Partida Rol por web

Ashton lanza su hechizo, y la varita del mortífago sale volando y cae al río, como había planeado. Se gira un segundo y ve que a sus compañeros les iba igual o mejor.

Nora los tenía paralizados, y Henri había defendido a un niño de tercero de un ataque. A ese paso en poco tiempo el puente estaría en sus manos.

- Mejor, así no se olvidarán del momento en el que les derrotamos.

Por si acaso su estrategia seguiría siendo la misma, lo primero era desarmarlos. Si no tenían varitas no les atacarían y ellos estarían a salvo. Ya después pasaría a la ofensiva.

- ¡Expelliarmus! - dice apuntando a otro mortífago y esperando tener la misma suerte que antes.

En las puertas comienza una batalla en la que hasta el más torpe aporta un hechizo o dos. Mientras mi idea es simple.

-Flagrate.- De la varita comienza a brotar la tinta roja.

Usaría otras formas de magia, rúnica, para defendernos. Es todo lo que se me ocurría que tal vez pudiera evitar que las maldiciones imperdonables nos alcancen.

Todo empeoraba rápidamente y pronto sería caos, como en cualquier batalla, ningún plan sobrevive más allá del primer contacto. Pero eso no quiere decir que no haya que intentarlo. Aguantaremos la posición y si no podemos...ya nos enfrentaríamos a eso cuando llegase.

No todo es defendernos, sin atacar llegará un momento en que nos superarán. Por ello cada vez que se abre un agujero en la cúpula o que tengo a alguien a tiro, lanzo un conjuro.

-¡Desmaius!

Algo no marchaba bien, estaba siendo demasiado fácil y había demasiado pocos mortifagos atacando ese lado.

Sobre sus escobas, Ashton, Nora y él lo estaban haciendo bien. En la entrada el puente los que no sabían o no se habían atrevido a volar con aquella tormenta que habían conjurado desde las torres parecían mantener la línea con bastante soltura, mientras que los alumnos de tercero que les apoyaban desde la otra orilla estaban siendo de mucha ayuda.

-Silencius.- Conjura Henri a un mortifago que parecía a punto de lanzar un maleficio. Aún así, la sensación de que algo está fallando sigue dentro del hufflepuff.

Scarlet comenzó a asustarse al ver como la cúpula se iba resquebrajando poco a poco por la fuerza de los hechizos de los contrincantes. Las maldiciones no tardarían en atravesarla y... entonces es cuando verían a la muerte cara a cara, cuando comenzaría el verdadero enfrentamiento. Scarlet temía por ese momento, por su vida, por no saber proteger la de sus compañeros. Era demasiada responsabilidad para una niña que ni siquiera había llegado a cumplir los quince. 

-¡Protego Duo!-conjuraba cuando una de las maldiciones conseguía pasar las protecciones, haciéndola rebotar. 

No era momento de reprimirse.
Los hechizos ofensivos no eran su especialidad, pero debían intentarlo. Y aunque se precipitasen al vacío, quizás funcionase el dejarlos inconscientes.

- ¡Desmaius! - grita con fuerza, sin pensar demasiado a quién atacaba. Solo quería atacar.

Y el rayo de luz ilumina su cara, dejando claro que no habría marcha atrás.

Las fuerzas enemigas atacan por todos los frentes. Los alumnos se defienden con gran maestría, demostrando que no importa la edad de un mago si se pone empeño, valor y se actúa con cabeza. Y los Mortifagos no parecen preparados para una defensa de tal calibre, no se esperaban tanta resistencia y el apoyo de los alumnos, por eso parece que su número es menor que el que se podría haber esperado.

Pero los Mortifagos tienen más experiencia.

Si al principio ha parecido que la idea de los espejos reflectores eran una buena idea, y han funcionado al principio, ahora los Mortifagos los evitan, lanzando maldiciones y hechizos poderosos o por encima de éstos, haciendo que los muros del castillo se resquebrajen y se abran. Las armaduras se posicionan para atacar justo en el momento en el que los Mortifagos rompen la barrera de arcos. 

-¡Atrás! - gritan los profesores para que los alumnos se replieguen y amplíen la distancia entre los atacantes y ellos.

La profesora McGarden levanta la varita para hacer crecer las raíces de las plantas para que se enreden en las piernas de los atacantes, Gordon y Jones tratan de proteger a los más jóvenes de la batalla con diestras muestras de magia.

Por otra parte, el grupo de la Torre de Astronomía estaba haciendo una buena labor con la tormenta y la defensa de los alumnos de a pie, pero, por algún motivo, sus esfuerzos van perdiendo efectividad y poco a poco los magos que van en escoba aprenden a seguir el viento y a moverse entre él, aunque la visibilidad aun sea escasa por la nieve. Los alumnos de la Torre comienzan a recibir ataque de los magos con escobas de los que a duras penas se pueden defender.

Varios alumnos caen heridos por los hechizos y las maldiciones. La profesora Shine, levanta la varita y la mueve intentando que el viento vuelva a ser errático y difícil de seguir.

-¡Que el viento no tenga patrones! ¡Estamos perdiendo la batalla aérea! - dice mientras los mortifagos se acercan más a y más, ahora un poco más impedidos por el cambio de dirección del viento.

Y por último, los únicos que parecen no estar pasando por ningún aprieto importante son los Hufflepuff que defienden con uñas y dientes el puente de madera, protegiendo a los que reciben ataques y atacando a los magos tenebrosos que están al otro lado. Caen uno tras otro, atontados, dormidos o apestados. 

Tras replegarnos y dejar a las armaduras combatiendo contra los mortífagos, algo que acabarán por vencer sin duda, se me ocurre ¿Por qué no hacer lo mismo que hacían ellos? Tirarles el castillo encima. Siempre se puede reconstruir.

-¡Lanzad bombardas contra los arcos y arcadas! ¡Que les caiga la piedra encima!

Es mucho más fácil parar un desmaius que no un montón de piedras. Espero que alguien me ayude porque yo solo difícilmente lo lograré.

-¡No, no lo estamos! -replicó a la profesora. El viento ya no es suficiente...-pensó solo un instante y habló con firmeza- ¡Tu, ustedes tres y tu, agreguen agua, toda la que puedan! Si el viento no los frena ya, una lluvia de granizo grueso y a toda velocidad debería bastar, contra mas gente comienze a crear hielo agua y viento, mas poderosa será la tormenta. Coloquense en cada vetana de forma dispersa, si se concentran en un solo punto el viento tendrá una sola dirección.

Contempló el panorama, ceñuda un momento.

-Abandonen las defensas y concentrense en la ofensiva, asi tendrán poca capacidad de lanzar conjuros si no quieren caer. No pasará un solo encantamiento enemigo, y eso lo juro sobre mi apellido. -dijo fríamente. No había signo alguno de petulancia, y estaba consciente de que frenar sola todo eso sería casi imposible. Pero podía hacerlo.

Madelain sonrió al escuchar la arenga de Alana.

_Casi casi que me has leído la mente. Casi.

Así como hiciera antes Alana, ella también desvió a algunos chicos, pero para sorpresa de muchos pasó incluso a algunos de los que estaban con Ventus al grupo de Glacius.

_Alana tiene razón, profesora. Así como ellos aprendieron a seguir el viento, nosotros también tendremos más facilidad para seguir su trayectoria de vuelo y nos será más fácil acertarles en nuestros ataques. ¡Intensifiquen el Glacius! Que si bien la idea del granizo de Alana es buena, si conseguimos helar esto lo suficiente... ¡Aquaeructo!

De la punta de la varita de Madelain salió un fuerte chorro de agua de gran potencia, como los de las mangueras de los bomberos muggles. Ella movía su varita a un lado y al otro sin seguir patrones, queriendo sorprender a los mortífagos. Apenas salir de su varita, y gracias al trabajo de sus compañeros, los chorros de agua se iban convirtiendo en muchísimas lanzas de hielo. La ventaja de eso es que de un solo hechizo salían muchas lanzas que podían derribar a muchos mortífagos a la vez. Si eso funcionaba, la batalla podía dar un giro...

Parecía que los esfuerzos llevados a cabo desde la torre estaban surtiendo efecto, sin embargo la lucha no debía alargarse demasiado si querían ganar, sin duda los mortifagos los habían infravalorado, pero si les daban tiempo terminarían por ponerle las cosas mucho más difíciles.

Cuando la profesora y sus dos compañeras sugirieronel cambio de estrategia Lissy no se lo pensó mucho más.

- AQUAERUCTO- exclamó lanzando el conjuro congelanto a modo de manguera al igual que Madeleine.

Scarlet escuchó las instrucciones de Alex, le pareció una buena idea pero... Había un fallo. Si sólo atacaban, no tendrían opción de defenderse y serían un blanco mucho más fácil, por lo que la muchacha optó por jugar a la defensiva.

-Spencer, haz tú los bombarda con Alex.-le pide, sin tartamudear siquiera, no había tiempo de ello-Yo os cubriré de las maldiciones.

-¡Protego duo!-conjuró delante de los tres. 

Aquello se les escapaba de control, pero todavía no estaba todo dicho. Seguían en pie lanzando conjuros. Mientras quedase uno en pie, podrían luchar.
Podrían cruzar hechizos de viento, eso podría evitar que volasen sobre los conjuros. Pero no había tiempo para discutir.

Torrentes de agua, esa era la propuesta, y no se haría de esperar.

- ¡AQUAERUCTO! - grita, intentando no seguir la línea de los hechizos, cruzando líneas para evitar esquives y otros métodos.

Sobre la escoba parecía que la defensa del puente estaba asegurada, pero no parecía ir igual al resto de los alumnos. Por lo menos si había que abandonar el colegio a toda prisa el puente se mantenía en pie y bajo control.

Henri vio pasar por encima de él a un mortifago de los que estaban atacando la torre de astronomía. - Desmaius.- un poco de ayuda no les vendría mal a Katie y el resto, pensó el Hufflepuf mientras veía caer de la escoba que montaba al tenebroso  desmayado.

Los demás no parecían tener tanta suerte como ellos. Ashton se gira un momento para ver el resto de trincheras, pero enseguida vuelve a la carga.

Aunque quisiera no podía moverse de allí. Iban bien, pero no tanto como para poder tomarse un respiro. El resto tendría que arregárselas por si mismos. 

- ¡Petrificus totalus! - dice apuntando a un mortífago. Ahora que varios estaban desarmados y/o apestados era hora de quitarse de encima a todos los que pudieran. Si vaciaban el puente de madera podrían acudir en ayuda de sus compañeros a la puerta principal.

-¡Humf!

Lo cierto es que se me daba mejor los conjuros protectores que eso. Unas bombardas no iban a evitar que los Mortífagos tuvieran ventaja, por número y experiencia. Podía intentar algo... o morir en el intento. Con cascotes de piedras formo un círculo en la entrada. El flagrate aún activo me permite dibujar ciertas runas, la correcta combinación podía ser beneficiosa y una mala, darnos la derrota. Vacío la suerte que me quedaba en mi gaznate. 

Sverd, Ur, Midli. Sverd, Ur, Midli. Espada, metal, en todas partes.