Partida Rol por web

Rhona no estaba demasiado convencida de que su hermana se quedara completamente sola en una habitación, pero por lo menos la suya iba a estar suficientemente cerca para acudir en el caso de que Mary Jane necesitara su presencia.

Miró a su hermana pequeña sentada a su lado al igual que el resto de su familia, tanto la conocido como la que nunca antes había visto, y un sentimiento de compasión volvió a recorrerla. Se quedó pensativa, recordando todo lo sucedido e intentando imaginar el mundo en el que Mary Jane vivía. Salió de su ensimismamiento al escuchar las palabras del notario.

Se sentó rígida en la silla, mirando al hombre que hablaba con el gesto triste y alicaído que la caracterizaba, intentando discernir lo que se ocultaba detrás de aquella extraña lectura del testamento. Sí, esa era la palabra exacta... extraña. Rhona se removió en su silla con una mezcla de emoción y temor, si es que eso era posible, ya que en su cabeza se empezaba a formar el esbozo de una historia truculenta en la que una casa acababa devorando a sus moradores.

Se estremeció un tanto emocionada, volviendo de nuevo a la realidad, dispuesta a sacar todas las preguntas agolpadas en su garganta y que iban dirigidas al notario. Pero se quedó con las ganas. Ante su sorpresa, el hombre se fue como alma que lleva el diablo, ¿llevaba el miedo pintado en la cara? Otro estremecimiento, esta vez de temor. ¿Y si lo que había escrito el abuelo era cierto? ¿Y si aquella casa estaba viva?

Apretó los labios con fuerza, intentando mantener la calma aunque sólo fuera para que Mary Jane no se diera cuenta, aunque ella nunca parecía darse cuenta de lo que la rodeaba.

Sólo se le iluminó la cara cuando oyó nombrar la biblioteca. Sus ojos brillaron ante la idea de poder tocar, leer, oler los maravillosos libros que seguro encontraría allí. Se giró hacia su hermana mostrando una sonrisa. La primera que había mostrado desde que habían llegado.

—¿Has oído Mary Jane? Una biblioteca. Quizás encontremos cuentos nuevos para leer. ¿O prefieres ir al jardín? Aunque no creo que esa sea buena idea, hace demasiado frío y podrías resfriarte. —La miró intentando encontrar en ella algún indicio que le indicara su preferencia—. Quizás quieras descansar un poco después del viaje...

Suspiró. Sí, quizás que descansara fuera lo mejor. De todas formas Rhona tenía la intención de acercarse a ese lugar que, en su cabeza, imaginaba como mágico. La biblioteca.

—Papá, estaré en la biblioteca por si me necesitas. —Se fijó en su padre. Parecía tan cansado que el brillo en sus ojos se apagó ligeramente. Se acercó a él para darle un beso en la mejilla antes de salir de allí. Sabía que si Mary Jane quisiera ir con ella la seguiría.

Jeanne escuchó con sorpresa creciente al notario.

¿Tres sobres? Era la primera vez que escucha algo similar. Y no solo eso, sino que debían abrirse en tres fechas diferentes.

Se volvió hacia su marido Piers y le susurró-La primera sorpresa de tu abuelo fue irse lejos y formar una segunda familia totalmente aparte. ¿Esto es la segunda sorpresa que nos tiene preparados? Por que si no es así, esto no tiene sentido, es totalmente ilógico para ser un testamento. Es algo así como... no sé... como un acertijo o algo así quizás. ¿Que diferencia se supone que hay entre hoy y mañana para que cada uno de esos sobres se tenga que abrir en estos dos días y no se puedan leer los dos a la vez?

Vio con incredulidad como el notario se levantaba y abandonaba la sala rápidamente. Se volvió y llegó a tiempo de verlo cruzar la puerta y desaparecer.

-No entiendo nada. Nunca he visto ni oido nada igual-dijo en un susurro, para sí misma.

La gente comenzó a levantarse, a comentar, a mirarse sorprendidos unos a otros. Miró a Piers descolocada, sin saber que hacer. Y, en ese momento, escucho la voz de su hijo junto a ellos.

-Claro, Harold. Nos vemos en la cena-le contestó ante su propuesta de salir al exterior. Lugar al que ella tenía ganas de ir y explorar, pero conocía a su hijo y, si ahora quería tener un momento de tranquilidad y soledad, no sería ella la que lo molestase con su presencia. Igual debió pensar su querido Piers, ya que eligió ir en busca de aquella sala de música. ¡Como la conocía su marido! Le sonrió, complice, y asintió-Vayamos, sí. Creo que nos vendrá bien salir de esta habitación un rato.

La lectura del testamento, de su primera parte, le había sorprendido para bien.

Nunca pensé que padre tuviese ese sentido del humor - comentó sin dirigirse a nadie en particular - Jajajaja. Seguro que mañana se aclarará todo.

Comió y tomó un par de vasos de vino mientras charlaba sin profundizar tanto con sus familiares como con su familia pegada. Mucha gente nueva, mucha gente que llevaba sin ver demasiado tiempo. Le apetecía guardar un recuerdo.
Se fijó en todas las mujeres mientras iba descartando opciones.  Eleanor tenía un rictus demasiado serio para que fuese fácil pintarla bella. Elizabeth Knight era sin duda un objetivo mejor, pero su marido no se separaba de ella lo cual haría del trabajo algo bastante incómodo para lo que le gustaba a Dougal. ¿Jeanne? Jeanne tenía una mirada diferente. Se notaba cierto aire de bohemia en su rostro y eso siempre acababa reflejado bien en tonos pastel. Pero tampoco quería entrometerse en esa pareja.

¿Y las Alistair? - pensó - Han cambiado en estos años...

Su cuñada Meghan no había cruzado palabra con él apenas en el viaje. Y a él no le apetecía charlar con ella. Inevitablemente acabarían hablando de Duncan y todavía le dolía su perdida demasiado. Rhona y Mary Jane salían hacia la biblioteca. 

Qué bella melena la de tu pequeña, Malcolm - le dijo a su hermano mayor - Se empieza a parecer mucho a Mary Ann. ¿Cuántos años tiene? 

En ese momento vio a un joven que no conocía. Alto y atlético, con un aire quizá melancólico. Era muy atractivo. La sensación que tenía Dougal en ese momento le era extraña. No le incomodaba, pero la sentía ajena. Nunca había notado la necesidad de pintar a un hombre, al menos no como aquel día.

- Madre, me gustaría tomar un poco el aire. Padre.- dijo el joven antes de  dirigirse al jardín.

- Le acompaño joven. ¿Es usted nieto de mi padre entiendo? - le dijo Dougal mientras seguía en dirección al exterior con una copa de vino blanco en la mano. 

Las piernas de Arthur se balanceaban en el aire sentado en la alta silla del comedor donde todos se habían reunido a escuchar la lectura del testamento. Aunque ya se sentía mejor, el silencio de su madre desde la llegada a la mansión había agravado la timidez propia del chico y rehuía constantemente las miradas de aquel variopinto grupo de desconocidos que pululaban por todas partes.

Sin embargo no podía evitar sentir curiosidad y fijarse en pequeños detalles de cada cual: las grandes patillas y el ceño fruncido de Ebenezer, las severas cejas de Charles, los delicados bucles dorados de Rhona, las marcadas ojeras de Johan... por todos paseó su mirada infantil y curiosa y de todos apartó la vista, sintiéndose al fin mareado y confuso.

Y la lectura del notario no calmó el ambiente. A Arthur le pareció un juego digno de un gran relato de misterio y se sintió orgulloso de que su abuelo lo hubiera creado. En ese momento le invadió la pena por no haberlo podido conocer nunca, y como un pensamiento lleva a otro, el recuerdo de su padre fallecido recientemente fue tan vivo por un instante que una lágrima afloró entre sus pestañas oscuras.

Apretó el puño buscando la mano consoladora de madre pero solo asió el vacío, así que se dejó caer de la silla y caminó sin rumbo fijo por el gran salón, sin despertar el interés de los mayores ni molestarlos en sus conversaciones. Solo buscó una puerta, pasó bajo ella y siguió avanzando hasta dar con una gran escalera, subió un tramo de peldaños y al girar el primer recodo descubrió que allí el ajetreo del salón y los pasillos parecía más lejano y la gran casa se hacía más presente, así que tomó asiento y llenó con fuerza los pulmones un par de veces, recuperando el aliento, jugando con su mano entre los grandes balaustres de madera.

Harold se detuvo un momento cuando Dougal se dirigió a él. Entre toda aquella gente que parecía ansiosa por la herencia aquel tono de voz, por algún motivo, le pareció amable.

- Me temo que aquí todos somos familia. El abuelo tenía un curioso sentido del humor por lo que veo. Juntar a todos aquí con tan críptico testamento. ¡Vaya ocurrencia! Mi nombre es Harold, por cierto. - dijo tendiendo la mano mientras levantaba otra para llamar a un camarero - Creo que también me llevaré una copa. Con vino igual puedo entender mejor este evento.

Se despidió de Rhona con un beso en la mejilla, y dio otra calada a su pipa.

- ¿Puedo sugerirles tomar el té, caballeros? - preguntó a Ebenezer y a Charles Knight. - Seguramente Edward puede traernos, ¿verdad?

Malcolm invitó a los presentes a sentarse junto a él.

- Tengo una buena hija. Es buena y responsable. No quiero ni imaginarme cuál hubiera sido mi sensación de no haberla visto crecer. Y sin embargo, yo crecí sin la figura de un padre.

Dio otra calada a su pipa, y esperó a que el mayordomo trajera el té.

- John Francis Knight era mi padre sólo porque todos tenemos un padre. No mostró nunca estar interesado en ello. Opino sinceramente que de hecho, ni siquiera me quería. Nos sorprendimos muchísimo al conocer a la rama Knight de la familia, por supuesto. Y tampoco noté en él jamás el extraño sentido del humor del que ha hecho gala en este testamento. Coincidirán que no es muy usual.

Se recostó sobre su asiento.

- Si bien no soy un hombre académico como ustedes, sí me considero un hombre de mundo. No puedo evitar leer entre líneas este extraño caso. ¿Sabría que nos juntaríamos en Navidad, en Año Nuevo? ¿Creen ustedes que tal vez quisiera reconciliar ambas ramas de familia...?

Su mirada divagó por unos instantes.

- Nono, no me malinterpreten. Por mi parte no hay agravios, ni mucho menos. Si bien algunos opinarán de mí que soy escocés, me siento orgulloso de serlo. Pero primero soy británico. Y ante todo, ustedes son mi familia también. Entiéndanme, ya he visto suficientes rencillas y guerras en el mundo como para necesitar otra por esta casa. Estoy convencido que era la voluntad de padre juntarnos para conocernos un poco más y así limpiar su conciencia. En mi humilde opinión, desde luego. ¿No creen?

- Por supuesto, señor. Dos criados se quedarán aquí permanentemente y les traerán todo lo que necesiten de las cocinas. 

La puerta del Gran Comedor que se abría repetidamente para volver a poner mantelería y tazas de te para todos, dejaba paso a una escalera inferior que sin duda daba a las cocinas y a las habitaciones de la servidumbre. 

Lo siento, no bebo té una vez pasadas las cinco. Ustedes que son jóvenes todavía pueden hacer lo que quieran, pero como yo me tome una sola taza ahora pasaré la noche en vela. Con su permiso me voy a servir ese brandy del que llevo hablando toda la noche y que nadie me ha servido, a ver si me calma los nervios. A ciertas edades lo primero es la salud.

Miró al mayordomo con desdén y se levantó lentamente para ir a la zona del bar. Allí miró detenidamente varias botellas. Algunas levantó suavemente para ver su contenido a contraluz, y otras destapó para oler su aroma. Finalmente encontró una que le agradó lo suficiente, y se sirvió apenas un dedo del licor en una copa.

Charles ¿Dijiste que también querías un poco de brandy o has cambiado de opinión y prefieres el té?

En caso afirmativo le sirve una copa. Tras el ritual, con el bastón en una mano y la bebida en la otra, camina lentamente hasta una silla cercana a la chimenea.

Me temo que hace tantos años que no veo a mi hermano que no tendría sentido que yo hablara de su personalidad. No creo ni que usted hubiera nacido la última vez que le vi. Pero si no es una broma, ¿qué va a ser? ¿De verdad piensan que mi hermano era el guardián de la mansión, y que ésta está viva y esperando para acabar con nosotros?

 Abandonado por su tío, decidió cargar contra su padre:

 ¿Ahora me vas a hacer de padre? ¿Tú, de verdad? A buenas horas...

 Se acercó al más venerable de los allí presentes, el señor Ebenezer.

 ¿Ha dicho algo de un brandy? Creo que es el momento de celebrar algo. No sé si el testamento del abuelo es serio o jocoso, pero sí sé que habla de poder... mucho poder... y también que la casa elegirá, así que podemos ser cualquiera de nosotros, no el mayor o el que tenga más derechos dinásticos, ¿no?

 Tomó una copa de las ofrecidas por el mayordomo y la apuro de un sólo trago, devolviéndosela para que la rellenase.

 Tcho tcho... tosió un poco La casa elegirá....

Las palabras de Conrad eran hirientes, pero Murron ya estaba acostumbrado.

-No lo consideres como unas palabras de tu padre, si no quieres. Considéralas como las de alguien que ha cometido muchos errores, y te advierte de ello. Pero bueno, quizás también es ya demasiado tarde para eso. Haz lo que quieras muchacho...

La tensión era uno de los peores enemigos del alcohólico, y ver esas copas de vino en la mesa, y el brandy que comenzaba a circular, era demasiada tentación para Murron. Se levantó de la mesa dispuesto a marcharse.

-Creo que iré a tomar un poco el aire. Que se diviertan tratando de descubrir el sentido del testamento.

Sin más, se encaminó hacia el jardín. Murron no tenía ni idea de las intenciones de su padre con aquel macabro y extraño juego. Le inquietaron las palabras. ¿Había perdido la razón?¿Era realmente tan cruel para jugar con ellos de esta forma? Si lo había sido abandonando a toda una familia, bien podría serlo. No obstante, en el testamento afirmaba que entenderíamos el por qué de ese abandono. Sea como fuere, mañana se empezaría a desvelar el misterio.

 Adios, padre.

 Se despidió irónicamente de Murron sirviéndose un segundo Brandy que, esta vez sí, se dispuso a degustar más lentamente.

 ¿Qué hay qué averiguar? La casa elegirá. El testamento lo dice claro. La casa elegirá a su siguiente guardián. Yo estoy convencido que la casa elegirá aun buen dueño: joven, guapo, con capacidad para darle vida a esta mansión....

 Una vez más, rió sólo de su própio chiste sin que nadie más se animase.

Terminada la lectura del testamento Eleanor compuso un gesto serio y formal. Al principio dudaba, preguntándose mentalmente si sería que no entendia nada porque su educación, como mujer, le había prohibido el conocimiento de las leyes y sus entresijos. Pero luego se dio cuenta, al ver las caras del resto que no era ella sola, los demás tampoco entendían nada. Incluso despues de que aquel hombre, el abogado ya se hubiera, fue incapaz de levantarse del sitio. Las implicaciones de lo que se había leído iban más allá de un tema de herencia. Aquella primera carta significaba que, al menos esta noche, todas las personas que estaban allí tendrían que seguir juntas. El momento de la cena, de repente, se le antojaba muy complicado. Era poco probable que las tensiones que ya se sentían, se relajaran con un juego de charadas como se haría en cualquier otro festejo de clase alta.

Cuando sintió que su hermana le indicaba que se marchaba, asintió distraída tanto a ella como a su marido.  

-Me quedaré aquí por si la gente necesita algo de mí. Será más fácil localizarme- 

Y así fue cómo acabó en el comedor con un grupo de lo más variopinto. Tanto su padre como el tío Ebenezer eran algo a lo que estaba acostumbrada. El caballero de aspecto serio y apellido Alistair, parecía un hombre que entendía cuáles eran las reglas sociales y estaba dispuesto a seguirlas. A Eleanor le parecio correcto y educado y su exposición de sus puntos de vista la tranquilizó enormemente, ya que ella pensaba de manera muy similar. 

En cambio el joven que antes había llamado la atención de todo el mundo, a ojos de Eleanor, seguía en la misma línea en la que empezó. 

Por fin, viendo que no era correcto que siguiera sentada por más tiempo, Eleanor se levantó y se acercó hacia la mujer  que había permanecido, como ella, en el comedor

-¿No desea tomar nada, querida? Seguro que el viaje ha sido muy largo. Si no un té, ¿quizas podamos ofrecerle un poco de limonada?-

Charles agradeció el brandy que le ofreció su tío y se dispuso a tomarlo en sorbos medidos, disfrutando de cada gota que acariciaba su garganta. Sin embargo, aunque rechazó de manera cortés el ofrecimiento de té, si aceptó sentarse con Malcom Alistair. La presencia de Eleanor allí era reconfortante, entre la incómoda presencia de los flamantes familiares escoceses y las formas de su tío, eso no podía negarlo.

Escuchó el debate que se iba produciendo acerca del testamento, y decidió aventurar otro posible enfoque.

- Tal vez cuando padre habló de que decidiese la casa pudo haber querido decir que decidieramos todos los que formabamos parte de ella, o los que lo hacemos ahora, según su voluntad, quiero decir. No le encuentro ningún sentido de otra forma, porque es imposible que una casa tenga vida, y menos aún algún poder de decisión. Eso reforzaría su idea, Mr. Malcom, de que tal vez su intención fuera unir a las dos ramas de la familia que había formado. Con guardián se habrá referido a guardián legal, claramente.

Debo confesarle, sin embargo, y sin ninguna animosidad, que la idea de que esta casa pueda terminar en otras manos que no sean las mias me produciría un fuerte rechazo. No es nada contra ninguno de ustedes, es sólo que pasé mi infancia aquí, y que su sola presencia es un shock del que no termino de reponerme. Con esto no quiero decir que desconozca sus pretensiones legales, porque se corresponden a la legislación y si me llegara un caso igual no dudaría de su veracidad. Esto es algo mas...  personal, no quiero dejar de decirlo.

A lo que aún no puedo encontrarle ningún sentido es a la frase donde dice que "él" buscó a sus familiares, según mi interpretación, para matarlos. ¿Pensaba el viejo que las distintas muertes que se han ido dando en nuestras familias tenían un factor común? Creo que las desgracias que han acosado a ambas lineas de su sangre lo habían afectado demasiado.

Charles suspiró y observó el retrato de su padre, como si de un momento a otro pudiera bajar de la pintura y comenzar a dar explicaciones. Tal vez el segundo sobre les diera las respuestas que estaban esperando.

Debía estar allí. Se lo debía a su difunto marido Duncan. Se lo debía también a su hijo. Algunos la podrían considerar como alguien ajeno a la familia pero su hijo era tan legítimo como el resto. Y eso le llevó allí, hizo que el largo camino en carromato no le importase. Hizo que encontrarse con algunas personas que no conocía o no demasiado no le importase. Debía estar allí.

En aquel lugar se leería el testamento. El viejo Knight tenía un humor extraño o algún extraño motivo para hacer lo que hizo. El testamento sería leído por partes, varios días, coincidiendo con siglos distintos. Cualquiera diría que eso sería lo más extraño del testamento. Nada más lejos, éste decía que la casa estaba viva, que quería un guardián. Un lugar peligroso pero en el que debía seguir por su difunto esposo y su hijo.

Su hijo. Se había quedado pensativa al oír el testamento, no se dio cuenta cuando su hijo buscó su mano para obtener calidez. Pero el ruido de la silla al levantarse la despertó de sus pensamientos.

-Ten cuidado, cariño, no conocemos este lugar. Puede ser peligroso.

Siguió a su hijo por las escaleras.

-Discúlpenme, caballeros, señora, tengo que irme- dijo al irse. No provenía de una alta alcurnia pero había aprendido a ser educada con los demás.

- Yo tendría cuidado con lo que dijera de ser tú, sobrino. Ya se ha hablado de muertes esta noche, y esta casa esta llena de muertos de hambre que jamás se habían visto en una situación como ésta.

Eb se reclinó sobre su asiento y dio un sorbo de su brandy. Lo agitó lentamente mientras miraba a sus familiares presentes, y a los miembros de la otra familia.

- Si yo fuera a matar a alguien para asegurarme la herencia, tú serías el primero. No que lo vaya a hacer por supuesto. Soy demasiado viejo para ponerme a planear asesinatos, y la verdad es que la casa no me interesa, ya pasé suficientes años en ella y no pienso pasar los pocos que me quedan otra vez encerrado aquí. Si he venido es para asegurarme de que no caiga en malas manos. Y viendo el aspecto de la mitad de los que han venido, veo que no me he equivocado. Sin intención de ofender, Malcolm Alistair, de momento me parece de los más tolerables.

Movió la copa hacia el frente, como fingiendo que brindaba y volvió a dar un sorbo de su bebida.

- Como iba diciendo, ya se ha dicho que la casa estaba encantada y podían morir personas. Si yo fuera alguien con muchos años por delante y sin nada que perder, aprovecharía esta noche para quitarme de encima a todos los que me pudieran entorpecer la herencia. Personalmente, y especialmente después de lo que acabas de decir, si fuera tú yo me aseguraría bien de cerrar mi puerta con llave esta noche.

Tras su discurso, el anciano sonrió mostrando una hilera de dientes amarillentos por la edad, sin dejar del todo claro si estaba en broma o no. Quizás acabara divirtiéndose con aquello si conseguía asustar a uno o dos familiares.

La puerta que daba a la escalera de la cocina se abrió una vez más para que Edward les dijera: 

- La cena estará lista en una hora, señores, por si desean tenerlo en cuenta a la hora de organizar sus estómagos. Pueden permanecer en las butacas cómodas de la ventana mientras vamos preparando la mesa. Gracias

Murron Alistair ya había salido al exterior, así como Meghan hacia las escaleras. 

Eleanor se sorprendió cuando, sin haber terminado de ofrecerle a la mujer un refrigerio, ella se disculpó e hizo intención de levantarse.
No era un comportamiento que esperase, por más que aquella mujer expresara el motivo de su acción. Para Eleanor esa manera de comportarse, siguiendo a los hijos por todos lados como si fueran polluelos, era incomprensible. "Quizás ella no sepa que tenemos criados suficientes para encargarse de eso" pensó, aunque, prudentemente, antes que decirle nada, me limito a asentir dejándola marchar. "Puede ser que no pertenezca a una familia con recursos y no haya tenido criados y por eso no sabe que para los hijos existen niñeras, tutoras y demás"

Eleanor se sentó de nuevo y le preguntó a Edward si sería tan amable de traerle un té. Mientras esperaba, escuchó a los caballeros hablar sobre el testamento. Aún no se había formado una opinión y, aunque la tuviera, jamás se atrevería a exponerla en este foro, pero creía que se equivocaban. Tal y como ella lo veía, su abuelo era un golfo y un irresponsable que no se comportó como debía y trajo toda la vergüenza que pudo a la familia. Así que, en realidad, tampoco le parecía tan raro ese testamento, sólo era más de lo mismo, sinvergonzonería y falta de decencia. A los ojos de Eleanor esta reunión podría haber tenido lugar de mil y una maneras, pero ella creía que él había elegido la peor para causar aún más bochorno. "Seguro que está pudriéndose en el infierno porque no se puede ser más canalla" reflexionó mientras escuchaba la conversación que la rodeaba.

Y escuchar le resultó útil porque, cuando el tío-abuelo Ebenezer volvió a hacer de las suyas, no la pilló desprevenida. Por supuesto que el joven era maleducado y arrogante, pero la falta de tacto de Ebenezer no era lo que la etiqueta requería para esta situación. Afortunadamente, Edward interrumpió para anunciar la cena

-Perfecto Edward, muchísimas gracias. Caballeros, por favor, les ruego que mantengamos la situación en el nivel mínimo de respeto. No es agradable para nadie encontrarse hoy aquí pero si usted, joven, no modera su tono, sospecho que no llegaremos ni a los postres sin que alguien le estampe un guante en la cara pidiéndole un encuentro al alba. En cuanto a usted, tío, no es agradable ni denota buenas formas, hablar de muertos y menos aún de asesinatos, en la lectura de un testamento ni cuando se tienen visitantes en casa. Estaría bien recordarlo a la hora de acusar a los demás de falta de modales- Eleanor, sorprendida, contuvo un gesto para echarse la mano a la boca. No entendía porqué había dicho eso. Sólo pretendía llamar al orden con delicadeza, pero al oír sus propias palabras, pese a ser más moderadas que las de los dos reprendidos, sintió que ella también debía estar nerviosa pues no era propio de su carácter ser tan clara.

Una dulce campanilla sonó por el hall de entrada y poco a poco todos los invitados de Green Arrow volvieron al Gran Comedor donde una imponente mesa estaba ya puesta. El menú sería bastante espléndido dada la ocasión especial que volvía a llenar de vida la mansión. 

Murron salió al jardín, vio a los presentes y, antes de poder mediar palabra sonó la campanilla de la cena. Cuando ya estaban entrando en el comedor contestó a sus hermanos.

-No tengo mucho que contar de padre, y menos aún me apetece, Jesse. Dougal, no te preocupes, sólo necesitaba tomar un poco el aire. Tampoco ayudaba tener el buche vacío, algo que arreglaremos de inmediato-concluyó sonriendo a su hermano pequeño.

Acto seguido esperó junto a la mesa, por si los sitios estaban consignados previamente. De no ser así, intentaría sentarse junto a sus familiares, a ser posible evitando a su hijo Conrad, para no provocar más tensiones. Ya estaba cansado de luchar esa batalla.

Se fue del comedor en busca de su hijo. No lo había encontrado, pero ahora acudía al salón, llamado por la campana que anunciaba la cena. No es que estuviera realmente preocupada por su hijo, pero se alegró de verle.

-Así que estás ahí, granujilla.- Buscó la mano de su hijo, la mano que antes no apretó por estar estupefacta tras la lectura del testamento.- ¿Has vivido alguna aventura?

Relamente no le gustaba demasiado que su hijo correteara por un lugar del que ellos sabían poco, pero sabía que los niños eran curiosos por naturaleza y era inútil ponerles una correa o sería peor.

-No te preocupes por lo que dijeron en el testamento, todo va a ir bien. Y ahora, espero que tengas hambre, porque viene la hora de la cena.