Partida Rol por web

Las fiestas de Nuestra Señora de Lothlorien seguían por las calles y habían munchas gentes por tos laos, abarrotando los bares y los puestos de to. Pero como Bree está en una colina llamada colina de Bree, eso quié dicir que está cuesta arriba. Y hay calles mu empinás. Y lo que pasa es que la gente va cuesta abajo jiempre que es más fácil pa to bajar que subir, y más cuando tiés el bandullo lleno de desayuno y picoteo y con el pedismo en subida. Con el pedismo en subida, uno baja por enercia, to pabajo qués más cómodo y sofoca menos, y eso en verano pos es mu normal. Mu pronto la gente bajaría por las calles en cocleta, dando tumbos como un barrilete lleno vino, asín cayéndose pabajo que va a ser una risión de velo cómo se caen asín pabajo. ¡Lo que yo le diga!

Pero no toas las calle de parriba se estaban quedando sin gente. Había una que lo contrario, que la gente hacía el esfuerzo de subila. Unos echándole cojones, a patabrava, apretando el culo. Otros, los más espabilaos, dando un rodeo, en subiendo por otras calles del pueblo que dan más rodeo pero con menos cuesta, y llegaban arriba solo con media lengua colgando.

Y los que llegaban arriba podían ver pabajo. Desde lo alto de la cuesta del Elfo Muerto uno podía ver to Bree que era un gusto mu bonico de ver, con tos sus tejaos, el bosque de Chet, el llano de Elanor abajo de to, y luego a lo lejos to el paisaje rebonico del Reino Setentrional. La cuesta del Elfo Muerto tinía varios tramos, con curvas y ostáculos, y sitios más fáciles que otros.

Los zagales solían rebolearse por la cuesta con la patineta, pero hacerse toa la calle pabajo era mu defícil sin caerse siete veces. Y como de chicos tos en Bree nos hemos tirao por ahí anque nuestras madres nos dieran con la zapatilla en el lomo, pos es una tradición muy nuestra de Bree. Asín que al final cuando hace unos años el concejal de fiestas y la junta del patronato se runieron pa darle más cosa a las fiestas y hacela más atrativa a tol mundo y que trajera más gente dafuera, que se deja los cartos, a tol mundo le pareció de muncho bien hacer una carrera de patinetas por la cuesta del Elfo Muerto.

Yo, el pregonero, no tengo mu claro qué hacían la Joputa y el Herculano subiendo con to su pedismo por la cuesta, que ya tienen una edá pa estar sentaos en la placica tomando el sol y dándole al vinate, pero no. Ellos querían romperse algo, o ver a los demás rompéselo. Que deso no falta nunca.

-...MUGÍAAAA Y MUGÍAAAAA COMO UNA VACAAA LOCAAA...- Cantaba a voz en grito la Japuta.- Y esta es la mejor estrofa, escuchad, escuchad.- continuó alegremente, mientras s'agarraba los pellejos que bien podías ser tetas y las subía y bajaba el ritmo de la canción-... Y CON LAS UUUBRES MARCABA EL COMPAAAAS... TOLÓN TOLÓN TOLONTONTÓÓÓÓÓÓÓÓN.- Girándose hacia los zagales que la subían a hombros, les canta a pocos centímetros de sus orejas, repitiendo la tonadilla.-...Y CON LAS UUUBRES MARCABA EL COMPAAAAS... TOLÓN TOLÓN TOLONTONTÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓÓN...-

Una vez arriba de la cuesta, la Japuta, tan fresca y pancha como siempre, respiró el mejor aire del mundo, el aire de Bree, pues a los pocos metros de empezarla enganchó a cuatro chavalicos y, todo sea dicho, a base de bastonazos y tirones de oreja, se la subieron a cuestas, que por algo la llamaban la Japuta. - ¡Ala majos! Ya estáis perdiendo tiempo aquí. Id a buscaros unas mozas pa estrenar encimeras. ¡¡UIX, UIX!!- Los marchó, sin dar gracias ni ná, que por algo era mu suya la Japuta, que subirla a cuestas no era pa dar gracias, sinó que era tó un honor y un placer escucharla cantar. -¡¡¡HERCULANOOOO!!! Que te nos van a quitar la carreta, jovenzuelo. Date prisa, hombre.-

….abuffff….bufbufbufbuf… Herculano subía la cuesta. Aunque la verda sea dicha, ma que subir se arrastraba enparriba. -Menomal que luego es to pabajo…que sino…- Herculano miraba parriba mientra arrastraba los pieses, de repente ejcucho a La Japuta: -…blabalabalaababa…date prisa!- Herculano levantó, con lentitu, la vista. Y vio a La Japuta. No sabía si alegrarse o echarse a llorar…¿Donde estaban las animadoras guenorras? Esas que le animaban de jovencico con las enaguas subias… De repente, su mente se fue por otro lado: -…vino…el vino de despues…- Por suerte ya estaba llegando…

Hasta yo me sofoco de subir la cuesta. ¡Por la virgen de Edoras con tos sus muertos! Hacía tiempo que no me llegaba hastasquí arriba. Pos igual que yo muncha gente, pero ahí había tanto gente de Bree como forasteros, que sabían atrevío a subir a lo alto'lacuesta porque no se criían que era pa tanto. Y por eso hay vomitonas por toa la calle, que la gente a medio camino yastaba echando to la bofa pa juera del sofoco. Que el sofoco mezclao con el vinico y la calor del verano es muncho pa los forasteros. Porque los de Bree no gomitan, que semos mu hombres y mu to.

Menos dos de los mozos cabían sio obligaos por la Japuta a llevala panriba, que estaban apoyao contra una paré echando to el colacao, los churros, las magalenas y los bocadillos de lomo y bayonesa y los litros de vino que llevaban por dentro a esas alturas, que en Bree era temprano pero los mozos mandrugan, que eso parecía el caño del Brandivino que les salía to a bocabierta con miajas de pan y churros por la naris pa juera. Y no porque la Japuta pesara muncho y el esfuerzo losubiera matao, es que daba muncho asco. Uno de ellos había tenío a la Japuta refregando to lo suyo en la nuca, y se ve que no labía gustao muncho ese olor a Japuta y a lo que tiene la Japuta entre los pliegues y pellejos. Eso no había quien lo aguantase ni juera de Bree ni en Bree ni en ningún lao.

Pero güeno, al final habían llegao y ahí estaban tos, preparaos pa la carrera. Los que parteceparían en la carrera tardarían en bajar muncho menos que lo que tardaron en subir, sobre to si no se caían na más montarse en las carretillas. Estas estaban ahí puestas esperando, pa quien las quesiera, pero algunos mozos se las traía de casa toas decorás, con brillos, alerones, ruedas to gordas, sunspensión y munchas chuminás desas que les gustan a los jóvenes, que están agilipollaos. ¡Espabila, zagal! ¡Que como las carretillas dantes ya no las hacen! ¡Que ahora te llevas un hostión y se te va al carajo la patineta en na y menos!

Las reglas de la carrera eran mu simples: no te mates. Los partecepantes ya estaban cogiendo su patinetas y poniéndose en la línea de salida pintá con tiza en el suelo. La cuesta bajaba y tinía varios tramos, rectos y con curvas, unos con escalones y otros de adoquinao, unos más defíciles y otras más todavía. ¿Y el premio? ¡Na más y na menos que una botellica de miruvor, que quita toas las penas! Licorcico élfico D. O. Imladris, cosa fina.

...ale pues....to sea por el vinico del premio...-

Esta...no...mejor esta...o aquella....aquella tie buena pintica...peor esta ta ma cerca...

Herculano de ve en cuando miraba la cuestecica...la cuestecica que ahora era pabajo...

Pos hale, ya había llegao. Ya podía empezar el concurso. No por na, sino porque Gromenauer era uno de los protagonistas de la historia, y claro, si empezaba sin que estuviesen ellos, pos vaya mierda, que nadie se iba a enterar de na y nadie iba a hacer la risión.

Con toda la agilidad que caracteriza a un enano borracho, el Sinpán se bajó de su gorrínica montura, a la que se arrimaba a donde estaban el Wilson y el Kevin Javier, los jobis que tenía contrataos para cogerle toas las aceitunas y ararle toas las tierras. Estos le habían traido a su mula, el arao, y toa la parafernalia.

Así que, mientras miraba la mula y que estaba todo en orden, dijo—. A ver, hermosos, ¿sus habéis traido tamién el orujo? Que a ver cómo aramos sin darle a la zurra.

Pos allí que andubía la Lore detrás del Gromenauer aparte de ponque le gustaba ver arar a los mochuelos ponque quíria seguir al gorrinico y asengurarse de que el nano lo trataba mien, porque el nano había ganao pero el cochinico había luchao con valentía y arrojo, y había pirdío con honor y aunque su cruz ahora fuese ser la montura del nano, siguía siendo un gran guerrero.

En desde luego que la Lore prifiría que el gorrino hubiera quedao de montura que no morío, porque se lo hubiera cumío con muncha pena y muncho pesar, y muncha salsa de arándanos.

Y por allí que llegaban y se reunían con los jobis del nano y la Lore veía su oportunidad de cuidar un poco del Chispas cuando el Gromenauer se baja de su corcel.

- Anda, Sinpán, déjamelo a mí, que yo te lo cuído, que de tos es sabío que los elfos sabemos de animales y bestias.

Y asín de paso se quitaba dencima al gambitero ese que quería saber si la Lore era más de rimas o de leyendas como el Mustardo Apócrifo Bestier ese que enscribía cosas bonicas y también cosas que daban calor a las mozas con sólo leerlas, si es que sabían leer, ponque claro, no tol mundo sabe leer, ya que leer normalmente no sirve pa ná, ponque las istruciones de las cosas siempre te las pué leer un apañero o un amigo. El poblema sólo está cuando no tiés apañeros o amigos que te puedan leer, asín que la mae de la Lore pagó al maestro de Bree pa que la enseñara a leer y no confundiera la lijía con el aceite de palma pa los bollos, aunque ahora hay un listo que dice que es igual de malo beber lijía que aceite de palma, pero ese es uno de los que acabaron en la cochiquera con su carpeta de Inspetor de Sanidá y to. Por listo.

Ya andaba la Japuta metiendo narices en las carretas. Experta mecánica de toa la vida como era, iba dando sabios consejos como "esta no tuerce ni la primera curva", "ande vas con ese manillar, que paicen los cuernos de tu padre", "vaya mierda t'has agenciao, chaval, te veo en el curandero", o el consabido y sacrosanto "en mis tiempos sí había carretas de verdá, no estás chuminás". Repartiendo patás y bastonazos a diestro y sinietro, s'iba mirando el percal como si de una generala se tratara.

La Japuta se puso a molestar pa que el Herculano podiera elegir bien una patineta o carretilla güena. Había unas cuantas, anque la mayoría de los partecipantes traían la suya propia porque las fabricaban con muncho mimo.

El Herculano revisó los cacharros como si supiera lo questaba mirando. ¡Más le valía acertar! ¿Y por qué se arresgaba a partirse la boca contra un poyete? ¡Por el premio, de seguro! La botellica de miruvor de los de Rivendel, que disquen que eso lo cura to, y pa el Chato no hay más excusa que darle al pirriaque. Lo que no se sabe es si le importaba que juera miruvor o vinico avinagrao. Pal Chato to vale si va en botella.

Asín que algunas buenas carretillas, sin saber mu bien cuála eligir:

Pero al final encontró un patin que tinía pinta de ser especial. Buen tablero, cantos bien lijaos, ruedicas equilibrás que daban vuelticas mu sueltas y mu suaves... ¿De adónde había salido esa patineta tan bien aviá? ¿Qué pueblo de Arda pudría habela fabricado? ¿Y cómo llegó a Bree? Nandie lo sabe, pero el destino había querío que el Herculano encontrara esa patineta.

Con la Japuta al lao nandie satrevió a quitarle la patineta de poder al Chato, y tampoco de quejarse por los pases mágicos que hizo pa hacerse más habeledoso. A la gente de Bree no nos gustan muncho las cosas de magos, pero de vesen cuando vale pa algo. Pa sacar los chupones en un pispás, pa que broten las mieses más rápido, pa quitarle trabajo al prasticante después dun asidente... en fin, pa cosas útiles. ¿Pero pa binificiarse uno mismo? Eso está mu mal, lo sabe todo el mundo.

Cuando tos tuvieron sus carretillas eligías, se pusieron en la línea de salida. Delante de ellos estaba el primer tramo de la cuesta del Elfo Muerto. No era la más defícil, lo peor vindría luego cuando venieran las curvas, los ostáculos y hubieran más velocidad.

Uno de Chet se acercó a la línea de salida con el patinete de su hijo, pero había algo en él que limpidió cumplir con la primera norma: ponerse en la línea.

¡Qué risión con el gordo! Tos nos riímos a bocakraken con el hostión. Tos, menos uno. De entre las sombras apareció una figura esbelta, enjuta, de calma tensa.

– Alderin esw-hal... Ríen hoy los que llorarán luego –sentenció, y se puso en la línea de salida.

¡Era Antonilien Ojo de Halcón! ¡Tony Hawk! ¡La leyenda del patinete de más allá de las Hithaeglir! Dicen que tié tanta maña con el patinete que lo monta en el río del Bosque Verde que lleva a Esgaroth... ¡como si fuera un jipi surfero! ¡Con un patinete de ruéas! Tos se quedaron pasmaos, hasta el fanegas que se había esnafrao y miraba desde el suelo.

Tony estaba muy serio. Miró a la cuesta, como si tuviera algo personal con ella. ¿Qué era? ¿Qué tinía? ¿Por qué esa mirada de resquemor?

– Va por ti, hermano. ¡Ai lendü! –al lao tinía al Chato. Lo miró de arriba bajo con incredulidá y enluego chistó–. ¡Anciano! No te quedan mucho días bajo el sol de Arda. No busques el fin antes del tiempo que se te ha dado. Da un paso atrás.

Uno de la deputación se puso en la línea y sopló un cornetín. ¡La señal pa tirar pabajo!

Los dos jobis del Gromenauer tinían to preparao.

– Señor Klander, orita está toditito dispuesto –dijo Wilson–. Pero la malparida de Jondere no quiere laburar ni un poquito, señor Klander. La mensa se tomó toditito el pisco, nomás.

La mula Jondere era como su dueño: borracha, testarúa y tenía munchos cojones. Si se empeñaba en no trabajar, no trabajaba.

– ¡Mensa mula mala onda! ¡Me vale verga que no quieras machetear, malparida! –Kevin Javier intentaba tirar de Jondere, la mula, que ya estaba aviá con tos los aparejos, pero la mu jodía no se dejaba–. ¡A puchar, hija de mil madres!

La Jondere rebusnaba y metía pezuña en el suelo, solo por joder al Kevin Javier. Las mulas son famosas por ser cabezotas y tercas, como los enanos. Por eso, la mula de un enano tié que ser más terca que toas.

Al final, dejó de resistirse de golpe y el Kevin Javier cayó al suelo de culo por linercia. Y la Jondere rilinchó pa partirse el ojete de risa del jobi.

– ¡Iaaaaa! ¡Iaaaaa! –se ría la mu cabrona. El aliento le olía a aguardiente que mataba moscas mejor que con el rabo.

Luego se puso seria tan rápido como había empezao a rír, y miró al Gromenauer con esa mirada de borracho encabronao que tién algunos borrachos cuando se encabronan, apoyaos en una barra de la tasca y tién los ojos desviaos ya. Esa mirá no dicía na güeno, to sea dicho. Taba diciendo: «Va labrar tu madre, enano».

- Ains, mírate... - La Japuta no pudo contener una lagrimita mientras arreglaba el cuello del vestío al Chato - ... si paíce que fue ayer cuando te miraban la postrata. Aún m'acuerdo cuando te pusieron tu primera dentadura postiza, y ya estás hecho tó un hombretón. ¡Qué rápido pasa el tiempo! ¡Qué orjullosa estoy!- dijo maternalmente. Y en estas que estaba ya peinando las cejas del Chato por el método tradicional de aplanao-dedo-saliva, cuando apareció el estirao elfo ese, metiéndose con su Herculano.

- Pero... si será... ¿Que de un paso pa donde? - preguntó indignada la Japuta, momento en el que sonó la trompetina de salida, pero eso no salvó al elfo de lo que aconteció endespués, y que sería recordado largamente como el "Poema d'amor japutense".

- A ti tu madre no te parió, t'ejcupió pol coño, estirao mierda. ¿Pues no tendrá huevos mi Herculano? ¿Que se tire p'atrás me le dice? ¡En tu atrás voy yo a meter mi bastón, y de lao, so jipi! ¿Qué te pasa? ¿Llevas las melenas pa taparte los chupetones que te da el burro cuando te encula? Porque pa otra cosa no sirven, trencitas. ¡Si entoavía no tiés ni barba, porque tiés to los pelos al lao del cimbrelillo p'acunar tus huevecillos chiquitines! ¡Degraciao! A ver si voy yo a tener qu'hacerte un hombre ¡Ui! ¡Qué va! Primero tendría que sacarte la higuera que tiés metía por el culo, que de tan estirao que vas que se te están saliendo las ramas por las orejas. ¡Ah, no! Que son los cuernos, sí, los cuernos porque ni tus gallinas te quieren follar. Si no tiés ni media ostia, pecho palomo, que tu no le aguantas a mi Herculano ni un asalto, abrazarboles amariconao. El día que tus padres follaron lo hicieron con desgana, y así has salío. ¡Que no tiés ni leche en los huevos! ¡El día que se t'empine habremos inventao el palillo, picha rancia! ¿Qué vas hacer con esa patineta? ¿Eh? ¿Eh? Porque de correr olvídate, a lo mucho te corren a ostias con ella. ¿Sabes pa que tienen los elfos las orejas picudas? ¡Pa pinchar las aceitunas mientras me comen el coño! ¡Anda y vete a llorar a una yegua, porque ni tu madre te ha querido bien!-

Pos no mandaba cojones la carga de leña, que con lo que le había costao llegar hasta aquí no iba a estar la mula más achispá que el enano...

Pero eso no pasaba na, porque eso no era un problema gordo. Si la mula era cabezona, el enano lo era más. Así que ni corto ni perezoso,el enano, en uno de sus brillantes planes, dijo a sus jovis—. A ver, que estáis aquí y habéis dejao que la mula se beba toas las cosas de beber. Tenéis que traer más cosas de beber pa que el bicho se mueva. ¡O si no sus cuelgo yo el arao en el lomo!

Y mientras los jovis obedecían, Gromenauer se sacó una boina de algún sitio, porque a ver cómo se es de Bree sin boina, pa empezar a azuzar con ella a la mula y decir—. Amos copón Jondere, que tenemos que arar más y mejor que el tontopollas del elfo aguao ese que huele bien, que no le gusta tirarse luego el pisto en el bar y decil que es más mejor que tos nosotros y que no tenemos ni idea de arar. ¡Con el arao le daba yo en el lomo, pa que viese lo que es arar!

Herculano no sabía ande meterse. Pero no por malo…no…sino porque tenia er pecho como el del Pitiflú. jinchao jinchao.

- Japuta…que recuerdos aquellos de cuando nos jubilamos eh…ande quedaran esos años… -

En ese momento el Antonilien Ojo de Halcón le llamó anciano….¡¡¡ANCIANO!!! Herculano se giró para contestar pero…la Japuta no pirdio ni un segundico en contestale…y menuda repuesta…

Depue de eso, Herculano poco podia hace, as¡n que decidio centrarse en la cumpeticion.

Se subio a la carretilla con un pelin, no mucha mas, maña que el gordaco de antes. Y apuntó a la curva a la vez que sacaba un vasico con un culin de vino y, cual dragón engullendo, se lo acabó. ¡Si Si! Apuntó a la curva. Directamente, si shabia de morir…que sea con estilo...

¡El cipote que le montó la Japuta al Tony! ¡Eso era pa velo! Munchas madres le taparon las orejas a sus zagales pa que no se les pegara na de to aquello, que la Japuta cuando ofende se arremanga las enaguas pa que no vuelen de la prensión. ¡Y vaya si ofendió! Sacó al Tony Jó de su insemismamiento que tinía de esos de mirar a lo lejos con la mirada de mirar a lo lejos así como que miras a ná, como recordando a saber qué y pensando fuerte. Que a lo mejor estaba en haciéndose el enteresante, pero vamos, que la trompetá de la Japuta lo sobresaltó más que el cuerno de Boromir soplao en to tu cara mientras duermes.

El Tony pegó un saltico de la impresión y se aturulló todico, que hasta le temblaba un párpado y tinía un tícs de esos y todo. Taba medio subío en su patinete y resbaló un poquico que casi cae de culo del bocinazo japutiense. Por suerte el patinete no se lescurrió por la cuesta pabajo porque entonces ya no lo volvía a ver ni la madre que lo parió.

Se enderezó con la mano en el pechito pa de agarrase el corazón que se liba a salir. Se encabronó.

– ¡Señora! –dijo, to indinao– ¡Está usted loca o qué! ¡Métase en sus asuntos, maldita sea!

Entonces miró pa la cuesta y vio a los demás partecipantes bajando ya, porque el cornetín había sonao y tos habían aprovechao pacer lo que se hace cuando suena el aviso de salida: salir. El Tony había perdío unos segundicos mu jugosos en la carrera.

– ¡Maldita sea, engendro de Utumno! ¡Apártese! –dijo, recogiendo el patinete y moviendose con una agiledad que parecía un gato cuando lechas agua fría. ¡Qué rápido que era el Tony Jó! En dos pasos se puso en la línea listo pa tirarse pabajo.

De mientras, los demás bajaban como pudían. En los primeros metros de bajada, cuatro de los diez patineros se esnafraron. A Raulito el de la Molinera se lenganchó la carretilla en la mesma línea de salida y fue de boca al suelo que eso era pa velo. Tol mundo dijo uuuuuyssss y puso cara de ascomiedo. ¡Pobrecico!

Los demás seguieron pabajo, pero solo tres metros después, el Yona, sobrino del Mantecona... sí, hombre, sí, el Sebastian Mantecona, el Sebacilla, el de la cadena de hoteles. Pos ese, pos su sobrinico cayó de culo y la patineta se lescurrió palante, y de luego patrás, que le picó en to el pato. ¡Pájaro! Este le dio de muncha risión a la gente porque las cosas de caer de culo y de hacerse daño en las partes nobles siempre son de muncha risión cuando las pasa a los demás. Y además que el Yona era de los Mantecona y los Mantecona tién a muncha gente de mala cara. ¡Que se lo tié mu creío!

El niño de la Engracia Morales, que disquen que le falta un aire o algo, había de querido partecipar y se llegó a la cuesta del Elfo Muerto a escondías de su madre, con un carrico que decía que se había hacido él mismo. En verdad era el cesto que usaba la Engracia pa llevar la ropa sucia al lavaero de abajo de San Feanor, y ni le había puesto ruedicas ni na, pero al niño de la Engracia no se le podía pedir muncho. Se deslizó lentico arrascando to el suelo, pasó por delante del Yona Mantecona haciendo RRRRRASSSSSHHHSSSSHHHHH en el empedrao, cogió velocidá, pilló una chinica del suelo, volcó y fue de cara contra una paré. Ahí tos nos riímos pero por lo bajini, porque había sido de hacerse muncho daño y daba lastimica rírse de un tontico. Pero eso tamién es por ratos, caveces con los tonticos te ríes muncho con cosas mu crueles y no pasa na. ¡Las mariconás pa la ciudad! ¿Y lo que se ríen los tonticos con tos los dientes mellaos cuando ven a los demás rírse tamién? ¡Si no les importa! ¡Claro, hombre!

Y luego llegó un guiri que se había apuntao a la carrera por risión y mucho jajaja qué cosas tienen estos del pueblo y que no será pa tanto la cuesta. ¡Pos ahí la lleva, gordaco! Se fue pal suelo pero no de boca, ni de cara, ni de cabeza, ni de culo, sino de güevada, con to la cesta de güevos por delante que sonó a crujío y to, del desgarro de las piernacas de gordo abriéndose como nunca tenían cabríse unas piernas, y por el chof que sonó eso al espachurráse con el peso del gordo. ¡Cómo nos rímos del gordo! Por guiri, por gordo y por chafarse los güevos, ¡Qué risión!

Y entre tos ellos, sin saber todavía cómo lo había conseguío, el Herculano pasó el primer tramo con otros tantos. ¡La virgen! Menos mal que ese era el trecho fácilico.

El Gromenauer tiraba de Jondere con un elfo aguao en mente. ¿Qué elfo? Por supueto, el Ismael. Ismael, en sindarin Ismaél, que aquí le dicimos el Cagapinos, porque su nombre sinifica «el que hacer brotar flores a su paso». Ismael el Cagapinos es un aguao que vive en las afueras de Bree, en una granjica en la que sistaló poco después de la Guerra del Anillo. La verdad es que al muchacho se le dan bien los cultivos, pero está un poco amariconao, que na más hay que ver cómo tié la granja, sin estiercol por el suelo, sin to lleno barro, sin pilas de capachos ni aparejos amontonaos en una esquina... to mu limpio y con las hierbas toas puestas mu en su sitio y a la altura adecuá, como si crecieran solas y a su gusto. Que parece que el Ismael ni suda ni se mancha de tierra cuando la trabaja ni na de ná, y si se despeina o se mancha de tierra siempre la tié puesta asín como que a propósito porque él ha querío de tenela asín, que tu le ves las manos y ni un callo ni deos gordos como panes ni mierda en las uñas ni na. ¡Mu sospechoso to!

Además, el Ismael trabaja un género mu amariconao también, que solo saca flores rebonicas, hierbas aromáticas, fresas gordas y brillantes y perfumaos albiricoques siempre en su punto, que cuando uno sacerca a su granja ya de lejos güele a fragancia de primavera y brisa silvestre que da asco de to. ¡Al campo se viene a joderse la espalda, sudar fuerte y estropearse las manos! ¡Y a sufrí! ¡A sufrí muncho por si llueve poco o demasiao! ¡A sufrí y a cagarse en to por la polilla, el mildiu y por la montaña de mierda que te montan las gallinas!

Ismael el Cagapinos había llegado pronto al llano de Elanor, acompañao de Crisantemo, su caballo. Crisantemo era el caballico más bonico, alegre, amable y educao de toa la comarca. Llegó dando gráciles salticos, adornao con campanillas de plata y flores en las crines, y llevando en la boca una cesta de fresas perfestas que ofreció al público. Crisantemo era un caballo que valía pa to, y algo raro tenía porque eso no era normal que los animales de granja no son tan ligeros y alegres. Que están más reviraos, cansaos y tienen mala leche, como Jondere. Crisantemo no. A Crisantemo parecía que nada le pesaba y araba con Ismael como quien pasea por el prado, sin esfuerzo ni pollas. Por algo era el caballico de un aguao.

Mientras el Gromenauer tiraba de Jondere, Crisantemo hizo una cabriolica pa maravillar a los niños, se despidió del público y se colocó el arnés del arao. ¡Y qué arao! De diseño elegante y mu funcional, mu de cevelización más avanzá, con noble madera blanca tallá por maestros artesanos y una hoja salida de una herrería élfica, era ligero como una pluma y resistente como el acero de los enanos. Tenía adornos de plata en forma de pámpanos, hojas y fruticas, y runas élficas que invocaban el favor de Yavanna y bendecían la tierra que hollaba. ¡Un arao mu maricón, pero un arao mu de calidad!

Ismael y Crisantemo se fueron pa la posición de salida. Se llevaban mu bien, y casi que el concurso iba a estar regalao. Tos lo sabían. Ismael observó al Gromenauer tirando de Jondere.

– Vamos, Jondere, buen amigo, deja que el Sinpán participe. ¡Quién sabe! Quizá el destino os favorezca y Yavanna ponga alas en vuestro arado y alegría en vuestros corazones –le dijo con amabilidad de jipi elfo. Entonces Jondere movió las orejas con alegría, dejó de dar por culo, y trotó sin más hasta el puesto de salida. Luego miró al Gromenauer con cara de que te den. Solo por joder.

Un jobi del ayuntamiento llegó cuando tos los labradores estaban en posición y sopló un cornetín. ¡La salida!

La mula Jondere hizo caso del Cagapinos, pero por ser el Cagapinos. En cuanto sonó el cornetín de salida, plantó las patas al suelo y rebuznó con to la mala leche. Pa molestar na más. De ahí no la iba a mover ni un trol, o esa era su idea.

¡Maldita mula, terca y cabezona! ¡Que no quiría obedecer al Sinpán y nus iba a hacer perder! ¡Pues si el Cagapinos es capaz de convencer a Jondere pa que se ponga en línia como si fuera a participar y luego ná. ¡Pues yo también puedo intentalo!

- Jondere, venga, bonita. Que al Sinpán le vié mu bien ganar el arao. Que hay que demostrar que los nanos también puén. Y las mulas, no solo los caballicos. ¿No quiés quedar como el mejor?