegada de nuevos tiburones en clara búsqueda de venganza, no hizo otra cosa que empeorar.

Aunque Vigía-del-Alma jamás hubiera visto antes una de esas criaturas, algo le decía que, pese a todo, los de su especie tenían bastantes cosas en común con ellos. El lobo se puso alerta y se preparó para plantar cara al ataque.

¡MÍO! - Aúlla Rheeta. Sus zarpas se hunden en la carne de uno de los Rokea abriendo profundas heridas en su carne. La Furia Negra aúlla de dolor cuando la piel de lija del tiburón le araña las zarpas, pero no llega a abrir la piel. En vez de retroceder, el Rokera avanza hacia Rheeta abriendo desmesuradamente la boca y cerrándola en torno a su cuello. El brutal mordisco arranca de cuajo la cabeza de la Furia, que acaba lanzada al mar.

Mientras el hombre de la escopeta dispara contra el otro Rokea abriéndole un grueso boquete en un costado. Otro de los hombres corre a por la lanza que había arrojado, mientras que los otros dos se ponen detrás de Vigía a la espera del brutal contraataque del tiburón...

Las formidables mandíbulas del Hispo de Vigía se cierran sobre la carne del Rokea. Su piel es tan áspera que le provoca pequeñas llagas en la lengua por el simple roce...

Vigía-del-Alma se lanzó con las fauces abiertas contra el Rokea herido y le asestó una dentellada en el costado. Al acto, el lobo sintió la profunda aspereza de la piel del animal, pero, aunque sintiera su lengua y sus encías arder, no dudó en hundir tanto como pudo sus dientes en la carne de la bestia acuática que se deshacía en gritos de dolor y rabia.

El mordisco de Vigía consigue arrancar un buen pedazo de carne del Rokea, que cae al suelo agonizante. Los humanos que se habían unido al lupus aprovechan la ocasión para rematarlo con sus lanzas. Mientras tanto Larissa apela a los elementales de cristal que aún quedan enteros. Las cristaleras del balcón se transforman en una lluvia de fragmentos de cristal que laceran la correosa piel del Rokea y lo lanzan por encima de la barandilla de vuelta al agua.

Las otras manadas han tenido una suerte similar pues gracias a la colaboración de los humanos y los Garou han conseguido acabar con sus presas con sólo unos pocos heridos. El resultado final es que los supervivientes han conseguido matar a cuatro Rokea y éstos a Rheeta...

Con todavía sangre de tiburón chorreando de sus enormes fauces, Vigía-del-Alma miró nervioso a su alrededor. Parecía que el resto de grupos de caza también habían conseguido rechazar el ataque de los Rokea. Eufórico y de un salto, se subió al lomo del enorme tiburón decapitado y de su garganta emergió un profundo aullido que a todos los presentes sonó a pregón de victoria.

Pronto las demás manadas se unen a Vigía-del-alma en su Aullido de Victoria. Sólo la Madre Larissa entona una lúgubre Endecha por los Caídos lamentando la muerte de Rheeta.

Escena 2 - Repercusiones

La carne de tiburón sirve para saciar el hambre y mejorar los ánimos. Incluso se han limado asperezas entre los Garou y los humanos. La lucha común reciente ha hecho que los Garou se den cuenta de lo mucho que pueden ayudarles los humanos a pesar de carecer de su fuerza y sus armas naturales. El ambiente de esa noche es festivo... salvo para Larissa. Vigía no puede evitar darse cuenta de que hay algo que incomoda a la Anciana y no es solamente la muerte de Rheeta. El lupus se da cuenta de que está preocupada de verdad cuando deja su plato a medio comer y vuelve al balcón donde se ha librado la batalla. Allí se agacha con un gruñido y mete la mano en el agua salada.

Gaia, ten piedad de nosotros - la oye murmurar...

La manada estaba eufórica. Gracias al trabajo en equipo entre Garous y humanos se había conseguido acabar con el enemigo y, además, evitar caer en la inanición. En la caza se tuvieron que lamentar bajas de compañeros, pero con el buche repleto de carne de tiburón la mayoría no le prestó mayor atención a las pérdidas. Incluso los heridos daban por buenas sus feas y sanguinolentas brechas ante la promesa de un porvenir menos incierto.

El ático comunal era una fiesta y, por una vez, se notaba harmonía entre lobos y hombres. Vigía-del-Alma estaba contento, no sólo por el triunfo y la comida, sino porque, en parte, se sentía responsable de la unión de sus hermanos. Pensó en Larissa y en el voto de confianza que había puesto sobre él al ponerle al mando de los preparativos de la caza y se sintió profundamente agradecido. Debía hablar con ella.

Después de mucho buscar entre el gentío, encontró a la anciana, taciturna, al borde de la azotea donde se había librado la batalla. El joven lobo se aproximó y tomó asiento junto a ella.

“¿Te encuentras bien, Larissa? ¿Qué te ocurre? ¡Hemos conseguido la victoria! Deberías estar feliz, como el resto de la manada.”

Estoy contenta de tener la tripa llena y eso te lo debo a ti. Pero todo acto tiene sus consecuencias y llevo toda la tarde escuchando lo que dicen los espíritus del agua. Ven, Vigía. Mete tu zarpa en el agua y escúchalos tú también.

El joven lupus hace lo que le dice su maestra e introduce su pata en las frías aguas. Entonces empieza a sentir más que escuchar lo que dicen los espíritus elementales del agua, hablando sobre "la gran mandíbula" y la venganza de los Rokea.

No sé qué es eso de "la gran mandíbula" pero no me gusta cómo suena. Y seguimos atrapados aquí, maldición. Nosotros podemos intentarlo por la Umbra, pero me niego a dejar tirados a todos esos humanos que han peleado a nuestro lado. Los espíritus del agua no nos ayudarán porque están de parte de los tiburones, y no sé hasta qué punto podría ser capaz de invocar a uno aéreo capaz de llevarnos a todos - de repente Larissa parece muy cansada - Si no se nos ocurre algo éste será el fin del camino...

Tayen arrastra a Joe a través de una Celosía tan densa como la melaza. Todo lo que rodea al Garou es frío y oscuridad, así como una extraña música de fondo. A Joe le resultaría imposible describir la canción: hermosa sin poseer belleza auténtica, rítmica y seductora sin ser cálida ni acogedora. El sonido se incrusta en su psique con una promesa de estabilidad y protección frente al caótico desorden del mundo. Es la serenidad suprema que todos los practicantes de Kailin-Do, incluyendo el propio Kai Lin, han intentado alcanzar sin éxito desde hace siglos. Sería tan fácil dejarse arrastrar por ella. El dominio definitivo de la Rabia, el fin de la Maldición, dominar...

Tayen interrumpe los pensamientos de Joe besándole con fuerza en los labios - Es la Canción Única - le dice la Nuwisha al oído - No la escuches o acabarás convertido en algo mucho peor que los ciborgs del metro...

La canción... era imposible ignorarla. Reverberó en cada hebra de mi ser, y se perpetuó por eternidades que terminaban en un parpadeo. Pero no logró tocar la parte más primordial de mi ser; incluso la promesa de la maestría del Kailindo al alcance de mi mano no logró perturbar el estanque primigenio, en calma, que está en el centro de mí. La canción no hablaba de equilibrio. Hablaba de pleitesía y pérdida de la autonomía.

¿Cómo podría llamarme Contemplaestrellas si dejo mi camino ser recorrido por una voluntad ajena a la mía? Ser un Contemplaestrellas es, en esencia, ser un rebelde. Un rebelde que, a pesar de sus fallos y de tener que retroceder para reencontrar la senda, nunca pierde la certeza de que encontrará el camino correcto. Cuando deba hacerlo.

El beso de Tayen, en cambio, sí que logró perturbar ese estanque primigenio. Que te den por culo, Tejedora. Tu poder es una ilusión. La ilusión del mundo que nos rodea.

— ¿Bromeas? Hasta preferiría escuchar a los imbéciles que ganan el American Idol que esa canción de mierda —sonreí—. ¿Debo entender ese beso como un sí?

Ya te he dicho mis condiciones, no te pases de listo - susurra Tayen - Y ahora vámonos por favor. Esta maldita cancioncita me pone de los nervios...