Partida Rol por web

Ludo siguió las indicaciones hasta el final. Pulsó el botón en sincronía con Nolan y el soldado y escuchó un mecanismo que le hizo entender que todo estaba saliendo según los planes de su nuevo amigo.

Justo cuando se declaró la retirada hasta el centro de control, un sonido proveniente de Andrea hizo que se detuvieran.

Con un movimiento brusco el excatedrático miró hasta su compañera para comprobar aterrorizado como un soldado de ropajes ensangrentados la tenía apresada. ¿Qué sinvergüenza se atrevería coger a una chica inofensiva a traición?

Los meros instantes en los que pensó que aquello podía acabar en tragedia provocó que la ira comenzase a acumularse en el fuero interno del ahora periodista.

Sin pensárselo, haciendo alarde de su fiereza y aprovechando su gran altura, Ludovico se abalanzó contra el hostigador con intención de que soltase a su compañera o como mínimo que ahora se centrase en él.

Me encontraba por completo concentrada en ver lo que, tanto mis compañeros como el soldado, hacían que ni siquiera escuché que alguien viniera por detrás, de hecho pudiera ser que el sonido de lo que fuera que habían puesto en funcionamiento me había impedido que pudiera estar atenta a otra cosa.

Me disponía a seguir al Rambo aquel al centro de control, donde quiera que estuviera tal sitio, cuando sentí que alguien me sujetaba con un abrazo demasiado fuerte para mi gusto, a la vez que inesperado. Abrí los ojos con sorpresa y miedo, sin ser capaz tan siquiera de lanzar un grito. Miré espantada al sujeto que me había cogido y pude ver sangre en sus ropas militares. Aquel hombre parecía estar loco, lo que consiguió que me pusiera más nerviosa aún.

Nuestro amigo el soldado que nos había ayudado no podía dispara sin temor a alcanzarme a mí, algo que en cierta forma agradecí, y al ver como Ludovico se lanzaba sin pensar hacia el tipo que me agarraba como una tenaza, vi una pequeñísima oportunidad de intentar zafarme de su abrazo. Me revolví, haciendo gala de mi agilidad habitual, para soltarme de aquella trampa, aunque el hombre me tenía agarrada con tal fuerza que no creía poder conseguirlo, y si no lo hacía en ese momento que podía estar sorprendido por el ataque de Ludo, entonces seguro que no lo iba a conseguir después.

A la de tres pulsé el botón intentando sincronizarme bien con Ludo y el soldado. No me apetecía tener que repetir la operación dada mi torpeza. Para mi consuelo funcionó y la maquinaria comenzó a moverse produciendo un sonido que inconfundiblemente señalaba que algo pesado se estaba moviendo lentamente.

Antes de que pudieramos movernos, salido de solo Dios sabe donde, un hombre agarró a Andrea por la espalda provocando que la garganta de esta emitiese un grito.

Sin pensarlo Ludo se abalanzó sobre él mientras yo intenté acercarme por la espalda aprovechando mi pequeño tamaño. No sé de donde saqué ese arranque de valentía pero mejor era aprovecharlo.

Andrea intentó zafarse de aquel tipo, pero sin éxito. La muchacha intentaba moverse en un alarde de sorpresa, pero el hombre la tenía bien sujeta. Ludovico, sin embargo, fue suficiente para derribarle, haciendo caer también a su compañera. Ni tan siquiera Nolan tuvo que abalanzarse: el perodísta le había hecho caer y estar a vuestra merced.

Fue entonces cuando el tipo armado y forzudo llegó tras de vosotros y con la base del subfusil la cargó y la hizo impactar en el rostro del tipo, ya tumbado. Tras un pequeño "crac", el tipejo quedó inconsciente con una gran brecha en su cabeza.

Vale... -habló vuestro "guía"-. Hemos activado las comunicaciones -efectivamente, el sonido de maquinaria moviéndose sobre el tejado del centro de control estaba presente-. Y creo que las máquinas de reciclaje de aire está activa. Estos botones -los que acabábais de apretar a la vez- son activadores de un circuito de "emergencias"... Ahora... uhm... -pensaba-, debemos pedir ayuda. Quizá en el centro de control haya transmisores... -cogió su arma y volvió a apuntar en derredor-. Afuera, más allá de los límites de las verjas, aún se escuchaban disparos, no tantos, pero aún existentes.

Aún excitado por el fragor de la situación, Ludovico no dudó en ayudar a sus compañera a reincorporarse.

- Por un momento pensé que de ésta no salíamos - dijo intentando sonreír mientras se sacudía el polvo.

- Caballero, no sé realmente si lo que estamos haciendo es lo correcto, pero si cada paso que damos nos lleva hasta a una salida segura, haremos lo que haga falta - miró a sus compañeros buscando su aprobación.

- Si el resto está de acuerdo, busquemos ese centro de control, pero la pregunta es... ¿a quién pedir ayuda? a ver si vamos a tirar piedras sobre nuestro propio tejado... - replicó.

El susto fue enorme cuando me en el suelo junto al desconocido que aún seguía agarrándome. Creí que no iba a salir de esa ya que yo era un blanco fácil para acabar conmigo, por suerte nuestro Rambo particular le pegó tal culatazo que no pude más que estremecerme al escuchar como los huesos de su cara se fracturaban con el golpe. Quería levantarme y alejarme de allí cuanto antes así que, al ver la mano tendida de Ludo, no lo pensé dos veces y me incorporé, mirando con cierta aprensión al tío caído.

Hasta mí llegaban las palabras del militar sin entender muy bien lo que nos quería decir, así que esperé a ver lo que decía Ludo y asentí a sus palabras como una tonta, aún bajo los efectos de la impresión que me había causado verme atrapada por aquel tío que estaba en el suelo.

—Sí, sí... busquemos ese sitio... el centro de control o lo que sea. Cuánto antes lo encontremos antes podremos salir de aquí ¿verdad? Alguien nos escuchará y nos rescatará ¿no?

El gobierno rescatará a sus científicos si aún siguen con vida -respondió el militar-. Si todo ha salido bien y hemos conseguido reestablecer la comunicación, éstos estarán ya pidiendo ayuda en el centro de mando. Seguramente algún comando militar, si es enviado, nos rescate. ¡Vamos!

Mientras avanzábais con el tipo en vanguardia, éste apretaba el gatillo hacia un lado y hacia otro. Otros tipos venían como incontrolados, a la carrera hacia vosotros. El militar los neutralizaba uno a uno. A cada lado dejó cuatro o cinco cadáveres.

Minutos después llegásteis al centro de mando. La gran puerta metálica verdosa estaba entreabierta, y os colásteis y luego la cerrásteis por dentro. Los disparos tras la alambrada del recinto eran ahora menos perceptibles. Quizás habían decaído un poco, pero la cosa seguía hostil y confusa, pues sólo había ecos marginales de ráfagas de combate.

El miilitar se giró, y os habló como en confianza.

Dentro de dos horas un grupo de aviones del ejército descargará proyectioles con el objetivo de borrar este sitio de toda existencia -dijo el militar, ahora en voz más baja-. Nadie lo sabe, sólo unos pocos. No habléis esto con nadie, pues puede crearse más alarma generalizada, si cabe. Vamos a ver quién anda por aquí... tened cuidado.

Entonces avanzásteis por la instalación. Numerosos fluorescentes iluminaban con una fila incansable los pasillos. Algunos estaban apagados o parpadeantes. Un gran pasillo os llevó a una sala circular, improvisada totalmente, pero completamente llena de pantallas, mesas de experimentos y computadores. Aquello era un centro de comunicación como el de cualquier película que hubiérais visto en vuestras vidas. En él, hasta seis hombres, algunos con batas blancas se hacinaban en los ordenadores y los aparatos de comunicación, intentando establecer contacto con alguien en el exterior (hablaban de ellos como "supervivientes del desastre"). Por el momento no lograban contactar con nadie. Nada más veros, os miraron con sorpresa.

PNJOTIZADO.

¿Pero qué diantres? -pensé, y ojalá hubiera tenido mi cámara ahora conmigo-.

Todo aquello no podía ser más que un sueño. Me sentía inmersa en medio de una película de serie B de Rambo o alguien parecido, con todos los tópicos que aparecían en dichas películas. Pero no, aquello era demasiado real y el sonido de los disparos que nuestro soldado particular lanzaba a diestro y siniestro sólo consiguieron acojonarme más de lo que estaba, más aún viendo los cadáveres que iba dejando a su paso.

Aquello era una locura y nosotros nos encontrábamos justo en su centro.

Seguí, al igual que mis compañeros, a nuestro especial guía hasta llegar al centro de mando. Por suerte desde allí apenas se oían los disparos que aún seguían sonando en el exterior. Pero aún teníamos más sorpresas por delante pues el soldado estaba contándonos algo, en tono confidencial, que seguía pareciéndome sacado de una mala película.

—¿Que van a volar esto? ¿Con toda la gente que aún debe haber por aquí? Pero ¿por qué? —Hablaba más para mí misma que buscando respuestas que, con toda seguridad, no obtendrían contestación.

Aquello se escapaba por completo a mi comprensión, aunque si lo pensaba fríamente nada de lo sucedido las últimas horas era comprensible. Desde el momento en el que nuestro coche se había parado y nos habían pedido que les acompañásemos a esas instalaciones, todo había sido extraño y surrealista.

Cuando llegamos a lo que debía ser meollo de aquel lugar me quedé paralizada a la entrada, no tanto por la cantidad de pantallas, computadoras y toda clase de chismes sino por lo que los hombres que se encontraban allí estaban diciendo.

—¿Supervivientes? ¿Desastre? Pero... —Me movía entre el miedo y el enfado y ni siquiera era consciente que estaba hablando en voz alta—. ¿Qué está pasando aquí? ¿Alguien nos puede dar de una p... —me callé el exabrupto que estaba a punto de soltar— vez una explicación?

Lo último que necesitábamos saber era que en menos de dos horas seríamos carne de explosivos. Poco a poco iba notando que las posibilidades de salir de allí con vida eran nefastas y eso que al menos teníamos al soldado de oro de nuestra parte.

Cada proyectil que silbaba cerca nuestra hacía que casi me orinase en los calzones, jamás pasé tanto miedo ni siquiera cuando mi ex-mujer dijo que igual decidía quedarse conmigo para siempre.

Cuando llegamos a aquella especie centro de comunicaciones con aire de laboratorio nuevas incógnitas se introdujeron en nuestras vidas. Andrea repetía las palabras de la misma manera que lo hubiese hecho yo, sin entender nada. Fue entonces cuando miré al soldado.

- Apuntales con un arma o algo, amenazales, si he de morir aquí, que sea sabiendo todo lo que ocurre - aferré el puño.

No estamos seguro de lo ocurrido, lo más probable es que... un momento -exclamó uno de ellos, deteníendose en vuestra presencia- ¿Quiénes sois vosotr...?

Personal del equipo de contingencia y evacuación -mintió el militar-. Han llegado varios y dos de ellos han muerto ahí fuera, intentando reestablecer las comunicaciones manualmente. Al menos han muerto haciendo algo útil. Señores -a los científicos- contadles de una maldita vez lo que ocurre para que hagan valoración -el militar miró a Andrea y le guiñó un ojo con discreción-.

El objeto caído del cielo portaba restos de la sontra terrestre Voyager II. Tras estudiarla, lo poco que se ha dejado, se sucedía una y otra vez esa cantinela: "busco al creador". Pese a este aparente error, hemos detectado en su almacenaje la existencia de enormes bancos de memoria digital. También hay señales, joder... -como asustado-, de señal eléctrica propia. Creemos que es actividad de proceso...

El científico miraba una de las tantas pantallas del laboratorio mientras contaba ésto. Tenía la mirada fija en una estructura metálica como recubierta por algo. Tras observar vosotros desde la distancia al monitor, ¡os dísteis cuenta que se estaba refiriendo a la maquinaria del centro de la base! Estaba ahora mismo a varios metros a vuestro lado, en el exterior, junto al centro de control donde estábais.

El doctor Claudio Beren ha muerto -añadió tragando saliva-. Beren estaba obsesionado con... con... -y se quedó mirando la pantalla, embobado-.

Odiaba con toda mi alma que en momentos como éste, donde estaba tan cerca de "la verdad", un grupo de cientificuchos me arruinase las esperanzas.

- ¿pero de qué diablos habláis?¡Dejaos de rodeos! - estaba claramente alterado.

- ¿Estáis intentado decir que un condenado robot de ciencia ficción está tratando de localizar a su maestro?¿Es una especie de IA millonaria de los rusos o qué? - poco a poco me acercaba a los científicos, necesitaba saber más... MUCHO MÁS.

Tanto miedo, sufrimiento y peligro debía merecer la pena, no me bastaba con experimentar todo en primera persona, necesitaba los datos completos.

Durante mucho tiempo habíamos estado persiguiendo quimeras que, a pesar de que nosotros sí creíamos en ellas, la mayor parte del resto del mundo parecía tomárselo a broma. Pero en cambio, en esos precisos instantes, aquellos científicos de aquella instalación militar de aquel lugar que ni siquiera debía salir en los mapas, nos estaban confirmando lo que nosotros tanto habíamos deseado verificar. Ese era nuestro trabajo y al que nos habíamos dedicado en cuerpo y alma.

Pero en esos momentos en los que tenía la confirmación delante de mis narices, no sabía muy bien cómo sentirme. Por una parte estaba bastante asustada, pues tanta muerte, disparo y demás no eran precisamente algo a lo que estuviera acostumbrada, eso sin contar con apenas sabíamos lo que estaba sucediendo. Pero en cambio, por otra parte... Un cosquilleo recorría mi estómago al darme cuenta que estábamos ante una noticia increíble, un hecho histórico que teníamos la suerte de vivir en primera persona, era la oportunidad de descubrir lo que había allá arriba, era... nuestra gran oportunidad, para la que nos habíamos estado preparando toda nuestra vida.

Asentí en silencio con la boca abierta a todo lo que decían. No me fijaba quién hablaba, sólo quería asimilar más información. Escuché a Ludo mostrar su extrañeza mientras se acercaba a aquellos científicos y yo, que no dejaba de obervar las pantallas, hice lo mismo.

—¿Está aprendiendo? Flipante...

¿Y es usted miembro del equipo de contingencia? -decía sorprendidísimo uno de los científicos ante el "aparente" desconocimiento de Ludovico-. Luego miró a Nolan, Andrea y luego al militar.

Dudo mucho que éstos seán personal de nada... -añadió otro, sabiendo que vosotros no érais quien decía ser vuestro "nuevo amigo"-.