Partida Rol por web

-Por supuesto -fue toda la despedida del anciano cura, dejando un trazo agrio en la impresión de Claudio. Se dio la vuelta y volvió a sus tareas, como si nunca hubiera sido interrumpido. 

Claudio miró el reloj. En efecto, los demás estarían al caer, y estaba deseando escuchar noticias frescas sobre la investigación. Él por su parte, tendría que dar su mala nueva, cosa que le inquietaba enormemente. ¿Cómo reaccionaría Daniel? 

Santiago y el ex guardia civil doblaron la esquina, accediendo a la calle Portales, la vía peatonal más importante de la ciudad. Aún siendo horario de trabajo, el ambiente estaba animado, en parte por los peregrinos y turistas que ya empezaban a dejarse caer por los bares de la zona con la intención de picotear algo. De entre todo ese gentío, Claudio no pudo evitar fijarse en un hombre que les adelantó, apresurado. Se trataba de uno de los indigentes que había estado haciendo cola cuando entraron en la Iglesia de San Agustín. Estaba cargado con una pila de ropa y unas bolsas del supermercado Dia, por lo que no reparó en el papel de se dejó caer en su apretada marcha. 

Santiago se agachó para recogerlo, y en seguida llamó en voz alta al individuo. -Perdone, se le ha caído algo. El tipo hizo caso omiso, y se perdió entre la gente. El cura se encogió de hombros, echando un vistazo al papelote. Se trataba de un anuncio de carácter religioso como tantos otros. Pero Claudio tuvo una sensación extraña de que algo no encajaba del todo con el anuncio. 

-Es extraño. No conozco ninguna misa que se celebre tan tarde -murmuró Santiago fijándose bien en la hora de la cita. Además, la Ermita del Cristo lleva cerrada varios años. Que yo sepa no hay intención de abrirla, a duras penas se mantiene cerrada... -añadió con algo de pena en la voz. Le entristecía que un humilde lugar de culto se viese obligado a cerrar por falta de fondos. Él, como cura, sabía mejor que nadie que la creciente falta de fe de la población riojana, y española en general, pasaba factura a la Iglesia, especialmente a aquellos monasterios pequeños. ¿Qué opinas Claudio? Seguro que Olivia y Laura lo encuentran interesante... por cierto, ahí están. ¡Que Dios les bendiga a los tres, parecen sanos y salvos!

Laura dejó el coche aparcado en el párking publico del muro del revellín. Ahí siempre había sitio, exceptuando los días de San Mateo, donde se llenaba de jóvenes ebrios que no dudaban en vaciar sus esfínteres en los neumáticos de coches ajenos. Ahí era mejor buscarse otro lugar para dejar el vehículo. 

Habían quedado en reunirse con Claudio y Santiago en la plaza del mercado, frente a la catedral de la Redonda. No tardaron en llegar, y ellos, puntuales a la cita, ahí estaban, parados en medio de la calle Portales. Santiago les hizo un gesto de saludo con la mano, y Claudio parecía ocupado examinando un papel que había recogido del suelo. 

Tras un par de días separados, tenían mucho que contarse. Era un Viernes, 21 de Junio, y se les había echado encima la hora de comer. 

Buenas ,ya estamos todos.¿Que os parece si nos ponemos al día?.Claudio, ¿algo interesante en el papel?

-Pongamos en común toda la información que hemos conseguido -dije, en tono animado, al encontrarnos de nuevo con el guardia civil retirado y el párroco-. Claudio, ¿qué es lo que habéis descubierto?

Estaban los cinco reunidos, de vuelta a una reunión de grupo. Pero le inquietaba toda la información que tenía para ellos, especialmente las malas noticias. Pero era una tontería darle más vueltas, aplazar lo inevitable. En especial cuando dos de sus compañeros se dirigieron directamente a él para preguntarle por las novedades.

-Buenas a todos. Pues sí, tenemos cosas de que hablar. Hay novedades más que relevantes. Creo que lo mejor será empezar por lo más serio y lo más importante. Es sobre el paradero de Manuel Cidacos. Uno de mis antiguos compañeros de la guardia civil me informó ayer a última hora de que lo encontraron muerto, flotando en el Ebro, a la altura de Varea. Pero no lo han encontrado solo a él, por lo visto había un cadáver de otro hombre, de mediana edad, junto a él. Según los forenses, Manuel había fallecido hacía dos o tres días, pero el otro cadáver era mucho más reciente, apenas un par de horas...

Dejó que aquella información fuera asimilada, como buenamente pudieran, por cada uno de sus compañeros. Pero quiso añadir una cosa más
-Esto cada vez me huele más a algún tipo de ritual macabro. La aparición de los dos cuerpos juntos, con suficiente distancia entre sus muertes, no puede ser una casualidad.

Cuando escucho que Cidacos está muerto, se forma en mi rostro una mueca de amargura. Era algo que ya intuíamos que sucedería desde que encontramos el zapato, aunque había guardado la esperanza de que el amigo de Daniel aún estuviera vivo. Evité dirigir una mirada al estudiante. Sabiendo lo cercano que era con Manuel, lo más probable es que ahora se hallase destrozado por la noticia.

-Siempre se repite el mismo patrón -aseguré, pensativa-. Son muertes rituales, siempre de dos en dos. Pasó en el 2012 y también en el 2016. Aunque hay una diferencia con las anteriores muertes. Antes, siempre coincidía el binomio de hombre-mujer. Ahora, por algún motivo, los dos son varones.

Santiago se santiguó cuando Claudio dio la mala noticia. El chico, Manuel Cidacos, estaba muerto. En un intento de solidarizar con Daniel, le apretó el hombro para reconfortarlo. Y le dedicó estas palabras. 

-Mis condolencias Daniel. Ten por seguro que rezaré por su alma.

No podía creer lo cruel que podría ser el mundo a veces, pero bien sabía que los caminos del Señor son inescrutables, y que todo ocurría, para bien o para mal, por una causa, con un fin. De todos modos, eso no quería decir que ellos, como hombres, como personas, no tuvieran el poder y la voluntad por cambiar las cosas. Si algo podían hacer por honrar la memoria del joven fallecido, era llegar hasta el fondo de este asunto.

Al escuchar la tristeza noticia me vengo abajo. Me siento un rato a intentar superar el duro golpe.
Tras unos minutos de impas, me vuelvo a juntar con mis compañeros.
Ahora aunque si debo saber lo que ha pasado, se lo debo. Espero que me ayudeis hasta el final y descubrir todo lo ocurrido

-Te ayudaremos, Daniel -le aseguro al joven, colocando una mano sobre su hombro para intentar infundirle ánimos-. Llegaremos hasta el fondo de lo ocurrido y averiguaremos por qué murió Manuel.

Tras escuchar las palabras de Daniel y el resto de sus compañeros, Claudio también quiere animarle.

-Lo lamento, muchacho. Pero tengo bien presente que iniciamos este grupo de investigación con el fin de saber que había ocurrido aquí. Y no creo que nadie tenga pensado bajar los brazos solo porque la situación de Manuel sea ya irreparable. Antes que él hubo bastante gente que murió en las mismas circunstancias, y parece que pueda haber más en el futuro. Debemos seguir por todos ellos.

Santiago sabía lo que era perder a un amigo, y hacerlo de una manera repentina, desgarradora. Aún recordaba la amarga noticia de la muerte de su hermano. 22 años, accidente de tráfico al volver de las fiestas de Anguiano. No tuvo tiempo de despedirse, y siempre le quedó ese vacío en el estómago, en el alma misma, que ni el Señor pudo volver a llenar. Se compadeció de Daniel, que estaba experimentando un choque emocional realmente duro. 

-Me gustaría...-comenzó con voz ronca. Se aclaró la garganta. Me gustaría elevar una plegaria por el cuerpo y el alma del joven Manuel, para que encuentre el reposo que tan pronto le ha llegado. Miró a Daniel. Si no te importa, claro. 

A continuación se hizo el silencio. Apenas murmurando, el cura entonó un rezo que guardaba para ocasiones como ésta. Sus labios se movían silenciosos. Nadie dijo ni una palabra. Después de algo más de un minuto, asintió con la cabeza, dando por terminado el ritual. Sonrió al joven. De corazón esperaba que estuviera bien. 

-Ahora, creo que, Claudio, puede continuar contándoles todo lo que hemos averiguado. -Le pidió al guardia civil mirando con intriga el papel que éste sostenía en la mano. No es demasiado, pero creo que algo hemos avanzado, ¿verdad?

Asiento cuando Santiago termina su oración y palmeo al muchacho en el hombro a modo de pésame. Estas situaciones no son lo mío, nunca he sido una mujer emotiva y no voy a empezar ahora. Todavía tenemos mucho trabajo por delante y no podemos dejar que los sentimentalismos nos distraigan. El chico es fuerte y estoy segura de que tendrá la suficiente sangre fría para reponerse y centrarse en desentrañar el misterio que rodea la muerte de su amigo y, sobre todo, de la ciudad de Logroño.
Pero hay que ser prácticos, me digo al tiempo que mi estómago gruñe. Después de todo, llevo todo el día con el café del Sonsoles y de eso parece que hace una eternidad.
-¿Por qué no seguimos con esto mientras comemos algo? Estamos llamando la atención parados en medio de la calle conspirando... Y yo empiezo a tener hambre.

Cuando empezamos a caminar, me ajusto las gafas y carraspeo para aclararme la garganta, tratando de recordar.

-Laura, dices que las muertes siempre eran binomios... Y sin embargo, según dijiste anteayer, en el 85 fallecieron dos varones y el año pasado fueron dos varones y una mujer... Incluso en el 2013 los dos intentos de suicidio fueron perpetrados por dos hombres. De hecho, nos hallamos ante la muerte de otros dos hombres. ¿No serán las muertes de mujeres las anomalías en el patrón, si es que lo hay?

-Es cierto -asentí a las palabras de Olivia, ya que ni siquiera había mencionado en la posibilidad a la que hacía referencia-. En el 85, un celador y un paciente del hospital San Pedro se suicidaron en un intervalo de tres días. Y en el 2013 intentaron suicidarse esos dos hombres. La cuestión es, si las víctimas son mayormente hombres, ¿cuál es la razón por la que se producen también las muertes de las mujeres, apareciendo siempre junto al cadáver de un hombre?

-Aún no puedo siquiera llegar a imaginarlo, querida... Pero es nuestra labor desentrañar el misterio-contesto mientras nos acomodamos en una terraza. El camarero nos toma nota enseguida, pero cada uno está silencioso, perdido en sus pensamientos. Mientras los demás meditan sobre los misteriosos sucesos de los últimos días, yo soy incapaz de estar quieta y tras unos minutos saco mi smartphone y comienzo a teclear como loca. Lo primero es escribir todo lo que soy capaz de recordar de la carta de Díaz, que afortunadamente aún está fresca en mi mente. Lo siguiente es sacarle humo al buscador con todos los nombres y referencias que aparecen en la carta. Intento también ponerme en contacto con un colega, Mateo Hidalgo, que fue forense en la ciudad durante los 90, quizá recuerde algo sobre esos informes que menciona la susodicha misiva. Rompe el silencio mi tacón martilleando contra el suelo a toda velocidad al tiempo que saco un pitillo y lo enciendo con una larga calada. Estamos en el camino correcto, estoy completamente segura, y no podemos perder ahora el hilo.

Internet no devuelve esta vez las respuestas a todas esas preguntas que Olivia formula, a toda velocidad, en su cabeza. No hay información sobre ese tal Agustín Salazar, ni nada que le relacione con San Cristóbal. A la periodista tampoco le resulta inusual esa falta de datos: al fin y al cabo, la de Marcos Díaz se trata de una carta anterior a la era digital, y muchas de las respuestas que ellos necesitan no se encontrarán en ningún servidor. 

El obispo del Campo, como ella sospechaba, se trata de Abilio del Campo y de la Bárcena, cabeza de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño durante los cincuenta y sesenta. Murió en 1980. 

Por ultimó, Olivia se dirigió a un antiguo conocido: Mateo Hidalgo. Si lograba localizar ese informe forense, tendrían una gran pista a la que aferrarse. Podría ser la clave de lo que se había descubierto en 1993. Y se había tratado de ocultar. 

Yo no creo que todo esto sea casualidad, tiene que haber algo o alguien detrás de estas desgracias. Pero, ¿con qué fin? No creo que sean rituales, me da que aquí tiene que haber temas de dinero.

El silencio de Claudio le llevó a Santiago a tomar la iniciativa. 

-Si me permiten, retomaremos el relato de nuestras pesquisas. Resulta que un contacto de Claudio nos puso tras la pista de más desapariciones. -Observó con aflición a Daniel, pero no se atrevió a mirarle directamente a los ojos. Esta vez no eran jóvenes de familias al uso, sino que se trataban de personas poco favorecidas por la fortuna, que malvivían en las calles sin ningún tipo de lazo con familiares ni amigos. Según este contacto, -dijo mirando a Claudio para que confirmara sus palabras -es difícil confirmar si se trata de desapariciones o simplemente esas personas se han marchado de Logroño, ya que no ha habido denuncia por parte de nadie. El caso es que acabamos compartiendo información con un trabajador de Proyecto Hombre... -Santiago frunció el ceño, en señal de concentración para recordar el nombre. ¡Andrés! Andrés Brazaola se llamaba. Este joven conocía a varios de los desaparecidos, que solían frecuentar la organización. Revisando el historial de actividades de los supuestos desaparecidos, muchos de ellos coincidían en una actividad en concreto: las jornadas solidarias de la Iglesia de San Agustín. 

El cura hizo una pequeña pausa para tomar aire y ordenar también sus ideas, de manera que el relato fuese coherente. 

Naturalmente, hemos ido a visitar la iglesia -prosiguió -Además, se daba la casualidad de que conocía al cura, don Amador, antiguo compañero mío del seminario. Cruzó las manos y esbozó una mueca de disgusto. La reunión fue... incómoda, ¿verdad, Claudio? La verdad es que Amador quizá estuviera muy ocupado, pero no pudo solucionarnos mucho... Dijo que preguntaría a sus socios, a los cooperantes de las jornadas solidarias, por si ellos tuvieran alguna información relevante.

-Nosotros también hemos hallado algo de información -añadí, decidida a aportar lo que Olivia y yo habíamos averiguado desde nuestra última reunión-. Por un lado, Lantarón sigue sin aparecer. Hemos intentado averiguar cuál es la posible "colina más alta al sur de Logroño", pero no hemos llegado a ningún resultado. Solo sabemos que probablemente es una colina que se halla el sur del León Dormido y que es mucho más alta que esta otra elevación.

-Además, pudimos contactar con el hermano de uno de los obreros que participó en las obras del parque en el 1993. Era un señor ya mayor, Juan Martín Pinedo. Nos contó que su hermano Francisco lleva dieciocho años muerto y que murió junto a su hijo, un niño de corta edad, en extrañas circunstancias. Nos indicó también que su hermano había recibido una numerosa cantidad de dinero, poco después de trabajar en las obras del parque. Probablemente los obreros hallaron un descubrimiento que alguien prefirió que siguiera en secreto y decidió comprar el silencio de estos hombres con dinero.

-Por otro lado, Francisco era amigo de Marcos Díaz Palomo, otro de los obreros, quien estaba preocupado por lo que le pudiera suceder a Francisco y que también terminó muriendo, a causa de un supuesto accidente en los Pirineos. Juan nos enseñó una carta de Díaz dirigida a su hermano, en la que decía que alguien llamado Agustín Salazar tenía a la policía comprada, así como a los de San Cristóbal, que eran quienes hicieron un informe forense con relación a lo que se encontró en las obras del 1993. No sé por qué, pero tengo la sensación de que lo que encontraron en esas obras fueron restos humanos. Y Marcos Díaz también mencionaba como uno de los responsables a alguien denominado como "Obispo del Lago", que seguía teniendo influencia en Logroño incluso estando ya fallecido. Santiago, ¿sabe a quién podría estar refiriéndose?

-El Obispo del Campo, Laura-corrijo mientras tecleo-Se trata de Abilio del Campo y de la Bárcena. Fue cabeza de la Diócesis, si no me equivoco, durante los cincuenta y los sesenta.

Termino de escribir el e-mail, bloqueo el móvil y lo dejo sobre la mesa. Le doy una calada al cigarrillo y exhalo el humo por la comisura de la boca para no molestar a mis compañeros.

-Voy a intentar averiguar algo de ese informe forense con un contacto... Tal vez incluso pueda decirnos de qué murieron Pinedo y su hijo.

Claudio escuchó con atención el resumen que acababa de hacer Santiago sobre sus avances en la investigación, aparte de la terrible noticia que confirmaba el fallecimiento del joven desaparecido, con la que había abierto la ronda de informaciones. Al acabar, pensando en el encuentro con el padre Amador, se vio empujado a añadir algo.

-Yo diría que fue más que tenso ese encuentro. Tal vez sean imaginaciones mías, pero juraría que Amador más que ocupado parecía especialmente incómodo con nuestra presencia, y eso que Santiago y él ya se conocían previamente. Mi intuición me dice que había algo que le incomodaba, ya que se mostró desde el primer momento muy a la defensiva y bastante parco en palabras. Tal vez oculta algo que al final sea una tontería o no tenga que ver con nuestra investigación, pero tal vez fuera buena cosa que alguno de vosotros volviera y tratara de hablar directamente con los coordinadores de las actividades o los propios voluntarios. Así podríamos saltarnos la barrera que a toda costa nos ha intentado poner el padre Amador. Y como sois caras desconocidas para él, no levantaríais ninguna sospecha, imagino.

De pronto cayó en la cuenta del curioso flyer que habían recogido de camino a la reunión. Podía guardar relación.
-Ah, y otra cosa. Justo de camino a reunirnos aquí, por casualidad uno de los indigentes que había ido a recibir ayuda en las actividades en San Agustín iba delante de nosotros y perdió este papel. Al oír algo sobre el Obispo del campo, tal vez pudiera tener algún tipo de relación. Cuando menos, como ha recalcado Santiago cuando lo hemos visto, es una hora muy rara para este tipo de celebraciones, no se como lo veis los demás...

Y al acabar de decir esas palabras enseñó el papel que habían encontrado al resto del grupo.